sábado, 15 de noviembre de 2014

EL IMPERIO DE LA CORRUPCIÓN



EL IMPERIO DE LA CORRUPCIÓN
Gehard Cartay Ramírez
Sin temor a equivocarse puede decirse que el actual es el régimen más corrupto en nuestra historia.

Y ello es doblemente significativo. Por una parte, porque la corrupción ha sido una constante -con sus lógicas excepciones- en el ejercicio histórico del poder en Venezuela. Pero, ciertamente, nunca como hasta ahora, la corrupción administrativa se había convertido en un desbordante río crecido que lo inundara todo, como hoy acontece. Los corruptos de antes son insignificantes al lado de los ladrones chavistas, cuyas fechorías han superado todos los latrocinios anteriores contra el Patrimonio Público.

Por la otra, porque los corruptos que gobiernan desde 1999 han manejado recursos públicos como nunca antes los tuvo la República. En 15 años han recibido los más altos precios por la venta del petróleo, unos 100 dólares por barril, aproximadamente. En cambio, el gobierno del presidente Caldera -que lo antecedió-  apenas percibió nueve dólares por barril entre 1994 y 1998. Por lógica conclusión, los corruptos de ahora han disfrutado de miles de millones de dólares como nunca antes los tuvieron otros gobiernos, lo que implica un espectacular crecimiento exponencial de la corrupción desde 1999.

Un solo caso, entre miles, resulta sumamente grotesco al respecto: el robo de 25 mil millones de dólares a la República -y solamente en el año 2012- a través de las operaciones fraudulentas realizadas por CADIVI en beneficio de empresas de maletín propiedad de gente del régimen o vinculada con su cúpula podrida. Esta es la más grande estafa que se ha hecho a la nación venezolana, y una de las más colosales en todo el mundo, por las magnitudes del dinero robado a los venezolanos.

Esta gravísima denuncia, como se recordará, la hicieron en su momento Edmée Betancourt, siendo presidenta del Banco Central de Venezuela, y el entonces ministro de Finanzas Jorge Giordani, altísimos funcionarios de régimen iniciado por Chávez en 1999. De modo que quienes pretenden desmentirla no pueden alegar que tal denuncia fue hecha por la oposición, el imperialismo o los marcianos. Y algo que hay que agregar: a esos dos funcionarios chavistas los sacaron de sus cargos, luego de denunciar este robo milmillonario contra todos los venezolanos.

Hay otras prácticas corruptas, de menor cuantía, pero también demostrativas de la inmoralidad -y lo que resulta más grave aún- de la impunidad con que actúa la cúpula del actual régimen. Una de ellas, por ejemplo, es la utilización de la Residencia Presidencial La Casona por personas sin entidad para vivir allí, a costa del presupuesto público. O la también abusiva utilización de centenares de policías y soldados por parte de familiares de la cúpula gobernante, mientras los venezolanos comunes y corrientes sufren los atentados diarios de la inseguridad.

Un caso particularmente emblemático del abuso e impunidad con que actúan los altos jerarcas del chavismo se puso al descubierto con la detención de una niñera al servicio de la familia del ministro Jaua, detenida en Brasil al descender de un avión de PDVSA que la trasladó a ella y a la suegra de aquel, según todas las informaciones de prensa procedentes de la vecina nación.

Y pensar que en 1999, pocos días después de asumir el poder, Chávez condenó las llamadas “colitas” en los aviones de PDVSA y ordenó la venta de buena parte de la flota de la estatal petrolera. Sin embargo, desde entonces y según medios informativos, las “colitas” se multiplicaron y altos funcionarios con sus familias, son alegres viajeros que turistean por el mundo a bordo de los aviones de PDVSA. Incluso se ha informado que algunos presidentes suramericanos, como Evo Morales, los usan en sus desplazamientos oficiales, lo que -de ser cierto- constituiría un presunto peculado de uso. Se ha informado también que esa flota aérea ha crecido en todos estos años.

Junto a la abierta corrupción oficial lo que indigna igualmente es la impunidad que la protege y deja actuar a sus anchas. Así, por ejemplo, no hay, hasta ahora, un solo preso por el robo de los 25 mil millones de dólares de CADIVI que denunciaron Giordani y Betancourt. El régimen, por supuesto, sabe quiénes son los culpables, pero se niega a publicar sus nombres, salvo algunos pocos que aparecieron para aplacar la molestia en aquel momento, pero los “peces gordos” siguen protegidos por el silencio oficial.

 En el caso Jaua ni siquiera se han molestado en ofrecer una disculpa o una aclaratoria, mucho menos una investigación y menos aún el establecimiento de las responsabilidades a que haya lugar. Total: la impunidad absoluta, que ubica a unos cuantos privilegiados por encima de la Constitución y las leyes.

Mientras tanto, Leopoldo López, Scarano y Ceballos, al igual que unos cuantos estudiantes, siguen presos sin fórmula de juicio. 

   @gehardcartay LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 11 de noviembre de 2014.