domingo, 14 de mayo de 2017

ASESINO DE JUVENTUDES



ASESINO DE JUVENTUDES
Gehard Cartay Ramírez
Asesinar: Matar a una persona con premeditación, alevosía, etc. 2. fig. Causar viva aflicción o grandes disgustos. 3. fig. Engañar en un asunto grave una persona en quien se confía.
Diccionario de la Lengua Española (DRAE).

Esta es la definición exacta del régimen chavomadurista, luego de 18 largos años en el poder.
Y es que, en este caso, asesinar cabe exactamente en el sentido integral que le da el DRAE en el epígrafe de estas notas, pues el régimen, al mismo tiempo que ha liquidado físicamente a centenares de jóvenes estudiantes, también le ha robado el futuro a un importantísimo sector de la juventud venezolana.
No otra cosa significa la destrucción del país y sus extraordinarias posibilidades de futuro, especialmente para sus jóvenes. Aquel era un país en ascenso, a pesar de sus muchos problemas, pero nunca arruinado ni destruido al extremo como lo ha hecho el chavomadurismo. Era un país donde el optimismo y la esperanza tenían lugar, y no se había instalado aún el pesimismo y la desesperanza.
Lamentablemente, hoy hay múltiples daños colaterales contra la juventud venezolana. A la tendencia adoctrinadora fasciocomunista en la educación oficial, se suma también el empeño criminal del régimen por destruir las universidades autónomas, al negarles los recursos que está obligado a entregarles. Mientras tanto, en paralelo, han creado universidades improvisadas para profesionalizar la mediocridad de alguna gente suya e incorporarlos a las nóminas oficiales.
En esta materia, las cosas funcionaron de manera distinta hasta 1998. Había entonces oportunidades para la juventud en general. Había también una educación aceptable en casi todos los niveles y en algunos, sin duda, la hubo de excelencia. A partir de 1958, la República Civil multiplicó las escuelas, los liceos y las universidades como nunca antes y facilitó el acceso al proceso educativo de millones de niños y jóvenes. Luego, a partir de 1974, Venezuela se dio el lujo de enviar al exterior a miles de jóvenes profesionales a especializarse en diversas áreas.
Pero, por desgracia, todo aquello quedó atrás. Hoy los jóvenes no encuentran oportunidades de ningún tipo. Lo más significativo de todo es que la mayoría de ellos eran apenas unos niños -o no habían nacido- en la Venezuela anterior a 1999. Por lo tanto, sólo han conocido y sufrido la pesadilla chavomadurista. Todo ello demuestra el fracaso de este oprobioso proceso: quienes han nacido y crecido bajo su régimen son justamente quienes más lo combaten. He allí la condena más rotunda contra la cáfila incapaz y corrupta, hoy envilecida en el poder.    
Por todas estas razones, tal vez ningún gobierno anterior haya asesinado de manera generalizada –en los términos del DRAE ya citado– a tantos millones de jóvenes, no sólo al arrebatarles su vida, sino también sus posibilidades de estudio, de superación y de progreso, así como su derecho inalienable a vivir en un país mejor.
Hoy comprobamos también, con inmenso pesar, cómo la delincuencia impune –aliada y armada por el régimen– también ha asesinado desde hace tres lustros a cientos de miles de jóvenes en ciudades y pueblos venezolanos. Todas esas muertes de muchachos y muchachas que querían ganarse el porvenir deben ser igualmente acreditadas a la abultada cuenta de las víctimas fatales del régimen.
Por eso, y aunque pueda parecer pantagruélica la afirmación anterior, lo cierto es que en estos 18 años el régimen ha asesinado más jóvenes que cualquier otro gobierno. Ha herido más jóvenes que cualquier otro gobierno. Ha detenido más jóvenes que cualquier otro gobierno. Ha torturado más jóvenes que cualquier otro gobierno. Y muchos más jóvenes se han ido fuera del país en busca de oportunidades que aquí ahora se les niegan, como nunca antes sucedió en ningún gobierno anterior.
Porque, por desgracia, nunca antes nuestra juventud fue tan asesinada, escarnecida, perseguida, torturada y privada de libertad como ahora. Pero más temprano que tarde, este régimen genocida pagará sus crímenes y delitos de lesa humanidad, aunque se escondan debajo de las piedras.
      @gehardcartay
LA PRENSA de Barinas - Martes, 09 de mayo de 2017.
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