viernes, 20 de mayo de 2016

LA DESESPERACIÓN DEL RÉGIMEN




LA DESESPERACIÓN DEL RÉGIMEN
Gehard Cartay Ramírez
El régimen está desesperado y en esa actitud suicida pretende bloquear las salidas constitucionales y democráticas.
La desesperación de su cúpula podrida tiene una sóla explicación: saben que perdieron el apoyo popular y que ahora son un leproso político, a quien nadie quiere y del que todos huyen.
Cualquier ciudadano de a pié lo constata en las largas colas para buscar comida, en las farmacias sin remedios o en los hospitales arruinados, en sus casas sin electricidad ni agua. Y es que en cualquier parte donde campean groseramente la ineficacia, la insensibilidad y la corrupción del régimen, la arrechera contra esa cúpula corrupta es hoy una realidad innegable y se convertirá en un tsunami que los echará del poder más temprano que tarde.
Porque la verdad es que no sólo perdieron el respaldo que antes tuvieron. No, la cosa es mucha más grave: los venezolanos estamos hartos de la cúpula en el poder y queremos ya un cambio en la conducción del país, por las vías constitucionales y democráticas.
Pero el régimen desprecia esa opinión mayoritaria del pueblo. Si antes hacían gargarismos con aquello de “la sagrada voluntad del soberano” y de “la democracia participativa y popular”, hoy le temen y tratan por todos los medios de impedir que la gran mayoría del país resuelva por la vía democrática la revocatoria del mandato de Maduro.
Esta claque podrida y egoísta quiere seguir pegada de la teta del poder. Eso es lo único que les importa. Se han hecho inmensamente ricos a costa de los dineros públicos, mientras han empobrecido como nunca a los venezolanos. Por eso no tienen perdón de Dios ni de nadie. Por eso tendrán que pagar sus crímenes contra el pueblo de Venezuela, al que arruinaron precisamente cuando el país había recibido una montaña de petrodólares con los que se hubieran podido resolver todos sus problemas.
Sin embargo, con un cinismo que ya habrían envidiado Hitler o Stalin y sus secuaces, ahora se muestran retadores y pretenden desconocer la voluntad mayoritaria. Se sienten “guapos y apoyados”, protegidos por la actual cúpula militar y por sus subalternos del tribunal supremo. Pero bien se sabe que eso no les bastará. Cuando un pueblo ha decidido cambiar al régimen de turno, no hay nadie -absolutamente nadie- que pueda impedírselo. Y eso vendrá, ineluctablemente, amigo lector.
Porque no basta silbar cuando se está atravesando un cementerio para alejar el miedo. Y eso es lo que hacen ahora Maduro y su combo. Pero no les bastará el fulano Estado de Excepción, ni las amenazas criminales de Cabello, Rodríguez o Istúriz, ni el celestinaje del TSJ o del CNE, para frenar la decisión de cambio del pueblo venezolano. Nada de eso les bastará.
Podrán poner grandes obstáculos -y lo harán, sin duda, dadas su perversidad y ruindad, junto a su miedo al pueblo- en el camino del revocatorio, pero eso no impedirá su salida del poder, tarde o temprano. “Nada es eterno” y “todo tiene su final”, son grandes verdades, y contra ellas no podrá la cúpula podrida que, por ahora, manda.
“No hay nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su momento”, dijo Víctor Hugo, para enfatizar la fuerza arrolladora del pueblo en la historia. Nadie ni nada pueden contra ella. No hay manera de detenerla ni de contenerla, al igual que resulta imposible frenar la fuerza de un río crecido. La historia es imparable, nada la ataja y arrasa todo cuanto pretenda interponerse en su curso final.
Por eso, insisto, el régimen se muestra tan desesperado. Pero los venezolanos que luchamos por un cambio no podemos darle tregua. Todo lo contrario: hay que subirle la apuesta y derrotarlo. Un pueblo decidido y en la calle, pacífico pero valiente, con la Constitución y las leyes como únicas armas, derrotará sin problemas a una cúpula incapaz y corrupta, por muy poderosa que pueda sentirse.
Pero debemos exigir también un liderazgo a la altura de este extraordinario desafío. Hay que apartar de raíz a los dirigentes mediocres, que andan detrás de unos mendrugos de poder para satisfacer sus vanidades enanas. Ha llegado la hora de los líderes verdaderos, valientes y decididos, con visión y real capacidad de convocatoria, a quienes no los asuste la dimensión del compromiso por grande que sea y estén dispuestos a jugarse el todo por el todo al lado de la gente y sus sueños e ilusiones.
@gehardcartay
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 17 de mayo de 2016.