CUANDO
EL PODER ENVILECE
Gehard Cartay Ramírez
“El
poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente” es una
verdad dicha por el historiador y político inglés Lord Acton (1843-1902) que
cada día se confirma.
Pero
que el poder, por lo general, también envilece constituye otra verdad de
siempre. Porque el poder desnuda a quienes lo ejercen. “¿Queréis conocer a un
hombre? Investidle de gran poder”, frase atribuida al sabio griego Pitaco de
Mitilene (640-568 A.C.), es otra máxima al respecto. Y como las ya citadas, hay
muchas otras.
Por eso
el poder sigue siendo una prueba a la inteligencia, la honestidad y la
autenticidad de quien lo ejerce. Y son pocos, en verdad, los que salen bien
parados de esa prueba, superando así los
retos malvados que supone.
No
puede extrañarnos entonces que los dictadores -sin excepciones- sean siempre
corrompidos y viles, pues su poder es absoluto. La historia, a este respecto,
abunda en ejemplos y sobre todo en lecciones en torno a los juicios terribles que
recaen sobre los dictadores. Juicios de la historia, casi siempre, y muchas
veces juicios de sus semejantes.
Los más crueles tiranos han muerto de la
peor manera. Hitler se suicidó para no responder por el holocausto que provocó.
Mussolini fue fusilado y luego colgado por los pies y escupido por la gente en
una plaza de Milán. El dominicano Chapita
Trujillo ejercía una férrea dictadura cuando lo encontraron podrido en la
maleta de su carro. Hubo un dictador boliviano a quien colgaron de un poste de
luz del palacio presidencial. Más recientemente, Saddam Hussein fue ahorcado
por un tribunal y a Gadafi una turba lo empaló y dio muerte, tras conseguirlo
escondido en una alcantarilla.
Pero no
son estos casos a los que me quiero referir. Cuando hablo del envilecimiento
que produce el poder lo hago luego de las recientes declaraciones que diera en
un programa de VTV el embajador Roy Chaderton Matos, y que han causado una
oleada de indignación dentro y fuera del país.
Durante sus años de militancia copeyana -cuando
lo conocimos-, Chaderton siempre se distinguió por sus modosos modales, los
mismos que tal vez lo llevaron a optar por la carrera diplomática durante
varios gobiernos de la mal llamada Cuarta República y que otros preferimos
denominar la República Civil. Advenido el chavismo al poder en 1999, abandonó
la Democracia Cristiana y se convirtió en uno de los adalidades del nuevo
régimen, luego de haber encontrado en el él su “Camino de Damasco” particular.
A partir de ese momento, oficia como uno de los más altos jefes de la actual
política exterior venezolana.
Apartando sus posiciones desde entonces
-suficientemente conocidas, por lo demás-, lo que no puede pasarse por alto, desde
ningún punto de vista, son esas infelices declaraciones televisadas de la
semana pasada, viles, es decir, despreciables por lo bajas y abominables.
Dijo en
tal ocasión el citado embajador: “Los francotiradores apuntan a la cabeza, pero
llega un momento en que una cabeza escuálida no se diferencia de la cabeza de
un chavista, salvo en el contenido. El sonido que produce una cabeza escuálida
es mucho menor, es como chasquido porque la bóveda craneana es hueca y pasa
rápido. Pero eso se sabe después de que pasa el proyectil” (El Nacional, 14-03-2015).
Quiso
luego aclarar lo dicho y lo atribuyó a un chiste. Observe usted, amigo lector,
si tal vileza lo es en verdad. Olvidó el embajador las lecciones que -años
atrás- debió oírle al maestro Arístides Calvani sobre la dignidad de la persona
humana o, tal vez, sus lecturas sobre el humanismo integral que profesaba el
filósofo cristiano Jacques Maritain.
Sus
grotescas e infames declaraciones sobre “cabezas escuálidas y chavistas” y su
cretina diferenciación cuando las atraviesa un disparo, revelan lo bajo en que
ha caído el embajador luego de su traición a los postulados demócratas cristianos
y su conversión al chavismo.
Por lo
demás, no creo que haga falta poner de bulto la gravedad de sus dichos, sobre
todo cuando estuvieron dirigidos a una audiencia fanatizada y violenta que es,
por lo general, la que sintoniza el canal televisivo oficial, utilizado desde
hace tres lustros para divulgar consignas y líneas a los colectivos armados del
régimen.
Se demuestra así, una vez más, que el poder
absoluto corrompe y envilece absolutamente.
@gehardcartay
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 17 de marzo de 2015.