miércoles, 11 de octubre de 2017

LO QUE NOS JUGAMOS ESTE 15 DE OCTUBRE



LO QUE NOS JUGAMOS ESTE 15  DE OCTUBRE
Gehard Cartay Ramírez
No es cualquier cosa lo que nos jugamos este próximo domingo 15 de octubre.
Ni siquiera nos estamos jugando las gobernaciones que han de decidirse entonces. Lo que nos estamos jugando es mucho más importante aún. Se trata de otra oportunidad histórica en función del rescate de la democracia venezolana y del progreso y desarrollo a que tenemos perfecto derecho.
Pero se trata también de una ocasión como pocas para darle una lección moral a un régimen corrompido e inepto. Porque nadie puede dudar ya que sus propios candidatos a gobernadores representan lo más podrido y condenable de ese régimen. Son los abanderados de la desvergüenza, de la peor corrupción de la historia venezolana y de la más espectacular incapacidad gubernamental que se haya visto en Venezuela.
A todos ellos hay que darles una lección moral este 15 de octubre, derrotándolos aplastantemente para que el mundo entero –que hoy tiene como nunca antes los ojos puestos sobre Venezuela– sepa otra vez que somos un pueblo libertario y valiente, capaz de derrotar a sus tiranos y reiterar sus convicciones democráticas en medio de una de las peores dictaduras que hayamos sufrido en mucho tiempo.
Por todo ello hay que insistir en la importancia del voto como un acto de protesta. A quienes de manera absurda desde la oposición llaman a la abstención –prestándose así a la estrategia desmotivadora del régimen– hay que advertirles que el voto es el acto de protesta de mayor fuerza y proyección. Tiene mucha más fuerza que la más grande manifestación  de calle que se pueda hacer, porque esta nunca  tendrá la participación de los millones de venezolanos que votan, y nunca tampoco originará los efectos que una elección pueda producir.
Por supuesto, la lucha de calle sigue siendo también una opción válida, al igual que la del voto. Una no excluye a la otra. Así de sencillo. Pero insistir en la prédica estéril de la abstención, sin ofrecer otra alternativa, es un camino que no lleva a ninguna parte. Y en política los eunucos sólo sirven para quejarse plañideramente, ahogándose en su inutilidad y omisión imperdonables. Por lo demás, sería una estupidez colosal ahorrarle al régimen madurista una derrota clamorosa –como la anuncian todas las encuestas– haciéndole caso a los abstencionistas, sean ingenuos, de mala fe o pagados por el régimen.
Y aquí está lo esencial, de cara al 15 de octubre: la necesidad de volver a propinarle una derrota monumental a la cúpula podrida madurista y sus candidatos a gobernadores. Volver a mostrarlos ante el mundo como lo que son: una minoría arrogante y corrupta, a la que nos oponemos la casi totalidad de los venezolanos. Si esto no es fundamental ahora mismo en nuestra lucha por salir de este régimen, pues los que no lo crean sólo se miran su propio ombligo y más nada.       
Porque, ciertamente, habría que ser muy pendejos para no entender lo que busca el régimen: al desmotivar al electorado opositor e inducirlo a abstenerse, movilizará entonces su gente y aún siendo minoría podrían ganar algunas gobernaciones y mostrar al mundo que gozan de apoyo popular. No hace falta ser muy avispado para descubrir una maniobra que está de bulto, salvo para los que no quieren darse cuenta, a pesar de tenerla sobre sus narices.
Por supuesto que para garantizar esa victoria de las grandes mayorías opositoras y democráticas hay que salir a votar abrumadoramente, defender los votos en las mesas y luego en las calles, neutralizando toda posibilidad de fraude, tal como se hizo en diciembre de 2015, cuando ganamos las dos terceras partes de la actual Asamblea Nacional. Sólo así podría concretarse una victoria que ya está cantada de antemano en la casi totalidad de los estados del país.
Y en cuanto a Barinas, no creo que haga falta repetir las razones por las cuales hay que derrotar al oficialismo que, en lugar de haberla convertido en estos largos 18 años en un emporio de progreso y desarrollo, ha condenado a nuestra región a la peor pobreza, miseria, hambre y corrupción de toda su historia. Hay que votar, pues, por Freddy Superlano.
Todo esto, desde luego, forma parte de un proceso de rescate de nuestro país y, obviamente, no se terminará el domingo 15 de julio. La victoria de ese día es apenas un capítulo de la lucha que seguirá, y que no puede tener otro final como no sea la salida de este régimen hambreador y corrupto, que tánto daño nos ha hecho, especialmente a nuestros hombres y mujeres del mañana.
Todos a votar este próximo domingo por los candidatos de unidad democrática.
    gehardcartay@gmail.com
El Blog de Gehard Cartay Ramírez