OTRO GOBIERNO Y OTRA
OPOSICIÓN
Gehard Cartay
Ramírez
Las
recientes elecciones de alcaldes terminaron de demostrar varias cosas.
La
primera, elemental, es que la gente no cree en el CNE, ni en sus procesos
electorales, así como no cree en Maduro y su nefasto régimen, ni tampoco en la
actual dirigencia opositora.
No es
poca cosa, y lo digo a pesar de que no estoy descubriendo el agua tibia. Pero
está demostrado que aquí lo que hay, más que una generalizada decepción, es un
estado general de indignación porque el país se hunde en una tragedia
humanitaria de inmensas proporciones, que nada les a quienes están en el poder,
mientras la actual dirigencia de la MUD se hunde en sus incoherencias y
contradicciones.
Vamos hacia el despeñadero y, sin embargo, el
régimen imperante nada hace para evitarlo, sino todo lo contrario. Y es que
siendo exclusiva obra suya, resulta imposible que pueda remediar este desastre.
Porque, en dos platos, el régimen es el problema. Y la única manera de resolver
esta colosal crisis que sufrimos es cambiándolo.
El
segundo problema es que no hay liderazgo en la oposición para lograr, a corto
plazo, la salida del régimen chavomadurista. Por supuesto que esa tarea no es
nada fácil. Se trata de un asunto complejo por la naturaleza totalitaria de la
neodictadura madurista y por el apoyo del estamento militar, aparte del
poderoso entramado que también lo sostiene, compuesto por sus corruptos mil
millonarios, sus aliados del narcotráfico y el respaldo de rusos, chinos,
iraníes y cubanos, interesados en continuar saqueando nuestras riquezas
naturales.
Por desgracia, los actuales conductores
opositores han demostrado una incapacidad patética para articular una táctica
realista al respecto. (Conste que no acostumbro a criticarlos y siempre han contado
con mi apoyo en la medida en que me parecía correcto lo que hacían.) Deben, por
tanto, ser relevados en la conducción de la MUD o del mecanismo que la
sustituya, si fuera el caso. Hay que darle paso a otro liderazgo, más experimentado,
inteligente y hábil.
No
podemos seguir con dirigentes incoherentes y erráticos que un día señalan que van
a elecciones y en las siguientes dicen que no participarán. Eso de competir en
las elecciones de gobernadores –a conciencia de que enfrentamos un régimen
tramposo–, sin haberse preparado para neutralizar el fraude, ni movilizar sus
electores, y al día siguiente anunciar que no participarían en los comicios de
alcaldes, pero que se prepararían para las presidenciales, no puede ser calificado
sino como una tremenda irresponsabilidad e incoherencia.
Y
vamos a estar claros en cuanto a lo electoral: se trata de una vía que nunca –nunca, insisto– debe ser desechada, a
pesar de los fraudes y las trampas. Por supuesto, que si la actual oposición fuera
un movimiento guerrillero o terrorista, de golpistas militares al estilo Chávez
o de cualquier otra categoría de medios violentos de acceso al poder, sería muy
difícil pedirles que se acogieran a la vía electoral.
Y, sin embargo, la reciente historia
demuestra que aún esos movimientos utilizan la vía electoral, sin abandonar las
otras ilegales e irregulares. Aquí, en la década de los años sesenta, las
Fuerzas Armadas de Liberación Nacional –FALN– (integradas por el Partido
Comunista y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria) la usaron, sin abandonar
la lucha guerrillera y el terrorismo contra civiles indefensos.
Igual sucede en Colombia, y más ahora que
las FARC dice haberse acogido a la lucha pacífica. En Irlanda el ejército del
IRA o ETA en el país vasco participaban también en elecciones sin abandonar su
lucha armada y terrorista. Pongo estos
ejemplos para que se vea que, aún en los casos más extremos, la lucha
electoral sigue siendo una opción, aunque, incluso, no se crea en ella como
medio legítimo de acceso al poder.
Por todo ello, y con más razón, por
supuesto, debemos utilizarla quienes somos demócratas por convicción. Las
elecciones son un medio para movilizar, activar y motivar a la gente. Ir de
casa en casa llamando a votar, denunciando al régimen y dejando un mensaje,
resulta mucho más útil que encerrarse el
día de las elecciones y dejar que el régimen las manipule sin que alguien esté
allí para hacerles más difícil su perversidad.
Por
supuesto que las elecciones son uno más de los varios instrumentos de lucha, a
saber, la protesta de calle y la rebelión popular. Porque, como quedó una vez
más demostrado este domingo, la abstención es un camino que no conduce a
ninguna parte. Como simple omisión carece de utilidad y, aún en el caso de que
se imponga, no tiene nunca fuerza suficiente para cambiar algo y producir
efectos reales al respecto.
Merecemos,
pues, otro gobierno y otra oposición. El martes próximo seguimos con este tema.
@gehardcartay
El Blog de Gehard Cartay Ramírez
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 12 de diciembre de 2017.
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