LA VENEZUELA AGONIZANTE
Gehard Cartay Ramírez
No deja de ser una cruel ironía y una estafa
monumental a quienes los han venido apoyando, que Maduro haya reconocido el
absoluto fracaso del régimen en todos los sentidos.
Nada nuevo, por
cierto. Eso lo sabemos desde hace bastante tiempo: han sido 20 años de
destrucción sistemática del país, de desintegración de la familia, de siembra
permanente del odio entre los venezolanos, de liquidación de la democracia, de
ruina del aparato productivo del país (incluida PDVSA), de empobrecimiento generalizado
de la población, de migración forzada de millones hacia otros países, de saqueo
inmisericorde de nuestras riquezas y de corrupción gubernamental como nunca
antes; en fin, de muerte, hambre y miseria.
Por desgracia,
Venezuela agoniza en todo sentido. Somos un país que marcha hacia su
disolución, si no detenemos este desastre castrochavomadurista cuanto antes. El
país ha colapsado en todo sentido, no existe gobierno que atienda los múltiples
y gravísimos problemas que nos aquejan y
los solucione, o, al menos, lo intente. Los que detentan el poder son una
cáfila de ineptos y corruptos, más ocupados en terminar de saquear el erario
público y de mantenerse como sea y a costa de lo que sea, que en gobernar en
función de detener la marcha del país hacia el caos. Sufrimos una anomia
funcional en todo sentido y estamos entrando ya en las tenebrosas arenas movedizas
de la anarquía.
Hoy nadie duda que
todo cuanto el chavismo reprochó a sus antecesores lo ha repetido su régimen de
manera colosal. Perversiones y errores trágicos como el criminal manejo de la
espectacular riqueza petrolera, sus corrompidos manejos financiero
milmillonarios, el colosal endeudamiento de la República y la vergonzosa e
inaceptable entrega de nuestros valiosísimos recursos de todo tipo, no solo a
la dictadura castrocomunista de Cuba, sino a poderosos intereses rusos, chinos
e islámicos terroristas, conforman la destrucción de nuestra soberanía
nacional.
Los ya 20 largos
años del régimen actual han sido más que suficientes para que el país haya
sufrido un grave retroceso en materias que habían registrado avances entre 1958
y 1998. Y no se trata de hechos aislados o de iniciativas hemipléjicas. Se
trata, por el contrario, de una estrategia planificada de antemano para
destruir la institucionalidad y la alternabilidad democráticas, y sustituirlas
por un sistema político de carácter autocrático y autoritario, cuya instancia
fundamental la constituye el proyecto de permanecer en el poder por siempre, lo
que, obviamente, no lograrán jamás.
Pero han creado
nuevos y gravísimos problemas. Hoy en Venezuela campea el hambre a todos los
niveles, producto del alto costo de la vida que nos ha empobrecido a todos y de
la pavorosa escasez de alimentos, que afecta millones de familias venezolanas y
especialmente a sus niños. Muchos enfermos se mueren porque no hay medicinas o
son muy costosas. La mortalidad infantil ha alcanzado cifras africanas ya. Las
enfermedades abundan, mientras los hospitales no sirven.Todos los servicios
públicos han colapsado. Vivimos una tragedia humanitaria que cada día se
profundiza más, lo que explica que una séptima parte de la población esté
huyendo hacia otros países. Venezuela pierde un valioso capital humano y la
fuga de cerebros se ha vuelto lamentable y crítica.
¿Seguirán soportando
los venezolanos esta calamidad en que se ha convertido el castrochavomadurismo,
alargando su estoicismo y masoquismo como hasta ahora, acostumbrándose
pasivamente a los crímenes de lesa humanidad que en su contra todos días comete
la cúpula podrida en el poder?
Ojalá que no. Ojalá
que demuestre ser el bravo pueblo que ha sido en otros momentos estelares de su
historia. Porque ningún pueblo puede ser cómplice de su destrucción, ni aceptar
que una minoría lo condene al hambre, la muerte y la pobreza.
La protesta legítima
contra toda injusticia es un derecho humano por excelencia si queremos luchar
por nuestra libertad y calidad de vida. Así de sencillo.
@gehardcartay
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Miércoles, 01 de agosto de 2018.