La antigua Cárcel Colonial de Barinas, donde estuvo preso José Antonio Páez, convertida en Casa de la Cultura desde 1969. |
EL PATRIMONIO HISTÓRICO BARINÉS
(Y la necesidad de una política para rescatar
lo poco que queda)
Gehard Cartay Ramírez
“La Venezuela de 1859 era un país surcado de injusticias, sin duda, pero al cual podríamos simbolizar por la ciudad de Barinas, verdadera perla del arte colonial. En la América Española de la primera mitad del siglo XIX ninguna otra ciudad progresó tanto como ella. Los incendios reiterativos y la guerra endémica destruirían a Barinas. El tabaco ‘cura negra’, el más famoso del mundo, los hatos, las artesanías que habían costado siglos yacían sólo en el recuerdo, el bochinche los liquidó en pocas décadas”.
Domingo Alberto Rangel
(“Entre gochos y
maracuchos”, página 134)
La larga
cita que sirve de epígrafe a este artículo ilustra contundentemente el
esplendor de la ciudad de Barinas en los años finales del siglo XVII y
comienzos del siguiente, todo lo cual se redujo a cenizas con las guerras de la
Independencia y la Federación para dar
paso a un triste y famélico villorrio a finales de los años 1800.
Son
numerosos los testimonios de historiadores que hablan de ese pasado
esplendoroso. Y es que, sin duda, por aquellos años, la nuestra era una ciudad
comparable con la propia Caracas, capital de la Capitanía General de Venezuela. Algunos,
incluso, la llamaban “la segunda Caracas”. Por eso no es una exageración la
afirmación del escritor Domingo Alberto Rangel cuando califica
a Barinas como una “verdadera perla del arte colonial” de entonces y afirma, a
continuación, que “en la América Española (…) ninguna otra ciudad progresó
tanto como ella...”
Barinas fue
tenida en aquel tiempo como una de las ciudades de mayor progreso en el continente.
Desafortunadamente, todo eso lo liquidó el turbión de las guerras mencionadas.
Barinas fue entonces, como ninguna otra, la ciudad que ofrendó el mayor de los
sacrificios.
Por esas
razones, son muy escasas las edificaciones coloniales que puede exhibir
actualmente.
Las más importantes -el Palacio del Marqués, la Catedral y las
actuales Casa de la Cultura y Museo Arvelo Torrealba, más unas pocas casonas en
la antigua Calle Real (la actual Calle Bolívar)- se mantienen aún en pié,
salvadas milagrosamente de las llamas que acabaron con Barinas en los
tenebrosos días de la llamada Guerra Federal.
Lamentablemente,
siglo y medio después, la negligencia, el desprecio por su valor histórico y la
ineptitud de funcionarios insensibles e inescrupulosos parecen condenarlas
definitivamente a una nueva etapa de ruina y abandono. Lo afirmo así porque
produce pena ajena constatar la reciente remodelación del Palacio del Marqués,
hecha por gente que desconoce su valor arquitectónico e histórico, y el deterioro de la llamada Casa Pulideña, actual Museo
Arvelo Torrealba.
Las otras
dos instalaciones mencionadas aparentemente escapan al deterioro de las
anteriores. Afortunadamente, en 1995, iniciamos el rescate de la Catedral, obra
que fue continuada por mi sucesor y que, aún hoy, espera por su definitiva
conclusión. La Casa de la Cultura -la antigua Cárcel Colonial- ha sido sometida
recientemente a una restauración y esperamos que se haya respetado su
arquitectura original. Por cierto que en 1993, siendo Gobernador de Barinas,
decreté la creación de una Comisión para la Conservación del Patrimonio Histórico regional, integrada por distinguidos paisanos y especialistas, cuyo
objetivo era sistematizar un estudio sobre la materia y posteriormente
producir los proyectos que permitirían la conservación de todas estas riquezas
culturales e históricas, incluyendo los hallazgos arqueológicos, sometidos a un
vulgar saqueo durante muchos años. Por desgracia, quienes vinieron después
abandonaron esta iniciativa.
En un futuro
cercano, cuando superemos la actual etapa de destrucción nacional,
corresponderá a un gobierno regional preocupado por los valores de la Barinidad
rescatar nuestro patrimonio histórico, comenzando por tareas de conservación y manteniento de la casona colonial que hoy es sede del Museo Arvelo
Torrealba y revertir la antihistórica y absurda remodelación del Palacio del Marqués, que fuera por muchos años sede del Poder Ejecutivo del Estado.
Ciertamente que el Palacio del Marqués de la riveras del Boconó y del Masparro
debería ser transformado en el Museo de la Historia Regional, al cual acudan
los barineses y sus hijos, así como estudiosos e investigadores, para conocer nuestro
devenir como pueblo, al mismo tiempo que reciba turistas y visitantes en
general, con idéntico propósito.