¿ELECCIONES A LA
NICARAGÜENSE?
Gehard Cartay
Ramírez
El
régimen chavomadurista quiere continuar en el poder aplicando el método de Daniel
Ortega en Nicaragua para “ganar” las próximas elecciones.
Ese
método es muy sencillo: el régimen inhabilita los candidatos que considere
peligrosos y escoge aquellos que supuestamente le harían más fácil la tarea, apoyándose
–desde luego– en las muy manoseadas políticas de fraude electoral que aplica
desde 1999, a través del manejo de un CNE al servicio de sus bastardos intereses,
de un registro electoral a su conveniencia y de un proceso automatizado sobre
el cual también ejerce un exclusivo y tramposo control.
Pero,
además, aquí en Venezuela se adelanta también un proceso inconstitucional y
antidemocrático dirigido a “ilegalizar” los partidos políticos que el régimen ordene,
a través de decisiones contrarias al Estado de Derecho. Y es que, en lugar
de facilitar la presencia de organizaciones partidistas, consustanciales al
sistema democrático y además formidables mecanismos de participación popular,
el CNE chavomadurista los inhabilita, les pone trabas a su funcionamiento y si
no fuera porque aún quieren disfrazarse de “demócratas” ante el mundo, hace
rato los hubieran eliminado para consagrar un sistema de partido único al
estilo castrocomunista.
Ya se
sabe que, en paralelo, los tribunales de “justicia” chavomadurista también
intervienen en el funcionamiento interno de los partidos políticos, a fin de
beneficiar a algunos de sus dirigentes y perjudicar a otros, siempre dentro del
objetivo final de debilitarlos en beneficio del régimen. (Lamentablemente, no
han faltado sectores de esos partidos que han incurrido en el error de
judicializar pleitos domésticos que bien podían resolverse aplicando los
estatutos partidistas y respetando la democracia interna.)
Por
desgracia, Venezuela debe ser uno de los poquísimos países del mundo donde el
organismo electoral, en lugar de promover la participación de los votantes y de
los partidos políticos –tal y como lo obliga la Constitución–, se dedica a
desestimular y bloquear a los primeros y a inhabilitar a los segundos.
Como ya se anotó antes, se dice que el CNE mantiene
un registro electoral amañado, con nóminas de electores fantasmas que algunos
estiman en varios millones, y que serían una especie de “colchón” de ventaja del
PSUV en cada proceso electoral. Pero no sólo eso. Dispone también de un sistema
computarizado para votar, mecanismo hoy en desuso en casi todas partes por
prestarse a trampas y chanchullos. (¡El propio Bill Gates, inventor del Microsoft, ha advertido que todo sistema
computarizado puede ser programado para producir resultados previamente determinados!)
Por
supuesto que todas estas maniobras pueden ser derrotadas –y lo han sido en
otros países– sólo si una masiva avalancha de votos opositores impide la trampa
y el fraude, independientemente del candidato que se escoja, aunque desde luego
este debería estar entre los mejores. Está comprobado que no hay fraude electoral
que valga si la votación contra un régimen tramposo es masiva, desbordada y
contundente.
Porque,
amigo lector, esa decisión tiene que llevar aparejada necesariamente la defensa
del triunfo obtenido, ya en las calles o donde sea. Allí está la clave del
porqué una masiva afluencia de electores puede vencer el fraude del régimen.
Esa misma presencia multitudinaria de votantes en las mesas puede derrotarlo
también en las calles, a través de una vigorosa protesta popular que desconozca
las tentativas de fraude y haga respetar la voluntad popular.
No sería, por cierto, la primera vez. En 1992
y 1993 –y perdóneseme la referencia personal– en Barinas lo logramos cuando
derrotamos un fraude que intentó despojarme de la gobernación limpiamente
ganada en aquellas elecciones. Lo mismo sucedió en Sucre, con la también
candidatura triunfante de Ramón Martínez. En ambos casos, la presencia de la
mayoría del pueblo en las votaciones y luego en las calles derrotó el fraude
electoral que se pretendía cometer. En otros países hay también claros ejemplos
al respecto.
Quienes siempre hemos sostenido que la lucha
debe ser a través de las vías electorales, así como de una vigorosa protesta
callejera y del acompañamiento permanente a los venezolanos en su lucha por
liberarse de esta maldición que ha resultado el chavomadurismo, estamos
obligados también a luchar para eliminar las prácticas fraudulentas del régimen
y su CNE.
Pero
también estamos obligados a entusiasmar a todos los electores a votar, a fin de
reducir al mínimo el abstencionismo, que siempre ha sido un aliado de los
propósitos continuistas del chavomadurismo.
Sólo
en estos términos podremos vencer a quienes han destruido al país y robado el
futuro a nuestros jóvenes.
@gehardcartay
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 06 de febrero de 2018.
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