AQUÍ Y AHORA
Gehard Cartay Ramírez
El cambio del régimen es urgente, necesario e
imprescindible. El país ya no aguanta más.
El régimen chavomadurista no puede continuar. Hay
que combatirlo aquí y ahora. Sería un crimen contra los venezolanos de hoy y de
mañana que esta plutocracia ladrona e incapaz permanezca en el poder. Su
cúpula putrefacta está ética, moral y políticamente inhabilitada para seguir en
el poder. Su mil millonaria corrupción, sus colosales latrocinios y sus
catastróficos errores económicos, sociales y políticos que arruinaron al país
no pueden continuar.
Esa cúpula podrida, ni
antes ni ahora, estuvo calificada para hacer un buen gobierno. Porque un grupo
de facinerosos militares golpistas, bajo la jefatura de un caudillismo
alucinado e irresponsable, no podían nunca conducir al país hacia el progreso y
el desarrollo. Lástima que una porción importante de venezolanos no se diera
cuenta al elegirlos en 1998, a pesar de que todos sabían que eran unos golpistas
redomados y fasciocomunistas.
Desde entonces, el chavismo se pervirtió como nunca
antes lo hicieron quienes han ocupado el poder en Venezuela. Luego de 18 años,
su cúpula podrida ha arruinado el país, asesinado miles de compatriotas,
exiliado y detenido otros tantos. Ha saqueado nuestras riquezas y empobrecido
como nunca a los venezolanos.
Por esas razones hoy están invalidados para
continuar en el poder. Sacarlos de allí es la primera obligación que tenemos
los ciudadanos de este atribulado país. Hay que desalojarlos, cuanto antes y
por las vías constitucionales y democráticas al efecto, pues sus adversarios -a
diferencia de ellos- no somos golpistas, ni creemos en la violencia armada para
cambiar regímenes.
El chavismo ya es una
chatarra inservible e inmoral, que bloquea a esa otra Venezuela que quiere
abrirse paso en medio de este desastre y superarlo cuanto antes. Esa cúpula que
ahora detenta el poder se ha hecho indigna de seguir ejerciéndolo. Han sido una
gran estafa y un gigantesco engaño, especialmente para quienes les creyeron
desde el principio. Por eso hay que impedir que sigan destruyendo, robando y
desangrando a Venezuela.
Pero esa tarea exige del
liderazgo opositor una dedicación y una lealtad absolutas, sin abandonar la
calle ni la protesta y sin caer otra vez en el engaño del “diálogo”, la carta
escondida del jugador tramposo que siempre ha sido el régimen. ¿O acaso vamos a
olvidar que siempre han echado mano a tal ardid cuando tienen el agua al cuello?
Ya lo hicieron en 2004, lo repitieron en 2013 y luego en 2016. Una vez que
tomaron un segundo aire, volvieron a desplegar sus mecanismos dictatoriales.
Pero la presencia multitudinaria, vigorosa y resuelta
de los venezolanos en las calles por estos días hay que conducirla con
habilidad e inteligencia. Esta lucha no será tan corta, como todos quisiéramos.
Esta lucha llevará todavía algún tiempo más, pues el régimen -hoy huérfano del
apoyo popular- tiene aún un único sostén: la Fuerza Armada, la Policía
Nacional, los organismos de seguridad y sus bandas criminales. No es poca cosa,
amigo lector.
Por eso nos enfrentamos a
un Estado terrorista y represivo como pocas veces. En su desesperación, como
una fiera herida de muerte, ya no tiene escrúpulos para pretender aplastar a la
gran mayoría que se le opone. Por supuesto, que eso no será posible. Pero lo
seguirá intentando hasta que algún sector sensato de la institución militar les
ponga un parao. Habrá que ver si eso acaso también es posible.
Lo fundamental es que quienes adversamos al régimen
no abandonemos la lucha, ya sea por desgaste, cansancio o pesimismo. Y menos si,
como todos sabemos, el régimen está más débil que nunca, al punto de sostenerse
apenas –insisto– en la cúpula militar, la represión y el terrorismo.
Por lo tanto, cada acción de calle debe ser
planificada y ejecutada sin que nadie desmaye en su ánimo, sino todo lo
contrario. No tiene que darse todos los días, sino cada vez que sea necesario con
la mayor contundencia y con la fuerza de una avalancha cada vez mayor.
Así como en el boxeo quien gana no es el que golpea
más fuerte, sino el que con inteligencia desgasta al adversario y lo fulmina en
el momento oportuno, así debe ser nuestra lucha: con constancia, inteligencia,
coraje y habilidad.
Aquí y ahora.
@gehardcartayLA PRENSA de Barinas - Martes, 25 de abril de 2017.
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