viernes, 15 de julio de 2016

EXIGENCIAS DEL FUTURO (II)

EXIGENCIAS DEL FUTURO (II)
Gehard Cartay Ramírez
La transición política que se aproxima -afirmamos la semana pasada- será un proceso complejo.
Tendrá que abordarse una crisis colosal, dicho sea sin exageración, asumida desde el Estado venezolano, es decir, enfrentada por los Poderes Públicos de la República y todos sus recursos, hoy menguados y en situación de peligrosa debilidad, a consecuencia de su destrucción en los últimos 17 años.
Esa crisis política requerirá de mano firme y de una aguda inteligencia para intentar resolverla en el menor tiempo y ahorrando los mayores sacrificios posibles a todos los niveles. Porque no hay que olvidar que cuando hablo de transición política este concepto comprende todo lo demás. Al fin y al cabo, la política abarca en su conjunto los elementos de la crisis, es decir, lo institucional, lo económico, lo moral y lo social.
La gente debe asumir esta verdad: que la política lo determina todo. Por eso se engañan quienes dicen que “no les interesa la política porque ellos viven de su trabajo”. Aunque es cierto que mucha gente se sostiene por su propio esfuerzo y sus negocios no tienen relación con la política, no lo es menos que esta última influye en todo lo demás, independientemente de nuestra voluntad.
Porque lo cierto es que la política determina el rumbo económico y financiero de la nación, y esto último nos afecta como pueblo. Si la inflación y el costo de la vida suben, eso es producto de equivocadas políticas gubernamentales, al igual que los huecos de las calles, el mal funcionamiento del aseo urbano o la pésima calidad de la educación en los planteles públicos.
    Por lo tanto, esa transición política que se aproxima será una tarea sumamente difícil, pero no imposible. Y deberá ocuparse, cuanto antes, de los más urgentes retos políticos y económicos. Deberá comenzar por reconstruir la institucionalidad democrática, hoy inexistente, y por enfrentar el drama de la falta de alimentos y medicinas, algo insólito en un país con tantos recursos como el nuestro.
Junto a medidas que son urgentes como conseguir financiamiento internacional para comprar alimentos y medicinas para sustituir la escasez y la carestía que hoy sufrimos, habrá también que equilibrar el funcionamiento de los Poderes Públicos, así como reinstitucionalizar la Fuerza Armada Nacional, alejándola de la política partidista y la represión indiscriminada.
Y es que así como habrá que buscar también financiamiento externo para reconstruir el aparato productivo del país, abrir las fábricas cerradas y poner a producir las fincas invadidas y arruinadas hoy en día, igualmente deberán tomarse medidas drásticas para organizar un Poder Judicial sin corrupción y sin compromisos partidistas, luego de esta vergonzosa experiencia actual. Y así como habrá que liberar a los presos políticos, también se tendrán que aumentar los míseros sueldos y salarios que hoy no alcanzan para mantener el sustento mínimo de los venezolanos ante una inflación feroz y hambreadora.
Pero la transición política tendrá que enfrentar también la desgarradora crisis moral que nos afecta. El descomunal saqueo de las riquezas milmillonarias del país ha enriquecido impúdica y rápidamente a una taifa de corruptos al amparo del Estado, mientras los venezolanos nos hemos empobrecido cada vez más. Mientras, la venalidad de muchos burócratas sigue en aumento, pues imitan en pequeña escala el festín corrupto de las alturas del poder.
Habrá entonces que enjuiciar a los culpables de este criminal saqueo y repatriar los miles de millones de dólares que nos han robado a todos, pues son recursos de la Nación. Deberá dárseles una lección ejemplar a todos ellos, no sólo porque se lo merecen, sino también como advertencia futura a quienes pretendan hacer lo mismo. La corrupción, como se sabe, es una perversión humana y, cuando se arraiga y no se combate, vence ideologías, partidos políticos y hasta principios religiosos.   
Pero la crisis moral va más allá. La riqueza fácil, no creada por el trabajo, es el norte de unos cuantos. En muchos sectores se ha perdido la noción de los deberes y obligaciones que tenemos como venezolanos. Hay gente que se aprovecha de la debacle actual para hacerse ricos, a costa del sacrificio de los demás, como lo evidencian, por ejemplo, quienes se dedican a bachaquear. Hay otros que, gracias a la impunidad demagógica que les ofrecen desde el poder,  transgreden leyes y normas, al tomarse por la fuerza lo que no les pertenece, influidos también por el discurso oficialista que desde hace años -en lugar de llamar al trabajo creador y al esfuerzo personal- ha venido exaltando el resentimiento y la confrontación entre los venezolanos (Continuará).

@gehardcartay
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 12 de julio de 2016.