jueves, 6 de febrero de 2014

¿HASTA CUÁNDO?
Gehard Cartay Ramírez
Leí hace poco una afirmación que me llamó a reflexión: la destrucción del país le está saliendo “barata” al régimen (Alonso Moleiro, Tal Cual, 02-02-2014).
Lo de “barata” aludía al conformismo, la apatía y el miedo  de algunos sectores y también a la inexplicable posición de la cúpula de la MUD, negada a hacer oposición de calle ante el desgobierno actual, que nos lleva aceleradamente al desastre.
Y es que, en verdad, si nada hacemos ante esta criminal actitud del régimen; si no somos capaces de salir a protestar ante los gravísimos problemas que nos azotan; si dejamos que esta tragedia continúe… será muy “barato” para Maduro y su combo completar la destrucción del país iniciada en 1999.
En cambio, a los venezolanos nos va a salir muy costoso no enfrentar al régimen, ahora y aquí, para impedir que se salga con la suya. Y no podrá extrañarnos que quienes vengan después nos califiquen de cobardes y de no haber asumido nuestra responsabilidad histórica en esta hora aciaga que vive Venezuela.
Por eso, cuando se afirma que al régimen de Maduro le está saliendo “barato” su empeño en seguir destruyendo al país, nos estamos refiriendo a la falta de una respuesta enérgica ante esta auténtica traición a la patria que significa tronchar el futuro de los venezolanos. Porque si en cualquier otra nación estuviera ocurriendo el desastre que hoy sufrimos aquí, lo más seguro es que ya el pueblo hubiera obligado al régimen cuando menos a rectificar, si no es que tal vez habría logrado su sustitución.
Ojo: que nadie se equivoque, como decía el extinto. No estamos llamando a la guerra civil, ni a la violencia, ni al enfrentamiento entre venezolanos. Nada de eso. Ni a la guerra, porque aquí quienes tienen las armas son el régimen y los malandros; ni a la violencia, porque hemos demostrado que nuestro camino siempre ha sido -a pesar del fraude y el ventajismo- por la vía electoral; ni al enfrentamiento, porque el discurso del odio ha sido siempre monopolio exclusivo del chavismo.
Hoy en Venezuela hay protestas todos los días y en todas partes por el desastre que sufrimos desde 1999. Pero ha llegado la hora de organizar un movimiento de resistencia multitudinario y eficaz, pacífico y ciudadano, capaz de producir el cambio democrático del régimen, como lo demanda la mayoría de los venezolanos.
Esa protesta popular en las calles, pacífica y responsable -insisto-, está garantizada por la Constitución Nacional. Es nuestro derecho y nuestro deber. Hacer uso de ambos es lo que exige la hora actual, en lugar de estar cayendo en la trampa del supuesto diálogo con el régimen.
Ya está muy claro que el régimen no cree en el diálogo verdadero. Lo suyo siempre ha sido y sigue siendo la confrontación. Y está más que demostrado que cuando invita a “dialogar” es otra treta más, porque luego insulta y amenaza a la oposición y la sigue cercando, tal como lo recomiendan sus patrones castrocomunistas.
Por esa misma razón, hay que movilizar a la gente. Si continuamos como hasta ahora, las consecuencias podrían ser las de acostumbrar a los venezolanos a que acepten esta pesadilla y, lo que sería peor, que se acostumbren a vivir con ella. Por si acaso, hay algunos signos al respecto, como las largas colas para comprar ciertos productos cada vez más escasos, y que la gente las haga con una cierta resignación que ya es preocupante. Los cubanos tienen más de 50 años en eso, y se acostumbraron a vivir cada vez peor. 
Uno de los más grandes pacifistas del siglo XX, Mohamma Gandhi, apeló a la resistencia pacífica en las calles para combatir al imperialismo británico y lograr la independencia de la India. Y lo logró, sin armas -porque no las tenía-, ni violencia, porque no creía en ella.
Ahora mismo, en Ucrania, antigua República Soviética, el pueblo acaba de demostrar nuevamente la eficacia de la resistencia pacífica en las calles, derrotando el empeño del gobierno ucraniano en unirse a Rusia y no a la Unión Europea. Y eso que sus problemas tal vez sean menores que los nuestros, pero la resistencia en Ucrania es una lección para nosotros, al demostrar lo que vale el coraje del pueblo en las calles, detrás de una idea y una lucha poderosas contra el despotismo.    
Aquí en Venezuela, con una gravísima crisis que nos empobrece cada vez más, con la delincuencia matando a venezolanos cada día, con la más alta inflación del continente, con especulación y desabastecimiento como nunca, con corruptos e ineptos en el poder bajo la tutela castrocomunista de Cuba, entre otros males, debemos movilizarnos ya si no queremos terminar como el pobre pueblo cubano.
Twitter: @gehardcartay
(LA PRENSA de Barinas - Martes, 04 de febrero de 2014)