martes, 26 de febrero de 2013

OPACIDAD, SECRETISMO Y OCULTISMO
Gehard Cartay Ramírez

Al igual que la dictadura castrocomunista y todos los regímenes autoritarios, el chavismo cultiva la opacidad, el secretismo y el ocultismo como políticas permanentes para tapar sus carencias y perversiones.
No es nueva esta práctica. Tiene ya casi el mismo tiempo que el régimen. Pero se ha ido acentuando con los años. Así, su falta de transparencia y sinceridad frente a los venezolanos ha resultado total y nos coloca entre los países donde la información oficial no se corresponde con la verdad, sino que ha degenerado en una manipulación permanente, ocultando la gravísima situación que sufrimos y despreciando a nuestro pueblo como si fuera un atajo de idiotas y débiles mentales.
Comencemos por el principio: el régimen no le rinde cuentas a los venezolanos. La Administración Pública es hoy una auténtica caja negra, donde no hay transparencia de ningún tipo. El presupuesto nacional, por ejemplo, es un inmenso secreto que sólo conocen y ejecutan los ministerios y las dependencias oficiales como les dá la gana, pero a espaldas de los venezolanos, que somos los dueños de los recursos del Estado.
En esta materia, algunos expertos han determinado que el régimen mantiene tres presupuestos paralelos: el “oficial”, aprobado por la Asamblea Nacional, pero administrado con un secretismo insólito; y otros dos que manejan el presidente de la República y la directiva de PDVSA, respectivamente. Estos dos últimos son, en realidad, colosales partidas secretas, manipulados con total discrecionalidad -o sea, como les dá la gana a los altos funcionarios que los manejan- y, por supuesto, sin que le rindan cuenta a nadie sobre su inversión y gasto.
No es muy difícil, entonces, suponer que esos tres presupuestos están afectados por una gigantesca corrupción, si, como en efecto sucede, no hay ningún control sobre ellos. Porque vamos a estar claros: a este régimen nadie lo controla, y si ello es así, la corrupción se expande -rueda libre- a todos los niveles, desde arriba hasta abajo.
Aquí al régimen no lo controla la Asamblea Nacional, como se lo manda la Constitución Nacional. Ese rebaño de incondicionales tapa las irregularidades de la Administración Pública y hasta las justifica, si es el caso, en lugar de investigarlas, por su perruna lealtad y solidaridad automática hacia los altos jerarcas del chavismo. Los diputados oficialistas sólo investigan a la oposición y se ocupan únicamente de casos anteriores al actual régimen, pero no indaga sobre la escandalosa corrupción del presente.
Aquí no controla tampoco la Contraloría General de la República, como es su obligación constitucional. Ese organismo entró en desuso desde hace casi 15 años, al punto de que su ineficiente titular falleció hace algún tiempo y hasta ahora no ha sido sustituido por la Asamblea Nacional, ante el silencio inexplicable de la bancada opositora. Y como ahora centralizaron las Contralorías de los estados, estas han entrado en similar actitud, dejando que la corrupción entre en las gobernaciones y alcaldías chavistas “como río en conuco”. Eso sí: son muy eficientes cuando las gobernaciones son ejercidas por dirigentes de la oposición.
La Fiscalía general de la República tampoco se ocupa de la corrupción chavista. Sólo se ocupa de perseguir a la disidencia, al igual que la Asamblea Nacional y la Contraloría General. Pero al régimen actual no lo toca ni siquiera “ni con el pétalo de una rosa”, como reza el lugar común.
Con este panorama, la actual corrupción no tiene quien la combata, carece de valladares que impidan su crecimiento y hoy es un inmenso cáncer terminal que afecta a todo el Estado venezolano. Esa oceánica corrupción chavista ha permitido que ahora exista una nueva clase económica superpoderosa, una auténtica plutocracia, más rica que todas las anteriores, con millones dólares en el exterior y numerosos bienes en el país.
Por esas razones, cuando se afirma que el actual es el régimen más corrupto y corruptor que hemos padecido los venezolanos en toda nuestra historia, no se exagera. Y eso que, por ahora, se desconoce la cantidad de miles de millones robados al Tesoro Público, ni el monto de las cuentas secretas que sus jerarcas tienen en bancos de algunos paraísos fiscales en el exterior o aquí mismo, protegidos como están por sus banqueros cómplices. Cuando todo esto se acabe, entonces sabremos la total verdad de la corrupción actual, y podemos estar seguros de que los ladrones de los gobiernos del pasado serán unos auténticos robagallinas al lado de la cúpula podrida del chavismo.
La opacidad, el secretismo y el ocultismo les han servido para tapar sus negociados, pero también para esconder a los venezolanos lo que el régimen no quiere que estos sepan. Y el caso de la enfermedad de su jefe único también es un ejemplo al respecto. La contra información y la manipulación han hecho de este caso todo un misterio, al punto que hoy se tejen todo tipo de conjeturas al respecto.
Sin embargo, cuando se conozca la verdad al respecto, entonces quedará al descubierto una de las más inescrupulosas manipulaciones que se hayan hecho en nuestra historia para falsear la verdad y mantener engañados a los venezolanos, y muy especialmente a los propios partidarios del actual régimen.


 (LA PRENSA de Barinas - Martes, 26 de febrero de 2013)