LA LUCHA QUE NO CESA
Gehard Cartay
Ramírez
La
lucha contra este nefasto régimen no ha sido ni será fácil, como ya está harto
demostrado.
Por
eso afirmamos la semana pasada que hay que adoptar ya las necesarias
rectificaciones en el difícil combate contra el chavomadurismo inepto y
corrupto que, por ahora, detenta el poder. Desde luego que para derrotarlo
resulta obvio que las fuerzas opositoras deben actuar con mayor inteligencia y
eficacia que como lo han hecho hasta ahora.
Una de
las primeras medidas es relevar la actual dirigencia de la MUD. Y es que por
aquello de que en política los resultados son los que cuentan, resulta muy
claro que una dirigencia perdedora no puede seguir dirigiendo una lucha tan
difícil como esta.
Hay que sustituirlos entonces por otros
dirigentes, más experimentados y hábiles, conocedores profundos del adversario
y sus trampas, sin compromisos económicos con nadie e insospechables de algún
trato financiero o político con el régimen. Lo deseable es que quienes han
cosechado las dos últimas dolorosas experiencias electorales renunciaran para
facilitar las cosas. Ojalá lo hagan y, si no lo hacen, hay que removerlos.
Y la
tarea prioritaria de la nueva dirigencia que los sustituya debe ser la lucha
por mejorar las condiciones electorales, retomar la protesta popular y explorar
la búsqueda de un candidato presidencial de consenso, en caso de que se
convoquen elecciones confiables.
El
primero de esos objetivos es esencial. Hay que luchar por elecciones limpias y
pulcras, derrotando el fraude mediante la concurrencia masiva de nuestros
votantes y preparándonos para estar vigilantes en las mesas electorales y en
cada una de las fases del proceso.
(Está demostrado que si logramos esos
objetivos, tal como lo hicimos en diciembre de 2015, cuando ganamos las dos
terceras partes de la Asamblea Nacional con este mismo CNE, es posible revertir
el proceso de destrucción nacional que realiza el chavomadurismo desde 1999.)
Hay
que retomar la protesta popular. Cada día que pasa los venezolanos nos empobrecemos
más y más, mientras la cúpula podrida del régimen se enriquece más y más. Cada
día la comida cuesta más y se hace más difícil conseguirla. Cada día nuestra
calidad de vida empeora, los pobres se hacen más pobres y la clase media
también. Son suficientes razones para protestar, pero hay que liderizar ese
movimiento.
Debemos
también buscar desde ya un candidato presidencial de consenso, con experiencia
y sabiduría políticas, descartando los que ya han fracasado y a quienes aspiran
sin ser capaces de concitar el apoyo mayoritario de la población. Hay que descartar
también la antipolítica, que nos trajo a Chávez en 1998 y nos tiene cada día
peor.
Si
aquí la dirigencia opositora se despojara de ambiciones bastardas y personales,
lo lógico sería que todos reconocieran a quien puede ser el mejor candidato y
brindarle su apoyo, sin esperar que unas elecciones primarias los desgasten a
todos y produzca más enfrentamientos.
Al respecto, quiero recordar aquí la extraordinaria
lección que dio la oposición democrática chilena, luego de la derrota de
Pinochet en el referendo con el que aspiraba continuar su dictadura. Había
entonces dos candidatos con clara opción: el demócrata cristiano Patricio Aylwin
y el socialista Ricardo Lagos. Sin embargo, este último declinó y apoyo al
primero, evitando así unas primarias que los habrían desgatado y enfrentado
inútilmente. En un acto de grandeza y desprendimiento, Lagos señaló que Aylwin
era quien estaba entonces en mejores condiciones para derrotar y enfrentar la
dictadura. Y tuvo razón, pues no sólo ganó las elecciones sino que condujo una
ejemplar transición hacia la democracia. Años más tarde, el propio Lagos
también fue elegido presidente de Chile.
En
este espejo, si quiere actuar con inteligencia, debería mirarse la oposición
venezolana a la hora de decidir la candidatura presidencial. Unas primarias
significarían costos enormes en lo económico, en lo político y en lo emocional,
pues los reconcomios afloran y hacen mucho daño. En cambio, el consenso, si
fuera posible, sería la mejor vía para escoger nuestro abanderado presidencial.
Con estas reflexiones cierro mis artículos
de opinión por este año. Me despido de los lectores hasta el 09 de enero de
2018, Dios mediante. La verdad es que, en las actuales circunstancias, no
sabemos si es una ironía desearles “una feliz navidad y un próspero año nuevo”,
como se hacía en el pasado. Lo digo porque vivimos uno de los peores momentos
de la Venezuela de siempre. Sin embargo, no debemos perder la esperanza y,
sobre todo, luchar por hacerla una realidad. Ojala que la reflexión de estos
días navideños sea propicia para renovar la lucha en el próximo año.
@gehardcartay
LA PRENSA de Barinas - Martes, 19 de diciembre de 2017.
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