RIQUEZA Y POBREZA ESCANDALOSAS
Gehard Cartay Ramírez
Riqueza, mal habida y abundante, para la cúpula
podrida del régimen, y pobreza, injusta y también abundante como nunca, para la
gran mayoría de los venezolanos.
Tal es el legado de estos 18 años de “revolución
bonita”. Nada ha tenido de bonita, por cierto, ni de justa o beneficiosa para
el pueblo de Venezuela. Por lo contrario: resultó una auténtica maldición
gitana para casi todos, con excepción de la gorda oligarquía chavista que
todavía manda en este atribulado país.
Y pensar
que, a partir de la segunda mitad del siglo XX, Venezuela fue el país
suramericano donde la clase media creció más. Esto significaba progreso y creación
de riquezas, empleo y posibilidades como nunca antes. Una familia pobre podía
entonces acceder a un estatus social y económico mejor que el de sus
antepasados inmediatos. Era, sin duda, una Venezuela de oportunidades, y no
como ahora, por desgracia.
En Sabaneta, por ejemplo
(pero también en cualquier parte del país, por supuesto), un padre de familia
de muy modestos recursos podía entonces enviar a sus hijos a la universidad a
formarse profesionalmente, aparte de poseer una vivienda y un sueldo que le
permitía, aún en medio de estrecheces, mantener su grupo familiar. Y esos
hijos, una vez egresados como universitarios o técnicos superiores, casi inmediatamente
podían acceder a un trabajo digno y formar entonces sus propias familias.
Había pobreza, desde
luego. Pero había también posibilidades de superarse. La dedicación al trabajo
y el talento eran entonces instrumentos fundamentales para poder alcanzar
mejores metas. Lo digo, por ejemplo, pensando en mi familia. Mi padre nos educó
con su faena diaria al frente de su negocio particular, un trabajo de domingo a
domingo, sin ningún horario, y al cual coadyuvamos sus hijos cuando tuvimos
edad para hacerlo. Mi madre, por su parte, cumplía las funciones como tal, administrando
la economía hogareña con disciplina y rigor espartanos.
Toda esa situación cambió
para mal en estos últimos años. La clase media se ha venido empobreciendo
vertiginosamente y los que ya eran pobres hoy lo son más. Pocas familias pueden
ahora sostener los estudios de sus hijos en universidades de otras partes del
país. Y si estudian donde viven, lo hacen en medio de serias dificultades.
Quienes pueden egresar de la educación superior difícilmente logran un empleo
digno y bien remunerado, mucho menos acceder a una vivienda o tener un
automóvil, como sucedía antes. Muchos, si se casan, viven arrimados en el hogar
paterno y se les imposibilita formar una familia como debe ser.
Ese perverso mal que es la inflación nos ha terminado
empobreciendo a todos. La inflación acaba con los salarios, encarece los
artículos de la dieta diaria y los bienes más necesarios, impide el ahorro y nos
condena a vivir en medio de serias limitaciones. Y ese es otro de los terribles
legados de la mal llamada “revolución bolivariana”, pues nunca como en estos 18
años la inflación en Venezuela llegó a los altos niveles de hoy, siendo la más
alta del mundo, criminal récord que debe anotársele a la cúpula podrida que
manda, por ahora.
Los sectores pobres están
pasando hambre -la Dieta Maduro, dijo
en su memez el susodicho-, y esto no es una exageración. Aparte de no percibir
ingresos para mantenerse, sufren también -como todos los demás- el drama de
intentar adquirir alimentos, lo que hoy en día es un calvario en este país, uno
de los más ricos del mundo hasta hace poco. Y ello para no hablar del rosario
de calamidades que son también la inseguridad, la crisis de la salud, los
pésimos servicios públicos y el empeoramiento de la vida a todos los niveles.
Mientras tanto, la cúpula oficialista y sus
testaferros poseen miles de millones de dólares, saqueados al erario de todos
los venezolanos. Se calcula que desde 1999 han manejado y dilapidado más de
900.000 millones de dólares, y de ellos se han robado cerca de 250.000
millones, colocados fuera del país en paraísos
fiscales. (Solamente unos señoritos sifrinos
de Caracas -los llamados bolichicos-,
testaferros de altos jerarcas oficialistas, se robaron 60.000 millones de
dólares que debieron invertirse para resolver la grave crisis eléctrica que padecemos.)
La verdad es que esa plutocracia “revolucionaria” hoy
en el poder, insaciable, depredadora y criminal, nos ha empobrecido aún más a
todos, pues han saqueado nuestros petrodólares alegre e impunemente. Y mientras
aquí el pueblo pasa hambre y hace largas colas para intentar comprar unos pocos
alimentos -si acaso se consiguen-, ellos viven en la más obscena abundancia,
disfrutando lo que no les pertenece.
Pero pronto tendrán que rendir cuentas y devolver
lo que nos han robado.
@gehardcartay
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 13 de septiembre de 2016.