domingo, 13 de enero de 2019


UNA REFLEXIÓN EN LOS 73 AÑOS DE COPEI
Gehard Cartay Ramírez
El Partido Social Cristiano Copei llega a los 73 años de su fundación en difíciles circunstancias.
Diversas y múltiples causas han colocado ahora al partido en la situación más difícil de toda su historia. Por fortuna, y lo demuestra la historia, los partidos no se mueren de infarto, sino de mengua.
Ojalá este nuevo aniversario sirva para iniciar el camino de la recuperación de Copei. En el partido nadie sobra y todos somos necesarios. Se impone entonces retornar a la madurez institucional y volver al camino de la grandeza frente a Venezuela, como tantas veces lo demostró Copei a lo largo de estas siete décadas.
Porque si de algo podemos estar orgullosos los copeyanos es justamente del servicio que el partido le ha prestado a Venezuela desde 1946, ya sea en la oposición o en el gobierno. Y cuando el pueblo venezolano nos confió el poder al elegir presidentes a dos venezolanos de excepción, como Rafael Caldera y Luis Herrera Campíns -y posteriormente eligió también gobernadores y alcaldes postulados por Copei-, se hizo una obra de gobierno fructífera y positiva para todos, sin excepciones ni mezquindades.
Copei fue durante mucho tiempo una escuela de formación ideológica y un digno taller para la fragua de líderes nuevos a todos sus niveles, especialmente entre los más jóvenes, todo lo cual sirvió para que su juventud partidista se destacara como una de las más brillantes.
Quienes siempre hemos militado en Copei -desde que éramos apenas unos liceístas- y le hemos dedicado la mayor parte de nuestras vidas y compartido sus victorias y sus derrotas -incluyendo  también a los que hemos ocupado posiciones legislativas y gubernamentales por elección popular-, creemos que ha llegado el momento de volver a sentir al partido como una comunidad espiritual, solidaria y comunitaria, por encima de proyectos individuales o grupales. Ha llegado el momento de volver a nuestras raíces socialcristianas, en las que se formaron varias generaciones y convivían solidariamente la experiencia y lo novedoso, tras el compromiso fundamental de luchar “por la justicia social en una Venezuela mejor”.  
Por todas estas razones, corresponde a la militancia copeyana rescatar a la institución partidista. “Salvar el partido” fue la consigna durante la tiranía perezjimenista, cuando algunos dirigentes traicionaron a Copei y se plegaron al gobierno de turno. Esa misma consigna debe ser la de hoy, cuando atravesamos circunstancias aún más difíciles.
Hay que recuperar el sentido de hermandad partidista e ideológica que nos caracterizaba a los copeyanos. Siempre hubo discrepancias dentro del partido, pero los vencedores respetaban a los vencidos, y viceversa. Lamentablemente se abandonó la democrática tradición de respetar los resultados de las elecciones internas. En lugar de reconocer el triunfo del otro y asumir la derrota propia, se procedió a judicializar los pleitos domésticos. Hoy estamos en una fase crítica de todo este proceso, precisamente cuando es necesaria la presencia de un partido demócrata cristiano fuerte, en sintonía con la gente y sus problemas.
Ojalá la responsabilidad y el espíritu socialcristiano hagan posible la recuperación de uno de los más importantes partidos de masas de la historia contemporánea, que hizo una innegable contribución a la democracia con una sólida obra de gobierno al servicio de los venezolanos.

13 de enero de 2019