AHORA MÁS QUE NUNCA
Gehard Cartay Ramírez
No deja de ser absurdo que existan quienes se muestren sorprendidos
porque el régimen haya “elegido” su constituyente espuria y que la misma sea
fruto de un fraude gigantesco.
Ambas cosas estaban cantadas de antemano y, por tanto, nadie en su
sano juicio debería sorprenderse. Aquí, en este mismo espacio, advertí en las
últimas semanas lo que pasaría el 30 de julio (Quien quiera revisar esos artículos puede consultar El Blog de Gehard Cartay Ramírez por
internet). Y no porque uno sea pitoniso,
sino porque sencillamente los datos de la realidad nos advertían lo que sucedió
finalmente. De modo que lo de la sorpresa sólo puede afectar a quienes no
tienen conexión con la realidad.
Tampoco tienen razón esos mismos que diciéndose sorprendidos por algo
que estaba en el ambiente, nos vienen ahora con el argumento de que no hay nada
que hacer, luego de los hechos del 30 de julio. Resulta también absurdo un
escepticismo de esa naturaleza, como si no conociéramos ya al adversario que
enfrentamos: inescrupuloso, tramposo, corrupto, violento y envilecido.
Por lo demás, aquí nadie sensato dentro de la dirigencia democrática opositora ofreció impedir esa
“constituyente” madurista. No se podía ofrecer porque eso no dependía de la
oposición democrática, sino del régimen y su incondicional CNE. Que tal vez la
también absurda consigna “La
Constituyente no va”, ideada por algún novato e irresponsable publicista,
confundiera a algunos, podría ser posible. Pero resulta difícil que exista
quien haya creído que tal cosa estaba en manos de la oposición democrática.
De modo que desde el principio
se sabía que esa “constituyente” no era tal, pues su concepción y elección
violan la Constitución Nacional. Se sabía, también, que sería “elegida”
mediante un fraude y, por supuesto, que sólo dependía de la voluntad
totalitaria del régimen y en ningún caso de las fuerzas democráticas
opositoras. Por lo tanto, insisto, nadie puede ahora sentirse sorprendido, a
menos que “viva en la luna”, como se dice coloquialmente.
Lo otro que todos deberíamos
saber desde el principio es que esta lucha no es fácil frente a un régimen que
tiene todo el poder, incluyendo la cúpula militar, que lo apoya para
salvaguardar sus privilegios e intereses personales, en violación expresa del
artículo 328 de la Constitución. Esa conducta suya explica suficientemente
porqué no defienden los intereses del pueblo, de la democracia y de la
República, hoy desconocidos por la cúpula podrida del régimen que sufrimos
todos.
Pero, además, nadie en su sano
juicio puede ignorar que las únicas armas que posee la oposición democrática
son la protesta pacífica en las calles de Venezuela, las vías constitucionales
y el voto. Por lo tanto, su única vía para salir del régimen es la vía constitucional
y la electoral. De allí que nuestra lucha tampoco contemple rambos uniformados y armados, mucho
menos operaciones de comando al estilo de las películas de acción
hollywoodense.
Por lo demás, la oposición democrática, como todo el mundo lo sabe, al
carecer de armas no está en capacidad de enfrentar a quienes sí las tienen,
como las fuerzas militares, paramilitares y policiales en las que se apoya el
régimen madurista. Eso es, desde luego, una perogrullada, pero no faltan
quienes piensen lo contrario.
Y hay que insistir en que, en todo caso, esa posibilidad no figura ni
en la táctica ni en la estrategia de la oposición democrática, pues la nuestra
es una opción civil, civilizada, pacífica, desarmada y democrática. Armas
tampoco tenían los obreros polacos que acabaron con una tiranía comunista
poderosa. Tampoco las tenían las masas que derribaron como un castillo de
naipes la otrora poderosa Unión Soviética, sin saber que aquello era un fraude
histórico como pocos. Ni los nicaragüenses que derrotaron al sandinismo
comunista, ni los chilenos que se sacudieron la dictadura de Pinochet.
No hay, pues, lugar para sentirse sorprendidos, decepcionados o
deprimidos, salvo en los casos de algunos pobres de espíritu o gente de poca de
fe, que nunca faltan. Ahora más que nunca nuestra lucha debe continuar, sin
amilanarnos ni empequeñecernos ante la titánica tarea que tenemos por delante.
No olvidemos aquel pensamiento del Libertador: “Quien no espera
vencer, ya está vencido…”
@gehardcartay
El Blog de Gehard Cartay
Ramírez
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 08 de agosto de 2017.
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