sábado, 29 de octubre de 2016

GOLPE DE ESTADO CONTINUADO



GOLPE DE ESTADO CONTINUADO
Gehard Cartay Ramírez
Esta Constitución no perderá su vigencia si dejare de observarse por acto de fuerza o porque fuese derogada por cualquier otro medio distinto al previsto en ella.
En tal eventualidad, todo ciudadano investido o ciudadana investida o no de autoridad, tendrá el deber de colaborar en el restablecimiento de su efectiva vigencia.
Artículo 333 de la Constitución Nacional.
   
Desde hace muchos años, el régimen instalado en 1999 viene adelantando un golpe de Estado continuado.
Sólo que ahora, cuando son minoría y tienen al pueblo en contra, pretenden culminar ese desarrollo golpista bloqueando a la Asamblea Nacional -electa mayoritariamente por los venezolanos en diciembre pasado- y suspendiendo los procesos electorales previstos por la Constitución Nacional. A tales efectos, vienen utilizando a un grupito de “magistrados” del tribunal supremo, nombrados irregularmente, quienes mediante maniobras inconstitucionales y por tanto nulas e inexistentes, sólo responden a los intereses particulares de la cúpula podrida que manda, por ahora.
Por esa razón, la Asamblea Nacional ha actuado bien este domingo pasado al declarar formalmente “la ruptura del orden constitucional y la existencia de un golpe de Estado cometido por el régimen de Nicolás Maduro en contra de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y el pueblo de Venezuela”.
No creo que haya que hacer un esfuerzo especial para entender que hoy en este país no existe un sistema democrático, sino una dictadura que cada día se desnuda como tal. Porque un país donde el régimen viola todos los días la Constitución, desconoce al Poder Legislativo electo por el pueblo, usa los tribunales a su antojo y suspende elecciones democráticas porque no le convienen… ¿qué otra cosa puede ser sino una dictadura?
Ha hecho bien la Asamblea Nacional en desenmascarar al régimen, apelando a las vías constitucionales. Ha hecho bien al denunciar el atropello oficialista que significa arrebatarle al pueblo su derecho a revocar a quien ocupa la presidencia. Ha hecho bien al declarar la existencia de magistrados chimbos en el TSJ y rectoras con el tiempo vencido en el CNE, acusando a los primeros “de desmantelar el Estado de Derecho, subordinándose a las órdenes del poder ejecutivo”, y a las segundas de conspirar “contra la democracia” con su “evidente parcialidad política”.
También la Asamblea Nacional ha hecho bien al anunciar la continuación de la investigación “sobre la probable doble nacionalidad del Presidente de la República, la cual debe concluir a la brevedad”, y al denunciar “que Nicolás Maduro ha participado activamente en la ruptura del orden constitucional antes señalada, y que existen fundadas razones para sostener que ha abandonado las funciones constitucionales de la Presidencia de la República”.
Ha hecho bien al “exigir a la Fuerza Armada Nacional no obedecer ni ejecutar ningún acto o decisión que sean contrarios a los principios constitucionales o menoscaben derechos fundamentales del pueblo de Venezuela, emanados del Poder Ejecutivo, Judicial, Ciudadano y Electoral”. Y ha hecho bien al recordar a los venezolanos -“investidos o no de autoridad”- el Artículo 333 de la Constitución Nacional que nos ordena restablecer su efectiva vigencia, cuando esta sea desconocida.
Por lo tanto, insisto, resulta conducente lo acordado por la Asamblea Nacional al declarar “la ruptura del orden constitucional” y el golpe de Estado en desarrollo por parte del régimen, así como la procedencia de designar cuanto antes a los nuevos rectores del CNE y los nuevos magistrados del TSJ, no sólo por el tiempo vencido de sus mandatos o su inconstitucional nombramiento, sino también por su aberrante proceder como peones del Poder Ejecutivo y sus bastardos intereses. También es menester definir la situación de quien ejerce la presidencia y llamar al pueblo a la defensa activa de la Constitución Nacional.
Y es que no podía ser otro el comportamiento de un parlamento democrático como el venezolano. Está obligado por la confianza que le dimos los ciudadanos, por la letra misma de la Constitución y por su propia dignidad a resistir, enfrentar y derrotar la dictadura en marcha y tomar las decisiones  a que haya lugar.
No hacerlo constituiría una traición al mandato de sus electores y de la Historia. Por eso han hecho bien al actuar en esa dirección. Y los ciudadanos estamos obligados a respaldarlos íntegramente, pues los diputados de la democracia, al actuar como lo hicieron este domingo, no han hecho otra cosa que interpretar el sentimiento de la casi totalidad de los venezolanos y actuar en consecuencia.
@gehardcartay
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 25 de octubre de 2016.

lunes, 24 de octubre de 2016

SUBIR LA APUESTA



SUBIR LA APUESTA
Gehard Cartay Ramírez
El régimen no le deja a la oposición otra alternativa que subir la apuesta en esta confrontación por el cambio y la democracia.
Ya nadie puede tener dudas sobre el carácter dictatorial de la cúpula podrida que manda, por ahora. En consecuencia, tampoco se deberían tener dudas sobre la manera de enfrentarla.
Si el régimen viene -en una fuga hacia adelante, ante su inevitable sustitución- profundizando sus violaciones a la Constitución y el Estado de Derecho, sin importarle las consecuencias, resulta claro que lo hace para continuar sus políticas de terrorismo y desmoralización contra quienes lo adversamos. Sabe, desde luego, que la suya es una carrera corta, destinada al fracaso. Saben que su tiempo se acaba y que no pasará más allá de 2018, si acaso.
Y esta no es una afirmación ingenua o bobalicona. El régimen de Maduro se ha alzado contra la Constitución y contra la soberanía popular. Desde luego que si han llegado a este extremo es  porque se saben rechazados por el pueblo y, por tanto, ahora les importa un carajo su opinión. Saben algo más: no sólo hay un amplísimo rechazo popular hacia ellos, sino un sentimiento de rabia e indignación colectivas que no podrán desactivar en el corto, mediano y largo plazo.  
Pero esto no puede ser un bálsamo conformista para la oposición democrática, dirigida por la MUD. No puede esperar a que ese tiempo llegue, sino que debe acelerar su arribo. Por ahora, pareciera que el Referendo Revocatorio (RR) es el instrumento más próximo, si es que no lo bloquea el régimen finalmente. Concentrarse en lograrlo constituye una prioridad.
Sin embargo, esa lucha debe estar acompañada por una presencia más combativa y permanente en las calles. Movilizar a la inmensa mayoría de los venezolanos que claman por un cambio urgente de régimen constituye una tarea imprescindible, sin dejar de lado otras alternativas en tal sentido.
Toda lucha va marcando los tiempos de las tácticas y de los medios, sin perder de vista el objetivo final. Este, en nuestro caso, es cambiar al actual régimen venezolano. Por tanto, si llegara a fallar alguna de las tácticas de lucha, lo sensato es replantearse otras. Así de claro. No tenemos por qué anclarnos en aquellas que no han producido los resultados fijados previamente.
Todo ello significa que está prohibido rendirse. Que nadie puede desmoralizarse o entregarse. La verdad verdadera es que en esta lucha el tiempo está de nuestra parte y, por tanto, es el mayor enemigo del régimen. No lo digo, insisto, como simple consuelo. Lo digo porque es una verdad del tamaño del cielo. Lo que pasa es que sería absurdo condenarnos a la inercia, sin continuar nuestra lucha, ahora con más denuedo.

“No hay nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su tiempo”, escribió Víctor Hugo (1802-1885), el gran escritor francés, en Los Miserables, su obra cumbre. Ese es nuestro caso. La idea del cambio inmediato, profundo y radical se agita en millones de venezolanos y constituye, por tanto, el acicate central para lograrlo.

Y es que la actual ruina de Venezuela, el hambre, la miseria, la inseguridad, la corrupción y todas las demás plagas que ha traído consigo este régimen son rechazadas casi unánimemente, porque a todos nos afectan. La pésima calidad de vida de nuestro pueblo no tiene justificación alguna, mientras la cúpula podrida que manda -gorda y buchona- se hace más rica cada día que pasa. 

Resultaría, por tanto, inconcebible e injusto que puedan existir quienes, sufriéndola, sean todavía indolentes o indiferentes ante la gran tragedia que sufrimos los venezolanos. Tendrían que ser masoquistas o imbéciles, porque los únicos que podrían apoyar este desastre son la minoría corrupta que aún le saca provecho, los enchufados y logreros que aparentan estar de acuerdo y las garrapatas de la corrupción que, pegadas de la teta del presupuesto del Estado, permanecerán allí hasta que adviertan que todo esto se caerá ineluctablemente.

La historia de la humanidad ha demostrado hasta la saciedad que la lucha contra las injusticias, el despotismo y la tiranía nunca desfallecen ni se agotan. A cada tiranía la sucede una democracia, inevitablemente. Basta mirar hacia Europa Oriental, hasta hace poco satélite de la Unión Soviética, para comprobarlo. Basta recordar, por cierto, a ese mismo colosal  fantasma comunista que fue derribado por el pueblo, sin nadie disparara un solo tiro, para darnos cuenta de que “no hay nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su tiempo”.
Pero hay que profundizar la lucha para que ese tiempo llegue cuanto antes.  Subirle la apuesta al régimen, en otras palabras.
@gehardcartay
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 18 de octubre  de 2016.

sábado, 15 de octubre de 2016

LA CONSTITUCIÓN COMO PAPEL SANITARIO



LA CONSTITUCIÓN COMO PAPEL SANITARIO
Gehard Cartay Ramírez
El régimen, luego de ensalzarla y presentarla “como la mejor del mundo”, ha terminado usando la Constitución como su particular papel sanitario.
Ya pasaron los tiempos de la machacona consigna del extinto jefe supremo, según la cual “dentro de la Constitución, todo; fuera de la Constitución, nada”. Eran aquellos días, ya idos, en que el chavismo contaba con amplio apoyo popular y, por tanto, necesitaba realizar a cada rato elecciones para ratificar ese respaldo, presentándose, además, como defensores impecables de la Carta Magna de 1999 que ellos mismos aprobaron en aquel año.
Ahora las cosas han cambiado de manera radical. Ahora son una minoría y le tienen terror a las elecciones. Ahora huyen escaldados de cualquier consulta popular. Ahora hasta amenazan con que no habrá más elecciones. Ahora desconocen aquella Constitución y violan todos los días cada uno de sus artículos. Ahora sólo la usan como papel sanitario, insisto.
Todo ha sido una farsa, al igual que el chavismo como movimiento político. A sus promotores -antes y ahora- sólo les interesa el poder por el poder mismo. Usan el poder como un fin en sí mismo, y no como un instrumento al servicio de los demás. Lo han usado también, desde el primer día, como instrumento oprobioso de dominación y exclusión de quienes se le oponen. Y lo han usado, fundamentalmente, como un instrumento para que su cúpula podrida se haya enriquecido como nunca antes lo hizo una oligarquía plutocrática en el poder.
Ahora se creen por encima de la Constitución. Ahora se creen con derecho a desconocerla y violarla como les viene en gana. Son, además -y están jugando con fuego, por cierto-, una minoría corrupta e incapaz alzada contra la voluntad popular. Y por ser unos enfermos con el poder llegan a estos extremos -tarde o temprano lo lamentarán con creces- de pisotear la Constitución Nacional y desconocer la mayoritaria voluntad de los venezolanos.
En su aberrada práctica del ejercicio del poder ya se han convertido en una dictadura. La violación sistemática de la Constitución Nacional demuestra, una vez más, el continuo desconocimiento de los derechos humanos en Venezuela. Aparte de los opositores asesinados, ahora suman cientos de heridos y torturados, más de un centenar de presos políticos, miles de exiliados y de padres y madres que sufren la represión y la violencia oficiales contra quienes solo han ejercido el derecho constitucional de adversar al presente régimen.
Como lo señaláramos la semana pasada, el régimen  también viola la Constitución al bloquear el referendo revocatorio contra quien ocupa el cargo de presidente e impedir las elecciones de gobernadores de diciembre próximo, aparte de las amenazas abiertas según las cuales no habrá nuevos comicios democráticos.
El perverso empeño en desconocer la Asamblea Nacional electa por el pueblo en diciembre pasado desnuda también su naturaleza dictatorial. Usan para tales fines una supuesta “sala constitucional” de tribunal supremo, cáfila de incondicionales que con el mayor cinismo sólo ha tomado decisiones inconstitucionales, en su perruna misión de justificar el ejercicio totalitario de la cúpula podrida que manda. (Se comenta, por cierto, que hoy martes anularán el proceso constituyente en marcha “por fraudulento”, disparate con el cual continuarían echándole más gasolina a la candela…)
No contentos con tales absurdos, Maduro y su combo ahora pretenden aprobar el presupuesto nacional con prescindencia de la clarísima atribución constitucional que tiene la Asamblea Nacional al respecto. Atribución, por cierto, que poseen todos los parlamentos democráticos del mundo, con lo que el régimen venezolano se anotará otros puntos más para ser declarado como una dictadura por gobiernos y organismos internacionales.
Están ya lejanos los días de 1992 cuando de manera hipócrita Chávez y sus felones justificaban su golpe de Estado contra el gobierno constitucional del presidente Carlos Andrés Pérez alegando -¡vaya ironía!- “que había devenido en una dictadura, que como tal se arroga todos los poderes del Estado” y “viola de manera diaria y sistemática la Constitución y las Leyes que juraron cumplir y hacer cumplir”, por lo cual era necesario “asegurar la estabilidad de las instituciones democráticas y el respeto a la Constitución y las Leyes, cuyo acatamiento estará siempre por encima de cualquier otra obligación”. (Comunicado publicado en la prensa nacional el 24 de junio de 1992.)
Uno lee y relee estas afirmaciones y comprueba, una vez más, con cuánto cinismo actuaba esta gente. Porque justificar un golpe de Estado apelando al argumento de que se viola la Constitución es el más espectacular ejemplo de desvergüenza. Y peor resulta aún cuando esos mismos golpistas que ahora mandan terminaron convirtiéndose en los principales violadores de una Constitución que ellos mismos aprobaron en 1999.

@gehardcartay

LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 11 de octubre de 2016.

lunes, 10 de octubre de 2016

LA DEMOCRACIA AGÓNICA

LA DEMOCRACIA AGÓNICA
Gehard Cartay Ramírez
Sin que a alguien pueda sorprenderle, la democracia venezolana está en fase agónica.
Estos son días en que esa amenaza cobra agresividad, y a quienes de verdad nos duele el destino de Venezuela no podemos permanecer impasibles, inactivos o indiferentes. La pérdida definitiva de nuestra democracia sería una tragedia y un baldón que condenaría históricamente a sus victimarios, pero también a quienes los adversamos, si permitimos que aquellos cumplan su criminal cometido.
Por supuesto que la democracia no se ha perdido todavía de manera definitiva. Pero esa es una real posibilidad. Los pocos signos exteriores que aún subsisten no son los esenciales, sino simplemente formales. Y aún estos también parecen condenados a desaparecer.
En un principio, la democracia fue identificada como el gobierno del pueblo, en su acepción etimológica tradicional. Pero ese concepto es insuficiente hoy en día. La democracia no puede ser limitada al derecho del pueblo a elegir sus gobernantes. Ahora es mucho más que eso. Hoy en día comprende el respeto a los derechos humanos y el orden constitucional; el diálogo y el pluralismo; el reconocimiento de  la disidencia; el parlamentarismo en su mejor expresión; el régimen de partidos como vehículos de participación ciudadana y de todas aquellas sociedades intermedias que permiten a los ciudadanos interactuar con el Estado.
Hoy en Venezuela casi todos esos principios democráticos son desconocidos por las instituciones obligadas a garantizarlos. Uno de ellos, precisamente el más importante, como lo es el respeto y acatamiento de la voluntad del pueblo venezolano, hoy se desconoce abiertamente. El régimen se ha declarado en rebeldía frente a la soberanía popular e intenta profundizar su dictadura desconociendo el derecho de los venezolanos a decidir su propio destino.
Así, frente al derecho que la Constitución nos otorga para revocar el mandato de quien ejerce la presidencia de la República, ahora presenciamos la grotesca actitud de las cuatro rectoras del CNE, militantes de PSUV, quienes, en lugar de promover y garantizar la participación electoral de la ciudadanía, la bloquean y sabotean, con el sólo propósito de complacer a un régimen que se sabe ya sin apoyo popular y, por tanto, se niega a que se convoque el RR.
Pero no sólo eso. Tampoco quieren realizar las elecciones de gobernadores y legisladores regionales, pautadas por la Constitución para diciembre de este año. Una de esas rectoras tuvo la infeliz ocurrencia de argumentar que no se podían realizar por razones presupuestarias, es decir, por carencia de recursos. Y todos sabemos que el costo de esas elecciones debe estar contemplado en el presupuesto de CNE del presente año. Hubo también un diputado oficialista carroñero que llegó a la osadía de señalar que esas elecciones no son importantes, porque hay otras “prioridades”.  
En esa grotesca actitud antidemocrática, el régimen también conspira contra la soberanía popular al pretender desconocer la Asamblea Nacional recién electa por el pueblo. Usan para tal despropósito a una sala del tribunal supremo -así, sin mayúsculas- absolutamente deslegitimada e inconstitucional, pues se arroga facultades que no tiene. Se trata de un grupo reducido que pretende estar por encima de la Constitución y de las leyes, aprobando disparates sin base jurídica y sólo con el objetivo de favorecer a la cúpula podrida que manda. (Se dice, por cierto, que pronto anularan el proceso revocatorio en marcha.)
Otras viles maniobras se vienen haciendo contra alcaldes opositores, a quienes encarcelan sin fórmula de juicio y luego los destituyen, lo que pone de manifiesto una vez más el desconocimiento de la voluntad popular. Igualmente amenazan a los diputados opositores con llevarlos a la cárcel, desconociendo el principio constitucional de la inmunidad parlamentaria.  
Estamos pues ante una abierta ofensiva antidemocrática e inconstitucional. La cúpula del régimen parece decidida a asumir este peligroso camino en razón del amplio rechazo popular que hoy existe en su contra. Y allí, precisamente, estriba su aberrante comportamiento, al no aceptar la voluntad del pueblo cuando no los favorece. Antes, cuando tenían amplio apoyo, se llenaban la boca hablando de “democracia participativa y protagónica”. Ahora les causa terror y quien eliminarla cuanto antes. 
Mientras tanto, los venezolanos cada día los repudian más. La colosal crisis en la que estamos hundidos, en medio de una criminal inflación y desabastecimiento, sin comida suficiente, con una inseguridad pavorosa, un alarmante crecimiento de la pobreza y la pésima prestación de los servicios públicos, son elementos que anuncian una tragedia humanitaria de dimensiones extremas. Pero el régimen, en lugar de buscarle solución, la agrava con su conducta antidemocrática.
Los venezolanos no podemos rendirnos ante tal desafío. Tenemos que estar en guardia para derrotarlo contundentemente. Y en ese camino, el referendo revocatorio sigue siendo el objetivo a lograr. Hacia allá vamos como pueblo libertario y progresista.  
@gehardcartay
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 04 de octubre de 2016.