CONTRA LA PRENSA LIBRE
Gehard Cartay Ramírez
Desde sus inicios,
el régimen chavista anunció con el mayor cinismo que buscaría la hegemonía
comunicacional a su favor.
A pesar de la
elegancia del término, “la hegemonía comunicacional” que ejecuta el poder desde
1999 encierra un concepto totalitario. Implica, en dos platos, controlar todos
los medios de comunicación al más puro estilo nazifasciocomunista, si se me
permite el término. Porque fueron esas dictaduras las que impusieron su
“hegemonía comunicacional” para perpetuarse en el poder, lo que, obviamente, no
lograron. Casi todas se acabaron, y hoy sólo subsisten las de Cuba y Corea del
Norte, toleradas por el mundo libre para que sirvan de escarmiento a todos. Por
desgracia, tal es el modelo que imita aquí el chavismo.
La verdad es que, en este aspecto, el actual
régimen venezolano ha sido muy eficiente, aunque en casi todo lo demás han
demostrado ser una parranda de ineptos y ladrones. Y es que luego de 15 años en
el poder, lo de la “hegemonía comunicacional” se ha convertido en una terrible
realidad, que ya controla todos los medios televisivos y casi todos los
radiales e impresos.
Hay que recordar
que lo primero que hizo el difunto jefe del proceso fue secuestrar los medios
televisivos y radiales del Estado -propiedad, por tanto, de todos lo
venezolanos- y utilizarlos para satisfacer su egolatría verborreica. Desde entonces, habló todos los
días hasta saturar y fastidiar a la opinión pública. Ese uso y abuso peculador
de la TV estatal nos costó miles de millones a los ciudadanos, ciertamente,
pero también demostró su inutilidad, visto que nunca logró la implantación de
aquella “verdad oficial” que pretendieron inocular.
Luego el régimen
chavista apeló a unas supuestas emisoras comunitarias para saturar también el
espectro radioeléctrico. Nada tenían de comunitarias, sino que terminaron en
manos de activistas y comisarios políticos del régimen. Por fortuna, muy pocos
las oyen y, por tanto, han resultado perfectamente in útiles. También, con dineros del
Estado, fundaron periódicos y semanarios, todos los cuales murieron de mengua
por falta de público lector.
En el ínterin,
cerraron arbitrariamente a RCTV -que tánto los ayudó en la campaña de 1998, al
igual que otros medios de comunicación- y varias emisoras radiales. E
inmediatamente comenzaron a quitarle la publicidad oficial a los periódicos y
radios que no fueran complacientes con el régimen, lo que viola un principio
que hasta ese momento habían respetado casi todos los gobiernos
anteriores.
Lo que vino luego
fue una monstruosa operación financiera estimulada por la más grande corrupción
gubernamental de que se tenga noticias en Venezuela. Y es que nuevos y
poderosísimos grupos econ ómicos,
enriquecidos por Chávez y su cúpula podrida a través de una gigantesca red de
corrupción creada desde 1999 con recursos del Estado, comenzaron entonces a
comprar televisoras y radios privadas, así como importantes diarios caraqueños
y del interior del país.
Fue así como Globovisiónfue adquirida por nuevos ricos partidarios del régimen.
Se dice que Televen va por el mismo
camino. Y el diario Últimas Noticias
pasó también a ser un medio oficialista, luego de que un banquero lo comprara a
la familia Capriles. Esto mismo ha pasado en todas las entidades federales, y
Barinas no es la excepción.
Así, importantes medios de comunicación
social han pasado a ser gobierneros, comprados por testaferros y nuevos ricos
al amparo de la corrupción chavista. Lo que tienen de inmoral y de
inescrupulosas tales negociaciones nos demuestran que el régimen carece de
límites éticos a la hora de pretender imponer su verdad oficial, cueste lo que
cueste, especialmente en millones de dólares provenientes de sus cloacas corruptas.
Ya hemos visto
que, por ejemplo, los periódicos independientes, que dan cabida a opositores y
partidarios del régimen, son constantemente agredidos por la cúpula oficial,
mientras se les niega la adquisición de dólares para comprar insumos básicos, como
el papel en que se imprimen, y no se le otorgan pautas de avisos oficiales, a
lo que tienen perfecto derecho. Este es el caso, entre otros, de El Nacionaly El Universal y de La Prensa en Barinas.
Quienes hemos sido gobernantes sabemos que
algunas veces ciertos medios y periodistas incurren en la ofensa infamante.
Pero eso no puede ser excusa para estrangular la libertad de expresión. Y el
ejercicio responsable y ético de este derecho constitucional no puede ser nunca
impedido por ninguna acción gubernamental.
La democracia se
sostiene no sólo en el sufragio popular, sino en el ejercicio pleno de todos
los derechos humanos. La democracia también es pluralismo y respeto a la
opinión ajena. Por tanto, cualquier acción gubernamental que desconozca este
principio raya en lo dictatorial. Y esto es lo que, sin duda, significa la
cacareada hegemonía comunicacional del régimen.
Twitter@gehardcartay
LA PRENSA de barinas - Martes, 17 de junio de 2014.