LA AUTÉNTICA
NATURALEZA DEL RÉGIMEN
Gehard
Cartay Ramírez
No invento el agua
tibia si digo que el mayor problema de nuestra oposición es no haber
descubierto a tiempo la verdadera naturaleza del régimen que destruye a Venezuela
desde hace ya 20 largos años.
Por lo tanto, si
esta es una realidad y el diagnóstico estuvo desacertado por tanto tiempo, se explicarían
entonces los errores y equívocos cometidos en todo este tiempo por la
dirigencia opositora. Lo grave es que existen quienes no se han dado cuenta aún
de la retorcida naturaleza del castrochavomadurismo y pretenden, por lo tanto, adversarlo
como si estuviéramos en una democracia normal y ante un adversario respetuoso
de la Constitución, del Estado de Derecho y del Principio de la Legalidad.
No es así, por
desgracia. Sucede que enfrentamos un tipo de dictadura que para la ejecución de
los despropósitos que la caracterizan se apoya en sus órganos “judiciales” y “electorales”.
Por ello, no deja de ser una ingenuidad mayúscula pretender, por ejemplo, que
con el actual CNE los adversarios del régimen puedan ganar una elección como la
presidencial, que no implica la entrega de parcelitas de gobierno
insignificantes y previamente neutralizadas.
Un hecho que agrava
toda esta marcha acelerada del régimen hacia el más absoluto autoritarismo es
la gigantesca tragedia política, social y económica que han creado ellos mismos,
nunca antes vivida en Venezuela. Porque, en lugar de ejecutar medidas para
intentar detener esa mega crisis, quienes por ahora están en el poder sólo se
ocupan de aferrarse a este como garrapatas, sin importarles los perversos
mecanismos que usan mientras terminan de saquear los recursos del país. Y todo
ello en medio de una vulgar orgía de violaciones a la Constitución y las leyes
y en un obsceno ejercicio de inescrupulosidad, corrupción y propósitos
absurdos, entre los cuales no descartan la eliminación política del
adversario.
¿Cuáles son los
elementos que caracterizan a este autoritarismo creciente sobre Venezuela?
Señalemos, por ahora, apenas dos muy elocuentes.
Por una parte,
estamos frente a un régimen que no oculta su deseo de prolongarse
indefinidamente en el tiempo. Toda dictadura siempre busca ese objetivo, pues
consideran que no tienen fecha de vencimiento. Ahora, cuando saben que la
mayoría de los venezolanos los rechaza, entonces realizan elecciones a su
medida, inhabilitando partidos políticos y candidatos que no les convienen, institucionalizando
el fraude electoral y pretendiendo crear una oposición leal al régimen y, por
tanto dócil y domesticada.
Por la otra, no
puede olvidarse que toda dictadura, en especial si representa una involución al
haber obtenido el poder por la vía de los votos -casos de Mussolini y Hitler,
entre otros-, desmantela la democracia y sus instituciones para ponerlas al
servicio de su objetivo de permanecer en el poder a costa de lo que sea.
En este propósito,
por paradójico que parezca, las democracias -afirmaba el intelectual francés
Jean François Revel- siempre son presa fácil, por la sencilla razón de que
constituyen el único sistema que puede destruirse desde adentro utilizando, maliciosamente
eso sí, sus propios mecanismos, tal como ocurre en Venezuela desde que el
chavismo ganó las elecciones en 1998, luego de haber intentado criminalmente
llegar al poder por la vía del golpe de Estado.
¿Habrá que recordar,
otra vez, la permanente actitud represiva del régimen, que no sólo incluye la
utilización siniestra de sus tribunales y fiscalías, sino también de sus
organismos policiales y de la cúpula de la Fuerza Armada? ¿Habrá que citar,
nuevamente, el creciente número de presos políticos, exiliados y perseguidos
que hoy son clara demostración de la naturaleza dictatorial del régimen?
¿O habrá que
recordar también su abierta estrategia para liquidar finalmente a la actual
Asamblea Nacional, electa en diciembre de 2015 por la inmensa mayoría de los
venezolanos, tan sólo porque ya no es un instrumento ciego a su servicio y
ahora la conceptúan como un obstáculo para sus propósitos de eternizarse en el
poder, obstaculizándola en el ejrcicio de sus funciones?
¿Habrá que citar
también la judicialización de la política o la politización de la justicia para
perseguir y condenar a los adversarios del régimen, violando flagrantemente la
Constitución Nacional?
Si queremos derrotar
este régimen hay que entender su verdadera naturaleza y actuar en consecuencia.
De esta gran verdad dependerá que podamos desmontarlo cuanto antes, por el bien
de Venezuela. Y no podemos equivocarnos al respecto.
@gehardcartay
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Miércoles, 25 de julio de 2018.