martes, 13 de febrero de 2018

EL PATRIMONIO HISTÓRICO BARINÉS

La antigua Cárcel Colonial de Barinas, donde estuvo preso José Antonio Páez, convertida en Casa de la Cultura desde 1969.


EL PATRIMONIO HISTÓRICO BARINÉS

(Y la necesidad de una política para rescatar lo poco que queda)
                                                 Gehard Cartay Ramírez

“La Venezuela de 1859 era un país surcado de injusticias, sin duda, pero al cual podríamos simbolizar por la ciudad de Barinas, verdadera perla del arte colonial. En la América Española de la primera mitad del siglo XIX ninguna otra ciudad progresó tanto como ella. Los incendios reiterativos y la guerra endémica destruirían a Barinas. El tabaco ‘cura negra’, el más famoso del mundo, los hatos, las artesanías que habían costado siglos yacían sólo en el recuerdo, el bochinche los liquidó en pocas décadas”.
                                                 Domingo Alberto Rangel
                              (“Entre gochos y maracuchos”, página 134)
La larga cita que sirve de epígrafe a este artículo ilustra contundentemente el esplendor de la ciudad de Barinas en los años finales del siglo XVII y comienzos del siguiente, todo lo cual se redujo a cenizas con las guerras de la Independencia  y la Federación para dar paso a un triste y famélico villorrio a finales de los años 1800.
Son numerosos los testimonios de historiadores que hablan de ese pasado esplendoroso. Y es que, sin duda, por aquellos años, la nuestra era una ciudad comparable con la propia Caracas, capital de la Capitanía General de Venezuela. Algunos, incluso, la llamaban “la segunda Caracas”. Por eso no es una exageración la afirmación del escritor Domingo Alberto Rangel cuando califica a Barinas como una “verdadera perla del arte colonial” de entonces y afirma, a continuación, que “en la América Española (…) ninguna otra ciudad progresó tanto como ella...”
Barinas fue tenida en aquel tiempo como una de las ciudades de mayor progreso en el continente. Desafortunadamente, todo eso lo liquidó el turbión de las guerras mencionadas. Barinas fue entonces, como ninguna otra, la ciudad que ofrendó el mayor de los sacrificios.
Por esas razones, son muy escasas las edificaciones coloniales que puede exhibir actualmente. Las más importantes -el Palacio del Marqués, la Catedral y las actuales Casa de la Cultura y Museo Arvelo Torrealba, más unas pocas casonas en la antigua Calle Real (la actual Calle Bolívar)- se mantienen aún en pié, salvadas milagrosamente de las llamas que acabaron con Barinas en los tenebrosos días de la llamada Guerra Federal.
Lamentablemente, siglo y medio después, la negligencia, el desprecio por su valor histórico y la ineptitud de funcionarios insensibles e inescrupulosos parecen condenarlas definitivamente a una nueva etapa de ruina y abandono. Lo afirmo así porque produce pena ajena constatar la reciente remodelación del Palacio del Marqués, hecha por gente que desconoce su valor arquitectónico e histórico, y el deterioro de la llamada Casa Pulideña, actual Museo Arvelo Torrealba.  
Las otras dos instalaciones mencionadas aparentemente escapan al deterioro de las anteriores. Afortunadamente, en 1995, iniciamos el rescate de la Catedral, obra que fue continuada por mi sucesor y que, aún hoy, espera por su definitiva conclusión. La Casa de la Cultura -la antigua Cárcel Colonial- ha sido sometida recientemente a una restauración y esperamos que se haya respetado su arquitectura original. Por cierto que en 1993, siendo Gobernador de Barinas, decreté la creación de una Comisión para la Conservación del Patrimonio Histórico regional, integrada por distinguidos paisanos y especialistas, cuyo objetivo era sistematizar un estudio sobre la materia y posteriormente producir los proyectos que permitirían la conservación de todas estas riquezas culturales e históricas, incluyendo los hallazgos arqueológicos, sometidos a un vulgar saqueo durante muchos años. Por desgracia, quienes vinieron después abandonaron esta iniciativa.
En un futuro cercano, cuando superemos la actual etapa de destrucción nacional, corresponderá a un gobierno regional preocupado por los valores de la Barinidad rescatar nuestro patrimonio histórico, comenzando por tareas de conservación y manteniento de la casona colonial que hoy es sede del Museo Arvelo Torrealba y revertir la antihistórica y absurda remodelación del Palacio del Marqués, que fuera por muchos años sede del Poder Ejecutivo del Estado.
Ciertamente que el Palacio del Marqués de la riveras del Boconó y del Masparro debería ser transformado en el Museo de la Historia Regional, al cual acudan los barineses y sus hijos, así como estudiosos e investigadores, para conocer nuestro devenir como pueblo, al mismo tiempo que reciba turistas y visitantes en general, con idéntico propósito.

La Iglesia Nuestra Señora del Pilar de Barinas.