martes, 18 de febrero de 2014

MUERTE, REPRESIÓN, CENSURA Y MENTIRAS
Gehard Cartay Ramírez
Estas son las cuatro palabras que definen al presente régimen, casi desde su arribo al poder hace ya 15 años.
Pero, más que palabras, son elementos propios de toda dictadura. Y a esta situación estamos hoy enfrentados los venezolanos. Enfrentados a un régimen que ahoga las libertades públicas, apela al terrorismo contra sus ciudadanos, utiliza asesinos armados contra estudiantes, censura televisoras y radios, y miente para falsificar la realidad de sus delitos de lesa humanidad y de lesa patria.
Esa perversión dictatorial viola los derechos fundamentales de los venezolanos, comenzando por el más importante: el derecho a la vida. Ya son centenares los asesinados por organismos de seguridad del Estado desde 1999, para no referirnos a los 250.000 ciudadanos que ha matado la delincuencia en ese mismo lapso.
Porque, por desgracia, aquí somos víctimas de un Estado terrorista y criminal. Un Estado que usa todo su poder para imponer un proyecto político y económico postcomunista, ya fracasado en todas partes, incluyendo Cuba, que -como se sabe- es el modelo que copia desde hace tiempo.
Esa degeneración del chavismo está en sus cromosomas. Una secta militar golpista que armó una conspiración durante una década, traicionando su juramento de lealtad a la Constitución, no podía actuar de otra manera una vez llegada al poder. Un grupo de felones desalmados, como los del 4 de febrero de 1992, que irrumpieron en la política con ametralladoras, montados en tanques, matando venezolanos, usando indebidamente el armamento de la República y pretendiendo derrocar un gobierno legítimo, no podía nunca actuar democráticamente. Era “pedirle peras al olmo”.
Chávez y su claque siempre aspiraron el poder total, y su acción golpista de 1992 -continuada hasta hoy- demostró cuánto despreciaban (y desprecian) la democracia. Que haya habido luego elecciones -siempre bajo el signo del fraude y el ventajismo aplastante del Estado- no demuestra su supuesto espíritu democrático, pues han convertido su golpe de Estado de entonces en una “gesta heroica”, como para demostrar que mucho más importante es el asalto golpista al poder que acceder a él mediante una elección democrática. Así de sencillo.
¿Son acaso demócratas quienes, como ellos, no aceptan la disidencia, mucho menos la protesta? ¿Son acaso demócratas quienes, como ellos, infiltran terroristas en las manifestaciones estudiantiles pacíficas para luego reprimirlas a sangre y fuego? ¿Son acaso demócratas quienes, como ellos, usan armas de guerra y gases tóxicos contra estudiantes desarmados, violando la Constitución, como si estuviéramos ante un conflicto bélico y no en el ejercicio de un derecho humano fundamental?
(Y mientras todo esto acontece, la delincuencia “sigue con el moño suelto”, pues quienes deben combatirla están ocupados reprimiendo estudiantes. Por cierto, en esos mismos días dos sacerdotes salesianos fueron asesinados en Valencia por menores de edad, y un tercero resultó gravemente herido, el padre David Marín, de grata recordación en Barinas.)
 Esta actitud terrorista va acompañada por la mentira compulsiva. Todas las manifestaciones de protesta legítima son calificadas desde el poder como golpistas. Claro, “cada golpista juzga por su condición”, aunque ellos saben muy bien que los estudiantes no dan golpes de Estado, pues sólo los militares pueden hacerlo. Las otras mentiras contra la oposición y los estudiantes, repetidas por Maduro y combo, ya son ridículas: imperialistas, fascistas, escuálidos, apátridas y un largo sartal de estupideces.   
La semana anterior se confirmó, una vez más, lo siniestro de la cúpula podrida que ocupa el poder. Dos estudiantes asesinados por oficialistas, casi 200 detenidos sin fórmula de juicio, muchos de ellos torturados, según organismos de defensa de los derechos humanos, Amnistía Internacional y el Foro Penal Venezolano, son el trágico desenlace de su acción represiva contra manifestaciones pacíficas del estudiantado venezolano.
Como se sabe, el 12 de febrero pasado -Día de la Juventud- el estudiantado caraqueño salió a protestar por los hechos violentos, dirigidos por terroristas del régimen, ocurridos en diversos puntos del país contra manifestaciones estudiantiles, con saldo de heridos y detenidos, ninguno de ellos, por cierto, de las bandas armadas oficialistas. Fue una manifestación multitudinaria y pacífica, que terminó de la mejor manera, hasta que los llamados “colectivos” dispararon contra los estudiantes, con los lamentables resultados ya conocidos.
La acción criminal se repitió luego en Chacao, con otro estudiante muerto. Y ha continuado, pues el régimen sigue reprimiendo violentamente toda manifestación pacífica, al tiempo que adelanta una campaña de desprestigio contra los estudiantes, en medio de una feroz censura y autocensura de los medios televisivos y radiales, que han ocultado todo desde el principio. Sólo las televisoras internacionales han informado y alguna de ellas fue sacada del cable por órdenes del oficialismo.
Llegará el momento en que la cúpula del régimen será juzgada por sus crímenes de lesa humanidad. Ni que se escondan debajo de las piedras podrán impedirlo. La historia no los absolverá.
 Twitter: @gehardcartay
(LA PRENSA de Barinas - Martes, 18 de febrero de 2014)