lunes, 27 de marzo de 2017

MENSAJE A LOS COPEYANOS



MENSAJE A LOS COPEYANOS
Gehard Cartay Ramírez
Sin dudas de ninguna especie, los copeyanos debemos revalidar al partido los días sábado 25 y domingo 26 de marzo.
Lo sostengo, porque revalidar al Partido Social Cristiano Copei puede ser la última y más eficaz forma de resolver el conflicto interno que sufre el partido desde hace algún tiempo.
Ha llegado el momento de restablecer la normalidad puertas adentro de Copei. En el partido nadie sobra y todos somos necesarios. Se impone retornar a la madurez institucional y volver al camino de la grandeza frente a Venezuela, como tantas veces lo demostró Copei a lo largo de sus 71 años.
Porque si de algo podemos estar orgullosos los copeyanos es justamente del servicio que el partido le ha prestado a Venezuela durante estas siete décadas, ya sea estando en la oposición o en el gobierno. Y cuando el pueblo venezolano nos confió el poder al elegir presidentes a dos venezolanos de excepción, como Rafael Caldera y Luis Herrera Campíns, se hizo una obra de gobierno fructífera y positiva para todos, sin excepciones ni mezquindades.
Copei ha sido durante esos 71 años una escuela de formación ideológica y un digno taller para la fragua de líderes nuevos a todos sus niveles, especialmente entre los más jóvenes, todo lo cual sirvió para que su juventud partidista se destacara como una de las más brillantes.
Ha llegado el momento de volver a sentir a Copei como una comunidad espiritual, solidaria y comunitaria, por encima de proyectos individuales o grupales. Ha llegado el momento de volver a nuestras raíces socialcristianas en las que se formaron varias generaciones y convivían solidariamente la experiencia y lo novedoso, tras el compromiso fundamental de luchar “por la justicia social en una Venezuela mejor”.  
La oportunidad de revalidar este 25 y 26 de marzo al partido constituye también una ocasión propicia para que los militantes asumamos nuestra responsabilidad de liberarlo de un absurdo conflicto interno. Vale la pena insistir en que Copei no tiene otro dueño que su propia militancia y por encima de ella nadie puede estar.
Tal como lo ha sostenido el jurista socialcristiano Román Duque Corredor “es el Partido y no las facciones el que se juega su futuro después de siete décadas de vigencia como expresión del socialcristianismo”, agregando también que la renovación de Copei “no es una legitimación de la intervención judicial”.
No validar a Copei sí sería facilitar su destrucción, así como la de los demás partidos democráticos, si estos se hubieran abstenido de validarse. Eso sí hubiera sido caer en la estrategia del régimen para acabar con nuestras instituciones partidistas.
Sabemos -por supuesto- de las trabas y obstáculos del régimen y su CNE para bloquear este proceso, pero también sabemos que los partidos revalidados hasta ahora han derrotado esas dificultades. Si ellos han  podido, los copeyanos también podremos.
Y todo ello a pesar de que, en nuestro caso, los obstáculos parecen ser mayores. Uno de ellos es la confusión creada por algunos dirigentes llamando a no validar al partido, sin ofrecer ninguna otra alternativa. El otro es la actitud de gente de otros partidos argumentando que “Copei no va a validar” e invitando a hacerlo por los suyos. Hay que enfrentar ambas desviaciones y alertar a la militancia copeyana al respecto.  
Por todas estas razones, ha llegado el momento en que la militancia copeyana asuma su papel de rescatar la institución partidista y evite su desaparición. “Salvar el partido” fue la consigna de Caldera durante la tiranía perezjimenista, cuando algunos dirigentes traicionaron a Copei y se plegaron al gobierno de turno. Esa misma consigna debe ser la de hoy, cuando atravesamos circunstancias aún más difíciles.
Vayamos, pues, a revalidar al partido este sábado 25 y 26 de marzo y trabajemos todos por el fortalecimiento de nuestro Copei, precisamente cuando es necesaria la presencia de un gran partido demócrata cristiano, en sintonía con la gente y sus problemas.
@gehardcartay
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 21 de marzo de 2017.

miércoles, 22 de marzo de 2017

VACÍO DE LIDERAZGO



VACÍO DE LIDERAZGO
Gehard Cartay Ramírez
En Venezuela, ahora, hay un vacío de liderazgo, es decir, de auténticos conductores enérgicos hacia lo grande y lo bueno.
Los líderes son distintos a los dirigentes. Estos son necesarios y útiles a los pueblos, aunque a veces carecen de coraje, templanza y valentía para conducirlos y orientarlos. Y desde que existen las encuestas, la mayoría de ellos se han convertido en sus prisioneros. Así, han terminado por no conducir a la gente, diciendo lo que, supuestamente, las mayorías quieren. En lugar de conducir, se dejan conducir por matrices de opinión, muchas veces falsas.
El liderazgo, en cambio, es una conducción superior que debe convencer a los pueblos sobre la conveniencia de una posición y sus formas de lucha para alcanzar el triunfo de esos objetivos. En política, como bien se sabe, la meta es el poder. Sólo que, si se trata de un elevado liderazgo moral, el poder no debe ser un fin en sí mismo sino un medio para mejorar la vida de la gente.
Hay varios ejemplos al respecto. Uno de ellos, tal vez el más emblemático, fue el del político inglés Winston Churchill. En los años treinta, y a raíz del ascenso de Hitler al poder en Alemania, Churchill se dedicó, con ocasión y sin ella, a denunciarlo como una amenaza contra el mundo libre y, en particular, contra Inglaterra. Muy pocos le creyeron entonces y hasta llegaron a acusarlo de estar fuera de sus cabales. Pero, él, nadando siempre contra la corriente, insistió hasta que, tarde ya, Inglaterra se dio cuenta del error de haber menospreciado al dictador nazi.
Churchill fue un líder auténtico. Su discurso no era el precisamente que querían oír sus compatriotas. Pero no se amilanó, ni se plegó a lo que la mayoría pacifista quería entonces. Todo lo contrario: la enfrentó, corriendo el riesgo de liquidar su carrera política y su credibilidad. Al final, los hechos le dieron la razón, fue elegido primer ministro y ganó la guerra, junto a los aliados. Pero lo logró porque era un líder y no un dirigente.  
Por desgracia, hoy en Venezuela, aunque existan muchos dirigentes, escasean los liderazgos. No hay liderazgo en el régimen, ni en la oposición. No hay liderazgo en los organismos intermedios de la sociedad civil, ni en el ámbito militar. Lo que existe es una especie de anomia y de anarquía, donde una neodictadura detenta el poder férreamente, pero el país se les va de las manos por falta de respuestas a sus problemas más acuciantes.
Una situación preocupante, sin duda. Porque un país sin liderazgo es una nave a la deriva. Y así estamos ahora. Porque un liderazgo real es aquel que provoca en la gente una mística contagiosa, una emoción en las conciencias, un sueño compartido por miles o millones y, sobre todo, una indetenible vocación de cambios profundos.
El régimen carece ahora de todo ello. Si alguna vez, bajo el liderazgo delirante de su extinto jefe, emocionó a alguna gente, hoy es un cascarón vacío de ilusiones y proyectos, sin un líder real y en medio de la más espantosa corrupción y mediocridad. Maduro nunca ha sido líder de nadie. Llegó allí impuesto por su protector, a su vez presionado por intereses foráneos. Por eso, su gestión ha sido un desastre, agravado por la nefasta herencia que le dejó su jefe.
Lamentablemente, en la oposición ahora falta también un liderazgo que apasione, oriente y señale caminos a los venezolanos. No estoy hablando de otro caudillo, ni un nuevo “salvador de la patria”, ni de otro “iluminado”. Ya sabemos que por creer algunos en esas pendejadas llegamos a este desastre. Lo que viene no es tarea de un solo hombre, sino todos los venezolanos, bajo la conducción de un liderazgo democrático, rodeado de los mejores, que nos una y nos oriente.
Pero debe ser un líder que, incluso, como Churchill, sea capaz de nadar contra la corriente si es preciso, sin dejarse llevar por la desesperación, la desesperanza, los radicalismos infantiles o las estrategias del régimen. Un líder con los pies sobre la tierra, sensato y audaz al propio tiempo, experimentado y abierto a los nuevos tiempos, corajudo, capaz de encabezar la transición que viene y que no puede ser conducida por cualquiera.
Rodolfo José Cárdenas, el recientemente desaparecido dirigente e ideólogo socialcristiano, escribió al respecto: “Muchas veces los pueblos están echados. Necesitan entonces del coraje macabeo. Hay que ponerlos de pie (…) A algunos pueblos hay que abrirles la marcha con la fe de los conductores enérgicos.”(“Las trece virtudes”, Caracas, 1968).           
Algo parecido sucede hoy en Venezuela. Por eso, los venezolanos debemos ponernos de pie y marchar hacia el objetivo de cambiar el desastre actual. No hay otra alternativa.
@gehardcartay
El Blog de Gehard Cartay Ramírez

domingo, 12 de marzo de 2017

LA DIÁSPORA VENEZOLANA: OTRA TRAGEDIA


LA DIÁSPORA VENEZOLANA: OTRA TRAGEDIA
Gehard Cartay Ramírez
Nunca se podrá medir exactamente la inmensa magnitud de la tragedia que ha significado para Venezuela la presencia del chavomadurismo en el poder.
Cuando este nefasto y ominoso tiempo haya pasado, sus estudiosos se asombrarán aún más del descomunal daño, casi irreversible, que estos sicópatas y sicofantes de la política nos hicieron a los venezolanos de entonces y a los que vendrían después.
Por ahora, luego de 18 años, nadie duda que han destruido a Venezuela. La han destruido en todos los aspectos. Han destruido la economía de uno de los países más ricos del mundo. Han destruido a PDVSA, que hace apenas veinte años era la quinta empresa más poderosa del planeta. Han destruido la agricultura y la cría. Y han convertido a Venezuela en un Estado fallido.
Como resultante de esta criminal destrucción, ahora los venezolanos somos más pobres cada día. Ahora somos más pobres porque nuestra moneda no vale nada, aquí y afuera. Ahora somos más pobres porque nuestros salarios cada vez alcanzan menos para comprar la comida y los bienes indispensables. Ahora somos más pobres porque nuestras oportunidades de superación son cada día más limitadas. Por contraste, la cúpula del chavomadurismo se hace cada día más rica y de manera obscena.
Han destruido al Estado y las instituciones. Han convertido a Venezuela en un Estado forajido, vinculado a los más siniestros intereses y a la peor corrupción de todos los tiempos. Hoy en nuestro país el poder sólo es usado para enriquecer aún más a la oligarquía que lo detenta. Eso nunca había ocurrido en las groseras dimensiones actuales.
Pero la mayor destrucción del chavomadurismo en el poder ha sido la de nuestro futuro como nación, todo lo cual perjudica especialmente a su juventud, es decir, a los venezolanos del mañana. Por desgracia, bajo el presente régimen y como consecuencia de sus nefastas políticas, económicas y sociales, nuestro país poco o nada puede ofrecerles a sus ciudadanos y, en particular, a los jóvenes.
Al respecto, el profesor Ivan Vega, académico de la Universidad Simón Bolívar de Caracas, acaba de alertar en declaraciones de prensa sobre el drama de la actual emigración de los venezolanos, algo sin precedentes. Tras señalar que esto nunca había ocurrido antes, pues Venezuela siempre fue un país abierto a los inmigrantes llegados de otras naciones, también advirtió sobre lo que denominó “la descapitalización del conocimiento, una tendencia silenciosa que pone en jaque el futuro del país”.
 Y esto no es otra cosa que “fuga de cerebros”. Gente joven y capaz, formada en nuestras mejores universidades, que se han marchado afuera buscando oportunidades que ahora se les niegan en su propio país. Son profesionales en distintas ramas, científicos e intelectuales, profesores universitarios, en fin, talentos que necesitamos aquí, pero a quienes el régimen actual les niega su valía, como ocurre con los docentes de educación superior, por citar un caso, quienes hoy devengan sueldos miserables.
Mientras tanto, Venezuela está rezagada tecnológicamente, un retroceso gravísimo, mientras otros países del continente avanzan en este campo. Vega sostiene que el próximo gobierno tendrá que hacer un esfuerzo extraordinario para revertir esta crisis de talento. Ese esfuerzo, si es contínuo en el futuro, nos puede llevar 20 años, por lo menos.
Vega señaló que “Chávez liquidó a tres generaciones (…) El proceso de las misiones; es decir, el regalo de certificados educativos (…) y la inserción en bloques educativos de cinco años, aniquiló el conocimiento de esas personas y por ende es un pérdida brutal para el país”. “Su mayor daño no fue a la economía, fue generar ex profeso pobreza intelectual, con altísimo impacto negativo para los próximos 20 años”.
Pero la emigración venezolana, según este mismo investigador, afecta también a sectores sin formacion profesional. Esa falta de oportunidades en su propia patria ha llevado -hasta ahora- a casi tres millones de venezolanos a emigrar. Y lo grave es que la cifra cada día aumenta. Son compatriotas que huyen del hambre, la violencia y la escasez. Prefieren lanzarse a lo desconocido y no seguir siendo castigados por la trágica crisis que sufre ahora Venezuela.
El profesor Vega calcula que el 8% de la población venezolana ya ha huído al exterior. Esto evidencia que es un fenómeno que tiende a masificarse, tal como ocurre con las migraciones de centroamericanos y mejicanos hacia Estados Unidos, o las producidas en otras latitudes por guerras y fenómenos telúricos.
Lo grave, insisto, es que esto nunca había ocurrido en nuestro país. La diáspora venezolana, que ha desintegrado la familia venezolana, es otra desgracia más del chavomadurismo en el poder.
@gehardcartay
LA PRENSA de barinas (Venezuela) - Martes, 07 de marzo de 2017
LAPATILLA.COM - Martes, 07 de marzo de 2017.