LA OPOSICION: OBSTÁCULOS Y OPCIONES
Gehard Cartay Ramírez
La lamentable división de la oposición democrática
ante los supuestos comicios de mayo próximo y la fuerte tendencia a no
participar por parte de sectores mayoritarios contrarios al régimen, son
francamente preocupantes.
Lo primero que debe destacarse es la falta de
unidad opositora. Este es un tema que afecta el desarrollo de una táctica
exitosa para salir del régimen, objetivo estratégico fundamental e inmediato.
Por desgracia, distintos motivos –algunos de ellos ciertamente despreciables y
ominosos– la han venido fomentando, y sobre ellos, en su momento, habrá que
producir una seria discusión.
En este sentido, pudiera decirse que, además de la
falta de unidad, existe también una escandalosa falta de claridad entre
alguna dirigencia opositora, donde existen sectores que no han terminado
de entender la verdadera naturaleza totalitaria del régimen, al punto tal que
se comportan –antes y ahora– como si viviéramos en una democracia funcional, lo
cual no es cierto, desde luego.
Al parecer, todavía hay quienes no han entendido
algo que sí ha comprendido la mayoría, aunque, por desgracia, para mal, al
condenarse a la omisión frente al régimen. Me explico: el chavomadurismo ha
convencido a mucha gente de que votar es irrelevante, o sea, “votas, pero no
eliges”. Elegimos la Asamblea Nacional, pero inmediatamente el régimen y su
tribunal supremo la inhabilitaron. Elegimos varios gobernadores, pero el
régimen y su CNE los trampearon. Y aún así, hay quienes quieren participar en
las próximas elecciones, sin garantía alguna y, lo que es más grave, sin
atreverse a exigirlas, lo que además podría atraerles algunos abstencionistas.
Ha sido justamente esa falta de claridad opositora
la que ha permitido la aceptación continuada del aparataje electoral del
régimen, diseñado para cumplir sus siniestros propósitos. Y si bien es cierto
que las oportunidades electorales nunca deben desaprovecharse para contactar la
gente, la verdad es que, luego de 20 años en ese macán, lo sensato sería
discutir si vale la pena insistir en esa vía sin exigir a cambio condiciones
que garanticen que la voluntad de los venezolanos sea respetada, y no seguir
como hasta ahora con una participación que vota pero no elige.
(Por cierto que no se entiende cómo una candidatura
que pretende presentarse como alternativa frente al régimen no haya seguido
insistiendo al respecto. Lo plantearon al principio, y hasta condicionaron su
participación, pero luego olvidaron esa promesa. Hoy su mensaje de campaña
parece más propio de los lejanos tiempos en que se respetaba la voluntad
popular, y no el que debe plantearse en la situación excepcional que
enfrentamos, y que no puede definirse de otra manera sino como lo que es: unas
elecciones que no son competitivas, como gustan decir algunos politólogos y
analistas.
Pero esa falta de claridad a veces resulta
insólita. Por ejemplo, leí un tweet del 21 de abril, atribuido al
candidato Falcón, donde afirma que el problema de Venezuela “es la economía y
no la política”. Sorprendente diagnóstico porque ha sido el modelo politico
castrochavista el que producido la tragedia que sufrimos desde hace tiempo. No
creo que cueste mucho entender que la política condiciona todo lo demás, y muy
especialmente la economía. Así, una democracia sólo se sostiene sobre una
sólida economía social de mercado, y nunca en una economía comunista,
estatizada y enemiga de la libre iniciativa.)
Otro motivo de preocupación en la difícil situación
de la oposición lo constituye la falta de un liderazgo que nos una a todos.
Hablo de liderazgo colectivo y, desde luego, de uno con rostro propio. Por
ahora, carecemos de partidos fuertes y de líderes con arraigo popular que
encausen el mayoritario descontento popular frente a la corrupcion, incapacidad
e insensibilidad de actual régimen.
La situación, en este sentido, es tan dramática que
la revela en toda su magnitud, como anotamos al inicio de estas cavilaciones,
la existencia de dos sectores opositores, uno que no participará en los
próximos comicios, y otro minoritario que sí lo hará, pero con una candidatura
que, por cierto, presenta debilidades preocupantes, siendo la más grave su
falta de credibilidad y de pegada opositora frente a un régimen que ha
arruinado a los venezolanos.
Lo deseable sería que se continuara la lucha por
las justas condiciones electorales que señalan la Constitucion, las leyes y la
equidad. Que se lograra la convocatoria de las elecciones presidenciales para
finales de 2018, conforme la Carta Magna. Y que, desde luego, la oposición
unida y todos aquellos que rechazan el modelo chavomadurista puedan escoger una
candidatura de consenso para enfrentar en condiciones justas y legales al
empeño continuista del régimen.
Ojalá la dirigencia opositora en su totalidad pueda
ver el bosque y no sólo los árboles, como reza un viejo adagio popular. No será
fácil, pero hay que intentarlo.
@gehardcartay
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 24 de abril de 2018.
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