miércoles, 29 de febrero de 2012
Verdades: CURSILERÍA Y ADULANCIA
Abogado por la Universidad Central de Venezuela (1973), dirigente político demócrata cristiano, Diputado al Congreso de Venezuela (1974-1992), Gobernador del Estado Barinas por elección popular (1992-1996), escritor y columnista de prensa, autor de varios libros sobre historia contemporánea venezolana.
domingo, 26 de febrero de 2012
Verdades: CONDENADOS A PERDER
Presenciamos hoy el peor momento del chavismo y el mejor de la oposición democrática.
Este hecho, por sí sólo, ya es una ventaja apreciable para quienes
luchamos por cambiar el actual desastre que sufre Venezuela y enrumbarla
hacia el bienestar, progreso y desarrollo a que tiene perfecto derecho.
La celebración de las elecciones primarias del pasado 12 de
febrero constituye un hecho histórico, político y electoral, cuyas
consecuencias serán determinantes en la derrota del actual régimen en
octubre próximo.
Y es que ya nadie tiene duda alguna sobre la
absoluta certidumbre de que es posible vencer al golpista de 1992 y su
combo. Esos más de tres millones de electores que votaron pueden
multiplicarse por tres o por cuatro, lo que garantizaría una contundente
victoria de Henrique Capriles Radonski sobre el Gran Hablador o quien
lo sustituya como candidato presidencial, si fuera el caso.
El
indiscutible éxito de las primarias ha descolocado al jefe del régimen y
su cúpula podrida. La abrumadora votación de más de tres millones de
electores en un evento que universalmente congrega, en promedio, apenas
el 10 por ciento del total de votantes, tiene que ser motivo de
auténtica preocupación para el chavismo en el poder. Añádase, además, la
relevante circunstancia de que las recientes primarias venezolanas han
marcado un récord mundial en materia de participación, algo que ha
llamado la atención a nivel internacional. Y el régimen lo sabe.
Pero también hay otra consecuencia de las primarias que puede causar
gravísimos daños dentro del propio chavismo: que los candidatos de la
Unidad Democrática, comenzando por su abanderado presidencial, sean
producto de una elección universal, directa y secreta, y no del dedo
autocrático de un caudillo decadente, como acontece ahora en el Psuv,
tiene un potencial desmoralizante en las filas oficialistas.
Se trata de un efecto trascendente -y a lo mejor fatal- que, tarde o
temprano, va a liquidar las ya dudosas posibilidades electorales del
régimen. Que el actual presidente vuelva a ser el candidato autoelegido
por él mismo, y no por sus partidarios, le resta legitimidad a sus
aspiraciones continuistas, sin entrar a considerar otros elementos
fundamentales como su estado de salud, su cada vez más menguado carisma y
sus ya precarias capacidades de recuperación como eventual candidato
presidencial.
Lo mismo sucede a nivel de los candidatos del
chavismo a gobernaciones y alcaldías, seleccionados por el jefe único
con absoluto desprecio por sus partidarios. Y ya se sabe que los
escogidos serán los de su cogollo podrido, y no los que la militancia
del Psuv quiera, mientras que en la acera del frente sus electores
eligieron su candidato presidencial y los abanderados a gobernadores y
alcaldes de cada estado y municipio, en un ejercicio de democracia pocas
veces visto y con una participación popular extraordinaria.
¿Alguien puede dudar que estos hechos no desmoralizan a la base
chavista, menospreciada por su único líder al considerarla poco menos
que una masa sin criterio y sin capacidad para decidir sus candidatos?
No es poca cosa, sino todo lo contrario, el drama a que se enfrentará el
pueblo llano que aún apoya al régimen, cuando le digan desde Caracas
cuáles serán los candidatos oficialistas a la presidencia, gobernaciones
y alcaldías, y se le reduzca (otra vez) a la mera condición de
convidado de piedra.
Un evento de tanta trascendencia
acontece, además, en el peor momento electoral del chavismo y cuando el
país se encuentra en su más grave crisis social, económica y política.
(Y no entro aquí a especular sobre la salud del presidente, que por
estos días es objeto de todo tipo de rumores a causa de la
desinformación gubernamental sobre el particular, porque hasta en esta
materia el régimen desprecia a los venezolanos, que deberían tener
información oficial y cierta sobre la enfermedad que sufre el jefe del
Estado, tal y como ocurre en cualquier democracia seria).
Porque cualquiera que sea el desenlace en cuanto a la candidatura
presidencial del régimen, así como las que «el dedazo supremo» o la
cúpula podrida designen para gobernaciones y alcaldías, el contraste
siempre terminará beneficiando a la Unidad Democrática. Los suyos ya han
sido electos por el pueblo, mientras que los del chavismo serán
impuestos desde arriba. No es poca la diferencia, amigos lectores, y los
chavistas de a pie lo saben…
De modo que, sin que la
oposición democrática tenga ningún derecho «a dormirse en los laureles»
sino todo lo contrario, el régimen luce condenado a perder.
LA PRENSA de Barinas, Martes, 21 de febrero de 2012.
Abogado por la Universidad Central de Venezuela (1973), dirigente político demócrata cristiano, Diputado al Congreso de Venezuela (1974-1992), Gobernador del Estado Barinas por elección popular (1992-1996), escritor y columnista de prensa, autor de varios libros sobre historia contemporánea venezolana.
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