ASÍ NO…
Gehard Cartay Ramírez
Las elecciones democráticas son la vía legítima
para elegir y cambiar gobiernos.
En lo personal nunca lo
he dudado. Todas las posiciones que he ocupado como dirigente político han sido
por votación popular y democrática. De manera que para mí ha sido un principio
esencial.
Por eso mismo siempre he
sostenido que la vía electoral debe ser utilizada en lo posible. Se trata de un
mecanismo de participación y, sobre todo, de movilización popular. Líderes como
Rafael Caldera, por ejemplo, siempre acudieron a ellas a fin de consolidar sus
partidos políticos, amén de haberles servido para acceder al poder, luego de
varios intentos.
Por desgracia, el régimen ha logrado imponer el
escepticismo frente a sus elecciones. Ha logrado aquí, por ahora, imponer “la
desesperanza inducida” que el castrocomunismo hizo realidad en Cuba en los
sesenta años que lleva tiranizándola. Para ello, los de aquí cuentan también con
los abstencionistas inútiles que existen en el campo opositor.
Pero con ello también han dejado claro para todos
que hay elecciones y “elecciones”. Cuando las elecciones son transparentes y
pulcras expresan la voluntad general. Así se constituyen en un medio que
siempre debe emplearse por parte de los demócratas.
Sin embargo, cuando son fraudulentas y tramposas,
como aquí desde 1999, entonces no son viables, a pesar de que la oposición
democrática, aún en tales circunstancias, ha participado –con la excepción de
las parlamentarias de 2005– para dejar constancia de que su lucha se encausa
por las vías constitucionales y legales.
Por lo tanto, pareciera absurdo continuar en ese
empeño, sabiendo que los resultados están cantados de antemano. Así no. Ya está
bueno ya. Sería una estupidez y una ingenuidad inaceptables continuar
participando con un CNE que sóloobedece al régimen y actúa para beneficiarlo siempre,
con sus trampas y fraudes.
Porque hay que recordar
que desde hace 18 años el régimen controla todo el proceso eleccionario, a
través de un órgano electoral incondicional que, por cierto, sigue siendo el
mismo. Por lo tanto, aquí no hay imparcialidad ni garantías para quienes
disienten del régimen. Por supuesto, y pretendiendo en cierto modo guardar las
apariencias, ellos desde el poder han adjudicado algunos triunfos parciales a
la oposición, aunque luego anulen y persigan a los elegidos.
Porque allí es cuando se
desnuda su carácter antidemocrático. Así ocurrió en diciembre de 2015, cuando descuidaron
sus mecanismos fraudulentos y se coleó por allí una victoria electoral opositora
que le permitió ganar la mayoría absoluta de la Asamblea Nacional. Ya sabemos
cómo luego la desconocieron y han anulado todas sus decisiones, aparte de
haberla despojado de los recursos presupuestarios que le corresponden según la Constitución
y las leyes.
Por lo demás, está ya más que comprobado también que
no se pueden seguir realizando elecciones con este CNE y su abultado registro
electoral, el mismo que se han negado a revisar, auditar y depurar por razones
obvias. No se puede tampoco continuar acudiendo a las elecciones que convoquen
si va a continuar empleándose el actual proceso automatizado para votar,
desprestigiado y en desuso en todas partes por ser manipulable (¡hasta los
rusos lo usaron para influir en las últimas elecciones presidenciales de
Estados Unidos, según investigaciones del FBI!).
Tampoco podemos seguir aceptando el mecanismo de
“escrutinios” del actual CNE, al cual sólo acceden sus partidarios y lo manejan
con el mayor secreto para anunciar sus “resultados” a altas horas de la
madrugada, mientras en la mayoría de los países democráticos se van difundiendo
en tiempo real por los medios de comunicación.
Ya está bueno ya, pues. Ya está bueno de seguir
tolerando un CNE en el que casi nadie confía, por lo cual se hace necesaria su
sustitución por gente honesta e imparcial. Ya está bueno de seguir tolerando
una “constituyente” fraudulenta, que hace lo que le da la gana, pretendiendo
sustituir la Constitución y las leyes, sin tener autoridad para semejante
despropósito.
De allí que, en lugar de refugiarnos en una
abstención desmovilizadora y eunuca por omisiva e inofensiva, lo que esté
planteado es aprovechar la realización de las elecciones fraudulentas convocadas
para el 22 de abril para producir una movilización ciudadana en todas partes exigiendo
un nuevo CNE, un nuevo registro electoral, así como elecciones manuales y, por
supuesto, una nueva convocatoria a comicios presidenciales, pero en cumplimiento
de la Constitución y las leyes, las cuales deberán celebrarse a finales de este
mismo año.
Lo peor que podría pasar es que quienes luchamos
contra la dictadura chavomadurista –tal como lo ha dicho el padre Ugalde–
convirtamos en inocua pasividad el rechazo a esa tramposa votación de abril y
nos crucemos de brazos en nuestras casas.
@gehardcartay
El Blog de Gehard Cartay
Ramírez
LA PRENSA de barinas - Martes, 27 de febrero de 2018.
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