sábado, 15 de octubre de 2016

LA CONSTITUCIÓN COMO PAPEL SANITARIO



LA CONSTITUCIÓN COMO PAPEL SANITARIO
Gehard Cartay Ramírez
El régimen, luego de ensalzarla y presentarla “como la mejor del mundo”, ha terminado usando la Constitución como su particular papel sanitario.
Ya pasaron los tiempos de la machacona consigna del extinto jefe supremo, según la cual “dentro de la Constitución, todo; fuera de la Constitución, nada”. Eran aquellos días, ya idos, en que el chavismo contaba con amplio apoyo popular y, por tanto, necesitaba realizar a cada rato elecciones para ratificar ese respaldo, presentándose, además, como defensores impecables de la Carta Magna de 1999 que ellos mismos aprobaron en aquel año.
Ahora las cosas han cambiado de manera radical. Ahora son una minoría y le tienen terror a las elecciones. Ahora huyen escaldados de cualquier consulta popular. Ahora hasta amenazan con que no habrá más elecciones. Ahora desconocen aquella Constitución y violan todos los días cada uno de sus artículos. Ahora sólo la usan como papel sanitario, insisto.
Todo ha sido una farsa, al igual que el chavismo como movimiento político. A sus promotores -antes y ahora- sólo les interesa el poder por el poder mismo. Usan el poder como un fin en sí mismo, y no como un instrumento al servicio de los demás. Lo han usado también, desde el primer día, como instrumento oprobioso de dominación y exclusión de quienes se le oponen. Y lo han usado, fundamentalmente, como un instrumento para que su cúpula podrida se haya enriquecido como nunca antes lo hizo una oligarquía plutocrática en el poder.
Ahora se creen por encima de la Constitución. Ahora se creen con derecho a desconocerla y violarla como les viene en gana. Son, además -y están jugando con fuego, por cierto-, una minoría corrupta e incapaz alzada contra la voluntad popular. Y por ser unos enfermos con el poder llegan a estos extremos -tarde o temprano lo lamentarán con creces- de pisotear la Constitución Nacional y desconocer la mayoritaria voluntad de los venezolanos.
En su aberrada práctica del ejercicio del poder ya se han convertido en una dictadura. La violación sistemática de la Constitución Nacional demuestra, una vez más, el continuo desconocimiento de los derechos humanos en Venezuela. Aparte de los opositores asesinados, ahora suman cientos de heridos y torturados, más de un centenar de presos políticos, miles de exiliados y de padres y madres que sufren la represión y la violencia oficiales contra quienes solo han ejercido el derecho constitucional de adversar al presente régimen.
Como lo señaláramos la semana pasada, el régimen  también viola la Constitución al bloquear el referendo revocatorio contra quien ocupa el cargo de presidente e impedir las elecciones de gobernadores de diciembre próximo, aparte de las amenazas abiertas según las cuales no habrá nuevos comicios democráticos.
El perverso empeño en desconocer la Asamblea Nacional electa por el pueblo en diciembre pasado desnuda también su naturaleza dictatorial. Usan para tales fines una supuesta “sala constitucional” de tribunal supremo, cáfila de incondicionales que con el mayor cinismo sólo ha tomado decisiones inconstitucionales, en su perruna misión de justificar el ejercicio totalitario de la cúpula podrida que manda. (Se comenta, por cierto, que hoy martes anularán el proceso constituyente en marcha “por fraudulento”, disparate con el cual continuarían echándole más gasolina a la candela…)
No contentos con tales absurdos, Maduro y su combo ahora pretenden aprobar el presupuesto nacional con prescindencia de la clarísima atribución constitucional que tiene la Asamblea Nacional al respecto. Atribución, por cierto, que poseen todos los parlamentos democráticos del mundo, con lo que el régimen venezolano se anotará otros puntos más para ser declarado como una dictadura por gobiernos y organismos internacionales.
Están ya lejanos los días de 1992 cuando de manera hipócrita Chávez y sus felones justificaban su golpe de Estado contra el gobierno constitucional del presidente Carlos Andrés Pérez alegando -¡vaya ironía!- “que había devenido en una dictadura, que como tal se arroga todos los poderes del Estado” y “viola de manera diaria y sistemática la Constitución y las Leyes que juraron cumplir y hacer cumplir”, por lo cual era necesario “asegurar la estabilidad de las instituciones democráticas y el respeto a la Constitución y las Leyes, cuyo acatamiento estará siempre por encima de cualquier otra obligación”. (Comunicado publicado en la prensa nacional el 24 de junio de 1992.)
Uno lee y relee estas afirmaciones y comprueba, una vez más, con cuánto cinismo actuaba esta gente. Porque justificar un golpe de Estado apelando al argumento de que se viola la Constitución es el más espectacular ejemplo de desvergüenza. Y peor resulta aún cuando esos mismos golpistas que ahora mandan terminaron convirtiéndose en los principales violadores de una Constitución que ellos mismos aprobaron en 1999.

@gehardcartay

LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 11 de octubre de 2016.