miércoles, 27 de noviembre de 2013

NERVIOSOS Y ASUSTADOS
Gehard Cartay Ramírez
No hay forma de ocultarlo: los jerarcas de la cúpula podrida del régimen andan nerviosos y asustados.
Y tienen poderosas razones para ello. Una, la más cercana, la constituye la celebración de las elecciones del próximo 8 de diciembre. Todo indica que se dirigen a una derrota histórica, si la gente sale a votar masivamente, si se cuentan bien los votos y si las fuerzas democráticas hacen respetar su victoria ante cualquier maniobra en contrario del régimen y sus damiselas del CNE. Así, es muy seguro que las principales ciudades del país sean ganadas por los candidatos de la MUD y que, en consecuencia, el régimen también sea derrotado en votos populares.
En el fondo, aunque no lo pueden admitir por razones obvias, el oficialismo sabe que este es un escenario muy probable. Por esa razón, andan nerviosos y asustados. Por eso mismo, son potencialmente más peligrosos, acostumbrados como están al manejo inescrupuloso de los dineros del Estado para imponer sus candidatos, al uso de la trampa electoral y al recurso de la violencia y el terrorismo de sus bandas armadas.
Esto deberían saberlo los candidatos democráticos. Por ello deben dejar toda ingenuidad a un lado y saber que, si la gente les va a otorgar la victoria, entonces deben defenderla valientemente. Si no lo hacen, deberán irse a sus casas y olvidarse del combate político, que no es propiamente un carnaval ni una distracción más.
La segunda razón para que el nerviosismo y el susto sigan creciendo en la cúpula podrida del régimen es la explosiva situación del país. Ya esto luce insostenible por donde se le mire. El país no aguanta más y en cualquier momento se desatarán los demonios.
La situación política, económica y social tiende a agravarse y, como reza el lugar común, Maduro y su combo huyen hacia adelante, en un esfuerzo desesperado por mantener a sus seguidores y ganar tiempo. Pero esta es una estrategia peligrosa y, en ocasiones, fatal.
En lo político y social, la inestabilidad sigue creciendo. Hay rumores de todo tipo, aumenta la desconfianza entre los propios seguidores del régimen y el deterioro de este crece exponencialmente. Dirigido por un heredero inepto, sin liderazgo alguno y en medio de un “saco de gatos” -o de un “nido de alacranes”, como dijo alguna vez el extinto Rojas Müller-, con una expectativa cada vez más caótica de inflación, especulación, inseguridad, hambre y desempleo, lo que se le viene encima al régimen en pocos días equivale poco menos que a una hecatombe política, económica y social.
Y ello para no extendernos en el aspecto económico, que todos los venezolanos sufrimos hoy de una forma u otra. Por más que lo nieguen con medidas efectistas, y por ello mucho más dañinas en el corto plazo, aquí mandan la carestía, la inflación, la escasez y el desabastecimiento. Por mucho que le hagan creer lo contrario a los pendejos que aun confían en ellos, las reglas del mercado no operan por decreto ni de manera obligatoria. Eso que llaman la ley de la oferta y la demanda sigue siendo una realidad tan viva como la ley de gravedad. Nadie puede negarla. Y allí está para comprobarlo el cementerio de la economía comunista o su abandono por países como China y Vietnam. Pero aquí los estúpidos jefes de la economía oficial no quieren admitirlo.
Estos escenarios podrían, eventualmente, inducir al régimen a cometer cualquier locura, incluido el saboteo de las elecciones municipales. Ya vienen dando señales al respecto. Los atropellos y amenazas a candidatos opositores con chance de victoria, el acoso a otros, la creciente judicialización contra la disidencia y la protesta democrática, las maniobras tribunalicias de última hora, etc., etcétera, son evidentes a esta altura del tiempo.
Por supuesto que cada una de estas arteras maniobras debe tener una firme respuesta del liderazgo democrático, sin retroceder ni entregarse jamás. El régimen pretende, a través de su terrorismo de Estado y su acostumbrada violencia contra los adversarios, crear temor entre los muchísimos venezolanos que hoy lo adversan. Y está en manos de la oposición democrática rechazar tal pretensión.
Lo que está en juego este domingo 8 de diciembre no es sólo la elección de los alcaldes y los concejales en todo el país. Ese es un objetivo muy importante, sin duda. Pero hay uno que lo supera en trascendencia y sentido histórico, si de verdad queremos salvar a Venezuela de la debacle en que la ha metido el actual régimen.
Y ese objetivo supremo no es otro que convertir estas elecciones en una poderosa avalancha de descontento popular contra Maduro y su claque. Si tal propósito lo logramos, entonces debemos marchar hacia su sustitución constitucional y   democrática, a través de la convocatoria de una Asamblea Constituyente en el más breve plazo posible.  
 
    @gehardcartay
(LA PRENSA de Barinas - Martes, 26 de Noviembre de 2013)