lunes, 19 de marzo de 2018

FUGA DE TALENTO Y JUVENTUD


FUGA DE TALENTO Y JUVENTUD
Gehard Cartay Ramírez
Nunca se podrá medir exactamente la inmensa magnitud de la tragedia que ha significado para Venezuela el chavomadurismo en el poder.
Cuando este nefasto tiempo haya pasado, los historiadores se asombrarán –aún más que nosotros hoy– del descomunal daño que la cúpula podrida ahora en el poder le hizo a los venezolanos de ahora y a los que vendrían después.
Por de pronto, y luego de 20 años mandando, nadie duda que han destruido a Venezuela. La han destruido en todos los aspectos. Han destruido la economía de uno de los países más ricos del mundo. Han destruido a PDVSA, que hace apenas veinte años era la quinta empresa más poderosa del planeta. Han destruido la agricultura y la cría. Y han convertido a Venezuela en un Estado fallido.
Como resultante de esta criminal destrucción, ahora los venezolanos somos más pobres cada día. Ahora somos más pobres porque nuestra moneda no vale nada, aquí y afuera. Ahora somos más pobres porque nuestros salarios cada vez alcanzan menos para comprar la comida y los bienes indispensables, cada día más caros y escasos. Ahora somos más pobres porque nuestras oportunidades de superación son cada día más limitadas. Por contraste, la mafia del actual régimen se hace cada día más rica y de manera obscena.
Han destruido al Estado y las instituciones. Han convertido a Venezuela en un Estado forajido, vinculado a los más siniestros intereses y a la peor corrupción de todos los tiempos. Hoy en nuestro país el poder sólo es usado para enriquecer aún más a la oligarquía que lo detenta. Eso nunca había ocurrido en las groseras dimensiones actuales.
Pero la mayor destrucción del chavomadurismo en el poder ha sido la de nuestro futuro como nación, todo lo cual perjudica especialmente a su juventud, es decir, a los venezolanos del mañana. Desgraciadamente, bajo el presente régimen, y como consecuencia de sus nefastas políticas económicas y sociales, nuestro país poco o nada puede ofrecerles hoy a sus ciudadanos y, en particular, a los jóvenes.
De ser un país que en el pasado recibió miles de inmigrantes de todas partes, Venezuela ha pasado a ser hoy un país donde millones de sus hijos ahora emigran hacia otras latitudes, huyendo de la tragedia chavomadurista que nos ha arruinado como nación y empobrecido como pueblo.
Son compatriotas que se escapan del hambre, la violencia y la escasez que sufre Venezuela. Muchos prefieren adentrarse en un mundo de riesgos y abandonar su tierra, y no seguir siendo castigados por la dramática crisis que soportamos aquí. Lo grave es que se trata de un fenómeno que tiende a masificarse, tal como ocurre con las migraciones de centroamericanos y mejicanos hacia Estados Unidos, o las producidas en otras latitudes por guerras y fenómenos telúricos.
Se calcula que son más de tres millones los venezolanos que se han marchado, la mayoría de ellos jóvenes profesionales, capaces y en plenitud de condiciones físicas e intelectuales. Hoy, en lugar de haber sido incorporados a trabajar por su país, son, por el contrario, prácticamente echados, al negárseles oportunidades y mejores condiciones de vida para ellos y sus familias.
Esto nunca había ocurrido antes, insisto. Se trata de un hecho inédito hasta ahora. Y como consecuencia de la quiebra y la ruina de Venezuela a manos del actual régimen, el país enfrenta lo que algunos especialistas denominan “la descapitalización del conocimiento”, todo lo cual pone en grave peligro el futuro del país.
Tan grave fenómeno también lo han llamado “fuga de cerebros”. Gente joven y capaz, formada en nuestras mejores universidades, que se marchan afuera buscando oportunidades que ahora se les niegan en su propio país. Son -insisto- profesionales en distintas ramas, científicos e intelectuales, profesores universitarios, en fin, talentos que necesitamos aquí, pero a quienes el régimen actual les niega su valía, como ocurre con los docentes de educación superior, por citar un caso, quienes hoy devengan sueldos miserables.
Por desgracia, el actual régimen ha liquidado intelectual y educativamente en estas dos décadas a tres generaciones. Al haber estrangulado como nunca antes la educación universitaria y, en su lugar, privilegiado sus universidades oficialistas piratas, le han hecho un daño brutal al país. Así, junto al desastre económico, el chavomadurismo ha incrementado también la pobreza intelectual, con impredecibles consecuencias para el futuro de la nación venezolana.
Lo grave, insisto, es que esto nunca había ocurrido en nuestro país. La diáspora venezolana, que ha desintegrado la familia venezolana y alejado tantos talentos que necesita el país, es otra desgracia más del chavomadurismo en el poder.
@gehardcartay
El Blog de Gehard Cartay Ramírez
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 13 de marzo de 2018.
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