martes, 18 de junio de 2013

EL CERCO A LAS UNIVERSIDADES
Gehard Cartay Ramírez
Desde sus mismos inicios, el régimen chavista comenzó a cercar y estrangular económicamente a las universidades autónomas.
Esa circunstancia se debe, sin duda, a su carácter autoritario y neototalitario. Un régimen de tales características, como lo demuestra la historia, no tolera ni permite las universidades de pensamiento crítico, independiente y autónomo. Y menos si se trata -aunque esta característica siempre va apareada a todas las dictaduras, que nunca son “civiles”- de un régimen militarista. Toda dictadura es totalitaria y autoritaria, no reconoce los derechos de los demás y se basa en la simple ecuación militar según la cual el tirano y su claque mandan y los demás obedecen.
El actual régimen no ha ocultado tales pretensiones. Hace algún tiempo aprobó una absurda ley que, en la práctica, eliminaba el principio de la autonomía universitaria, a pesar de su rango constitucional. De igual manera, se acababa con la estructura independiente de las universidades, al suprimir consejos universitarios, vicerrectorados, decanatos, organismos de representación profesoral y estudiantil y, en suma, se colocaba a las casas de estudios superiores bajo control del régimen y sus intereses políticos.
Se quiso reducir a las universidades a la humillante condición de simples escuelas regidas por el gobierno, aboliendo la búsqueda de la verdad, el pluralismo y la libre confrontación de las ideas, todos ellos elementos esenciales de la autonomía universitaria. Y para lograr tan perversos propósitos se eliminaba su actual derecho a elegir sus autoridades a todos los niveles.
 (Recuerdo que, a este respecto, una de las decisiones más grotescas fue la pretensión de que para elegir rector y vicerrectores, decanos y centros de estudiantes, se incluía la votación de empleados y trabajadores. Tamaña demagogia hizo decir a algunos que entonces en Miraflores debían incorporarse empleados y trabajadores a las reuniones del Consejo de Ministros.)  
Tamaño despropósito encontró, como tenía que ser, una fuerte resistencia entre estudiantes y profesores. La protesta fue de tal magnitud que el entonces presidente, hoy extinto, Hugo Chávez, resolvió dar marcha atrás y engavetarla.
Ahora, por otro atajo fasciocomunista, el usurpador mirafloriano pretender volver a esas andadas. Va a conseguir, por supuesto, la firme protesta de los todos universitarios, de los que enseñan, estudian y trabajan en nuestras casas de educación superior y, desde luego, de los centenares de miles de egresados que no estamos dispuestos a aceptar que el régimen las controle.
Uno de los medios más infames al respecto lo constituye el cerco financiero contra las universidades, a las cuales les han venido reduciendo sus presupuestos desde hace siete años. Esto significa que han tenido que reconducirlos, es decir, aplicarlos sin los aumentos que demandan las circunstancias. Y eso viene afectando la inversión en planes de investigación y docencia, así como en el pago de los profesores universitarios, que hoy cobran salarios de hambre, al igual que los docentes de secundaria, escolar y preescolar.
Por contraste, y para hacer más chocante la situación, el régimen le ha incrementado los presupuestos a las universidades que controla -y que no son, por cierto, las mejores del país-, al igual que ha aumentado los sueldos a los altos oficiales de la Fuerza Armada Nacional, que hoy ganan tres o cuatro veces lo que cobra un profesor universitario. Y ello para no ocuparnos de los miles de millones de dólares regalados a otros países, mientras aquí los docentes de las universidades ganan una miseria.  
Quienes somos egresados de universidades autónomas -en mi caso, de la Universidad de los Andes y la Universidad Central de Venezuela- no podemos aceptar pasivamente el cerco criminal que viene tendiéndole el oficialismo a estas casas de estudios superiores, en abierta violación del artículo 109 de la Constitución Nacional. Mucho menos podemos aceptar que, por esta vía, se las pretenda controlar y convertir en instrumentos de ideologización y control político.
Resulta, por cierto, asqueante la posición de antiguos profesores y dirigentes estudiantiles de izquierda -algunos de los cuales hoy son ministros y altos funcionarios- que antes defendían la autonomía universitaria y hoy la niegan. Claro, en el pasado, muchos de esos jauas, jorgerodríguez y demás tarambanas, se aprovechaban de la misma para encapucharse, tirar piedras y quemar carros, así como otros -antiguos guerrilleros- se escondían 50 años atrás en los recintos universitarios para enfrentar al sistema democrático. Y están los que hoy, vergonzosamente, son incapaces de decir nada al respecto en sus escritos de opinión, porque se los impide el bozal de arepa que les dan.    
El régimen debería saber que, si insiste en este objetivo, está despertando un gigante de la protesta, como lo son los universitarios. Debería recordar que ese gigante incluso tumba gobiernos autoritarios, como sucedió en 1958 aquí y como ha acontecido en otras partes. Y lo debería saber aún más, cuando se trata de un régimen que, como el actual, carece de legitimidad de origen y de desempeño, producto de un colosal fraude lectoral, y que hoy es repudiado por la mayoría del pueblo venezolano.

LA PRENSA de Barinas- Martes, 18 de junio de 2013.