lunes, 15 de septiembre de 2014

PEOR QUE NUNCA



PEOR QUE NUNCA
Gehard Cartay Ramírez
Seguramente este es el peor gobierno en la historia venezolana.

Y esto es gravísimo, pues en nuestro devenir republicano  los malos gobiernos han sido mayoría. En otras palabras, los de Chávez y Maduro son los más malos de todos, es decir, los peores. Una auténtica peorrocracia, pues, citando un término utilizado por el desaparecido Jorge Olavarría para calificar al régimen del también extinto jefe único del chavismo.

Maduro ha demostrado ya en sus casi dos años en el poder una incapacidad y una mediocridad escandalosas. Si hubo algún ingenuo que creyó que este iniciaría, ante el descomunal desastre que heredó, una etapa de rectificaciones económicas, institucionales, fiscales y sociales, hoy puede darse cuenta de que nada de eso está en los planes del régimen que acogota a los venezolanos.

Así lo acaba de confirmar su alocución de la semana pasada. Aquello fue un verdadero “parto de los montes”. Lo que anunció como un sacudón terminó siendo una simple brisita. Y es que, en lugar de tomar las urgentes medidas que el país y la crisis exigen para enfrentarla, Maduro sólo se ocupó -una vez más- de privilegiar los objetivos ideológicos del régimen, y no de atender y enfrentar los males que nos aquejan. Sólo habló del proyecto castrocomunista del Estado Comunal, sin tocar los problemas fundamentales del país.

Este asunto ha sido frivolizado por cierta oposición. Al igual que el tema de la invasión cubana a nuestro país, hay algunos dirigentes opositores que no terminan de entender el veneno que esconde el mal llamado Estado Comunal. Uno no sabe si lo hacen a conciencia -serían entonces colaboracionistas del régimen- o si su vocación electorera no les permite analizar la verdadera naturaleza del régimen iniciado en 1999. Parecen no querer darse cuenta de que ese llamado Estado Comunal aplastará las pocas gobernaciones y alcaldías que hoy manejan. Mientras tanto, siguen aferrados a sus parcelitas de poder, olvidando que el verdadero poder sólo está en un cambio profundo del actual estado de cosas.

Está claro entonces que Maduro y su cúpula corrupta no harán nada por rectificar el rumbo que nos lleva al precipicio. Por desgracia, los verdaderos problemas seguirán sin solución, hasta que haya un cambio de régimen y de modelo. Continuarán agravándose la inseguridad, la pulverización del bolívar, la escasez, la inflación (la más alta del mundo), la pobreza, el desempleo, la crisis de los servicios públicos y la corrupción, pues el régimen no tiene ninguna intención de resolverlos. Como siempre, lo de ellos es atornillarse en el poder cada día más. Lo demás les importa un carajo.

Y en este perverso objetivo, un Estado totalitario, autoritario y controlador es el arma más efectiva. No puede tolerar, por tanto, un sector productivo privado fuerte, ni una ciudadanía empoderada social y económicamente. Allí está el ejemplo castrocomunista de Cuba: su gobierno ha empobrecido al pueblo, al punto de convertirlos en mendigos que sólo reciben su cartilla de racionamiento (un pollo y unos pocos kilogramos de granos al mes), mientras los Castro y su claque son los ricos de la comarca desde hace 50 años.

Para allá, como mansos corderitos, vamos los venezolanos, sin que haya una protesta popular masiva y contundente. Las largas “colas” a las puertas de los supermercados para comprar unos cuantos productos escasos y caros, son apenas un anuncio de lo que viene. Después vendrá lo peor: nos van a imponer hasta lo poco que podremos comer en su momento.

Hay, por supuesto, gente que creerá que uno exagera diciendo estas cosas. Por desgracia, lo que viene sucediendo no es obra de la casualidad. Todo, absolutamente todo, responde a un proceso planificado de antemano y ensayado ya por todos los regímenes totalitarios de factura comunista. De manera que aquí nadie está inventando la pólvora.

La gran verdad es que el totalitarismo comunista sólo se sostiene sobre las ruinas de la economía y la iniciativa privadas, aplastando las libertades políticas, sociales y económicas. Tal vez con la excepción del audaz actual experimento en China (gobierno comunista y economía capitalista) -donde seguramente esta última, a la postre, liquidará al primero-, la historia ha demostrado que un Estado totalitario sólo es posible suprimiendo todas las libertades.

Estamos, pues, advertidos, a pesar de que haya quienes no oyen crecer la yerba.    
 Twitter: @gehardcartay
LA PRENSA de Barinas - Martes, 09 de septiembre de 2014.