VENEZUELA ES UN LARGA COLA
Gehard Cartay Ramírez
Bajo el régimen chavista, Venezuela se ha convertido en una larga cola
humana.
Pocas veces, en verdad, los venezolanos habían presenciado esta
humillación que hoy sufrimos. Las excepciones se dieron durante las primeras
elecciones populares de 1946 y 1947, y luego en las décadas iniciales de la
República Civil instaurada en 1958 cuando las colas más nutridas sólo se veían
el día de las votaciones.
Pero nunca esta grotesca situación que hoy sufrimos en nuestro
atribulado país. Nunca antes -hay que decirlo e insistir al respecto-, los
venezolanos fuimos obligados a hacer esas largas y humillantes colas para
comprar los artículos de la dieta diaria, hoy en su mayoría desaparecidos y caros.
Nunca antes hicimos tan largas colas para adquirir medicamentos escasos y costosos.
Nunca antes estuvimos perdiendo el tiempo en largas colas persiguiendo pañales
desechables, jabones, champú, papel sanitario y detergentes de uso doméstico.
Nunca antes tampoco se vieron estas dolorosas colas de familiares frente
a las morgues del país reclamando los cuerpos de sus muertos por la violencia y
la inseguridad. Nunca antes hubo estas colas escandalosas de hombres, mujeres,
ancianos y niños enfermos en los hospitales buscando ser atendidos
infructuosamente.
Nunca antes -salvo durante el paro petrolero de 2002-
tuvimos que hacer colas para ponerle gasolina a los automóviles. Nunca antes
tuvimos que hacer colas para comprar aceites de motor y otros derivados del
petróleo, hoy escasos y caros, a pesar de que en el pasado reciente fuimos un
país autoabastecido en esta materia. Hoy la gasolina y otros derivados
petroleros escasean porque ya no somos el país productor y exportador de
petróleo que fuimos durante un siglo, sino que, por obra y gracia de otro
“milagro” del chavismo en el poder, ahora pasamos a ser importadores de
petróleo, gasolina y demás subproductos petroleros.
Nunca antes hubo colas para adquirir unos cuantos
sacos de cemento a precios astronómicamente costosos, que exceden varias veces
su costo real. Hoy es sólo un recuerdo cuando su importe era barato porque
teníamos entonces en producción varias fábricas, que luego expropió y arruinó el
régimen chavista. Nunca antes presenciamos estas colas para comprar unas pocas
cabillas, cuando antes fuimos un país que las producía en grandes cantidades,
incluso para exportarlas a los mercados internacionales. Entonces -y eso
también es ahora sólo un recuerdo- la industria siderúrgica venezolana estaba
entre las primeras del continente. Hoy nuestra industria pesada también está
arruinada, luego de haber sido intervenida por el Estado chavista.
Nunca antes, amigo lector, se hacían estas colas
interminables intentando comprar neveras, aparatos de aire acondicionado,
ventiladores y cualquier otro tipo de electrodomésticos, la mayoría
desaparecidos del mercado. Nunca antes tuvimos que hacer cola para comprar
cauchos para vehículos, hoy desaparecidos y sumamente onerosos. Nunca antes
vimos humillantes colas de personas intentando adquirir baterías para carros,
ahora escasas y carísimas. Nunca antes tuvimos que hacer colas para buscar
repuestos de cualquier tipo, hoy también desaparecidos y costosos.
Nunca antes hubo tantas colas ante los organismos
públicos para tramitar cualquier solicitud de una ciudadanía desatendida y
humillada por la corrupta burocracia del chavismo, más ocupada de sus asuntos
políticos y personales que de atender a la gente.
Por eso, Venezuela es hoy una larga cola humana. Esa es la
característica fundamental que ahora nos define como país. Porque las colas lo
que indican es que ahora somos víctimas de la escasez, el desabastecimiento, la
desatención y la insensibilidad del Estado chavista frente a sus indefensos y
olvidados ciudadanos. Por eso mismo, la gran mayoría de los venezolanos tienen
que perder muchas horas de su tiempo en largas colas buscando afanosamente algo
de comida, medicinas y otros bienes de consumo para poder subsistir y atender
necesidades primarias.
Las colas son la más evidente demostración del imperdonable fracaso del
chavismo en el poder. Son la evidencia escandalosa e irrebatible de estos
quince años de políticas económicas fracasadas. Son la manifestación vergonzosa
de un país quebrado, arruinado y esquilmado como nunca antes por una cúpula
podrida que sólo se ha aprovecha del poder para hacerse cada vez más rica,
mientras los venezolanos son cada vez más pobres.
Hay colas porque hay escasez. Hay escasez porque acabaron con el aparato
productivo privado y porque también liquidaron nuestras empresas públicas, como
PDVSA y las industrias básicas de Guayana. Hay escasez porque arruinaron a
nuestros productores agropecuarios y cerraron miles de grandes, medianas y
pequeñas industrias venezolanas.
La escasez trae consigo la carestía y la especulación. Y ambas también
traen aparejadas las colas interminables en que hoy han convertido este sufrido
país.
@gehardcartay
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 18 de noviembre de 2014.