FUGA
DE TALENTO Y JUVENTUD
Gehard
Cartay Ramírez
Nunca se podrá medir
exactamente la inmensa magnitud de la tragedia que ha significado para
Venezuela el chavomadurismo en el poder.
Cuando este nefasto
tiempo haya pasado, los historiadores se asombrarán –aún más que nosotros hoy– del
descomunal daño que la cúpula podrida ahora en el poder le hizo a los
venezolanos de ahora y a los que vendrían después.
Por de pronto, y
luego de 20 años mandando, nadie duda que han destruido a Venezuela. La han destruido en todos los aspectos. Han destruido la economía de uno
de los países más ricos del mundo. Han destruido a PDVSA, que hace apenas
veinte años era la quinta empresa más poderosa del planeta. Han destruido la
agricultura y la cría. Y han convertido a Venezuela en un Estado fallido.
Como resultante de esta criminal destrucción, ahora los
venezolanos somos más pobres cada día. Ahora somos más pobres porque nuestra
moneda no vale nada, aquí y afuera. Ahora somos más pobres porque nuestros
salarios cada vez alcanzan menos para comprar la comida y los bienes
indispensables, cada día más caros y escasos. Ahora somos más pobres porque
nuestras oportunidades de superación son cada día más limitadas. Por contraste,
la mafia del actual régimen se hace cada día más rica y de manera obscena.
Han destruido al Estado y las instituciones. Han convertido a Venezuela
en un Estado forajido, vinculado a los más siniestros intereses y a la peor
corrupción de todos los tiempos. Hoy en nuestro país el poder sólo es usado
para enriquecer aún más a la oligarquía que lo detenta. Eso nunca había
ocurrido en las groseras dimensiones actuales.
Pero la mayor
destrucción del chavomadurismo en el poder ha sido la de nuestro futuro como
nación, todo lo cual perjudica especialmente a su juventud, es decir, a los
venezolanos del mañana. Desgraciadamente, bajo el presente régimen, y como
consecuencia de sus nefastas políticas económicas y sociales, nuestro país poco
o nada puede ofrecerles hoy a sus ciudadanos y, en particular, a los jóvenes.
De ser un país que
en el pasado recibió miles de inmigrantes de todas partes, Venezuela ha pasado
a ser hoy un país donde millones de sus hijos ahora emigran hacia otras
latitudes, huyendo de la tragedia chavomadurista que nos ha arruinado como
nación y empobrecido como pueblo.
Son compatriotas que
se escapan del hambre, la violencia y la escasez que sufre Venezuela. Muchos
prefieren adentrarse en un mundo de riesgos y abandonar su tierra, y no seguir
siendo castigados por la dramática crisis que soportamos aquí. Lo grave es que
se trata de un fenómeno que tiende a masificarse, tal como ocurre con las
migraciones de centroamericanos y mejicanos hacia Estados Unidos, o las
producidas en otras latitudes por guerras y fenómenos telúricos.
Se calcula que son más de tres millones los venezolanos que se han
marchado, la mayoría de ellos jóvenes profesionales, capaces y en plenitud de
condiciones físicas e intelectuales. Hoy, en lugar de haber sido incorporados a
trabajar por su país, son, por el contrario, prácticamente echados, al
negárseles oportunidades y mejores condiciones de vida para ellos y sus
familias.
Esto nunca había
ocurrido antes, insisto. Se trata de un hecho inédito hasta ahora. Y como
consecuencia de la quiebra y la ruina de Venezuela a manos del actual régimen,
el país enfrenta lo que algunos especialistas denominan “la descapitalización
del conocimiento”, todo lo cual pone en grave peligro el futuro del país.
Tan grave fenómeno
también lo han llamado “fuga de
cerebros”. Gente joven y capaz, formada en nuestras mejores universidades, que
se marchan afuera buscando oportunidades que ahora se les niegan en su propio
país. Son -insisto- profesionales en distintas ramas, científicos e
intelectuales, profesores universitarios, en fin, talentos que necesitamos
aquí, pero a quienes el régimen actual les niega su valía, como ocurre con los
docentes de educación superior, por citar un caso, quienes hoy devengan sueldos
miserables.
Por desgracia, el actual régimen ha liquidado
intelectual y educativamente en estas dos décadas a tres generaciones. Al haber
estrangulado como nunca antes la educación universitaria y, en su lugar,
privilegiado sus universidades oficialistas piratas, le han hecho un daño
brutal al país. Así, junto al desastre económico, el chavomadurismo ha
incrementado también la pobreza intelectual, con impredecibles consecuencias para el futuro de la
nación venezolana.
Lo grave, insisto, es que esto nunca había ocurrido en nuestro país. La
diáspora venezolana, que ha desintegrado la familia venezolana y alejado tantos
talentos que necesita el país, es otra desgracia más del chavomadurismo en el
poder.
@gehardcartay
El Blog de
Gehard Cartay Ramírez
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 13 de marzo de 2018.
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