martes, 7 de mayo de 2013

NO ACEPTAN QUE SON MINORÍA
Gehard Cartay Ramírez
El régimen, y particularmente el usurpador ilegítimo, no quieren aceptar que ahora son minoría.
De allí que estén perdidos en su propio laberinto, deslizándose aceleradamente por la pendiente del autoritarismo,  la represión y la violencia. Por ese camino, si insisten, lo que les espera es un profundo precipicio y su lógica desaparición.
Lo peor de todo es siguen hablando pendejadas como si los venezolanos fuéramos un atajo de retrasados mentales. El discurso risible del ilegítimo sigue calificando a sus adversarios, que hoy son mayoría, de oligarcas, escuálidos, apátridas, vendidos al imperialismo yanqui, golpistas, entre otras bolserías, indignas de un dirigente político que respete a la gente y se respete a sí mismo.
¿Será que no le han dicho el ridículo inmenso en que incurre con ese discursito rayado y ya sin creyentes? Porque hay que ser un estúpido o un cínico para calificar a la mayoría de los venezolanos con tales términos. La cúpula pretende aún hacerle creer a sus partidarios -no a la mayoría que lo adversa y no se traga sus mentiras- que quienes conforman las fuerzas democráticas son un grupo pequeño de burgueses, mientras ellos aún constituyen la mayoría.
¿Qué es lo que no aceptan? Que hoy son minoría y que, por tanto, su supuesta victoria -“victoria de mierda”, podríamos repetir, citando a su extinto jefe único cuando calificó así la de la oposición en 2008- no es tal y hoy es desconocida por la mayoría de los venezolanos y mirada con recelo en el ámbito internacional.
No quieren aceptar su derrumbe. Se niegan a aceptar que ya no son la primera fuerza electoral que, por lo general, les acreditó el CNE en casi todas las elecciones desde 1998, con excepción de la ya citada del referendo de 2008 y las parlamentarias de 2010, cuando las fuerzas democráticas los superaron en votos populares.
Y es que “tanto nadar para ahogarse en la orilla”, como dice el refrán popular. Durante 14 años han manejado más recursos que todos los gobiernos anteriores, incluyendo la época colonial, dicho sea sin exagerar. Catorce años con altos precios petroleros, cobrando, además, impuestos como nunca antes, incluyendo el IVA a los sectores más pobres. Toda esa montaña de recursos financieros fueron dilapidados y robados, y hoy los venezolanos son más pobres que antes.
Ya son catorce años con todos los recursos del poder manejados a su antojo, incluyendo las ramas legislativa y judicial, y muy especialmente el CNE, totalmente a su disposición. En paralelo, han destruido la Fuerza Armada Nacional como institución al servicio de la Nación convirtiéndola en una guardia pretoriana, cuya cúpula viola su juramento de no involucrarse en la política partidista.
Por si esto fuera poco, a la usanza de Hitler y Stalin, organizaron fuerzas paramilitares terroristas para perseguir a sus adversarios y montaron el más grande aparato de propaganda de prensa, radio y televisión del Estado, totalmente al servicio de sus intereses políticos y partidistas. También crearon un sistema de dádivas para financiar sus cuadros partidistas con recursos del Estado y aparentar una lucha contra la pobreza que no es tal.
Fieles a sus prácticas fascistas y comunistas, excluyeron a millones de venezolanos y los persiguieron por no compartir su proyecto político (recuérdense las vergonzosas Listas Tascón y Maisanta, los 20.000 despedidos de PDVSA, los miles de exiliados y desterrados, los centenares de presos políticos, los asesinados y heridos por sus fuerzas policiales y paramilitares, etc., etcétera).
En estos nefastos 14 años, utilizaron el Estado venezolano como si fuera de su propiedad, usaron sin vergüenza alguna sus recursos para beneficiarse política y electoralmente, fomentaron la corrupción como nunca antes y crearon una plutocracia financiera y económica a su servicio.
Y, sin embargo, no pudieron doblegar a la mayoría de los venezolanos. Dicen que ganaron las elecciones del 14 de abril, pero la realidad y su propia actitud los desmienten. Hoy el PSUV es la segunda fuerza electoral del país, detrás de la MUD. Y a la pírrica ventaja de un punto porcentual que les otorgó el CNE sobre la votación de Capriles, hay que añadir que se trata de un estrecho margen que se derrite como una panela de hielo bajo el sol: así como se redujo al escrutarse luego los votos del exterior, con toda seguridad se esfumaría si se hiciera la auditoria negada a las fuerzas democráticas. ¡Tal es la razón para no permitirla, lo que delata el fraude cometido contra la voluntad de los venezolanos!
De allí deriva la desesperación inmadura y descabellada que se ha apoderado del régimen. Los discursos vergonzosos del usurpador, la campaña fascista contra Capriles, la persecución y despido de miles de empleados públicos, la conversión de la Asamblea Nacional en un cuartel, la salvaje agresión contra los parlamentarios opositores, son suficientes muestras al respecto. Y mientras tanto, ellos solos se están hundiendo…
No les va a resultar fácil salir del laberinto que crearon. Ya están condenados.

LA PRENSA de Barinas - Martes, 07 de mayo de 2013