LA DESESPERACIÓN DEL
RÉGIMEN
Gehard Cartay
Ramírez
El
régimen está desesperado y en esa actitud suicida pretende bloquear las salidas
constitucionales y democráticas.
La
desesperación de su cúpula podrida tiene una sóla explicación: saben que
perdieron el apoyo popular y que ahora son un leproso político, a quien nadie
quiere y del que todos huyen.
Cualquier
ciudadano de a pié lo constata en las largas colas para buscar comida, en las
farmacias sin remedios o en los hospitales arruinados, en sus casas sin
electricidad ni agua. Y es que en cualquier parte donde campean groseramente la
ineficacia, la insensibilidad y la corrupción del régimen, la arrechera contra
esa cúpula corrupta es hoy una realidad innegable y se convertirá en un tsunami
que los echará del poder más temprano que tarde.
Porque
la verdad es que no sólo perdieron el respaldo que antes tuvieron. No, la cosa
es mucha más grave: los venezolanos estamos hartos de la cúpula en el poder y
queremos ya un cambio en la conducción del país, por las vías constitucionales
y democráticas.
Pero
el régimen desprecia esa opinión mayoritaria del pueblo. Si antes hacían
gargarismos con aquello de “la sagrada voluntad del soberano” y de “la
democracia participativa y popular”, hoy le temen y tratan por todos los medios
de impedir que la gran mayoría del país resuelva por la vía democrática la
revocatoria del mandato de Maduro.
Esta claque podrida y egoísta quiere seguir
pegada de la teta del poder. Eso es lo único que les importa. Se han hecho
inmensamente ricos a costa de los dineros públicos, mientras han empobrecido
como nunca a los venezolanos. Por eso no tienen perdón de Dios ni de nadie. Por
eso tendrán que pagar sus crímenes contra el pueblo de Venezuela, al que
arruinaron precisamente cuando el país había recibido una montaña de
petrodólares con los que se hubieran podido resolver todos sus problemas.
Sin embargo, con un cinismo que ya habrían
envidiado Hitler o Stalin y sus secuaces, ahora se muestran retadores y
pretenden desconocer la voluntad mayoritaria. Se sienten “guapos y apoyados”,
protegidos por la actual cúpula militar y por sus subalternos del tribunal
supremo. Pero bien se sabe que eso no les bastará. Cuando un pueblo ha decidido
cambiar al régimen de turno, no hay nadie -absolutamente nadie- que pueda
impedírselo. Y eso vendrá, ineluctablemente, amigo lector.
Porque no basta silbar cuando se está
atravesando un cementerio para alejar el miedo. Y eso es lo que hacen ahora
Maduro y su combo. Pero no les bastará el fulano Estado de Excepción, ni las
amenazas criminales de Cabello, Rodríguez o Istúriz, ni el celestinaje del TSJ
o del CNE, para frenar la decisión de cambio del pueblo venezolano. Nada de eso
les bastará.
Podrán poner grandes obstáculos -y lo harán,
sin duda, dadas su perversidad y ruindad, junto a su miedo al pueblo- en el
camino del revocatorio, pero eso no impedirá su salida del poder, tarde o
temprano. “Nada es eterno” y “todo tiene su final”, son grandes verdades, y
contra ellas no podrá la cúpula podrida que, por ahora, manda.
“No hay nada más poderoso que una idea a la
que le ha llegado su momento”, dijo Víctor Hugo, para enfatizar la fuerza
arrolladora del pueblo en la historia. Nadie ni nada pueden contra ella. No hay
manera de detenerla ni de contenerla, al igual que resulta imposible frenar la
fuerza de un río crecido. La historia es imparable, nada la ataja y arrasa todo
cuanto pretenda interponerse en su curso final.
Por eso, insisto, el régimen se muestra tan
desesperado. Pero los venezolanos que luchamos por un cambio no podemos darle
tregua. Todo lo contrario: hay que subirle la apuesta y derrotarlo. Un pueblo
decidido y en la calle, pacífico pero valiente, con la Constitución y las leyes
como únicas armas, derrotará sin problemas a una cúpula incapaz y corrupta, por
muy poderosa que pueda sentirse.
Pero debemos exigir también un liderazgo a la
altura de este extraordinario desafío. Hay que apartar de raíz a los dirigentes
mediocres, que andan detrás de unos mendrugos de poder para satisfacer sus
vanidades enanas. Ha llegado la hora de los líderes verdaderos, valientes y
decididos, con visión y real capacidad de convocatoria, a quienes no los asuste
la dimensión del compromiso por grande que sea y estén dispuestos a jugarse el
todo por el todo al lado de la gente y sus sueños e ilusiones.
@gehardcartay
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 17 de mayo de 2016.