lunes, 26 de noviembre de 2012


Verdades
DEMOCRACIA Vs. “DEDOCRACIA”
Gehard Cartay Ramírez

Como lo señalé en mi anterior artículo, el “Poder Popular” del que tanto se ufana el régimen como un logro suyo resulta en la práctica todo lo contrario.
No hay tal “Poder Popular”, sino un disfraz de falsa participación, detrás del cual se esconde la tenebrosa figura del Estado Comunal o Comunista, que –históricamente- siempre ha significado una dictadura o, lo que es lo mismo, un régimen autoritario y totalitario.
En realidad, resulta imposible que el actual presidente venezolano pueda impulsar otra cosa distinta a lo que constituye su modelo, en este caso, la dictadura castrocomunista de Cuba. Aunque también son de su gusto cualquieras otras tiranías, a juzgar por su pública y rendida admiración por figuras como los desaparecidos Sadam Hussein y Mohammar Gadaffi, sin olvidar su simpatía por los sátrapas que aún gobiernan Siria, Bielorrusia o Zimbawe.
Está más que demostrado que su admiración por todo este elenco de asesinos y tiranos impresentables refleja, en el fondo, un deseo de imitación, especialmente por el largo tiempo de sus mandatos unipersonales, enemigos del relevo y la renovación.
Todo ello conlleva otra característica psicopática: la necesidad de controlarlo todo personalmente. Cualquier asunto, grande o pequeño, debe ser decidido por el autócrata, sin participación de más nadie. Éste, en efecto, considera que sólo él puede acertar en sus juicios y que los demás simplemente están obligados a obedecer su autoridad, sin discusión alguna.
Una mentalidad como esta, que desprecia el derecho de los demás a decidir, está imposibilitada para creer en la participación. Tan sencillo como eso. No le cabe en su raciocinio personal la posibilidad de compartir con alguien decisión alguna sobre cualquier asunto.
Por eso resulta un cruel ironía oír hablar al führer de Sabaneta de conceptos como Poder Popular o Democracia Participativa, opuestos a su manera de pensar y ejercer el poder, rémora que le viene dada por su mentalidad militar y militarista. Bien se sabe ya que la filosofía castrense se resume en la ecuación básica de mandar y obedecer, sin que medien argumentaciones, análisis o discusiones de ninguna naturaleza.
Tal vez por eso, Simón Bolívar, que bastante sabía del tema, afirmó varias veces que los militares no debían ejercer el gobierno, aconsejando siempre cuál era la verdadera naturaleza de sus funciones: la de defender la integridad territorial de la Patria, sin entrometerse en los demás asuntos públicos, por aquello de que era “insoportable el mando militar” en otras cuestiones.
Pero es que, por si fuera poco, los propios los hechos han demostrado la alergia del jefe único del actual régimen por las decisiones democráticas. Hagamos un repaso histórico al respecto.
Su primera candidatura presidencial de 1998 fue una decisión personal suya, pues no tenía partido político alguno que lo eligiera democráticamente. En esa oportunidad, por cierto, ninguno de los candidatos a gobernadores chavistas fueron producto de una elección democrática. Fueron nombrados, como hasta ahora, por el golpista de 1992 devenido en candidato presidencial.
Desde entonces, y a pesar de que la actual Constitución obliga a los partidos a seleccionar sus candidatos democráticamente en consulta abierta, el actual presidente nunca ha cumplido esa norma las varias veces que ha sido candidato presidencial en las elecciones de 2000, 2006 y 2012.
Tampoco, desde entonces, sus candidatos a gobernadores, alcaldes, diputados, legisladores y concejales han sido elegidos democráticamente. Todos han sido impuestos por la “dedocracia” del jefe único del proceso, en base a la incondicionalidad perruna que le profesen quienes aspiran tales cargos.
El ejemplo más reciente lo constituye este proceso de elección de gobernadores del 16 de diciembre y el de alcaldes, previsto para abril del próximo año.  Ninguno de los candidatos chavistas han sido elegidos democráticamente por las bases del PSUV, ni de otro partido aliado. Todos han sido impuestos a dedo por el jefe único del régimen.
Pero no sólo eso ha sucedido. Casi todos son paracaidistas, sin vinculación alguna con los estados donde han sido lanzados –dicho sea esta vez literalmente- como candidatos a gobernador. No los conoce nadie, ni conocen a nadie. No conocen sus problemas y mucho menos sus soluciones. Y algunos hasta abusan de su ignorancia, como el candidato impuesto por el oficialismo en Táchira, estado que según él… ¡tiene límites con Brasil!
Ese absurdo proceder del jefe único del régimen demuestra su absoluto desprecio por los venezolanos de cada estado del país. Le importa un carajo la opinión de cada uno de ellos sobre la persona que debería ser su gobernador. Y le importa un carajo, repito, porque a él lo único que le importa es él mismo y su desmedida ambición de poder y la necesidad patológica de someter y mandar a los demás.
Como al lector le consta, los candidatos de las fuerzas democráticas fueron elegidos por los votantes de cada entidad federal, mediante elecciones abiertas, secretas y universales. Por eso todos son auténticos representantes de sus regiones, queridos por su gente, conocedores de sus problemas y soluciones, y comprometidos, por tanto, con el desarrollo y bienestar de sus pueblos.
¿Poder Popular? ¿Democracia participativa y protagónica? Nada de eso, amigo lector: “Dedocracia”, pura y simplemente. Por eso, este 16 de diciembre la batalla será entre Democracia y “dedocracia”.

LA PRENSA de Barinas - Martes, 20 de noviembre de 2012
Twitter@gehardcartay

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