lunes, 23 de abril de 2012

Verdades
EL RÉGIMEN EN FASE TERMINAL
Gehard Cartay Ramírez
@gehardcartay
gehardcartay.blogspot.com
El actual régimen pasa por uno de sus peores momentos en mucho tiempo.
¿Qué puede pensarse de un régimen donde algunos de sus magistrados del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) huyen al exterior a solicitar asilo, luego de denunciar las corruptelas de la administración de justicia y los vínculos del alto gobierno y la su cúpula militar con el narco tráfico?
¿Qué puede pensarse de un régimen donde algunos de esos magistrados del TSJ actúan como ratas que abandonan el barco porque este se hunde e intentan de alguna forma salvar su pellejo?
¿Qué puede pensarse de un régimen donde uno de esos magistrados del TSJ -en este caso, el coronel Aponte Aponte-, hasta hace poco persona de la más absoluta confianza del presidente de la República, acusa a este último de manipular la justicia y presionar a los miembros del TSJ para que enjuicie a sus enemigos políticos, sin importar su culpabilidad?
¿Qué puede pensarse de un régimen donde uno sus magistrados del TSJ -en este caso, nada menos que un coronel de la Fuerza Armada Nacional, el mentado Aponte Aponte, anterior Fiscal Militar nombrado por el presidente en 2003- acusa al ministro de la Defensa y al general Alcalá Cordones (ambos de la confianza absoluta del Jefe del Estado) de estar vinculados al narco tráfico, y al último de los mencionados lo califica como el “zar” de la droga en Venezuela?
¿Qué puede pensarse de un régimen donde uno de sus magistrados del TSJ -en este caso, el coronel Aponte Aponte- declara que “en Venezuela no se da puntada si no lo aprueba el Presidente”, con lo cual se evidencia la inexistencia de la independencia de los Poderes Públicos y se viola Constitución Nacional?
¿Qué puede pensarse de un régimen donde uno de sus magistrados del TSJ -en este caso, el coronel Aponte Aponte- revela que todos los viernes hay una reunión en la Vicepresidencia de la República, en la que el Vicepresidente, el presidente de la Asamblea Nacional, la presidenta del TSJ, la Fiscal General, la Contralora General y la Procuradora General de la República “aprueban las líneas conductoras de la justicia en Venezuela” (Aponte Aponte dixit)?
¿Qué puede pensarse de un régimen donde uno de sus magistrados -en este caso el coronel Aponte Aponte- acusa al propio Tribunal Supremo de Justicia de aceptar órdenes del Presidente de la República en lo que respecta a sus decisiones?
¿Qué puede pensarse de un régimen donde uno de sus magistrados del TSJ -en este caso, el coronel Aponte Aponte- acusa a la presidenta de máximo tribunal y al Fiscal General de la República de manipular decisiones judiciales contra los adversarios del presidente y la cúpula del chavismo?
Lo único que puede pensarse, en sana lógica, es que se trata de un régimen en fase terminal, como consecuencia de la escandalosa podredumbre moral que lo afecta.
Por supuesto que nada de esto puede sorprendernos en lo más mínimo. Esas declaraciones del coronel Aponte Aponte, como ex magistrado del TSJ, ponen de manifiesto un hecho indiscutible: confirman que vivimos en una autocracia corrupta y corruptora.
Y pensar que por menos que estas perversiones de la cúpula chavista, el actual presidente y su logia militarista justificaron su intento de golpe de Estado del 4 de febrero de 1992.
Véase, en efecto, la prensa nacional del 24 de junio de 1992, donde alegaron como razones de su actitud golpista las de que el gobierno del Presidente Pérez “había devenido en una dictadura, que como tal se arroga todos los poderes del Estado”; “violaba de manera diaria y sistemática la Constitución y las Leyes que juraron cumplir y hacer cumplir”; y que, por tanto, era necesario “asegurar la estabilidad de las instituciones democráticas y el respeto a la Constitución y las Leyes, cuyo acatamiento estará siempre por encima de cualquier otra obligación”.
Mida usted, amigo lector, el cinismo, la hipocresía y la falsedad que envolvían aquellas justificaciones de los militares felones, encabezados por el actual presidente, cuando su intentona golpista, y compárelas con lo que ha resultado ser el régimen que ahora encabezan. Hoy estamos en presencia de algo mucho peor en todos los sentidos.
Sin duda, este régimen ha entrado en fase terminal. Se trata de un proceso irreversible, que tiene sus días contados.

LA PRENSA de Barinas – Martes, 24 de abril de 2012.

martes, 17 de abril de 2012


Verdades

DESVERGUENZA SIN EXCUSAS

Gehard Cartay Ramírez

gehardcartay@gmail.com

@gehardcartay
gehardcartay.blogspot.com
La desvergüenza del actual régimen y sus altos funcionarios ya no tiene excusa alguna.
Y, sin embargo, aún tienen el tupé de seguir achacando a los gobiernos anteriores a 1999 la culpa de todos los males que sufre hoy Venezuela, cuando en realidad son de la más absoluta responsabilidad del actual régimen, que ya llega a los 13 años y medio de nefasta gestión.
Ese argumento de culpar “al gobierno anterior” podía tener alguna credibilidad en el pasado, cuando los gobiernos nacionales  duraban cinco años y los regionales y municipales tres y luego cuatro años. Pero hoy nadie lo cree, entre otras cosas, porque este régimen chavista ya acumula dos y medio de los antiguos períodos presidenciales, lo que quiere decir que, en rigor, los dos gobiernos que le antecedieron son del mismo actual presidente y su ineptos y corruptos equipos gubernamentales desde 1999.
(Saque usted cuentas, amigo lector: el chavismo lleva en el poder el mismo tiempo que los gobiernos de los presidentes Jaime Lusinchi, Carlos Andrés Pérez, Ramón J. Velásquez y la primera mitad del de Rafael Caldera, que coparon juntos los años transcurridos entre 1984 y 1997. Y aún así el chavismo en el poder pretende seguir culpando a los gobiernos anteriores de los problemas que ellos no han sido capaces de resolver, aparte de la catarata de problemas nuevos creados por ellos mismos desde 1999!)
Resulta, por consiguiente, fuera de toda lógica que pretendan seguir “justificando” su descomunal incapacidad para resolver los problemas del país culpando a los gobiernos anteriores, o de la Cuarta República, como incorrectamente lo califica el actual régimen, en lugar de denominarlos La República Civil, un término mas acorde con el período histórico que llenaron.
 La verdad verdadera es que el actual régimen no tiene ya excusas para justificar su rotundo fracaso en todos los aspectos. Y es que, sin duda, luego de más de 13 años en el poder es una auténtica sinverguenzura seguir culpando a otros por la incapacidad e ineptitud del actual régimen.
Estas reflexiones las consigno porque tal ha sido el comportamiento generalizado de los jerarcas del actual régimen, comenzando por su jefe único. Si desvergüenza llega a tales extremos que no tienen la valentía de asumir sus colosales errores, sino que permanentemente acuden a la mentira de adjudicárselos a “La Cuarta República”, como si tal falacia se le pudieran tragar los venezolanos, cuya inteligencia despierta no admite tales absurdos.
Un caso típico al respecto lo constituyen unas recientes declaraciones del secretario general del gobierno regional, quien, incapaz de enfrentar las emergencias ocasionadas por las lluvias y la falta de limpieza de drenajes y alcantarillados, tuvo la cómica ocurrencia de culpar, una vez más, a los gobiernos anteriores por tal situación. Concretamente, al referirse a las inundaciones crónicas de la urbanización La Villa, en la parte baja de la ciudad de Barinas, aseguró que esta fue obra de mi gobierno, entre 1993 y 1996.
Sin duda, el segundo del actual gobernador actuó con ignorancia y mala fe al hacer tal afirmación, ya que la referida urbanización no fue construida por mi gobierno, lo que significa que no hay responsabilidad nuestra sobre el particular.
Por el contrario, si algo me enorgullece es que las obras construidas durante mi mandato fueron de excelente calidad, bien ejecutadas y continúan prestándole un gran servicio a los barineses, lo que no puede decir el actual gobierno regional, que en esta materia no puede presentar resultados similares.

Luego de más de 13 años en el poder es una auténtica desverguenza seguir culpando a otros por la ineptitud del actual régimen que, aparte de este largo tiempo, también ha derrochado milmillonarios recursos financieros como ningún otro gobierno anterior.

Y peor aún es que tal actitud la asuman funcionarios como el secretario de gobierno regional, que ha ocupado varios cargos y no ha servido en ninguno, con lo que acumula un verdadero record de ineptitud e incapacidad.
Sinverguenzas y caraduras, eso es lo que son.

 LA PRENSA de Barinas - Martes, 17 de abril de 2012.

martes, 10 de abril de 2012


Verdades

LOS SUCESOS DE ABRIL DE 2002
(… Y la paranoia “épica” del régimen)
Gehard Cartay Ramírez
@gehardcartay
gehardcartay.blogspot.com
El régimen chavista carece de una “épica” propia y por eso quiere convertir los sucesos de abril de 2002 en una especie de epopeya suya, lo que demuestra su paranoia histórica.
Y es que, en su manía de imitar a los comunistas cubanos -que sí la tuvieron en Sierra Maestra, antes de que se convirtieran en una dictadura de las peores y condenaran a su pueblo al hambre y la opresión-, los de aquí sufren una especie de complejo al no tener nada “heroico” que mostrar para convertir su “revolución” en algo “épico”.
Así, por ejemplo, su intento golpista en 1992 fue una auténtica chapucería. Aquella felonía, mal preparada, ejecutada alevosamente con unos cuantos soldados que fueron engañados y usados como carne de cañón, terminó en un fracaso mayúsculo por la cobardía de su jefe máximo y la incapacidad de su estado mayor. Podría decirse que se trató de una simple comedia, si no fuera por el elevado número de muertes que trajo consigo.
Y los vencedores, aquellos que pudieron ser sus víctimas de entonces, trataron sin embargo a los golpistas con respeto y, finalmente, hasta los indultaron y sobreseyeron en sus juicios militares. De no haber sido así, todavía estuvieran presos -que sería lo correcto-, pagando sus graves delitos contra la Constitución y las instituciones legítimas de entonces, así como por la muerte de varios centenares de inocentes.
Al salir de la cárcel por la benevolencia e ingenuidad de quienes los pusieron en libertad, el Gran Hablador y unos pocos seguidores estuvieron predicando en el desierto, hasta que una vasta e inescrupulosa conspiración financiera y mediática los llevó al poder, luego de “potabilizar” a los golpistas y hacerlos “digeribles” electoralmente. Algunos de esos plutócratas creyeron que podrían utilizarlos luego, pero los golpistas les salieron respondones.
Para desgracia de ellos mismos, su llegada al poder por la vía de los votos los alejó aún más de su pretendida épica revolucionaria. Ellos hubieran querido asaltar el poder armados y montados en tanques, y no por la voluntad popular. Por eso, desde entonces, han buscado sin éxito darle un contenido “épico” a su acción política. No lo han logrado, ni lo lograrán.
A los tres años de estar en el gobierno y luego de haber provocado impunemente a la sociedad civil, sobrevinieron los sucesos de abril de 2002. Fueron producidos por una auténtica insurrección popular, la más grande en nuestra historia, tan contundente que el Presidente de la República renunció al cargo, tal como el Alto Mando Militar se lo comunicó a los venezolanos en la madrugada del 12 de abril por cadena de radio y televisión.
Inmediatamente, el presidente renunciante fue por sus propios pasos a entregarse en Fuerte Tiuna a los militares que habían desconocido sus órdenes de activar el Plan Ávila para reprimir militarmente a la multitudinaria concentración que marchó esa tarde al Palacio de Miraflores. Pidió que lo dejaran irse a Cuba con su familia. Y no opuso ninguna resistencia: el mismo miedo que lo paralizó el 4 de febrero de 1992 lo volvió a paralizar diez años después.
Se creó así un auténtico vacío de poder, algo que siempre ha tratado de negar la cúpula podría del chavismo. Por fortuna, allí están innegables testimonios televisivos y radiales que no admiten prueba en contrario.
Al renunciar el Presidente no existía ninguna línea de sucesión constitucional por la cobardía de quienes la integraban. El vicepresidente Diosdado Cabello fue el primero en “dejar el pelero”. William Lara, presidente de la Asamblea Nacional, renunció a su cargo. Lo mismo hizo el presidente de Tribunal Supremo, hoy embajador en Colombia.
Este vacío de poder abrió la Caja de Pandora y con ella una comedia total de equivocaciones. Los militares alzados nombraron a Carmona Estanga como Presidente, sin tener cualidad jurídica al efecto. Este, en lugar de legitimarse obteniendo la aprobación de la Asamblea Nacional, se envalentonó y mediante un decreto golpista la disolvió. Lo mismo hizo con el Tribunal Supremo y, de paso,  se arrogó la facultad de destituir y nombrar gobernadores y alcaldes. Total, una locura absoluta.
A las 48 horas siguientes, los militares que lo habían nombrado procedieron  a desconocerlo. Y así le abrieron el camino del regreso al presidente renunciante. Aquellos pobres oficiales “mataron el tigre y le tuvieron miedo al cuero”, como decimos en el llano.
No hubo entonces ninguna epopeya épica en el retorno del Gran Hablador a la presidencia. El único que cumplió valientemente su papel fue el pueblo venezolano, pero lo traicionaron los militares alzados y la claque de Carmona Estanga, títeres de la misma plutocracia que ayudó a llegar al poder al golpista sabaneteño en 1998.
Esta fue la verdad de los hechos. No hay otra. Y punto.  


 LA PRENSA de Barinas - Martes, 10 de abril de 2012.




 









martes, 3 de abril de 2012

Verdades
¿CUAL SOBERANÍA?
Gehard Cartay Ramírez

gehardcartay@gmail.com

@gehardcartay
gehardcartay.blogspot.com

El actual régimen es -sin exageración- el más entreguista y vende patria que ha registrado la historia venezolana.
Y no deja de ser cínico que sea también, de la boca para afuera, el que ha hecho más gargarismos antiimperialistas al afirmar que “rescató la soberanía nacional”, supuestamente entregada en el pasado al imperio estadounidense.
Nada más falso, amigo lector. En estos desgraciados 13 largos años de régimen chavista, Venezuela ha sido hipotecada como nunca antes, ni siquiera cuando la dictadura gomecista le entregó a Estados Unidos la explotación petrolera, a cambio de su protección.
Ahora, para vergüenza de los venezolanos, somos una colonia castrocomunista, doscientos años después de haber alcanzado nuestra independencia política. La actual tiranía que oprime al pueblo cubano es la que manda en Venezuela. Su sátrapa mayor, al seducir a un arrobado imitador suyo, logró lo que no pudo por las armas a principios de la década de los sesenta del siglo pasado.
Hoy, sin disparar un tiro y sin la fiera resistencia que le opusieron el presidente Rómulo Betancourt y los recios militares patriotas de entonces, al punto de derrotarlo política y militarmente, Fidel Castro ha colocado a Venezuela bajo sus órdenes, mientras se aprovecha de nuestros recursos financieros y económicos para mantener su agónica dictadura.
No contentos con esta traición a la patria, el régimen chavista ha colocado bajo la supervisión castro comunista -disfrazada de “asistencia técnica”- el control de importantes áreas de la defensa y la seguridad de la nación, así como sectores vitales de la economía, la salud, el registro civil e inmobiliario, etc., etcétera.
Se trata de una actitud absurda. El régimen cubano no tiene nada positivo que aportarle a Venezuela, pues ha sumido a Cuba en la más abyecta situación de miseria, hambre e irrespeto a los derechos humanos, al punto que muchos prefieren desafiar a los tiburones para tratar de llegar a Estados Unidos, y no seguir sufriendo los rigores de un infierno como el cubano.
Hay, además, otro hecho gravísimo. El régimen chavista, a pesar de haber recibido los más altos precios petroleros de nuestra historia, ha aumentado nuestra deuda externa como nunca antes. Al cierre del tercer semestre de este año, según el informe del Banco Central de Venezuela, la deuda externa llegó a 95.000 millones de dólares, es decir, 233 por ciento más que la acumulada en 1999, cuando el Gran Hablador llegó al poder, con el agravante de que la deuda de ahora paga altos intereses del 13% al 18%, seis u ocho veces más que la tasa de crecimiento promedio de nuestra economía en los últimos 12 años.        
Aparte de tal felonía contra los hijos de Bolívar, el actual régimen ha hipotecado al imperialismo chino nuestras reservas petroleras, a cambio de 20.000 millones de dólares para financiar su ruinoso proyecto político y económico. Se trata de una vulgar entrega de nuestra soberanía económica, con el embarque de 200.000 barriles diarios de petróleo por 10 años, a precios de hoy, cuyo transporte al otro lado del planeta lo pagaremos nosotros.
Nunca antes gobierno alguno -salvo el de Guzmán Blanco en el siglo XIX, que pagaba a quienes nos prestaban dinero con los ingresos de las aduanas- había llegado a estos extremos de entrega a un país extranjero. Pues bien, violando la Constitución Nacional y las leyes de la materia, el actual régimen ha otorgado nuestras reservas petroleras como garantía prendaria de la deuda milmillonaria que ha contraído con China.
Entonces, ¿de cuál soberanía se ufana la cúpula podrida del chavismo y su jefe, cuando han convertido a Venezuela en una colonia política e ideológica del castrocomunismo cubano, aumentado nuestra deuda externa como nunca y transformado a los venezolanos en deudores milmillonarios de los chinos? 
Un nuevo atropello contra “La Prensa”
Como era de esperarse en un régimen que controla el Poder Judicial, la decisión tribunalicia contra La Prensa “concedió la razón” al régimen en su intento por cercar y liquidar a este medio de comunicación social. No ha sido, por supuesto, una sorpresa para nadie, pues este guión está escrito y programado en todas sus fases. Por esto mismo, se trata de una maniobra burda, sobre la cual los barineses estamos advertidos desde hace tiempo. El futuro se encargará de poner en claro toda esta tragicomedia contra la libertad de expresión, y sus sicarios de hoy deben saber que serán condenados, en su momento, por el juicio más severo: el de la historia. Y no serán absueltos.