sábado, 17 de septiembre de 2016

RIQUEZA Y POBREZA ESCANDALOSAS



RIQUEZA Y POBREZA ESCANDALOSAS
Gehard Cartay Ramírez
Riqueza, mal habida y abundante, para la cúpula podrida del régimen, y pobreza, injusta y también abundante como nunca, para la gran mayoría de los venezolanos.
Tal es el legado de estos 18 años de “revolución bonita”. Nada ha tenido de bonita, por cierto, ni de justa o beneficiosa para el pueblo de Venezuela. Por lo contrario: resultó una auténtica maldición gitana para casi todos, con excepción de la gorda oligarquía chavista que todavía manda en este atribulado país.
 Y pensar que, a partir de la segunda mitad del siglo XX, Venezuela fue el país suramericano donde la clase media creció más. Esto significaba progreso y creación de riquezas, empleo y posibilidades como nunca antes. Una familia pobre podía entonces acceder a un estatus social y económico mejor que el de sus antepasados inmediatos. Era, sin duda, una Venezuela de oportunidades, y no como ahora, por desgracia.
En Sabaneta, por ejemplo (pero también en cualquier parte del país, por supuesto), un padre de familia de muy modestos recursos podía entonces enviar a sus hijos a la universidad a formarse profesionalmente, aparte de poseer una vivienda y un sueldo que le permitía, aún en medio de estrecheces, mantener su grupo familiar. Y esos hijos, una vez egresados como universitarios o técnicos superiores, casi inmediatamente podían acceder a un trabajo digno y formar entonces sus propias familias.
Había pobreza, desde luego. Pero había también posibilidades de superarse. La dedicación al trabajo y el talento eran entonces instrumentos fundamentales para poder alcanzar mejores metas. Lo digo, por ejemplo, pensando en mi familia. Mi padre nos educó con su faena diaria al frente de su negocio particular, un trabajo de domingo a domingo, sin ningún horario, y al cual coadyuvamos sus hijos cuando tuvimos edad para hacerlo. Mi madre, por su parte, cumplía las funciones como tal, administrando la economía hogareña con disciplina y rigor espartanos.
Toda esa situación cambió para mal en estos últimos años. La clase media se ha venido empobreciendo vertiginosamente y los que ya eran pobres hoy lo son más. Pocas familias pueden ahora sostener los estudios de sus hijos en universidades de otras partes del país. Y si estudian donde viven, lo hacen en medio de serias dificultades. Quienes pueden egresar de la educación superior difícilmente logran un empleo digno y bien remunerado, mucho menos acceder a una vivienda o tener un automóvil, como sucedía antes. Muchos, si se casan, viven arrimados en el hogar paterno y se les imposibilita formar una familia como debe ser.
Ese perverso mal que es la inflación nos ha terminado empobreciendo a todos. La inflación acaba con los salarios, encarece los artículos de la dieta diaria y los bienes más necesarios, impide el ahorro y nos condena a vivir en medio de serias limitaciones. Y ese es otro de los terribles legados de la mal llamada “revolución bolivariana”, pues nunca como en estos 18 años la inflación en Venezuela llegó a los altos niveles de hoy, siendo la más alta del mundo, criminal récord que debe anotársele a la cúpula podrida que manda, por ahora.
Los sectores pobres están pasando hambre -la Dieta Maduro, dijo en su memez el susodicho-, y esto no es una exageración. Aparte de no percibir ingresos para mantenerse, sufren también -como todos los demás- el drama de intentar adquirir alimentos, lo que hoy en día es un calvario en este país, uno de los más ricos del mundo hasta hace poco. Y ello para no hablar del rosario de calamidades que son también la inseguridad, la crisis de la salud, los pésimos servicios públicos y el empeoramiento de la vida a todos los niveles.
Mientras tanto, la cúpula oficialista y sus testaferros poseen miles de millones de dólares, saqueados al erario de todos los venezolanos. Se calcula que desde 1999 han manejado y dilapidado más de 900.000 millones de dólares, y de ellos se han robado cerca de 250.000 millones, colocados fuera del país en paraísos fiscales. (Solamente unos señoritos sifrinos de Caracas -los llamados bolichicos-, testaferros de altos jerarcas oficialistas, se robaron 60.000 millones de dólares que debieron invertirse para resolver la grave crisis eléctrica que padecemos.)
La verdad es que esa plutocracia “revolucionaria” hoy en el poder, insaciable, depredadora y criminal, nos ha empobrecido aún más a todos, pues han saqueado nuestros petrodólares alegre e impunemente. Y mientras aquí el pueblo pasa hambre y hace largas colas para intentar comprar unos pocos alimentos -si acaso se consiguen-, ellos viven en la más obscena abundancia, disfrutando lo que no les  pertenece.
Pero pronto tendrán que rendir cuentas y devolver lo que nos han robado.     
@gehardcartay
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 13 de septiembre de 2016.