LA COLOSAL DERROTA
DEL RÉGIMEN
Gehard Cartay
Ramírez
Maduro
y su claque corrupta no terminan de asimilar su colosal derrota del pasado seis
de diciembre.
En
lugar de aceptarla con nobleza y sindéresis han tomado el absurdo camino de
descalificarla, como si con ello pudieran borrarla. La misma noche en que se
produjo aquella histórica paliza electoral apelaron al ridículo argumento de
que “los había derrotado la guerra económica en su contra”. (Algún humorista se
burló entonces de Maduro diciendo que este se había inventado un enemigo de
mentira que, vaya estupidez, terminó derrotándolo.)
Lo
cierto es que, en vez de procesar, examinar y analizar su contundente derrota,
tal como lo aconsejan las circunstancias, el régimen sigue aferrado a sus acostumbrados
embustes, a su miserable falta de grandeza y a su habitual desprecio por la
inteligencia de los venezolanos.
No
deja de ser tragicómico ese oxímoron madurista según el cual la victoria
electoral de la MUD no es una victoria popular, sino una victoria de “la guerra
económica”, “la derecha” y “el imperialismo”. No faltaría más, desde luego. Tal
es el catecismo castrocomunista que les han enseñado a repetir como loros.
Quiere
decir entonces que las únicas “victorias populares” han sido las de ellos en el
pasado. Y que el pueblo sólo es tal si vota por ellos. Si vota por la oposición,
como lo hizo abrumadoramente el seis de diciembre, deja de ser pueblo para
convertirse en “oligarquía” y en esa fantasiosa “guerra económica” en la que
nadie ha creído, como quedó ya suficientemente demostrado.
Toda esta madeja de hilarantes argumentaciones
para tratar de tapar una monumental derrota que ya conoce todo el mundo -y que
muy merecidamente le propinó la aplastante mayoría de los venezolanos- retrata la
perversa calaña moral de quienes en los últimos 17 años destruyeron este país.
Si tuvieran una pizca de vergüenza y dignidad, a estas alturas deberían haber
renunciado al poder, entre otras cosas porque lo que hizo el pueblo venezolano
hace pocos días fue darles una patada por el fundillo, dicho sea elegantemente.
Como
lo señalé el martes pasado, la derrota del régimen de Maduro se debe al
abrumador voto castigo del pueblo contra su nefasta gestión económica, social y
política, así, en ese mismo orden. La gente se hartó ante tanta incapacidad,
ineptitud y corrupción. Por lo tanto, su lógica reacción no podía ser otra que
la de derrotar, como lo hizo, a los culpables de las tragedias que venimos
soportando desde hace algún tiempo.
Hubiera sido inexplicable, por lo tanto, que
los venezolanos votaran por quienes han sido sus verdugos, por quienes han
acabado con la producción económica nacional, por quienes son los únicos culpables
de la falta de comida, de la escasez de medicinas, del desabastecimiento, del
cada vez más alto costo de la vida, de la galopante inflación que sufrimos, del
crecimiento de la pobreza y la miseria, de la liquidación de la clase media, de
las largas colas para comprar los pocos comestibles y artículos esenciales que
se consiguen… y pare usted de contar.
Hubiera sido inexplicable, por supuesto, que
los venezolanos apoyaran con su voto a quienes sólo han sembrado odio y
confrontación entre nosotros; a quienes han ejecutado una política de
exclusión, atropello y muerte contra quienes no piensan como ellos; y a quienes
han destruido las instituciones y las han degenerado hasta ser parte de una
mafia de poder y corrupción como nunca antes.
Hubiera sido igualmente inexplicable que los
venezolanos le dieran su voto a un régimen represivo y autoritario que ha
asesinado jóvenes estudiantes por el “delito” de protestar y querer una mejor
Venezuela; que ha convertido en presos políticos a sus adversarios; y mandado
al exilio a miles de compatriotas que deberían estar aquí luchando por un país
desarrollado y próspero.
Hubiera sido inexplicable, desde luego, que
los venezolanos le dieran su voto a quienes ya han demostrado que sólo ejercen
el poder para su beneficio propio y para enriquecerse a manos llenas,
olvidándose de las mayorías populares que antes los apoyaron porque creyeron en
sus promesas y hoy comprueban dolorosamente que fueron engañados y
utilizados.
¿Cómo
carajo estos genios del régimen pudieron pensar siquiera que sus víctimas, es
decir, los venezolanos, los iban a gratificar con su voto, luego de tanta
destrucción e incapacidad?
Quedan,
por supuesto, otras cruzadas muy importantes por librar y ganar. El régimen,
aunque muy mal herido por la derrota sufrida y con un margen de maniobra
escaso, intentará, sin embargo, unos cuantos zarpazos más.
No nos
queda otra alternativa que seguir derrotándolo hasta nuestra victoria final.
@gehardcartay
LA PRENSA de Barinas - Martes, 15 de diciembre de 2015.