lunes, 14 de septiembre de 2015

LA CAJA NEGRA




LA CAJA NEGRA

Gehard Cartay Ramírez
“Crea usted, mi general, que a la sombra del misterio no trabaja sino el crimen…”

Simón Bolívar.

Carta al General José Antonio Páez

(23 de diciembre de 1826).



Este régimen ha sido, desde sus inicios, una auténtica caja negra, sin transparencia ni claridad interior, donde todo se oculta.

Se trata de algo que está en sus genes como grupo de conspiradores. Su extinto jefe y la logia militarista que lo acompañó en su larga carrera de golpistas dentro de las Fuerzas Armadas Nacionales actuaron siempre en la oscuridad -como lo hacen los criminales-, con suma hipocresía, fingiendo la lealtad que habían jurado a la Constitución entonces vigente.

Así procedieron también durante los golpes de Estado que intentaron contra la democracia venezolana en 1992. Lo hicieron luego de haber infiltrado la institución castrense desde finales de los años setenta, ocultos bajo la piel de corderos que escondía sus siniestras intenciones.

Lo hicieron durante las elecciones de 1998, cuando se disfrazaron de demócratas y engañaron a casi todo el mundo prometiendo villas y castillos y dándose golpes de pecho en defensa de la democracia, aunque, ciertamente, sólo se proponían copiar aquí “el mar de la felicidad” castro comunista.

Durante aquella campaña electoral, el golpista candidato negó ser socialista, afirmó que en Cuba existía una dictadura, dijo que respetaría la libertad de expresión y la empresa privada y que, si ganaba las elecciones, sólo estaría en la presidencia por un período de cinco años. Puras mentiras, como se demostró luego. Pero, como siempre ocurrió, mentía para esconder sus siniestros propósitos.

En realidad, sólo lo movía una ambición enfermiza por el poder. Existen testimonios de íntimos amigos de Chávez entonces -entre ellos, los de Herma Marksman, Urdaneta Hernández y Nedo Paniz-, según los cuales aquel habría dicho que si llegaba a la presidencia jamás la entregaría porque sólo “lo sacarían a plomo”. Los hechos demostraron que sólo se trataba de un grupo de ambiciosos de poder vitalicio.

Por eso mismo, una vez que lo asumieron, iniciaron la destrucción de todas las instituciones democráticas, con la complicidad de algunas de ellas, como la extinta Corte Suprema de Justicia, que en 1999 -violando la Constitución- dio luz verde a la realización de la Constituyente. A partir de allí, con la cobardía de muchos y la colaboración de otros más, el chavismo inició una auténtica demolición de la democracia venezolana para sustituirla por un régimen militarista y dictatorial, bajo las órdenes del castrocomunismo cubano.

Ese régimen devino luego en una caja negra. Así como escondió sus verdaderos propósitos en la campaña electoral de 1998, una vez en el poder ha mantenido una permanente política de ocultamiento sistemático, como corresponde a su verdadera naturaleza. Nunca ha habido transparencia en el manejo de patrimonio público, ni en la ejecución de sus planes y proyectos.

En ese objetivo de ocultar la realidad de los hechos e imponer su matriz de opinión, el régimen ha cerrado televisoras, radios y diarios, y comprado todos los que ha podido con los dineros de su corrupción pestilente e infinita. Los ya muy escasos medios de comunicación dignos y plurales que aún existen están sometidos a duros embates para cerrarlos a como dé lugar. Lo que se pretende, insisto, es ocultar la dramática situación que sufrimos, como lo demuestran el canal ocho y los periódicos oficialistas que no reflejan la tragedia que hoy sufren los venezolanos y hablan de un país feliz y sin problemas.

Por eso hoy también pretenden ocultar la tragedia que sufrimos. La disfrazan denunciando una ridícula “guerra económica”, cuando todos sabemos que no hay comida, pero sí inflación, especulación y alto costo de la vida, gracias a las erráticas políticas económicas del chavomadurismo, que acabaron con el aparato productivo nacional.

Así fue como igualmente ocultaron la protección que le han venido brindando a la guerrilla colombiana en Venezuela y a las mafias del contrabando de gasolina durante más una década. Nunca los han tocado “ni con el pétalo de una rosa”. En cambio, ahora maltratan y deportan a humildes ciudadanos colombianos en la frontera tachirense, acusándolos de paramilitares y contrabandistas, tratando de crear una situación que les permita suspender las elecciones parlamentarias de diciembre.    

Así también han venido ocultando la milmillonaria corrupción de la cúpula podrida del régimen, de la cual no se ocupa ninguna de las instituciones que deberían investigarla y castigarla. Del mismo modo han ocultado la partida de defunción de su extinto jefe y la mismísima partida de nacimiento de quien lo sustituyó en el cargo.

El régimen es, pues, una caja negra, sin transparencia alguna, para ocultar sus perversiones y vicios.
@gehardcartay
LA PRENSA de Barinas  (Venezuela) - Martes, 01 de septiembre de 2015.