UNA
REFLEXIÓN EN LOS 73 AÑOS DE COPEI
Gehard Cartay Ramírez
El Partido Social Cristiano Copei llega a los 73
años de su fundación en difíciles circunstancias.
Diversas y múltiples causas han colocado ahora al
partido en la situación más difícil de toda su historia. Por fortuna, y lo demuestra
la historia, los partidos no se mueren de infarto, sino de mengua.
Ojalá este nuevo aniversario sirva para iniciar el
camino de la recuperación de Copei. En el partido nadie sobra y todos somos
necesarios. Se impone entonces retornar a la madurez institucional y volver al
camino de la grandeza frente a Venezuela, como tantas veces lo demostró Copei a
lo largo de estas siete décadas.
Porque si de algo podemos
estar orgullosos los copeyanos es justamente del servicio que el partido le ha
prestado a Venezuela desde 1946, ya sea en la oposición o en el gobierno. Y
cuando el pueblo venezolano nos confió el poder al elegir presidentes a dos
venezolanos de excepción, como Rafael Caldera y Luis Herrera Campíns -y posteriormente
eligió también gobernadores y alcaldes postulados por Copei-, se hizo una obra
de gobierno fructífera y positiva para todos, sin excepciones ni mezquindades.
Copei fue durante mucho
tiempo una escuela de formación ideológica y un digno taller para la fragua de
líderes nuevos a todos sus niveles, especialmente entre los más jóvenes, todo
lo cual sirvió para que su juventud partidista se destacara como una de las más
brillantes.
Quienes siempre hemos
militado en Copei -desde que éramos apenas unos liceístas- y le hemos dedicado
la mayor parte de nuestras vidas y compartido sus victorias y sus derrotas -incluyendo también a los que hemos ocupado posiciones legislativas
y gubernamentales por elección popular-, creemos que ha llegado el momento de volver a sentir al partido como una comunidad espiritual,
solidaria y comunitaria, por encima de proyectos individuales o grupales. Ha
llegado el momento de volver a nuestras raíces socialcristianas, en las que se
formaron varias generaciones y convivían solidariamente la experiencia y lo
novedoso, tras el compromiso fundamental de luchar “por la justicia social en
una Venezuela mejor”.
Por todas estas razones, corresponde a
la militancia copeyana rescatar a la institución partidista. “Salvar el
partido” fue la consigna durante la tiranía perezjimenista, cuando algunos
dirigentes traicionaron a Copei y se plegaron al gobierno de turno. Esa misma
consigna debe ser la de hoy, cuando atravesamos circunstancias aún más
difíciles.
Hay que
recuperar el sentido de hermandad partidista e ideológica que nos caracterizaba
a los copeyanos. Siempre hubo discrepancias dentro del partido, pero los
vencedores respetaban a los vencidos, y viceversa. Lamentablemente se abandonó
la democrática tradición de respetar los resultados de las elecciones internas.
En lugar de reconocer el triunfo del otro y asumir la derrota propia, se
procedió a judicializar los pleitos domésticos. Hoy estamos en una fase crítica
de todo este proceso, precisamente cuando es necesaria la presencia de un
partido demócrata cristiano fuerte, en sintonía con la gente y sus problemas.
Ojalá la responsabilidad y el espíritu
socialcristiano hagan posible la recuperación de uno de los más importantes partidos
de masas de la historia contemporánea, que hizo una innegable contribución a la
democracia con una sólida obra de gobierno al servicio de los venezolanos.
13 de enero de 2019