A PROPÓSITO DE LOS “NARCO SOBRINOS”
Gehard Cartay Ramírez
El
caso de los “narco sobrinos” ha terminado de revelar la colosal podredumbre
ética y moral del régimen que sufrimos los venezolanos desde 1999.
Porque
no se trata de cualquier escándalo. No, amigo lector. Se trata de un escándalo
mayúsculo, que envuelve -de una forma u otra- a la cabeza del actual régimen
venezolano y que constituye, apenas, la punta del iceberg del narcotráfico y sus conexiones con el poder en Venezuela.
Porque
todavía no conocemos las completas dimensiones de esta relación. Pero algún
día, más temprano que tarde, sabremos en toda su extensión la putrefacción del
chiquero chavomadurista y su relación con el narcotráfico. Entonces se conocerá
también porqué todo este proceso constituye la más grande estafa hecha a los
venezolanos en toda nuestra historia republicana.
Por supuesto que la penetración del narcotráfico
no es nueva en Venezuela. Siempre existió en el pasado, pero su contubernio directo
con el poder, su crecimiento bajo la sombra y la impunidad brindada por este y,
finalmente, la definitiva imbricación de la cúpula podrida que hoy manda con el
narcotráfico internacional son hechos que se concretaron a partir de 1999.
Una desgraciada circunstancia que la
propició, entre muchos otras, fue la alianza del régimen venezolano con las FARC.
Este es un hecho conocido ampliamente. Como se sabe, en su afán de influir en
la política colombiana, desde aquí el chavismo puso en marcha hace ya algo más
de diez años una descabellada estrategia de apoyo a la narcoguerrilla del
vecino país, a la cual, al tiempo que se le daba cobijo y protección en nuestro
territorio, también se la apoyaba en todo sentido.
A partir de ese funesto momento, el
narcotráfico comenzó a penetrar algunas instituciones del Estado venezolano
como nunca antes, en especial las estructuras policiales y militares que, como
se sabe, son las que están obligadas a combatirlo y perseguirlo. Este hecho,
gravísimo, abrió las puertas de Venezuela como territorio de paso y salida del
tráfico de drogas hacia países centroamericanos y a Estados Unidos y Europa,
como destino final. Y comenzó así un super lucrativo negocio que ha convertido
en mil millonarios a quienes desde el poder estaban en la obligación de luchar
contra el narcotráfico. “Zamuros cuidando carne”, diría un llanero de los
nuestros.
Lo demás es historia conocida, como también
es conocida la complicidad de la cúpula podrida del régimen con los
narcotraficantes y su creciente participación directa en el negocio, algo que
los hechos vienen demostrando, especialmente el más reciente escándalo que
registra la participación de familiares muy cercanos.
La
verdad es que en esta materia ha habido una abierta y grosera impunidad, tanto
en el reciente caso como en los anteriores. El régimen, cada vez que uno de los
suyos es aprehendido o denunciado, acude a su manual de lugares comunes
“antiimperialistas” y a su asquerosa solidaridad automática. Siempre
descalifica las denuncias y protege a los suyos. Se trata de un comportamiento
mafioso, que lo retrata tal cual es, y lo presenta ante el mundo como un atajo
de delincuentes.
Así,
por ejemplo, del conocidísimo caso Makled -quien denunció también como
colaboradores suyos a altos jefes militares y civiles- nunca se supo más nada,
pues lo silenciaron tras las rejas. Lo mismo han hecho en cada ocasión. Nunca
se han dignado investigar los casos en que aparece gente ligada al régimen y,
por supuesto, no hay fiscales ni tribunales que se atrevan a acusarlos y mucho
menos a enjuiciarlos.
Sin
embargo, sobre esta materia ya hay abundante investigación, tanto fuera como
dentro del país, independientemente, repito, de que el régimen no se ocupe de
combatir el narcotráfico, sino todo lo contrario. Apenas en mayo de 2014 se
publicó un libro-entrevista a Mildred Camero, designada por Chávez en 1999 como
ministro de Estado de la CONACUID, pero a quien destituyó luego en 2005 en la
medida en que le fue denunciando casos que implicaban a altos personajes militares
y civiles de su régimen.
Chavismo, narcotráfico y militares
(Conversaciones con Mildred Camero, por
Héctor Landaeta, con prólogo de Teodoro Petkoff, Libros Marcados, Caracas,
2014), el libro citado, contiene una amplísima documentación al respecto, con
nombres y apellidos, así como casos muy concretos. Se denuncia allí toda una
amplia red de complicidades y conexiones con el narcotráfico desde el mismo
Estado venezolano.
De
manera que el caso de los “narco sobrinos” constituye otro hilo de la espesa
madeja del narcotráfico amparado por el poder. Pero revela algo más, sin duda:
la impunidad con que actúan sus favoritos y el afán de hacer dinero “como sea”
que ha apoderado de la cúpula podrida, seguramente porque sienten que su festín
está a punto de acabarse…