martes, 23 de abril de 2013


EL RÉGIMEN AHORA ES MINORÍA
Gehard Cartay Ramírez

La mejor demostración de que el régimen fue derrotado por los venezolanos el pasado 14 de abril la constituye la negativa inicial del usurpador y su combo a realizar el reconteo de los votos.
Fue luego de las contundentes protestas populares contra un régimen acorralado por la mentira y el fraude -y un poco para fingir sus apariencias democráticas ante la comunidad internacional- cuando decidieron, junto a su fiel CNE, aceptar la realización de una auditoría al restante 46 por ciento de las cajas de papeletas.
Desde luego que sería el colmo de la ingenuidad pensar que el régimen y su CNE van a reconocer el fraude. Eso no significa que no insistamos en denunciarlo y en demostrarlo. Pero habrá que estar muy alerta para que esa, por ahora, indefinida auditoría no se transforme en otra gran mentira.
Hay elementos para reflexionar al respecto. El primero, ya anotado, es la decisión inicial del ilegítimo de no aceptar el reconteo, a pesar de que la noche de las elecciones, luego de que el CNE diera sus cifras, el candidato oficialista aceptó ante todo el país que se abrieran las cajas y se estableciera la verdad. Dijo entonces no tener miedo y hasta, desafiante, aceptó la exigencia de Capriles.
Pocas horas bastaron para que reculara. Esa actitud fue sumamente sospechosa, al tragarse sus palabras anteriores. Y más sospechoso aún fue el apuro del CNE y del régimen al proceder a su “proclamación express”, apenas catorce horas después. En aquel acto írrito, la inefable presidenta del organismo electoral anunció que no habría reconteo de votos, luego de lo cual el usurpador se envalentonó y también se negó a lo que había aceptado la noche anterior.
¿Hará falta decir algo más para comprobar que el ilegítimo y su claque -incluidas las cuatro rectoras del CNE- no querían aceptar el reconteo de votos porque saben que perdieron las elecciones? Si no fuera así, si efectivamente hubiera ganado, si tuvieran los votos a tal efecto, ¿por qué no aceptaron de una vez el reconteo exigido por Capriles? ¿Buscaban ganar tiempo para adoptar una estrategia al respecto?
Lo verdaderamente importante al respecto es que el usurpador y su combo no quieren admitir que el país cambió el 14 de abril. No quieren aceptar que ya no son mayoría y que han perdido el apoyo popular, luego de 14 años de pésimo gobierno. Y tampoco reconocen que más de la mitad de los venezolanos, incluyendo gente de su propia base, piensan que ha llegado la hora de un cambio y, por tanto, de su salida del poder. 
El segundo elemento es la campaña de mentiras y falsedades que han puesto a rodar el usurpador y su cúpula podrida contra Capriles y las fuerzas democráticas. Se trata de un intento desesperado por desviar la atención sobre el fraude y la petición de abrir las cajas y contar los votos. Han mentido hasta la exageración, culpando a los sectores democráticos de hechos de violencia que sólo provienen del oficialismo.
Y como tercer elemento me interesa destacar, finalmente, un hecho trascendental: el régimen perdió las elecciones y ya no es la mayoría de la que antes se ufanaban, a pesar del abuso corrupto y corruptor del poder y de un grosero ventajismo sin precedentes. Que Capriles le haya ganado por 500.000 votos de ventaja, como parece, es más que suficiente al respecto. Que Maduro haya perdido 800.000 votos de los que obtuvo el difunto Chávez el siete de octubre, y que estos se hayan trasvasado a favor de Capriles, es otro hecho indiscutible y, además, muy trascendental.
Significa, nada más y nada menos, que no funcionó la utilización electoral del extinto líder -a escasos 30 días de muerto- y que ha comenzado a difuminarse su pretendida perpetuidad histórica, hecho que analizaremos en otra ocasión.
Todo indica entonces que el régimen está desmoronándose y que nada parará su inevitable caída. Por eso están desesperados, acudiendo a la represión indiscriminada y al absurdo desconocimiento de las fuerzas democráticas que hoy son mayoría, pésele a quien le pese.
Dos razones abonan esta tesis. Una, ni Maduro ni nadie podrán hacer algo para que su régimen pueda recuperarse. No tienen con qué. Ausente Chávez, ese movimiento no tiene futuro. La migración de esos 800.000 votos chavistas a las fuerza democráticas es un serio indicio al respecto. Esta fue la última vez que sectores periféricos identificados con Chávez votaron por el régimen. Maduro y su combo tendrán ahora que mantenerse a flote por cuenta propia.
La segunda razón es más clara aún: los venezolanos rechazamos la pretendida implantación -desde hace 14 años- de un régimen hegemónico, autoritario, caudillista y anacrónico en lo económico, político y social. La advertencia la hicimos varias veces, especialmente durante el referendo consultivo de 2008 que perdió Chávez y en las elecciones parlamentarias de 2010, cuando la oposición sacó más votos que el régimen.  
En definitiva, estamos entrando en una nueva etapa en la historia venezolana.

LA PRENSA de Barinas - Martes, 23 de abril de 2013