viernes, 25 de agosto de 2017

DICTADURA QUE NO GOBIERNA
Gehard Cartay Ramírez
Parece mentira, pero esta es la tragedia de la Venezuela de hoy: la dictadura de un grupito corrupto e inepto que ejerce el poder sólo en su beneficio.
Por paradójico que parezca se trata de una dictadura que no gobierna, si por gobernar se entiende la utilización del Estado para la consecución de sus fines fundamentales, entre ellos, el ejercicio de la autoridad sobre el territorio donde se encuentra, el respeto de la Constitución y las leyes y el cumplimiento de las garantías esenciales para sus ciudadanos (derecho a la vida, a la alimentación, a la salud, al trabajo, es decir, al mejoramiento de su calidad de vida, así como sus derechos políticos y democráticos.).
 La tarea de gobernar supone garantizar el cumplimiento de todos esos derechos para todos los ciudadanos. Desde tiempos inmemoriales, las comunidades comenzaron a organizarse con tales propósitos y delegaron –de manera consciente o no– el poder para hacerlo en una autoridad. Al principio, se atribuía a la voluntad divina, que, a su vez, la depositaba en reyes o figuras parecidas. Con el tiempo, y sobre todo a partir de la revolución francesa, comenzó a tomar cuerpo la idea de que la fuente de ese poder no podía ser otra que la voluntad popular. Fue cuando nació la democracia.
Pero, en nuestro caso, insisto en que no deja de ser una paradoja que la dictadura venezolana ejerza todo el poder pero no gobierne, como todos bien sabemos. Y lo señalo así porque casi siempre las dictaduras gobiernan al ejercer todo su poder. Al decir que gobiernan, lo fundamento en que algunas de ellas han sido eficientes en el combate contra la delincuencia, por ejemplo, a consecuencia del terror que han impuesto y de la efectividad de sus cuerpos represivos. Otras lo han sido en materia económica o de obras públicas.
Quien estudie los casos de Hitler, Pinochet o Pérez Jiménez, por citar apenas tres casos emblemáticos, encontrará que el primero le aseguró en sus años iniciales de gobierno una cierta bonanza económica a los alemanes, así como fuentes de trabajo, construcción de grandes obras públicas y mejoramiento de la calidad de vida, todo ello luego de la derrota y ruina de aquel país después de la Primera Guerra Mundial. Más tarde, cuando inició su ofensiva expansionista y desató la siguiente guerra mundial, condujo a su pueblo a la ruina y a una nueva derrota. Pinochet recuperó la economía chilena luego del desastre de Allende y su socialismo. Y aquí, Pérez Jiménez ejecutó grandes obras públicas, mantuvo una economía en crecimiento y una tranquilidad general para quienes no combatieran a su dictadura. Todas ellas fueron crueles dictaduras, que jamás podrán justificarse, pero ciertamente hicieron bien algunas cosas.
La actual dictadura venezolana, en cambio, ha arruinado al país y empobrecido a su pueblo como nunca lo hizo antes ningún gobierno, sin que tampoco muestre una obra importante en estos 18 largos años, ni haya garantizado la paz interna. Todo lo contrario. Ahora hay más hambre, violencia y muerte por todas partes. Han empobrecido criminalmente una clase media que venía consolidándose en los últimos 50 años y hoy los pobres son más pobres que nunca. Como bien se sabe, escasean la comida y las medicinas, crece el desempleo y millones de compatriotas han tenido que huir a otros países en busca de oportunidades de vida y de trabajo.
Hoy el Estado venezolano, a pesar de ser una dictadura, es un Estado fallido, casi en vías de extinción. Un Estado que no controla ni siquiera sus propias fronteras territoriales, entregadas a la narco guerrilla y sus aliados de la cúpula podrida, así como a contrabandistas de la gasolina venezolana, todo ello por su flanco surooccidental, mientras que en Amazonas saquean el uranio y el llamado oro azul gobiernos extranjeros que desarrollan proyectos nucleares bélicos. En el estado Bolívar el llamado “arco minero” ha sido también entregado a gobiernos de afuera, mientras se destruye el medio ambiente y el hambre crece entre los guayaneses. Nuestras costas y espacio aéreo han sido convertidos impunemente en rutas del narcotráfico mundial.
Ya se sabe que la delincuencia, aliada del régimen, goza de total impunidad y sigue su cosecha diaria de asesinatos, robos, secuestros y crímenes contra los venezolanos. Los servicios públicos no sirven y casi todo casi todo se encuentra deteriorado como nunca antes. Venezuela es, pues, un país en ruina, mientras la cúpula que manda cada día se enriquece más.
Puede parecer contradictorio, insisto, pero Venezuela sufre hoy una dictadura que no gobierna. Una dictadura al frente de un Estado fallido.
@gehardcartay
El Blog de Gehard Cartay Ramírez
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 15 de agosto de 2017.
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lunes, 14 de agosto de 2017

AHORA MÁS QUE NUNCA



AHORA MÁS QUE NUNCA
Gehard Cartay Ramírez
No deja de ser absurdo que existan quienes se muestren sorprendidos porque el régimen haya “elegido” su constituyente espuria y que la misma sea fruto de un fraude gigantesco.
Ambas cosas estaban cantadas de antemano y, por tanto, nadie en su sano juicio debería sorprenderse. Aquí, en este mismo espacio, advertí en las últimas semanas lo que pasaría el 30 de julio (Quien quiera revisar esos artículos puede consultar El Blog de Gehard Cartay Ramírez por internet). Y no porque uno sea pitoniso, sino porque sencillamente los datos de la realidad nos advertían lo que sucedió finalmente. De modo que lo de la sorpresa sólo puede afectar a quienes no tienen conexión con la realidad.
Tampoco tienen razón esos mismos que diciéndose sorprendidos por algo que estaba en el ambiente, nos vienen ahora con el argumento de que no hay nada que hacer, luego de los hechos del 30 de julio. Resulta también absurdo un escepticismo de esa naturaleza, como si no conociéramos ya al adversario que enfrentamos: inescrupuloso, tramposo, corrupto, violento y envilecido.
Por lo demás, aquí nadie sensato dentro de la dirigencia  democrática opositora ofreció impedir esa “constituyente” madurista. No se podía ofrecer porque eso no dependía de la oposición democrática, sino del régimen y su incondicional CNE. Que tal vez la también absurda consigna “La Constituyente no va”, ideada por algún novato e irresponsable publicista, confundiera a algunos, podría ser posible. Pero resulta difícil que exista quien haya creído que tal cosa estaba en manos de la oposición democrática.
De modo que desde el principio se sabía que esa “constituyente” no era tal, pues su concepción y elección violan la Constitución Nacional. Se sabía, también, que sería “elegida” mediante un fraude y, por supuesto, que sólo dependía de la voluntad totalitaria del régimen y en ningún caso de las fuerzas democráticas opositoras. Por lo tanto, insisto, nadie puede ahora sentirse sorprendido, a menos que “viva en la luna”, como se dice coloquialmente.
Lo otro que todos deberíamos saber desde el principio es que esta lucha no es fácil frente a un régimen que tiene todo el poder, incluyendo la cúpula militar, que lo apoya para salvaguardar sus privilegios e intereses personales, en violación expresa del artículo 328 de la Constitución. Esa conducta suya explica suficientemente porqué no defienden los intereses del pueblo, de la democracia y de la República, hoy desconocidos por la cúpula podrida del régimen que sufrimos todos.
Pero, además, nadie en su sano juicio puede ignorar que las únicas armas que posee la oposición democrática son la protesta pacífica en las calles de Venezuela, las vías constitucionales y el voto. Por lo tanto, su única vía para salir del régimen es la vía constitucional y la electoral. De allí que nuestra lucha tampoco contemple rambos uniformados y armados, mucho menos operaciones de comando al estilo de las películas de acción hollywoodense.
Por lo demás, la oposición democrática, como todo el mundo lo sabe, al carecer de armas no está en capacidad de enfrentar a quienes sí las tienen, como las fuerzas militares, paramilitares y policiales en las que se apoya el régimen madurista. Eso es, desde luego, una perogrullada, pero no faltan quienes piensen lo contrario.
Y hay que insistir en que, en todo caso, esa posibilidad no figura ni en la táctica ni en la estrategia de la oposición democrática, pues la nuestra es una opción civil, civilizada, pacífica, desarmada y democrática. Armas tampoco tenían los obreros polacos que acabaron con una tiranía comunista poderosa. Tampoco las tenían las masas que derribaron como un castillo de naipes la otrora poderosa Unión Soviética, sin saber que aquello era un fraude histórico como pocos. Ni los nicaragüenses que derrotaron al sandinismo comunista, ni los chilenos que se sacudieron la dictadura de Pinochet.
No hay, pues, lugar para sentirse sorprendidos, decepcionados o deprimidos, salvo en los casos de algunos pobres de espíritu o gente de poca de fe, que nunca faltan. Ahora más que nunca nuestra lucha debe continuar, sin amilanarnos ni empequeñecernos ante la titánica tarea que tenemos por delante.
No olvidemos aquel pensamiento del Libertador: “Quien no espera vencer, ya está vencido…”
@gehardcartay
El Blog de Gehard Cartay Ramírez
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 08 de agosto de 2017.
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martes, 1 de agosto de 2017

CONSTITUYENTE FRAUDULENTA Y NEFASTA



CONSTITUYENTE FRAUDULENTA Y NEFASTA
Gehard Cartay Ramírez
La constituyente madurista no resolverá ninguno de nuestros problemas, los agravará aún más y creará otros peores.
Así profundizará entonces el calvario que sufrimos ahora, si se aprueba ese instrumento diseñado en Cuba con el despropósito de atornillar a la oligarquía castrocomunista venezolana –por ahora en el poder– y seguir chupando nuestros petrodólares desde La Habana. Porque, aparte de espuria y fraudulenta, la Constituyente madurista nos terminará de destruir como República y permitirá, si los venezolanos lo aceptamos, consolidar esta dictadura aún más.
No quiero ser agorero, ni creo que todo se acabe este domingo que viene, cuando el régimen y su CNE impongan fraudulentamente la criminal constituyente de Maduro y su cúpula podrida, en contra de la voluntad mayoritaria de los venezolanos. En tal caso, nuestra lucha para salir de esta pesadilla tendrá que continuar, con más fuerza aún, porque si algo está demostrado es que el pueblo venezolano es indomable y no se va a calar una dictadura como la cubana. Estos ciento y pico de días de presencia popular en las calles y los ciento y pico de jóvenes asesinados, los miles de heridos, torturados, presos, secuestrados y exiliados por la dictadura madurista así lo demuestran, si es que alguien duda.
Pero aquí nadie puede llamarse a engaño: vendrán días más difíciles, a menos que se produzca un cambio radical esta misma semana. Si no es así, esa Constituyente madurista va a empeorar más la situación, ya que su único objetivo es que esta cáfila de ladrones e ineptos siga disfrutando del poder, destruyendo el país, empobreciendo aún más su gente y robando a manos llenas, y que Venezuela continúe siendo colonia de la dictadura castrocomunista cubana.
Lo peor de todo es la hipocresía y el cinismo criminal de Maduro y su claque purulenta cuando prometen soluciones imposibles, ya que ellos mismos saben que no pueden resolver la gigantesca crisis que han creado y que los venezolanos los rechazan cada día más por esa misma causa. ¿Cómo podría nuestro pueblo votar por sus hambreadores, por quienes lo han empobrecido ominosamente, le han robado el futuro a sus hijos y se han apropiado de la riqueza más cuantiosa que ha tenido este país como nunca antes?
La verdad es que la cúpula del régimen no puede ofrecer soluciones a ninguno de nuestros problemas. Si no los resolvieron en estos fatídicos 18 años, cuando dilapidaron y se robaron los ingresos de petrodólares más cuantiosos de la historia de Venezuela, ¿los van resolver ahora, cuando en estas casi dos décadas convirtieron a una de las naciones más ricas del mundo en un país pobre, hambriento, sin comida ni medicinas y con más de dos millones de compatriotas que se han marchado al exterior en procura de mejores condiciones de vida?
¿Cómo pueden ahora –insisto– llegar al cinismo y la hipocresía de prometer que con su fulana constituyente van a solventar los problemas que ellos mismos crearon durante los últimas dos décadas, a pesar de haber recibido los más altos ingresos petroleros? ¿Cómo pueden ofrecer paz y progreso si ellos mismos destruyeron a la Venezuela de progreso, paz y desarrollo que consiguieron cuando llegaron al poder en 1998?
Ahora estamos peor que antes en todo sentido. Este régimen forajido y terrorista nos ha convertido en un país que ya es el centro de una gravísima crisis geopolítica que nos arrastra a un conflicto armado de proporciones inimaginables, si el madurismo sigue en el poder.
Porque, aparte de habernos hipotecado a Rusia y China mientras seguimos financiando la dictadura castrocomunista, ya estamos invadidos por aves de rapiña rusas, chinas, iraníes y cubanas, aparte de la narcoguerrilla colombiana y cárteles criollos de narcotraficantes vinculados al poder. Nuestras grandes reservas petroleras, el rico arco minero de Guayana, la posible presencia de uranio y coltán en el Amazonas, están siendo entregadas vilmente a esas aves de rapiña. No hay que ser muy zahorí para darse cuenta de que Estados Unidos adoptará medidas en lo que ellos consideran una zona que afecta su seguridad como nación…
Son hechos y presagios trágicos para los venezolanos si la Constituyente de Maduro es aprobada, porque a esa cúpula podrida sólo le interesa continuar en el poder, a costa del hambre, la pobreza, las enfermedades y la inseguridad que nos acogota a los venezolanos.
Un gran venezolano, Arístides Calvani, de cuyo natalicio se cumplirán cien años en 2018, siempre nos decía: “Sólo el pueblo salva al pueblo”.
Ahora más que nunca debemos tenerlo presente.
@gehardcartay
LA PÑRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 25 de junio de 2017.
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