jueves, 13 de marzo de 2014

REBELIÓN CIUDADANA VS. PODER ENVILECIDO
Gehard Cartay Ramírez
Casi un mes de diarias protestas populares ponen de relieve que estamos en presencia de una formidable rebelión ciudadana contra un Poder envilecido.
Pareciera que este hecho tan trascendental no ha sido comprendido suficientemente por el régimen, y me temo que también por cierta oposición.
Aquél, convertido en un Poder canalla, ha pretendido despacharlo con su repetido sartal de ofensas contra sus opositores, acompañándolo con una represión brutal y asesina.
 Quienes se le oponen -según Maduro- no son venezolanos.  Sólo son fascistas y escuálidos, que actúan por “órdenes del imperio”. Son “traidores a la patria” y demás cursilerías propias de su filo militarismo marxista. Y los estudiantes que protestan son sifrinos de “la oligarquía”, los “hijos de la derecha”, etc., etcétera.
Este lenguaje miserable de una cúpula podrida que sólo busca mantenerse a todo trance, pretende restar importancia a la multitudinaria protesta que hemos visto en estos días. Por cierto, el régimen no ha podido hacer lo mismo con su gente, renuente a salir a defender lo indefendible, con excepción de los empleados públicos que son obligados a participar en las cada vez más raquíticas manifestaciones oficialistas. 
Maduro, fiel a su mediocridad y parasitismo intelectual, imitando a su extinto jefe, ha utilizado todos estos días abusivas cadenas de radio y TV para tratar de desprestigiar la rebelión ciudadana en marcha. Y como no ha podido ni podrá  lograrlo porque no convence a nadie, ni siquiera a su propia gente, echa mano -mientras usa todos los medios radiales y televisivos-  a una de las peores represiones que se recuerden.
 Así, más de 20 muertos, principalmente jóvenes estudiantes, cientos de heridos y torturados, miles de detenidos sin fórmula de juicio, algunos desaparecidos, numerosos hogares violados por la fuerza pública e incontables bienes destruidos, son el resultado de esta orgía de muerte, represión y violación generalizada de los derechos humanos, crímenes todos de lesa humanidad, ordenada por el poder envilecido. Por supuesto que tales hechos, escandalosos en cualquier democracia, han causado una honda repulsión en todo el mundo, donde hoy se observa que aquí lo que existe es una dictadura vestida con algunos girones de ropa “democrática”.
Desde la otra orilla, una cierta oposición tampoco comprende lo que está pasando. Tal vez temiendo perder sus espacios electorales, alienta la movilización de las mayorías adversas al régimen, pero limitándola. Y como hay otras protestas más radicales, que no obedecen a su estrategia y escapan, por tanto, a su control -como las llamadas guarimbas-, no termina de entender que la mayoría de estas (las no provocadas por infiltrados del régimen) son el lógico resultado de años de rabia e indignación ante un régimen que está acabando con el país y con el futuro de todos, especialmente de sus jóvenes.
Otro reducido sector de opositores -llamémoslos todavía así, aunque se comportan como colaboracionistas del régimen- se hace eco de los falsos llamados oficiales a una supuesta “mesa de diálogo”. Lo grave es que ellos saben que el chavismo siempre se ha sostenido sobre la confrontación y que no renunciará a ella porque cree que le ha dado beneficios políticos hasta ahora. Lo del “diálogo”, entonces, es una táctica oportunista y una trampa caza pendejos.
Si no es así, amigo lector, ¿cómo se explica que mientras hace llamados a “dialogar” continúa su ofensiva de represión, muerte y violencia contra los adversarios? ¿Cómo puede creerse en una oferta de diálogo si el régimen continúa enfrentando la protesta popular pacífica con el uso desmedido de la fuerza militar, policial y paramilitar, con armas de guerra, a sangre y fuego?  Y lo que es peor: ¿cómo puede haber opositores que se sienten incondicionalmente a “dialogar” con el régimen, mientras este, con saña asesina, intenta aplastar la protesta pacífica en las calles?
Lo que no se puede perder de vista de ninguna manera es que esta rebelión ciudadana está más que justificada y que no cesará todavía. Ya son quince años de un pésimo gobierno que no ha resuelto ningún problema y los ha agravado todos. Quince años de robo, latrocinio y regaladera al exterior de más de 950 mil millones de dólares, mientras los venezolanos son cada vez más pobres. Quince años de alto costo de la vida, inflación, escasez, desabastecimiento y pobreza creciente. Quince años con más de 200 mil asesinatos a manos de la delincuencia desbordada. Quince años de destrucción de la economía nacional y de la industria petrolera. Quince años en el poder de una cúpula vasalla de la dictadura castro comunista cubana.
¿Qué querían entonces? ¿Que los venezolanos se resignaran como los pobres cubanos, prisioneros de una dictadura criminal por más de 50 años?
No saben de lo que es capaz este pueblo cuando se decide.
Twitter: @gehardcartay
LA PRENSA de Barinas - Martes, 11 de marzo de 2014