viernes, 31 de agosto de 2018


EL PEOR RÉGIMEN DE NUESTRA HISTORIA
Gehard Cartay Ramírez
Nunca antes hubo un régimen tan incapaz, inepto, corrupto e insensible como el actual, pese a que, desde 1999, manejaron una montaña de petrodólares como ninguno otro en nuestra historia.
Nunca tuvimos un presidente peor evaluado que el actual, cuyo único mérito histórico será haber superado en esa escala a Julián Castro, quien desgobernó Venezuela entre 1858 y 1859, y al que siempre se le tuvo como el más infame de todos los gobernantes en nuestra historia republicana.
Y es que, luego de casi dos décadas de ininterrumpido y abusivo ejercicio del poder por parte del castrochavomadurismo, son inocultables sus signos del cáncer terminal: una economía en ruinas (hambre, miseria, desabastecimiento, escasez, alto costo de la vida, hiperinflación), inseguridad como nunca, huída de millones de venezolanos hacia otros países y una desvergonzada corrupción en todas las escalas oficiales (desde la más alta hasta la más baja) y privadas. Ciertamente, Venezuela nunca estuvo peor que ahora, lo cual ya es mucho decir.
Lo que estamos presenciando en estos trágicos días es la demostración más escandalosa de que hoy en Venezuela no hay gobierno, sino un régimen dictatorial –tutelado por otra dictadura foránea– signado por la corrupción, el saqueo y su propósito criminal de destruir el país. ¿O alguien, a estas alturas, puede dudarlo?
Así las cosas, nadie sensato puede pretender que este régimen va a ocuparse de resolver los problemas que ha creado desde 1999, sobre todo si hay que concluir forzosamente que hoy el principal problema de Venezuela es precisamente ese mismo régimen.
No han faltado quienes señalan que, más allá de tan colosal ofensiva de destrucción nacional y del vulgar despojo que el régimen nos ha hecho a todos –empobreciéndonos cada vez más–, hay motivaciones mucho más sombrías. No faltan economistas serios y prestigiosos han llegado a afirmar, incluso, que detrás de todo este colosal desastre castrochavomadurista hay una gigantesca operación de lavado de dineros sucios, provenientes de mafias oficialistas vinculadas a negocios ilícitos. Tal vez tengan razón, porque con gente de esta ralea todo es posible.
Otros han señalado que se trata de un plan estructurado desde Cuba con el propósito de extraerle a Venezuela todos sus recursos financieros y económicos hasta arruinarla completamente. Así, la dictadura castrocomunista podría mantenerse por un tiempo más, gracias a sus sirvientes chavomaduristas, quienes desde el principio han demostrado que actúan siempre en su beneficio, así eso signifique traicionar a su país, lo que, en efecto, han hecho. Puede que a los más descreídos esto pueda parecerle un argumento de película de ficción, pero a la mayoría nos consta que es una realidad que ya dura varios años.
Por cierto que ese saqueo y explotación de nuestros recursos por parte de la dictadura cubana y sus lacayos de aquí forma parte, como resulta lógico suponer, de un proyecto de dominación absoluta sobre Venezuela, lo que nos ha convertido en una colonia suya. Y no deja de ser paradójico que un país extenso y rico como el nuestro sea dominado, desde una isla pequeña y pobre, por una dictadura de las peores que ha sufrido Latinoamérica y que se ha convertido históricamente en un parásito de otros países para poder subsistir (antes la extinta Unión Soviética y ahora Venezuela).
Por desgracia, y a pesar del largo tiempo transcurrido, todavía hay sectores de la oposición que no han terminado de entender esta realidad y juegan a ser adversarios del régimen dentro de un supuesto juego democrático. Algunos cínicos se hacen los desentendidos para continuar sus negociados con el régimen, y otros parecen no darse cuenta, tal vez por pendejos o estúpidos, vaya usted a saber.
Como lo ha afirmado Fernando Egaña en reciente artículo de opinión esos sectores de la oposición “se agotan en la minucia del día a día, y soslayan por completo el contexto general, sin el cual los asuntos particulares, o no se comprenden en lo absoluto, o se comprenden de una manera peligrosamente equivocada”.
Lo cierto es que ese proyecto de dominación castrocomunista y sus cómplices chavomaduristas ha arruinado y destruido a Venezuela en estos casi 20 años de desgracias y vicisitudes para casi todos nosotros. Eso nadie lo discute hoy día, ni siquiera ellos mismos, que culpan del desastre que crearon –porque resulta imposible ocultarlo o negarlo– a una supuesta “guerra económica”, a “la derecha”, al “imperio”, a “la oligarquía” y al largo etcétera de excusas y chivos expiatorios que siempre citan para no asumir sus trágicos errores y traiciones.
Tampoco podría siquiera discutirse que el actual régimen pasará a la historia –insisto– como el peor de todos en nuestra vida republicana, no sólo por haber empobrecido y destruido a Venezuela, sino por haberlo hecho para beneficiar a la cúpula dictatorial de otro país, lo cual no puede merecer otra calificación como no sea la de traición a la patria.
   @gehardcartay
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Miércoles, 29 de agosto de 2018



jueves, 9 de agosto de 2018


LA VENEZUELA AGONIZANTE
Gehard Cartay Ramírez
No  deja de ser una cruel ironía y una estafa monumental a quienes los han venido apoyando, que Maduro haya reconocido el absoluto fracaso del régimen en todos los sentidos.
Nada nuevo, por cierto. Eso lo sabemos desde hace bastante tiempo: han sido 20 años de destrucción sistemática del país, de desintegración de la familia, de siembra permanente del odio entre los venezolanos, de liquidación de la democracia, de ruina del aparato productivo del país (incluida PDVSA), de empobrecimiento generalizado de la población, de migración forzada de millones hacia otros países, de saqueo inmisericorde de nuestras riquezas y de corrupción gubernamental como nunca antes; en fin, de muerte, hambre y miseria.
Por desgracia, Venezuela agoniza en todo sentido. Somos un país que marcha hacia su disolución, si no detenemos este desastre castrochavomadurista cuanto antes. El país ha colapsado en todo sentido, no existe gobierno que atienda los múltiples y gravísimos problemas  que nos aquejan y los solucione, o, al menos, lo intente. Los que detentan el poder son una cáfila de ineptos y corruptos, más ocupados en terminar de saquear el erario público y de mantenerse como sea y a costa de lo que sea, que en gobernar en función de detener la marcha del país hacia el caos. Sufrimos una anomia funcional en todo sentido y estamos entrando ya en las tenebrosas arenas movedizas de la anarquía.    
Hoy nadie duda que todo cuanto el chavismo reprochó a sus antecesores lo ha repetido su régimen de manera colosal. Perversiones y errores trágicos como el criminal manejo de la espectacular riqueza petrolera, sus corrompidos manejos financiero milmillonarios, el colosal endeudamiento de la República y la vergonzosa e inaceptable entrega de nuestros valiosísimos recursos de todo tipo, no solo a la dictadura castrocomunista de Cuba, sino a poderosos intereses rusos, chinos e islámicos terroristas, conforman la destrucción de nuestra soberanía nacional.
Los ya 20 largos años del régimen actual han sido más que suficientes para que el país haya sufrido un grave retroceso en materias que habían registrado avances entre 1958 y 1998. Y no se trata de hechos aislados o de iniciativas hemipléjicas. Se trata, por el contrario, de una estrategia planificada de antemano para destruir la institucionalidad y la alternabilidad democráticas, y sustituirlas por un sistema político de carácter autocrático y autoritario, cuya instancia fundamental la constituye el proyecto de permanecer en el poder por siempre, lo que, obviamente, no lograrán jamás.
Pero han creado nuevos y gravísimos problemas. Hoy en Venezuela campea el hambre a todos los niveles, producto del alto costo de la vida que nos ha empobrecido a todos y de la pavorosa escasez de alimentos, que afecta millones de familias venezolanas y especialmente a sus niños. Muchos enfermos se mueren porque no hay medicinas o son muy costosas. La mortalidad infantil ha alcanzado cifras africanas ya. Las enfermedades abundan, mientras los hospitales no sirven.Todos los servicios públicos han colapsado. Vivimos una tragedia humanitaria que cada día se profundiza más, lo que explica que una séptima parte de la población esté huyendo hacia otros países. Venezuela pierde un valioso capital humano y la fuga de cerebros se ha vuelto lamentable y crítica.
¿Seguirán soportando los venezolanos esta calamidad en que se ha convertido el castrochavomadurismo, alargando su estoicismo y masoquismo como hasta ahora, acostumbrándose pasivamente a los crímenes de lesa humanidad que en su contra todos días comete la cúpula podrida en el poder?
Ojalá que no. Ojalá que demuestre ser el bravo pueblo que ha sido en otros momentos estelares de su historia. Porque ningún pueblo puede ser cómplice de su destrucción, ni aceptar que una minoría lo condene al hambre, la muerte y la pobreza.
La protesta legítima contra toda injusticia es un derecho humano por excelencia si queremos luchar por nuestra libertad y calidad de vida. Así de sencillo.
@gehardcartay
LAPATILLA.COM
Miércoles, 01 de agosto de 2018.


    



miércoles, 1 de agosto de 2018


LA AUTÉNTICA NATURALEZA DEL RÉGIMEN
Gehard Cartay Ramírez
No invento el agua tibia si digo que el mayor problema de nuestra oposición es no haber descubierto a tiempo la verdadera naturaleza del régimen que destruye a Venezuela desde hace ya 20 largos años.
Por lo tanto, si esta es una realidad y el diagnóstico estuvo desacertado por tanto tiempo, se explicarían entonces los errores y equívocos cometidos en todo este tiempo por la dirigencia opositora. Lo grave es que existen quienes no se han dado cuenta aún de la retorcida naturaleza del castrochavomadurismo y pretenden, por lo tanto, adversarlo como si estuviéramos en una democracia normal y ante un adversario respetuoso de la Constitución, del Estado de Derecho y del Principio de la Legalidad.
No es así, por desgracia. Sucede que enfrentamos un tipo de dictadura que para la ejecución de los despropósitos que la caracterizan se apoya en sus órganos “judiciales” y “electorales”. Por ello, no deja de ser una ingenuidad mayúscula pretender, por ejemplo, que con el actual CNE los adversarios del régimen puedan ganar una elección como la presidencial, que no implica la entrega de parcelitas de gobierno insignificantes y previamente neutralizadas. 
Un hecho que agrava toda esta marcha acelerada del régimen hacia el más absoluto autoritarismo es la gigantesca tragedia política, social y económica que han creado ellos mismos, nunca antes vivida en Venezuela. Porque, en lugar de ejecutar medidas para intentar detener esa mega crisis, quienes por ahora están en el poder sólo se ocupan de aferrarse a este como garrapatas, sin importarles los perversos mecanismos que usan mientras terminan de saquear los recursos del país. Y todo ello en medio de una vulgar orgía de violaciones a la Constitución y las leyes y en un obsceno ejercicio de inescrupulosidad, corrupción y propósitos absurdos, entre los cuales no descartan la eliminación política del adversario. 
¿Cuáles son los elementos que caracterizan a este autoritarismo creciente sobre Venezuela? Señalemos, por ahora, apenas dos muy elocuentes.
Por una parte, estamos frente a un régimen que no oculta su deseo de prolongarse indefinidamente en el tiempo. Toda dictadura siempre busca ese objetivo, pues consideran que no tienen fecha de vencimiento. Ahora, cuando saben que la mayoría de los venezolanos los rechaza, entonces realizan elecciones a su medida, inhabilitando partidos políticos y candidatos que no les convienen, institucionalizando el fraude electoral y pretendiendo crear una oposición leal al régimen y, por tanto dócil y domesticada.
Por la otra, no puede olvidarse que toda dictadura, en especial si representa una involución al haber obtenido el poder por la vía de los votos -casos de Mussolini y Hitler, entre otros-, desmantela la democracia y sus instituciones para ponerlas al servicio de su objetivo de permanecer en el poder a costa de lo que sea.
En este propósito, por paradójico que parezca, las democracias -afirmaba el intelectual francés Jean François Revel- siempre son presa fácil, por la sencilla razón de que constituyen el único sistema que puede destruirse desde adentro utilizando, maliciosamente eso sí, sus propios mecanismos, tal como ocurre en Venezuela desde que el chavismo ganó las elecciones en 1998, luego de haber intentado criminalmente llegar al poder por la vía del golpe de Estado.
¿Habrá que recordar, otra vez, la permanente actitud represiva del régimen, que no sólo incluye la utilización siniestra de sus tribunales y fiscalías, sino también de sus organismos policiales y de la cúpula de la Fuerza Armada? ¿Habrá que citar, nuevamente, el creciente número de presos políticos, exiliados y perseguidos que hoy son clara demostración de la naturaleza dictatorial del régimen?
¿O habrá que recordar también su abierta estrategia para liquidar finalmente a la actual Asamblea Nacional, electa en diciembre de 2015 por la inmensa mayoría de los venezolanos, tan sólo porque ya no es un instrumento ciego a su servicio y ahora la conceptúan como un obstáculo para sus propósitos de eternizarse en el poder, obstaculizándola en el ejrcicio de sus funciones?
¿Habrá que citar también la judicialización de la política o la politización de la justicia para perseguir y condenar a los adversarios del régimen, violando flagrantemente la Constitución Nacional?
Si queremos derrotar este régimen hay que entender su verdadera naturaleza y actuar en consecuencia. De esta gran verdad dependerá que podamos desmontarlo cuanto antes, por el bien de Venezuela. Y no podemos equivocarnos al respecto.
@gehardcartay
LAPATILLA.COM 
Miércoles, 25 de julio de 2018.