viernes, 7 de junio de 2019

Este es un libro sumamente interesante: trata sobre la tragedia política, económica y social de Zimbabue, un país africano dirigido por una dictadura militar. Para variar, su anterior tirano, Robert Mugabe, era admirado por Hugo Chávez, y hasta le entregó una réplica de la Espada de Bolívar, al igual que hizo con otros dictadores a que también lo embelesaban. El libro –escrito por Philip Haslam y Russel Lamberti– narra cómo aquel país, que fue uno de los más adelantados de África en los años ochenta, tocó fondo bajo una dictadura militar de más de 30 años. Lo asombroso es que el régimen chavomadurtista ha resultado una copia de la tragedia de aquel país, aunque peor en muchos aspectos, especialmente en cuanto a la híper inflación. Si la de Zimbabue llegó ser la más alta del mundo en su momento, la de Venezuela la ha superado con creces. Pero no sólo eso. El traductor del libro, el venezolano Federico González Daboín, le escribió a uno de los autores: “¿Conoces lo que ha sucedido en Venezuela durante los últimos 20 años? Si cambias las palabras Zimbabue por Venezuela y zimbabuenses por venezolanos, ¡tendrás otro libro! Pero sería una versión más aterradora, porque hay que agregar tecnología; supuestos carteles de la droga; corrupción en el manejo del petróleo, oro y recursos naturales; relaciones con Irán (uranio), Rusia (oro), China (recursos naturales) y Cuba (dinero y petróleo) También hay que mencionar la violencia promovida por “colectivos” afectos al Gobierno, que incluyen milicias impunes por asesinatos, robos y secuestros…” Philip Haslam, uno de los autores, menciona en el prólogo los desmanes que sufre Venezuela “en manos de un gobierno civil-militar corrupto”. Y menciona los millones de venezolanos que han abandonado su patria, huyendo de la tragedia que la asola; la ineficacia de las tres reconversiones monetarias hechas por el régimen; el hambre y la desnutrición generalizadas; la pobreza creciente que afecta a la clase media y empobrece aún más los más pobres; la descomunal crisis de los servicios públicos (los “apagones” prolongados, la falta de agua, de gas y de gasolina –en un país que hasta hace poco la exportaba, junto al petróleo y el gas, y que hasta vendía electricidad a sus vecinos); etc, etcétera). Vale la pena leerlo porque, aunque trata sobre la catástrofe de Zimbabue, allí se retrata también la que ahora sufrimos en Venezuela.