domingo, 30 de junio de 2013

¿ADÓNDE VA VENEZUELA?
Gehard Cartay Ramírez
Venezuela marcha hacia un trágico abismo, si no hay un cambio radical en su conducción política, económica y social.
No hay que ser muy zahorí para darse cuenta de ello. Todos los días hay señales de alarma al respecto. En todas partes se siente un reclamo urgente de cambio profundo. Las quejas de la gran mayoría de los venezolanos se escuchan en todos lados. Ya todos, y muy especialmente el régimen, estamos advertidos. Que nadie diga luego que nos sorprenderá lo que pueda ocurrir.
Políticamente, la crisis es dramática, por decir lo menos. Venimos de unas elecciones cuestionadas e ilegítimas, empañadas por un fraude colosal. Hubo -como se sabe-  intensas movilizaciones populares para protestarlas y solicitar un reconteo de votos, a fin de establecer la verdad de sus resultados. Se exigió entonces una auténtica auditoría y el régimen y su CNE, luego de aceptarlas, dieron marcha atrás y la negaron. Esta actitud corroboró, aún más, la sospecha del fraude. Para guardar las apariencias “democráticas”, hicieron luego una supuesta revisión, escondidos, sin participación de más nadie, entre gallos y medianoche. El resultado, obviamente, fue perfecto: “cero irregularidades”, proclamaron a toda voz. Nadie les creyó, por supuesto.
Pero la protesta no se ha producido únicamente en nuestro país. Desde varias partes del mundo han rechazado esta elección írrita y su fraudulento resultado. El reciente informe de los observadores de la Comunidad Europea que presenciaron las elecciones presidenciales del pasado 14 de abril (para no mencionar los de otros organismos internacionales) describe en forma minuciosa los mecanismos electorales fraudulentos del régimen y concluye señalando que esas elecciones “son nulas de pleno derecho” (El Nacional, 19-06-2013), por lo que el proclamado presidente por el CNE es absolutamente ilegítimo. Por eso, ningún país europeo lo reconoce como tal.
Apartando las denuncias de fraude electoral, el informe del Instituto de Altos Estudios Europeos señala algo gravísimo: la existencia de un gobierno forajido en Venezuela, que controla todas las instituciones, especialmente los poderes judicial, electoral y la fuerza armada, que apañan su actitud y les sirven de cómplices para violar la Constitución Nacional y las leyes de la República. Agregan, en un lenguaje diplomático, que el afán de conservar el poder “a toda costa” ha llevado al régimen a “suspender el Estado de Derecho”, por lo que “las instituciones del Estado han perdido neutralidad, vulneran la garantía del ejercicio libre y sano de los derechos y las obligaciones ciudadanas, dejan indefensa a la ciudadanía y sin razón de ser a la democracia”. Dicho en otras palabras: aquí existe una dictadura.
Denuncian igualmente que el entonces vicepresidente Maduro no podía ser candidato presidencial por expresa prohibición constitucional (Artículo 229) y por no cumplir los requisitos del Artículo 227, entre ellos, la nacionalidad y otros impedimentos (¿Tendrá que ver esto con las dudas sobre si nació o no en Venezuela?). Por si fuera poco, el informe destaca como un hecho escandaloso que el Tribunal Supremo de Justicia haya permitido la violación -y violado también- el articulado señalado.
Todo ello, agregan, dentro de un esquema neototalitario, donde el Estado venezolano y sus recursos milmillonarios son utilizados por el partido de gobierno para su beneficio político, económico y electoral, lo cual niega a todos los demás el derecho a ser atendidos por igual. Resaltan finalmente, las presiones del PSUV y del régimen contra los empleados públicos, las amenazas que sufren y la grave situación de represión y judicialización contra el derecho a la protesta, consagrado en la Constitución Nacional.
Por supuesto que todo eso lo sabemos los venezolanos. Pero que lo señalen observadores que vinieron a presenciar las elecciones, invitados por el propio CNE, pone aún más de bulto la falta de legitimidad de origen y de desempeño del actual régimen. En otras palabras, el fraude del régimen es conocido y comprobado ya mundialmente, lo que lo coloca contra la pared y debería obligarlo a rectificar, es decir, a convocar una nueva elección presidencial.
Y esto sólo para señalar la gravísima crisis política y de gobierno que atravesamos. Agréguese, además, la no menos peligrosa crisis social y económica que nos asfixia. Por un lado, el crecimiento de la pobreza y la miseria, que ha arrojado a millones de venezolanos a un infierno de necesidades. Por el otro, la escasez, el desabastecimiento y el alto costo de la vida, que golpea por igual a los pobres y a la clase media. Y en medio de todo esto, un régimen, que aparte de ilegítimo, es profundamente incapaz e inepto para resolver tan graves problemas.
Por eso hay derecho a preguntarse: ¿Adónde va Venezuela? Pocos lo saben, es la verdad. Pero la gran mayoría lo intuye. La mayoría piensa que vamos muy mal, directo a un precipicio, si no se adoptan, ya, soluciones radicales y efectivas. De lo contrario, una colosal crisis política de ingobernabilidad, una explosión social, o ambas juntas, parecieran perfilarse en el horizonte.
Dios bendiga a Venezuela.

LA PRENSA de Barinas - Martes, 25 de junio de 2013