martes, 7 de febrero de 2017

EL TÚNEL DICTATORIAL



EL TÚNEL DICTATORIAL
Gehard Cartay Ramírez
Resulta evidente, a estas alturas, que el régimen está decidido a consolidar su modelo totalitario y antidemocrático. Todas sus decisiones han venido apuntando hacia ese objetivo.

Por ello, la actual situación es de suma gravedad. Aquí nadie puede ya llamarse a engaño o pretender que nada grave está ocurriendo. El país vive hoy un momento crucial: o permite que se consolide una tiranía que termine de liquidar nuestro sistema de libertades y continúe agravando aún más la crisis económica y social que nos afecta; o lucha denodadamente por recuperar la democracia, la soberanía nacional y la mejoría de la calidad de vida de su población.

El irrespeto sistemático de la Constitución y las leyes, la violación permanente de los derechos humanos, el desconocimiento de la voluntad popular -representada por la Asamblea Nacional elegida en diciembre de 2015-, el golpe de Estado contra el referendo revocatorio exigido por la mayoría, el aplazamiento inconstitucional de las elecciones regionales y la represión y judicialización indiscriminada contra sus adversarios, son elementos suficientes para quienes aún duden que entramos en el túnel dictatorial.

Está muy claro que lo que se persigue -ya de manera indisimulada y obscena- no es otra cosa que el total desmantelamiento del sistema democrático y el desconocimiento definitivo de la soberanía popular reflejada en el voto, así como la liquidación del régimen de partidos, todo ello en beneficio de la autocracia reinante, que se sabe rechazada por la mayoría del pueblo venezolano.

Por este camino el régimen acosa y reprime a quienes disienten de su proyecto totalitario, utilizando para tales efectos a sus organismos judiciales, a ciertos componentes militares y a sus policías represivas, trayendo como consecuencia el aumento considerable de presos políticos, perseguidos y exiliados que hoy demuestran la indiscutible naturaleza autoritaria y dictatorial del actual régimen. 

En paralelo, como nos consta a todos por sufrir sus efectos letales, el régimen sigue hundiendo al país en una gravísima crisis económica y social. Luego de casi 15 años de borrachera financiera, despilfarro y robo generalizado de más 950 mil millones de dólares, Venezuela se encuentra hoy quebrada y arruinada. De allí que, ahora mismo, el régimen ande pidiendo dinero prestado a otros países, dando como garantía los recursos de la faja petrolífera del Orinoco y del arco minero de Guayana, en lo que constituye una condenable entrega de nuestros recursos, algo expresamente prohibido por la Constitución Nacional. Mientras tanto, los sectores populares se hunden en la miseria, la pobreza y la falta de oportunidades

En el caso específico de los barineses, hoy sufrimos como pocas veces en nuestra historia una profunda crisis, pues a los problemas estructurales que nos acogotan -y que son los mismos que martirizan al país entero-, hay sumar las dificultades puntuales de la región.

Nuestros problemas son ciertamente dramáticos: hambre, miseria, pobreza extrema, escasez creciente, corrupción oficial, delincuencia, desempleo, crisis generalizada de los servicios públicos (especialmente en salud, agua, electricidad, etc.), asesinatos a mansalva, asaltos y secuestros a granel, inseguridad jurídica de personas y bienes, déficit alarmante de viviendas para los sectores populares, invasiones rurales y urbanas de propiedades privadas, quiebra del sector agropecuario gracias a la agricultura de puertos adelantada por el régimen, pésima vialidad urbana y rural, abandono oficial de las comunidades de las ciudades y del campo, etc., etcétera.

La pregunta obligada, frente a esta terrible situación, es si -a su vez- ciertos dirigentes opositores están concientes del siniestro plan que ejecuta el régimen. Y la pregunta viene a cuento porque algunos de ellos se comportan como si estuviéramos en una democracia plena y efectiva. No faltan aquellos que están en campaña desde hace tiempo para unas supuestas elecciones sin fecha todavía, gastando recursos millonarios en estos tiempos de serias limitaciones para la mayoría, y privilegiando sus intereses personales por encima de los del resto de los ciudadanos.

Que nadie, insisto, se llame a engaño: la libertad y la democracia están seriamente amenazadas. Por esa poderosísima razón, nadie sensato puede ahora permanecer de brazos cruzados mientras se cumple puntualmente el despropósito de consolidar en Venezuela un régimen dictatorial.

@gehardcartay
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 31 de enero de 2017.