lunes, 27 de mayo de 2013

Verdades
DEGENERACIÓN Y DECADENCIA
Gehard Cartay Ramírez

Estas dos palabras sirven para describir al actual régimen, luego de las confesiones del conductor de La Hojilla en la famosa grabación divulgada la semana pasada.
Y es cierto. Estamos en los estertores de un régimen -un gobiernito, pues- decadente y degenerado, cuya cúpula, al decir del presentador cloacal estrella del Canal 8, la integran un bolsa, una cuaima que lo maneja y un “hijo de la grandísima puta” -ojo: palabras suyas, pero que ya no constituye delito decirlas- dedicado a robar a través de Cadivi, Seniat y otras dependencias oficiales, al tiempo que controla la cúpula militar y las policías del régimen. Y lo que es peor: todos ellos dirigidos, desde Cuba y a control remoto, por la dictadura de los viejitos Castro.
Las revelaciones del batracio letrinero del canal 8 hablan también de un supuesto golpe de Estado contra Maduro, dirigido por Cabello y su grupo, posibilidad que sería muy cierta a causa de la falta de liderazgo de aquel y del control militar que ejercería este último. Nada nuevo bajo el sol: se revela, una vez más, la lamentable situación de la Fuerza Armada, hoy embarrada con la politiquería y el partidismo, en violación abierta del artículo 328 de la Constitución Nacional. Y Silva, incluso, revela que el actual Ministro de la Defensa le ha dado varios fusiles, dejando entreabierta la posibilidad de que se hayan cometidos homicidios (“Descubrimos a dos y pum pam y le dimos…”).
Por cierto que la opinión del sicario televisivo sobre el ilegítimo es muy grave: lo define como un hombre manipulado por su pareja. Habla, además, de negociados y contratos, detrás de los cuales estaría el inefable José Vicente Rangel, otrora candidato santón de la izquierda venezolana. Al infaltable Cabello también lo señala, nada más y nada menos, como el jefe del grupo que estaría enriqueciéndose con los dólares de Cadivi.
Otra revelación gravísima es la comprobación de que el actual régimen es una vil colonia de la dictadura castrocomunista cubana. El sapo hojillero recuerda que Fidel Castro les recomendó acabar con “las elecciones burguesas” en Venezuela, lo que no se produjo dada la incondicionalidad del CNE. Y en cuanto a las últimas elecciones, Silva, con un cinismo vergonzoso, dijo que había recomendado a Maduro estirar la capilla ardiente del finado jefe, en lugar de andar por el país montando un show al estilo de Sábado Sensacional.   
Decadencia y degeneración, por donde se lo mire, si usted lee el informe (contenido en la grabación de marras) que el famoso sicario de VTV le rindió a uno de sus jefes del G-2 cubano, la temible policía secreta del castrocomunismo. Desde luego que el esbirro en referencia no dijo nada nuevo. Ya todo, o casi todo, lo sabíamos o lo sospechábamos. Lo importante es que haya sido este toñeco del finado Chávez, su hombre de confianza cuando quería informar algo, quien hiciera lo que pudiéramos llamar la autopsia del presente régimen.
(Porque, además, no hay que olvidar que La Hojilla era “el programa revolucionario” que enfrentaba “la canalla mediática” que, según el régimen, representan los medios de comunicación  independientes. La Hojilla era, pues, “la biblia comunicacional chavista”, con el visto bueno del difunto comandante.  ¡Y que ahora haya dicho lo que dijo, tiene los efectos de una bomba atómica en la opinión del chavismo de base!)
Estamos, sin duda, en presencia de algo muy grave, gravísimo. No se trata de simples chismes. Nada de eso. Se trata de una radiografía fiel de la gigantesca podredumbre del régimen, cuyo disfraz de “socialismo del siglo XXI” no es más que una hoja de parra que ya no puede tapar tanta corrupción, ladronismo y saqueo de los recursos del pueblo venezolano. Estamos, pues, en presencia del gobierno más corrupto de la historia venezolana.
Lo peor de todo es que las “instituciones” manejadas por el régimen (fiscales, jueces, policías, etc.) siguen siendo muy displicentes frente a estos graves delitos, como siempre ocurre cuando se trata de la corrupción chavista. No le han parado bolas a las denuncias contenidas en la grabación de marras, ni lo harán tampoco. Están muy ocupados persiguiendo y enjuiciando a líderes opositores por el delito de serlo: allí está el caso de los campesinos de Socopó, presos por cargar unos cohetones, “delito” mucho más grave, por lo visto, que los de traición a la patria, corrupción, homicidios, fraudes electorales y cualquier otro delito de la legislación penal, que aparecen en la grabación del presentador de La Hojilla.
La conclusión frente toda esta podredumbre que caracteriza al actual régimen se la dice el propio Silva al coronel cubano Aramis Palacios, y no puede ser más gráfica y elocuente:
-“Estamos metidos en un mar de mierda, compadre, y todavía no nos hemos dado cuenta…”
Pero los venezolanos sí nos hemos dado cuenta, y por eso este régimen hace tiempo entró en la cuenta regresiva de su salida del poder.

(LA PRENSA de Barinas - Martes, 28 de mayo de 2013)

sábado, 25 de mayo de 2013

LOS PODERES PÚBLICOS DEL PAÍS ESTÁN EN CRISIS


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                
“LOS PODERES PÚBLICOS DEL PAÍS ESTÁN EN CRISIS”

DISCURSO DEL DIPUTADO
GEHARD CARTAY RAMÍREZ
DURANTE EL ACTO DE PARTICIPACIÓN DE LA INSTALACIÓN DEL CONGRESO DE LA REPÚBLICA A LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA

(Caracas, 04 de marzo de 1985)

Ciudadanos Magistrados:
Nuevamente acudimos ante ustedes, como todos los años, con el propósito de participarles el acto de instalación de las Cámaras Legislativas para el presente período de sesiones ordinarias y de comunicarles, igualmente, reflexiones e inquietudes, algunas de ellas comunes entre nuestras dos ramas del Poder Público.
Este período de sesiones que ahora iniciamos promete ser activo e interesante.
Está planteada, en primer término, la conmemoración de los primeros veinticinco años de nuestra Constitución Nacional, hecho de por sí trascendente en un país como el nuestro, donde las dictaduras superaron siempre a las escasas democracias, y cuyas Cartas Fundamentales no pasaron de ser muchas veces letra muerta o instrumentos dóciles en manos de caudillos y déspotas.
Pero aparte de la significativa circunstancia que implica mantener, como nunca antes había acontecido en nuestra historia, tan largo y fértil período de constitucionalidad, también nos toca enfrentar un justo reclamo que desde hace ya casi un cuarto de siglo nos plantean las propias disposiciones de nuestra Carta Magna. Me refiero, por supuesto, al desarrollo de la mayoría de sus Disposiciones Transitorias, algunas de las cuales lo están exigiendo ya de manera imprescindible e inaplazable.
Se ha dicho, y con razón, que el Congreso de la República está en mora con la Constitución casi desde el momento mismo en que aprobara en 1961. Y ha llegado la hora de que pongamos al día tan formidable instrumento jurídico, tal vez uno de los mejores del Continente, proyectándolo, al propio tiempo, con sentido de futuro; ampliándolo y perfeccionándolo hasta donde sea posible, de acuerdo con la invitación que en días pasados nos hiciera uno de sus autores, el ex Presidente Rafael Caldera.
Están próximos a ser incluidos en la agenda de trabajo del Congreso -aunque no será en fecha inmediata, por supuesto- los temas que se refieren a la Reforma del Estado. El Congreso tiene que ser necesariamente el epicentro de tal iniciativa, de sus logros y resultados concretos. Pero será fundamental para el éxito de tan ambicioso proyecto, alrededor del cual parece haberse nucleado una inusual concertación política e institucional, que el propio Parlamento pueda concretarlo por encima de la montaña de retórica y de palabrería que muchas veces impide llegar al logro cierto de este tipo iniciativas tan trascendentales para el desarrollo democrática del país. Un conjunto importante de leyes tendrán que ser aprobadas o reformadas para modelar esta reforma de manera sustancial. Otros proyectos de leyes tendrán que surgir del taller parlamentario. Y unas y otras deberán ser acordadas con el más vasto consenso nacional que sea posible para que la Reforma del Estado surja como la más alta expresión de toda la voluntad nacional.
Estamos absolutamente ciertos de que los partidos políticos son parte importante de ese todo, y esta convicción cobra mayor fuerza tratándose justamente del papel que corresponde en este asunto al Congreso de la República, máxima expresión del pluralismo ideológico-partidista en Venezuela. Por eso es ha dicho también que los partidos son la piedra angular de toda esa Reforma del Estado. Si a ellos se debe, en mucho, la implantación del sistema democrático, a ellos también corresponde conducirlo a una nueva etapa de consolidación, en donde se reconozca que no sólo los partidos son las únicas sociedades intermedias entre el hombre y el Estado, sino que también existen otras organizaciones capaces de aglutinar y canalizar el aporte de muchos venezolanos al progreso y bienestar del país. Dicho en otras palabras: ya es hora de que los partidos políticos redimensionen su actuación y comprendan más cabalmente su misión en una sociedad plural y abierta, como la que se ha venido perfilando en los últimos veintisiete años.
La Reforma del Estado surge, en todo caso, como una exigencia inaplazable ante la constatación de una verdad no menos demoledora: los Poderes Públicos del país están en crisis. Al Poder Ejecutivo se le critica su morosa y costosa burocracia, su ineficacia reiterada y odiosa, su incapacidad para atender con eficiencia hasta los más elementales servicios públicos. Al Poder Judicial se le reclama su falta de celeridad procesal a todos los niveles, la incompetencia y negligencia de muchos jueces, la partidización excesiva de algunas de sus instancias. Al Poder Legislativo se le enrostra su extrema tendencia a la retórica escandalosa, su falta de trabajo y de preocupación para poner al día nuestro ordenamiento legal. A todos, de alguna manera, los salpica la podre de la corrupción. Pareciera evidente que la Reforma del Estado debe apuntar a superar todas estas dificultades antes de que sea demasiado tarde, y debemos ser honestos al reconocer que aquellas existen para poder liquidarlas definitivamente.
El esfuerzo que implica la tan anhelada Reforma del Estado debe producir cambios sustanciales en materias tales como los actuales sistemas electorales y municipales, así como la legislación vigente sobre partidos políticos y las normas que se refieren al Poder Judicial y a la administración de justicia, y todo lo atinente a la descentralización y regionalización del país, en una labor de conjunto capaz de remontar los numerosos obstáculos que entorpecen la marcha hacia una auténtica y real democratización de todas sus instituciones.
En el plano más inmediato, el Congreso deberá abocarse en las sesiones que ahora comenzamos a la discusión del nuevo Código de Procedimiento Civil, en torno al cual ha venido trabajando la recién creada Comisión Legislativa, presidida por los doctores Gonzalo Barrios y Godofredo González, ex Presidentes del Congreso y actuales Presidentes de los dos grandes partidos del país, conjuntamente con sus proyectistas y un calificado grupo de juristas y especialistas.
Igualmente, durante el segundo período de sesiones del presente año se tiene previsto abordar la discusión del nuevo Código Penal, cuyo estudio debe iniciar en breve también la ya citada Comisión Legislativa.
En el seno de la Comisión de Contraloría, a través de una Subcomisión Especial presidida por el diputado Paciano Padrón, hemos abordado igualmente una materia de la más alta prioridad. Se trata de la reforma de la Ley de Salvaguarda del Patrimonio Público, joven instrumento jurídico que hasta ahora no parece haber cumplido las finalidades que motivaron su creación. Parecieran diversas las razones para que presenciemos esta lamentable situación. Por una parte, numerosos jueces alegan una supuesta rigidez procesal de la referida ley, en tanto que no faltan aquellos que argumentan ausencia de recursos para acometer decididamente su aplicación. Por la otra, desde distintas áreas del Poder Ejecutivo se ha insistido en la poca flexibilidad de esta normativa legal y hasta han llegado a suponer que la misma entraba en alguna forma el funcionamiento de la Administración Pública.
Vamos a hacer un amplio diagnóstico sobre la materia y a procurar, en la medida en que sea posible, una reforma capaz de hacer más expedita y útil esta ley, en torno a la cual se han juntado no pocas esperanzas y expectativas. Lo propio haremos con las normas que se refieren a la función contralora del Congreso, ya de por sí o a través de su órgano auxiliar, la Contraloría General de la República.

Ciudadanos Magistrados:
Sentimos que debemos atender todas estas exigencias del presente con pasión de futuro, más allá de lo contingente o accidental que supone muchas veces el debate político menudo e inmediatista.
El Congreso de la República, como es natural, no puede renunciar a su misión esencial de servir de tribuna de excepción al debate y al diálogo pluralista, indispensable, por lo demás, en una sociedad democrática. Pero no debe olvidar tampoco su función de legislar y controlar. Aspiramos que en este nuevo período de sesiones los parlamentarios podamos equilibrar estas tres obligaciones que nos impone la Constitución.
Y, desde luego, apelando al principio constitucional que consagra la colaboración entre las ramas del Poder Público, queremos mantener con ustedes una permanente y cordial relación de fructífera cooperación que haga posible el cumplimiento de aquellas esperanzas que los sueños del pueblo han puesto sobre los hombros de ustedes y nosotros.
Muchas gracias (Aplausos).         

martes, 21 de mayo de 2013


UNA DESASTROSA POLITICA ECONÓMICA

Gehard Cartay Ramírez

La escasez, el desabastecimiento, la inflación, la especulación y demás rigores que vienen acentuándose últimamente son la consecuencia lógica de la desastrosa política económica aplicada desde hace 14 años.
Fue su absurdo afán por controlarlo todo lo que llevó a Chávez y su combo -aconsejada por Fidel Castro como su fórmula para eternizarse en el poder- a ejecutar una política según la cual el Estado debía apoderarse de todo cuanto fuera posible. Esa fórmula maldita, que Castro copió de los regímenes comunistas y que condujo a estos a su extinción histórica, le ha funcionado al dictador cubano durante más de 50 años. El costo de tan bastarda ambición de poder ha sido criminal, pues los cubanos han sufrido en todo este tiempo, aparte de la dictadura vesánica que los oprime, los efectos genocidas del hambre y la pobreza.
En ese espejo vió Chávez reflejado su sueño de ser el amo eterno del poder. Por eso para él Cuba era “la isla de la felicidad” y su viejo dictador el modelo a seguir. Por eso, aconsejado por este, empezó por controlar los servicios básicos que estaban en manos del sector privado, como CANTV, la Electricidad de Caracas, Sidor, Alcasa y demás industrias pesadas del complejo de Guayana. También expropió y confiscó buena parte del aparato productivo nacional, tanto industrial como agropecuario. Y siendo PDVSA propiedad del Estado venezolano, echó a quienes la dirigían y la puso bajo control de sus comisarios políticos, utilizándola como instrumento financiero de sus alucinantes proyectos nacionales e internacionales.
Poco les importaba, por supuesto, si todas esas empresas estatizadas serían bien gerenciadas y, por tanto, reportarían beneficios a los venezolanos. Poco les importaba si, por el contrario, producirían pérdidas. Lo importante era controlarlas en función de un proyecto de poder vitalicio. Ponerlas a todas al servicio de la ambición de un solo hombre y su cúpula podrida.
Ahora estamos sufriendo las consecuencias. Casi todas esas empresas, comenzando por la estatal petrolera, están hoy quebradas. Bastó que burócratas ineptos y corruptos les pusieran la mano para que dejaran de producir y, por ende, se fueran al foso. Fue así como fábricas de aceite, leche en polvo y demás productos lácteos, torrefactoras de café, harina de maíz, sardinas y otros productos comestibles, fracasaron en manos del gobierno, a pesar de que cuando estaban en manos de sus anteriores dueños era productivas y rentables.
Lo mismo pasó con fincas y predios expropiados, confiscados o invadidos. Grandes emporios de producción de ganado en manos privadas, al pasar al control del régimen, dejaron de producir, se robaron los animales, acabaron con la infraestructura y hoy son monumentos a la desidia y la corrupción, como cualquiera puede constatarlo en varias regiones del país.
Entonces le echaron mano al presupuesto nacional y le inyectaron más recursos, creyendo que así podrían recuperarlas. Aquello fue echarle gasolina al fuego. Esos recursos nunca fueron aplicados a las empresas y buena parte de ellos se fueron por las cañerías de la corrupción.
Todas estas consecuencias eran previsibles. Ya se sabe que ninguna empresa estatal -industrial, agropecuaria o de servicios-, salvo contadas excepciones, alcanza niveles de productividad y eficacia. Se lo impide el hecho fundamental de que son empresas que no le duelen a nadie. Su dueño, el Estado, es una entelequia como tal. En otras palabras, son empresas sin dueño. Por eso burócratas corruptos las roban y desvalijan, no se ocupan de hacerlas productivas y por eso casi siempre terminan quebradas. Eso no ocurre con empresas de propiedad privada, pues a sus dueños si les duelen y se ocupan de hacerlas productivas.
A pesar del fracaso de las empresas estatizadas, utilizaron entonces nuestros petrodólares para suplir la falta de producción de industrias y fincas, y comenzaron la orgía de las importaciones. Aquello fue peor aún. La industria nacional terminó por desaparecer ante la avalancha de productos terminados, importados del sur del continente y de China. También acabaron igualmente con nuestra soberanía alimentaria y comenzaron a enriquecer a los ganaderos y agricultores brasileños, argentinos, uruguayos, o nicaragüenses, mientras los nuestros hoy están en la ruina y desamparados en nombre de una maldita ambición de poder.
Aún así, la ineptitud del régimen chavista descuidó los inventarios de renglones alimentarios básicos, como la carne, harina de maíz, café, crema dental y papel sanitario, entre otros, que hoy escasean en el mercado. Y, como siempre, culpó a los industriales privados que aún quedan de no producir y de acaparar, tratando de tapar su criminal responsabilidad ante la escasez y el desabastecimiento.
Por eso, ahora estamos como estamos: sometidos a un racionamiento injusto, a hacer colas para conseguir productos básicos, a abstenernos de consumir otros, toda una situación pocas veces vista antes. Y la responsabilidad es de actual régimen por haber destruido el aparato productivo nacional en aras de una absurda ambición de poder  de control total.
                                                                                                                     
(LA PRENSA de Barinas - Martes, 21 de mayo de 2013)








lunes, 13 de mayo de 2013

“MUCHO CAMISÓN PA’ PETRA…”
Gehard Cartay Ramírez
El actual régimen resultará en la práctica insostenible por razones de su ilegitimidad de origen y de desempeño.
Ya lo estamos viendo desde sus inicios. Su supuesta victoria, rechazada por la mayoría de los venezolanos, le ha impedido ser reconocido como un gobierno legítimo. Ya sabemos en qué circunstancias ocurrió esa “victoria”, muy parecida al fraude del dictador Pérez Jiménez en diciembre de 1952 (por cierto, aquél y éste de ahora, se juramentaron un 19 de abril).
Su ilegitimidad de origen la ha puesto de manifiesto, más que la oposición, el propio régimen con sus abusos, torpezas y maniobras. Baste recordar cómo el propio Maduro aceptó la misma noche de las elecciones la auditoria solicitada por Capriles. “Que se abran y hablen las cajas”, dijo entonces desafiante. Pocas horas después, las cuatro rectoras del CNE -fichas del PSUV-, en el mismo acto de “proclamación” del ilegítimo, rechazaron la auditoria. De inmediato, este último también la negó, seguramente porque ya le habrían dicho que los números no lo daban ganador de las elecciones del 14 de abril.
Se sabe también que los gobiernos de América del Sur, Europa y Estados Unidos condicionaron el reconocimiento al ilegítimo sólo si se hacía la auditoría exigida por las fuerzas democráticas. Por supuesto que se comprometieron al efecto. Pero aquello fue un vil engaño. Una vez reconocido por algunos países, entonces rechazaron la auditoría prometida. Luego, ante la presión internacional, decidieron hacer una farsa -advirtiendo de antemano que “no alteraría los resultados”-, sin la presencia de los factores democráticos y en una vulgar encerrona entre ellos mismos, lo cual le resta credibilidad y legitimidad a sus conclusiones. Capriles, por supuesto, rechazó aquella mamarrachada.  
Las consecuencias no hicieron esperar. En lo interno, numerosas manifestaciones de protesta pacífica se han producido en el país, mientras varios parlamentos del mundo advirtieron sobre el fraude y la falta de legitimidad del régimen. Fue entonces cuando el ilegítimo y su combo “metieron aún más la pata”, poniendo de bulto también su ilegitimidad de desempeño: acudieron a la represión armada, indiscriminada y violenta contra miles de manifestantes pacíficos -resultando algunos muertos y heridos, otros detenidos y torturados-, usando, además, la fiscalía y los tribunales para criminalizar la protesta, todo ello en abierta violación de la Constitución y de los derechos humanos elementales.
Su desesperación lo llevó al colmo de agredir a varios diputados opositores -entre ellas, algunas mujeres- en la propia Asamblea Nacional. Aquello dio la vuelta al mundo y comprobó ante propios y extraños el carácter fascio-comunista del régimen. Ya antes, el inefable teniente que preside el parlamento -parlar significa hablar, pero el gorila monaguense parece no saberlo- había anunciado que no le permitiría hablar a los diputados opositores, como si tal fuera una prerrogativa suya y no un derecho de estos.
Mientras tanto, al igual que un rinoceronte en una cristalería, el ilegítimo siguió haciendo añicos su credibilidad, insultando a varios cancilleres que cometieron el “delito” de insistir en la auditoria y a otros que ingenuamente hasta se ofrecieron de mediadores. Tanta torpeza y desesperación demostró a los más incrédulos que no les falta razón a quienes lo han acusado de usurpador. Y no tuvo mejor idea que salir a Uruguay, Argentina y Brasil a comprar apoyo con el petróleo venezolano y a seguir enriqueciendo a los industriales y productores agropecuarios sureños con la importación de sus productos, mientras aquí siguen quebrando a los nuestros. ¡Hasta les ofreció los fértiles valles de Aragua, luego de que el régimen los expropiara y ahora los mantiene improductivos!
Por si fuera poco, en el país las cosas marchan de mal en peor. La inflación nos acogota a todos, pero especialmente a los más pobres. El desabastecimiento es una realidad que nadie puede negar, a causa de la quiebra de empresas productoras por parte del régimen en estos nefastos 14 años. Ahora conseguir un kilo de harina pan o un rollo de papel sanitario es una tarea titánica, para no hablar de otros productos escasos, como la carne o la pasta de dientes.
 No hablemos de la inseguridad, con su ración de asesinatos diarios en todas partes, holocausto que ya nos cuesta la vida de 200.000 venezolanos. Los apagones y la falta de agua potable ya son permanentes, así como la crisis de la salud, el desempleo, la falta de vivienda y el empeoramiento de los compatriotas en situación  de pobreza.
En definitiva, el ilegítimo no pega una. Trata de parecer un presidente, pero no lo logra. No puede, definitivamente. Tanta mediocridad, ignorancia y torpeza juntas no son nunca características de un Jefe de Estado, y menos de alguien cuya victoria es desconocida dentro y fuera del país. Todo un papelón, como es lógico cuando se pretende gobernar con un liderazgo prestado.
“Mucho camisón pa’ Petra…”, como decimos en criollo.


LA PRENSA de Barinas - Martes, 14 de mayo de 2013.
 
 
 

martes, 7 de mayo de 2013

NO ACEPTAN QUE SON MINORÍA
Gehard Cartay Ramírez
El régimen, y particularmente el usurpador ilegítimo, no quieren aceptar que ahora son minoría.
De allí que estén perdidos en su propio laberinto, deslizándose aceleradamente por la pendiente del autoritarismo,  la represión y la violencia. Por ese camino, si insisten, lo que les espera es un profundo precipicio y su lógica desaparición.
Lo peor de todo es siguen hablando pendejadas como si los venezolanos fuéramos un atajo de retrasados mentales. El discurso risible del ilegítimo sigue calificando a sus adversarios, que hoy son mayoría, de oligarcas, escuálidos, apátridas, vendidos al imperialismo yanqui, golpistas, entre otras bolserías, indignas de un dirigente político que respete a la gente y se respete a sí mismo.
¿Será que no le han dicho el ridículo inmenso en que incurre con ese discursito rayado y ya sin creyentes? Porque hay que ser un estúpido o un cínico para calificar a la mayoría de los venezolanos con tales términos. La cúpula pretende aún hacerle creer a sus partidarios -no a la mayoría que lo adversa y no se traga sus mentiras- que quienes conforman las fuerzas democráticas son un grupo pequeño de burgueses, mientras ellos aún constituyen la mayoría.
¿Qué es lo que no aceptan? Que hoy son minoría y que, por tanto, su supuesta victoria -“victoria de mierda”, podríamos repetir, citando a su extinto jefe único cuando calificó así la de la oposición en 2008- no es tal y hoy es desconocida por la mayoría de los venezolanos y mirada con recelo en el ámbito internacional.
No quieren aceptar su derrumbe. Se niegan a aceptar que ya no son la primera fuerza electoral que, por lo general, les acreditó el CNE en casi todas las elecciones desde 1998, con excepción de la ya citada del referendo de 2008 y las parlamentarias de 2010, cuando las fuerzas democráticas los superaron en votos populares.
Y es que “tanto nadar para ahogarse en la orilla”, como dice el refrán popular. Durante 14 años han manejado más recursos que todos los gobiernos anteriores, incluyendo la época colonial, dicho sea sin exagerar. Catorce años con altos precios petroleros, cobrando, además, impuestos como nunca antes, incluyendo el IVA a los sectores más pobres. Toda esa montaña de recursos financieros fueron dilapidados y robados, y hoy los venezolanos son más pobres que antes.
Ya son catorce años con todos los recursos del poder manejados a su antojo, incluyendo las ramas legislativa y judicial, y muy especialmente el CNE, totalmente a su disposición. En paralelo, han destruido la Fuerza Armada Nacional como institución al servicio de la Nación convirtiéndola en una guardia pretoriana, cuya cúpula viola su juramento de no involucrarse en la política partidista.
Por si esto fuera poco, a la usanza de Hitler y Stalin, organizaron fuerzas paramilitares terroristas para perseguir a sus adversarios y montaron el más grande aparato de propaganda de prensa, radio y televisión del Estado, totalmente al servicio de sus intereses políticos y partidistas. También crearon un sistema de dádivas para financiar sus cuadros partidistas con recursos del Estado y aparentar una lucha contra la pobreza que no es tal.
Fieles a sus prácticas fascistas y comunistas, excluyeron a millones de venezolanos y los persiguieron por no compartir su proyecto político (recuérdense las vergonzosas Listas Tascón y Maisanta, los 20.000 despedidos de PDVSA, los miles de exiliados y desterrados, los centenares de presos políticos, los asesinados y heridos por sus fuerzas policiales y paramilitares, etc., etcétera).
En estos nefastos 14 años, utilizaron el Estado venezolano como si fuera de su propiedad, usaron sin vergüenza alguna sus recursos para beneficiarse política y electoralmente, fomentaron la corrupción como nunca antes y crearon una plutocracia financiera y económica a su servicio.
Y, sin embargo, no pudieron doblegar a la mayoría de los venezolanos. Dicen que ganaron las elecciones del 14 de abril, pero la realidad y su propia actitud los desmienten. Hoy el PSUV es la segunda fuerza electoral del país, detrás de la MUD. Y a la pírrica ventaja de un punto porcentual que les otorgó el CNE sobre la votación de Capriles, hay que añadir que se trata de un estrecho margen que se derrite como una panela de hielo bajo el sol: así como se redujo al escrutarse luego los votos del exterior, con toda seguridad se esfumaría si se hiciera la auditoria negada a las fuerzas democráticas. ¡Tal es la razón para no permitirla, lo que delata el fraude cometido contra la voluntad de los venezolanos!
De allí deriva la desesperación inmadura y descabellada que se ha apoderado del régimen. Los discursos vergonzosos del usurpador, la campaña fascista contra Capriles, la persecución y despido de miles de empleados públicos, la conversión de la Asamblea Nacional en un cuartel, la salvaje agresión contra los parlamentarios opositores, son suficientes muestras al respecto. Y mientras tanto, ellos solos se están hundiendo…
No les va a resultar fácil salir del laberinto que crearon. Ya están condenados.

LA PRENSA de Barinas - Martes, 07 de mayo de 2013

domingo, 5 de mayo de 2013


 
BARINAS: PRESENTE Y FUTURO

DISCURSO DEL DIPUTADO
GEHARD CARTAY RAMÍREZ
AL CLAUSURAR LAS PRIMERAS JORNADAS SOBRE PROBLEMAS URBANOS Y GESTIÓN MUNICIPAL, CELEBRADAS EN LA UNELLEZ, BAJO LOS AUSPICIOS DE PROBARINAS, EL COLEGIO DE SOCIÓLOGOS Y EL CENTRO DE INGENIEROS DEL ESTADO BARINAS

(Barinas, 20 de mayo de 1984)

Obligante, a la par que exigente, resulta esta generosa invitación que se me ha formulado para pronunciar las palabras de clausura de las Primeras Jornadas sobre Problemas Urbanos y Gestión Municipal.
Yo agradezco muy especialmente tan alta distinción. La iniciativa, sus promotores y el trabajo que ustedes han adelantado durante estos cuatro días de deliberaciones, así como la profundidad y dedicación conque han sido tratados los tomes discutidos, hacen más comprometedora esta oportunidad de reflexionar en alta voz sobre la que ha constituido el motivo central de tan noble esfuerzo: el presente y futuro de Barinas, nuestra ciudad natal.
Como muy bien lo señalara en sus palabras iniciales el Presidente de PROBARINAS, Ingeniero Luis Rodolfo Mazzei Zúñiga, esta reunión se produce precisamente frente a la coyuntura más crítica de la ciudad de Barinas. Crisis que se opera fundamentalmente por razones de acelerado crecimiento, con todas las secuelas de imprevisión, empirismo y desorganización que han sido las notas comunes de nuestras más importantes ciudades venezolanas. Por esto mismo, la contribución y el aporte que este evento pueda generar, más allá de la teoría y de las buenas intenciones, no será tardío ni inoportuno, a pesar de que desde hace ya algún tiempo los problemas que discutimos han venido condicionando el desarrollo de la urbe presente.
Traducir en los hechos todas estas iniciativas mancomunadamente, ensamblando la urgente tarea del sector oficial con el magnífico concurso de entes privados como los patrocinadores de estas jornadas, debe ser el mejor compromiso que asumamos los barineses con el destino de nuestra ciudad.

***
Montada sobre la planicie que resbala por el piedemonte, Barinas corre libremente sobre la llanura, sin accidentes geográficos o naturales que la detengan. Apenas el río, su obstinado y permanente compañero de viaje, le ha impedido saltar sobre las fértiles tierras de Borburata. Pero la ciudad parece a ratos desbocarse cual caballo indómito que quiere vencer a la llanura.
Así ha venido creciendo en apenas tres décadas. Ya no es el pueblo pequeño y coloquial de nuestra infancia. Barinas crece con propios y extraños, perdiendo mucho de su antigua personalidad de siempre y haciendo concesiones a ese concepto a veces difuso y desconocido que llamamos progreso. Muchas de sus antiguas tradiciones han desaparecido y el desarrollo que presenciamos nos desarraiga de alguna manera de su modo de ser tan nuestro.
Y no se trata de ser nostálgicos, o cosa parecida. De ningún modo. Quienes tenemos apetito de futuro no nos solazamos en lo que se ha ido para no volver. Nos alimenta, sí, la trascendencia de nuestra textura de pueblo transparente y noble, asomado al espíritu venezolano por la ventana de la cordialidad y la amistad auténtica. De lo que se trata entonces -ni más ni menos- es de combinar aquellos valores de siempre con los que se atisban en los tiempos presentes y futuros para moldearlos con la arcilla de lo permanente y de lo que trasciende.
Barinas será así la de siempre, sin que por ello cierre sus puertas a la corriente revolucionaria de la Historia.

***

El signo predominante de la sociedad moderna es el urbanismo. Grandes masas humanas de todo el planeta viven hoy en comunidad, unos con otros, bajo un mismo cielo y sobre un mismo suelo, formando aquello que llamamos ciudad.
Particularmente notable resulta este fenómeno en el caso venezolano. La crisis de valores que ha producido el petróleo, al lado de sus cosas buenas, ha generado -entre otras cuestiones- el abandono del campo y la invasión de las ciudades. Al abandonar a aquél, hemos dejado de lado también la vieja devoción por el trabajo creador y el sacrificio noble que conoció el venezolano hasta principios del presente siglo. Después se apoderó de nosotros -y aún perdura- la tentación del facilismo, el enriquecimiento rápido e inmoral, y todas las demás corruptelas que han venido minando el alma de la Nación.
La ciudad, así, hablando en términos generales, ha pasado a ser una suma de factores y de elementos absolutamente complejos. Su comprensión, por tanto, no puede ser obra de la simple observación o del estudio superficial o casuístico. La ciudad supone un riguroso método científico para su análisis, basado en un conjunto multidisciplinario, diverso y rico. Pudiéramos citar, por ejemplo, la economía, la ecología, la sociología y el urbanismo, sin dejar de lado las muy necesarias de la ingeniería, la arquitectura y el derecho. Frente a todas estas disciplinas, la ciudad insurge como un reto fascinante, coma un desafío a la imaginación.
La ciudad, al menos dentro del subdesarrollo en que vivimos, se ha convertido en un problema qua reclama soluciones drásticas y viables. Son muchísimas sus fallas, multiplicándose en el mismo tiempo a una velocidad asombrosa. La marginalidad, la insuficiencia de sus servicios públicos, la destrucción de su medio ambiente, entre otros, son algunos de los males que aquejan a la urbe moderna
Pero la ciudad, en verdad, es una realidad formidable y como tal perfectible y superable. No podemos dejarnos ganar por el pesimismo o el escepticismo, si realmente creemos en la solución de sus más graves problemas. En todo caso, cualquier proyecto humano que apunte hacia un nuevo orden económico y social pasa indefectiblemente por una auténtica comprensión del fenómeno urbano.

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Todas estas cosas las he recordado esta tarde a propósito del motivo central de las Primeras Jornadas sobre Problemas Urbanos y Gestión Municipal que ahora clausuramos. Y aunque parezcan generalidades sobre el problema urbano -de hecho lo son, en realidad- no he dejado de sentir que de alguna manera tienen que ver con Barinas, su presente y su futuro.
Nuestra ciudad, ahora más que nunca, también se ha convertido en un desafío para sus hijos y sus amigos. Su porvenir, por tanto, dependerá a la larga del esfuerzo conjunto que hagamos tanto el sector público como el privado, y de que seamos capaces de lograr tal empeño con el entusiasmo y la acción de todos los que aquí vivimos.
Esa ciudad posible es la qua nos congrega hoy aquí. Su porvenir y desarrollo futuro debe modelarse a partir de su realidad actual. Nadie niega que Barinas se ha convertido en un vigoroso polo de atracción en el occidente venezolano. Y la razón de tan acelerada metamorfosis puede analizarse desde varios puntos de vista. En primer lugar, su privilegiada ubicación geográfica, pero también por sus potencialidades crecientes como productor agrícola y pecuario, a tal punto que se debería convertirse en la capital agropecuaria por excelencia y proyectarse también como un importante polo industrial y de servicios a mediano plazo.
Sin embargo, Barinas se nos ha ido de las manos. Su acelerado desarrollo la encuentra hoy convertida en una modesta pero moderna ciudad, con los problemas que acarrea tal circunstancia y sin que estuviéramos preparados para afrontar esa nueva realidad.
La coyuntura actual nos obliga a replantearnos el porvenir de nuestra ciudad. Debemos prever con suficiente antelación la complejidad que encierra su ya evidente crecimiento desordenado. Debemos vencer la improvisación y derrotar esa afición tan venezolana de no resolver los problemas a medida que surgen.
La ciudad requiere un plan realista para su desarrollo urbanístico. Cualquier decisión en esta materia, si no acierta en su proyección, puede limitar enormemente el crecimiento de la ciudad. Un ambicioso Plan de Desarrollo Urbano que contenga las previsiones capaces de ordenar y regular la expansión urbana de la capital, cuando menos hasta los próximos cincuenta años, aparece ante nosotros como una prioridad urgente e impostergable, sobre todo si se lo concibe con criterios futuristas y funcionales. Solo así evitaremos que nuestros hijos hereden una Barinas caótica e invivible.
Pero esa planificación de la urbe del futuro debe anudarse a las exigencias del hombre barinés, y no al revés. Quienes profesamos el ideal cristiano humanista hacemos de la persona el punto convergente de todo el entorno que la rodea. De tal modo que nos negamos a creer en una ciudad que no sea el espacio vital para la realización personal y colectiva de todos y cada uno de sus habitantes. La ciudad, entonces, sólo existe en función de la trascendencia del fenómeno humano y de su progreso y bienestar.
Basta mirar a las ciudades modernas para darnos cuenta hasta qué punto han convertido al hombre en un ser impotente ante la estructura de cabilla y cemento qua lo limita. Afortunadamente, Barinas no es ahora ni por asomo una de esas urbes inhumanas. Aún estamos a tiempo, gracias a Dios, de construirnos la ciudad que queremos para nosotros y para nuestros hijos.
Pero debemos tomar conciencia de la ciudad que tenemos hoy, de sus problemas y sus fallas. La ciudad ha crecido mucho últimamente. Se extiende hacia todas partes, acercándose a Torunos, Quebrada Seca o Los Guasimitos. Tiende su mano poderosa para asir hacia su cuerpo las dispersas poblaciones que antes la rodeaban. Se trata, en cierto modo, de un proceso obligado, ya considerado normal en el desarrollo urbano venezolano.
Sus problemas también comienzan a sentirse con mayor fuerza. Emerge así, en primer término, la marginalidad social. Diaria y sigilosamente, multitudinarios ejércitos de desempleados engrosan su cinturón de miseria, en busca de una mejor vida para sus familias. Levantan rancherías sin importar la ausencia de los servicios básicos e indispensables. ¿Acaso pueden esperar a tenerlos? Rodean la ciudad, ensanchando así su magro esqueleto urbano hacia la extensa llanura circundante. Parejamente, con la ciudad van creciendo igualmente sus numerosos y graves problemas.
El desarrollo ordenado de la ciudad también exige un programa integral de zonificación que incluya racionalmente los sectores residenciales, comerciales e industriales, debidamente demarcados y separados. Su ejecución rigurosa y disciplinada supondría un crecimiento ajustado al deseo colectivo de una ciudad que pueda ser lugar digno y agradable para vivir y trabajar.
Exigencia impostergable y señalada reiteradamente lo es la necesidad de articular cuanto antes una red vial urbana que permita mayor fluidez al tráfico de la ciudad. Se ha dicho, y lo hemos repetido anteriormente, que deben ampliarse algunas de sus arterias centrales, bien la Avenida Medina Jiménez o la Marqués del Pumar. Del mismo modo, y con similar urgencia, debemos acometer la construcción de una arteria de circunvalación de la capital, aprovechando la ya existente Avenida Industrial, como solución adelantada en materia de vialidad rápida para el acceso a Barinas, sin descontar, por supuesto, la tantas veces exigida y prometida vía alterna a la actual Avenida 23 de Enero. De igual manera, hay que construir una gran avenida de entrada a la ciudad por la parte alta, que la comunique con la carretera nacional hacia el eje andino y la ciudad de San Cristóbal.   
Barinas será cada vez más exigente con nosotros mismos. Debemos pensar en soluciones permanentes, tanto por lo que respecta al área de los servicios públicos y médico-asistenciales, como por lo que se refiere a las instalaciones recreativas y deportivas para nuestra niñez y juventud. Debemos luchar también por programas intensivos de equipamiento de barrios y viviendas populares cómodas e higiénicas. El problema del agua, hasta ahora sin solución por distintas e igualmente injustificadas razones, no puede esperar más, como tampoco deban demorar más tiempo las dificultades de energía eléctrica, teléfonos, drenajes y otros aspectos de vital importancia para la ciudad.
La Barinas que queremos no es una simple ilusión, dibujada por quienes como ustedes se angustian ante su presente y su futuro. La ciudad que queremos es un sueño realizable, como todas las grandes ideas. Tarea exigente, desde luego, pero no imposible. Requerirá constancia y esfuerzo saltar los obstáculos presentes en el camino hacia esa meta. Pero debemos superarlos, a pesar de que puedan escasear los recursos o los planes y proyectos parezcan difíciles de ejecutar a mentes apáticas o desinteresadas.
La ciudad que queremos, ese sueño hermoso que nos congrega hoy aquí, surgirá en la medida en que mentes y manos de imaginación y trabajo seamos capaces de bosquejarla y plasmarla más allá de los buenos deseos o de las quiméricas ilusiones.

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Unas palabras finales sobre el tema de la gestión municipal. Ya es lugar común aseverar que el municipio es la institución más cercana al ciudadano. O como bien lo expresa la Constitución Nacional al definirlo como “la unidad primaria y autónoma dentro de la organización nacional”.
Pero en Venezuela el Municipio no ha pasado de ser una entelequia o cuando menos una ilusión. Sus glorias pasadas, aquellas que signaron nuestro inicio como patria soberana, parecen haber palidecido bajo el influjo de la Historia. Nuestro sistema político enfermizamente centralista, no obstante guarecerse en un marco federalista que no pasa de ser una mentira histórica más, ha sido la causa predominante del languidecimiento de nuestra institución municipal. Además, los regímenes de fuerza qua tuvimos que soportar por largos años, también ayudaron a liquidar la existencia del municipio autónomo y democrático. Por si fuera poco, el proyecto democrático instaurado en l958 sigue en deuda con el compromiso de fortalecer nuestros Concejos Municipales.
Así fue como hubo que esperar 18 años en diseñar una ley orgánica sobre la materia, que desarrollara y ampliara los artículos 25 al 34 de la Carta Fundamental de la República. El nuevo texto legal contiene algunos aspectos positivos y viables para asegurar la participación de los ciudadanos. Podríamos mencionar, muy brevemente, la creación de los Distritos Metropolitanos; las Mancomunidades y algunos mecanismos para la cooperación intermunicipal; la jerarquización de las figuras del Administrador y Contralor Municipal, allí donde corresponda; la instauración de la carrera administrativa municipal; los cabildos abiertos; las Asociaciones de Vecinos, etc.
Sin embargo, la ley vigente no ha logrado superar las expectativas que creó su aprobación. Algunos han llegado a decir, y con razón, que es incompleta e insuficiente. Y el tiempo lo ha demostrado con creces. Por esto mismo, su reforma se ha convertido en un clamor urgente, como una vía -al menos teórica- de fortalecer nuestros Concejos Municipales.
Lo fundamental de esta ansiada reforma lo constituye, a mi juicio, la necesidad de establecer un verdadero sistema de selección democrática de nuestros concejales, permitiendo su elección uninominal, en listas abiertas, que hagan posible una mayor comunicación entre la comunidad que elige y el elegido. Lamentablemente no ha sido posible, durante la presente legislatura nacional, conformar una mayoría capaz de motorizar la verdadera democratización del Municipio.
Por lo demás, son extendidas y variadas las críticas a nuestras instituciones municipales. Ahora, cuando estamos a las puertas de un proceso electoral, aquellas abundan, no siempre signadas por el ánimo constructivo y autocrítico. Pero nadie niega la validez de algunos cuestionamientos. Sin embargo, sería pueril y superficial ubicar la causa de sus fallas solamente en los propios Cabildos. A mi modo de ver, se trata de fallas estructurales. Por vía de ejemplo podemos señalar la insuficiente legislación nacional en materia municipal o la poca o ninguna coordinación en la ejecución de programas y en la prestación de servicios fundamentales con las Gobernaciones de Estado o con el Ejecutivo Nacional.
Salvo notables excepciones, la verdad es que nuestros Concejos Municipales carecen de fuentes de autofinanciamiento. Muchos de ellos, los más pobres y alejados, apenas sustentan su magra burocracia con la figura -a veces oprobiosa y grotesca- del llamado situado constitucional, especie de limosna compasiva que aporta el todopoderoso gobierno central, por lo general insuficiente y tardía. La misma ausencia de conciencia impositiva en las ciudades en crecimiento conspira contra los recursos municipales. Se podrá decir, claro está, qua mientras la prestación de servicios no compense el pago de los impuestos, estos deben mantenerse bajos o sencillamente impagados. Tal argumentación, obviamente, conduce a un círculo vicioso, aunque en el fondo no sea más que una excusa para aquellos a quienes el dios petrolero ha acostumbrado a vivir del maná presupuestario.
Por ello resulta reconfortante comprobar que algunos Concejos Municipales han sido capaces de hacer obras sentidas y valiosas para la comunidad, no obstante lo exiguo de sus recursos.

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La lucha, pues, por fortalecer el Municipio sigue adelante, ahora más que nunca cuando amplios sectores de las comunidades se incorporan para asegurar una participación más plena y efectiva, sobre todo cuando próximamente vamos a celebrar la elección de los concejales. Estoy seguro de que iniciativas como estas ayudarán a lograr la auténtica  democratización del Municipio.
Al clausurar estas Jornadas tan alentadoras y promisoras, sólo me resta hacer un llamado a todos lo que aquí convivimos y trabajamos: Barinas nos convoca, sin excepciones posibles, para luchar por su desarrollo y bienestar. Dejemos de lado las banderías políticas, los sectarismos de grupo, las mezquindades pequeñas, y pongámonos todos, absolutamente todos, a trabajar siguiendo el hermoso ejemplo que PROBARINAS, el Colegio de Sociólogos y el Centro de Ingenieros del Estado Barinas nos han dado al organizar estas jornadas que son un soplo de brisa fresca -como diría Andrés Eloy- “sobre los horizontes de la esperanza, por los caminos de la voluntad”.
Muchas gracias (Aplausos).