jueves, 27 de agosto de 2015

HUMILLADOS, ENGAÑADOS Y MALTRATADOS




HUMILLADOS, ENGAÑADOS Y MALTRATADOS
Gehard Cartay Ramírez
Así mantienen la incapacidad, perversidad e indolencia del régimen a la gran mayoría de los venezolanos.
Los mantiene humillados, porque un pueblo como el nuestro, dueño de un país que ha sido inmensamente rico, hoy está sumido en la pobreza, la miseria y el desamparo por culpa de una cúpula corrupta e incapaz que ha producido todo este desastre y hoy no es capaz de revertirlo.
Los mantiene humillados, porque no hay razón alguna para que los venezolanos suframos este infierno, teniendo, como tenemos, perfecto derecho a vivir en un país mejor. La Providencia nos dotó de excepcionales condiciones naturales: gente laboriosa e inteligente, riquezas de todo orden (petroleras, mineras, acuíferas, ferrosas, tierras fértiles, clima privilegiado), ubicación geográfica ventajosa y accesible, así como otras ventajas de diverso orden.
Y, sin embargo, el régimen que nos acogota desde hace ya 17 largos años, en lugar de aprovechar todas estas condiciones extraordinarias para seguir la senda del desarrollo y progreso por donde venía transitando el país en las últimas décadas, las ignoró de manera criminal, dilapidando y arruinando la más importante de todas: nuestra riqueza petrolera. Pudo haberla seguido sembrando -como aconsejaba Uslar Pietri-, es decir, multiplicándola en agricultura rentable y en industrias prósperas que produjeran para consumir aquí y exportar al exterior, creando millones de empleos, viviendas, hospitales, universidades, escuelas y toda una infraestructura física para mejorar nuestra calidad de vida. Por desgracia, no lo hizo. Prefirió dilapidarla, regalarla y hasta robársela.
El régimen, aparte de humillarlos, también mantiene engañados a los venezolanos, porque les miente como si todos fueran estúpidos. La mentira intragable de “la guerra económica”, por ejemplo, es un insulto a nuestra inteligencia. Y es que pretender convertir en verdad una colosal mentira como esa para “justificar” el fracaso de las políticas económicas intervencionistas y estatistas al estilo castrocomunista, sólo retrata el inmenso desprecio que la cúpula podrida madurista siente por nuestro pueblo.
Los mantiene engañados, porque no les ha dicho la gravedad de la gigantesca crisis que nos envuelve y que cada vez será mayor. En lugar de sincerarse ante los venezolanos, la cúpula chavomadurista oculta la verdadera dimensión de la actual catástrofe, intentando “correr la arruga” hasta las elecciones parlamentarias, si es que no las terminan suspendiendo ante la inminente derrota que les va a propinar la justa indignación popular que han provocado.
Y los mantiene engañados, porque el régimen no termina de aceptar su responsabilidad como único autor de toda esta debacle económica, social y política, al mantener un proyecto de destrucción nacional que debería dejar de lado, al igual que su cúpula también debería ya haber abandonado el poder, si en verdad tuvieran un poco de respeto y consideración por los venezolanos. Sin embargo, han hecho todo lo contrario: se aferran al poder como garrapatas, culpan a la oposición, al imperialismo y todo cuanto no sean ellos de todos los males, mientras continúan arruinando a Venezuela y su pueblo, así como a las generaciones futuras.
El régimen, aparte de humillarlos y engañarlos, también  maltrata a los venezolanos, al condenarlos a sufrir los estragos de la carestía, el desabastecimiento y la escasez de comida e insumos básicos, gracias a que el chavismo en el poder desde el primer día se dedicó a destruir el aparato productivo nacional. Por esa razón, hoy los venezolanos son obligados a hacer larguísimas colas -bajo el sol o la lluvia- para intentar comprar la escasa comida y los pocos artículos de primera necesidad que puedan conseguirse, todo lo cual desnuda la inescrupulosidad y la insensibilidad de la cúpula podrida que manda, ahíta de dinero, lujos y comida, mientras nuestro pueblo llano sufre el maltrato de horas y horas de sacrificio para adquirir algo de comer.
El régimen también los maltrata al no hacer nada para detener la matanza que, desde 1999, ha acabado con la vida de más de 300.000 venezolanos a manos de la delincuencia. Los maltrata al no cumplir con su primera obligación, que no es otra que garantizar el respeto a la vida de nuestro pueblo. Y si no es capaz de defender el primer derecho humano, no podemos esperar que garantice los demás. Por eso, Venezuela es hoy un Estado fallido, tal como lo argumentamos aquí semanas atrás.
Por desgracia, en lugar de rectificar y resolver los gravísimos problemas que ha creado su proyecto castrocomunista, el régimen chavomadurista sigue hundiéndonos a todos en esta gran debacle nacional, que también, al final, terminará enterrándolos a todos ellos, como si de una maldición bíblica se tratara. Porque, en verdad, luego de tanto mal a nuestro pueblo, no pueden esperar otra cosa de la justicia divina.
   
 @gehardcartay
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 25 de agosto de 2015

sábado, 22 de agosto de 2015

EL RÉGIMEN LOS NECESITA POBRES



EL RÉGIMEN LOS NECESITA POBRES
Gehard Cartay Ramírez
Al igual que el modelo castrocomunista cubano -que los dirige y manda-, el chavismo también se sostiene manteniendo más pobres a los pobres y empobreciendo a la clase media. Sus cúpulas podridas, en cambio, se enriquecen cada vez más.

Por tal razón, ambos modelos no tienen otra cosa que presentar como logros sino más pobreza, y con ella autoritarismo militarista, destrucción de la democracia y del aparato productivo, con su secuela de violación de los derechos humanos, desabastecimiento, carestía e inflación.

Ambos modelos -insisto- han multiplicado la pobreza en términos exponenciales, como nunca antes en sus respectivos países. Por eso, ambos han terminado convertidos en una absoluta estafa histórica.

En el caso cubano, detrás de la gran mentira de una “revolución” que reivindicaría a aquel pueblo, lo que muestra hoy la realidad es un pueblo tiranizado, empobrecido y hambriento, mientras una cúpula corrupta y enriquecida se aferra al poder que han ejercido durante más de 50 años. El resultado no puede ser más vergonzoso y trágico: Cuba ahora está peor que antes de la llegada al poder de los guerrilleros de Castro.

Tan grave resulta la situación de Cuba que la cúpula podrida del castrocomunismo ha tenido que “meterse por el bolsillo de atrás” -dijera el filósofo de Sabaneta- su prédica antiimperialista de más de medio siglo. Ahora mismo se acercan a los Estados Unidos en busca de dólares, vista la actual quiebra chavista de Venezuela -que los ha mantenido a flote en la última década-, como antes lo hizo la extinta Unión Soviética durante 30 años. Toda una estafa histórica, coronada por esta entrega final al “imperio”, lo cual no deja de ser trágico cómico, pero eso a los chulos castrocomunistas no les importa.  

Sin embargo, el régimen castrochavista venezolano es peor aún, porque en 16 años acabaron con la democracia más sólida de Latinoamérica; arruinaron un país inmensamente rico, destruyendo su economía y productividad; demolieron una PDVSA que estaba entre las empresas más poderosas del mundo, dilapidando y robándose nuestros petrodólares; y, cuando arrasaron con la plata de todos, terminaron  hipotecándonos a los chinos, quién sabe por cuantas generaciones más.

La realidad nos ha indicado ya muy claramente que todo ha sido producto de la criminal ambición de un grupo de desalmados, corruptos e ineficientes -en quien una buena parte de venezolanos confiaron-, cuyo único objetivo era llegar al poder para saciar sus apetitos desenfrenados, y no para mejorar la calidad de vida de las grandes mayorías, sino todo lo contrario. ¿O alguien, a estas alturas, puede dudarlo?

Ya lo ha dicho el Papa Francisco: “A la gente la empobrecen para que luego voten por quienes los hundieron en la pobreza”. 

Bastaría a este respecto citar las palabras que el gurú de la economía chavista, Jorge Giordani, le dijera al entonces presidente de PDVSA, general Guaicaipuro Lameda, y que este ha citado varias veces, sin ser desmentido. Giordani le señaló que eran los pobres los que le daban “el piso político” al chavismo: “Ellos son los que votan por nosotros, por eso el discurso de la defensa de los pobres. Así que los pobres tendrán que seguir siendo pobres, los necesitamos así… Entretanto, hay que mantenerlos pobres y con esperanza” (El Universal, 04-03-2014).

Por si faltara algo más sobre esta criminal manera de mantenerse en el poder a costa de los pobres, el anterior ministro chavista Héctor Rodríguez soltó esta perla de desvergüenza y cinismo: “No vamos a sacarlos de la pobreza para que se vuelvan escuálidos” (El Nacional, 25-02-2014). Y compitiendo también en desvergüenza y cinismo, el actual gobernador de Aragua puso lo suyo al señalar: "Mientras uno más consigue pobreza, hay más lealtad a la revolución y más amor por Chávez; mientras el pueblo es más pobre es más leal al proyecto revolucionario" (El Universal, 04-09-2014).

Pero todo esto no es sino una derivación de aquella célebre frase del extinto jefe del proceso: “Ser rico es malo”. Ella resume una inmoral justificación de la pobreza, una negación de la necesaria superación de los seres humanos y del mejoramiento de su calidad de vida. Sólo que, como ya se ha demostrado con creces, en tal aseveración nunca ha creído la cúpula podrida que manda, para quienes “ser rico sí es bueno”. Por eso hoy en día son multimillonarios, mientras la gente de abajo que los apoya están obligados a ser pobres para que el chavismo se mantenga en el poder. Ni más ni menos, amigo lector.

El chavismo necesita a los venezolanos “pobres y con esperanza”. Pero la esperanza ya se está acabando, como es lógico. Después de 16 años el país está peor y los pobres son más pobres. Y la paciencia, entre tanto, se está agotando también.
@gehardcartay
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 18 de agosto de 2015.

jueves, 13 de agosto de 2015

EL RÉGIMEN ESTÁ HERIDO DE MUERTE



EL RÉGIMEN ESTÁ HERIDO DE MUERTE

Gehard Cartay Ramírez
Ya hemos advertido que el régimen hará todo lo que sea necesario para tratar de ganar las elecciones parlamentarias o, en última instancia, posponerlas o impedirlas.

Y lo hará sin escrúpulos, pues carece de ellos. Eso deberían saberlo la MUD, sus partidos y sus candidatos. Deberían saber que esta campaña electoral no será un carnaval, ni un torneo de juegos florales. A veces, cuando uno observa ciertos candidatos a diputados, nota que hay algunos que no se han dado cuenta lo que está en juego este 6 de diciembre.

Lo afirmo porque este será el proceso electoral más sucio, tramposo y ventajista que hayamos presenciado. Porque, en verdad, si todos los comicios electorales desde el 2000 lo han sido, este lo será mucho más. Sólo que ahora la opción victoriosa de la oposición democrática luce indiscutible y la derrota aplastante del régimen -si se cuentan bien los votos y se impide el fraude- es una realidad de la que ellos mismos están más concientes que nadie. Por si fuera poco, crece aceleradamente el descontento popular, y cuando explote nada ni nadie podrá pararlo.

Todo lo cual hace más peligroso al régimen, hoy convertido en un tigre herido de muerte. Por tanto, van a abusar aún más de su poder, derrocharán miles de millones de dólares para su campaña y la compra de votos, y tendrán su lacayuno CNE dispuesto a permitirles el más descarado ventajismo y corrupción electorales.

Así ha sido hasta ahora y con mayor razón lo será en este proceso. No habrá nuevamente árbitro confiable y los dineros públicos serán otra vez despilfarrados en la campaña de los candidatos del régimen, sin que quienes están obligados por ley a impedirlo -si este fuera un país democrático y sus instituciones funcionaran- hagan algo. No hay tampoco Contraloría (muy ocupada “inhabilitando” candidatos opositores), ni Fiscalía (persiguiendo dirigentes de la oposición), ni TSJ (cambiando directivas de partidos opositores como si fueran sus empleados, gracias a la estupidez de quienes han acudido al mismo a ventilar problemas internos), ni mucho menos tribunales a los cuales asistir para denunciar estos crímenes. Otra vez reinarán la más absoluta impunidad y abuso de poder, como ha venido sucediendo desde 1999.

No digo estas cosas para crear desánimo, ni para que algunos comeflores de la oposición se molesten. Las digo porque aquí todo el mundo las sabe. Todos estamos advertidos desde hace mucho tiempo sobre la falta de escrúpulos del régimen y la corrupta utilización que hace de los dineros y recursos del Estado para favorecer sus candidatos en cada ocasión, como jamás lo hizo ningún gobierno anterior.

Por supuesto que frente a un panorama como este, lo menos que podemos exigirle a los candidatos por los que vamos a votar es que estén a la altura de tan difíciles circunstancias. Están obligados no sólo a ganar, sino a defender sus victorias. Porque un candidato a quien despojen del triunfo y no lo defienda como debe ser, no merece el respeto de nadie, sino todo lo contrario.

(Por esa sola razón, un venezolano eminente como Jóvito Villalba no volvió a obtener el favor popular al no defender su victoria en las elecciones de 1952. Y justamente por haber defendido la suya, Rafael Caldera fue presidente en 1968. En mi caso particular -y perdonen la referencia tan personal, pero la Historia es la Historia-, bien se sabe que como candidato a Gobernador de Barinas y con la mayoría de nuestro pueblo derrotamos el fraude en 1992 y triunfamos otra vez en 1993.)

Por otra parte, lo menos que podemos exigirle a la MUD es que no siga cometiendo errores, ni edulcorando la situación. La exclusión de los candidatos de Copei -otra especie de “inhabilitación”, pero desde la oposición- es uno de ellos, con lo que se les niega a algunos dirigentes valiosos la posibilidad de ser parlamentarios. No sólo apelaron a argumentos artificiosos al respecto, sino que luego otros partidos se repartieron las posiciones que tenían asignadas los candidatos socialcristianos. Y sin embargo, estos últimos lo han aceptado -en un gesto de hidalguía- porque el país está por encima de cualquier interés parcial y lo prioritario, ahora, es derrotar al régimen para salvar a Venezuela. Ni más ni menos.

Pero como unidad no es unanimidad, hay que hablar con claridad absoluta. Justamente, este domingo pasado, el editorial de El Nacional así lo hizo: “Venezuela no perdonaría a la dirigencia opositora desperdiciar la oportunidad de propinarle una monumental derrota al régimen en las elecciones parlamentarias. Pero esas elecciones se comienzan a ganar desde hoy, asumiendo los errores, reflexionando y corrigiendo”.   

@gehardcartay
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 11 de agosto de 2015.