jueves, 24 de julio de 2014

OTRO GOBIERNO Y OTRA OPOSICIÓN



OTRO GOBIERNO Y OTRA OPOSICIÓN
Gehard Cartay Ramírez
Tal pareciera ser el criterio mayoritario de los venezolanos, a la hora de juzgar las actuaciones del actual régimen y también de la oposición.
Pudiera pensarse, en principio, que se trata de una postura radical. Empero, si se analiza la situación de ambos sectores con serenidad y profundidad, hay que admitir que el tema debería discutirse, al menos por lo que respecta a la oposición, visto que, en cuanto al régimen que padecemos, existe -entre quienes lo adversamos- absoluta certeza sobre la urgencia de cambiarlo.
      Vayamos por partes. Por lo que se refiere al actual régimen su sustitución, cuanto antes, es una auténtica necesidad nacional. El país no aguanta más tiempo a un régimen inepto y corrupto hasta la exageración. Ya son quince largos años soportando a la cúpula podrida del chavismo empobreciendo y arruinando al país, mientras ellos se enriquecen a manos llenas… en nombre de Bolívar y del socialismo, al tiempo que dicen estar haciendo una revolución en beneficio de los pobres, quienes, sin embargo, son en realidad sus principales víctimas.
En lo personal, desde hace tres lustros y desde esta misma página, vengo analizando cómo el chavismo en el poder destruye nuestro país (por cierto que he publicado dos libros al respecto, con abundancia de datos estadísticos). De manera que sobre esta materia los lectores conocen suficientemente mi postura.
Por esas mismas razones debo dedicar mayor espacio a la otra exigencia, la de cambiar la actual oposición. Y lo hago dejando a salvo, en primer lugar, la actuación que tuvo la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) desde el momento mismo de su constitución. Creo que, con las fallas que toda empresa humana supone, estuvo a la altura de las circunstancias entre 2007 y 2013, al devolverle a los sectores opositores la confianza en la opción electoral que habían perdido desde la realización del referendo revocatorio en 2004.
Lamentablemente, esa actuación no ha sido la mejor desde hace más de un año. Lo que fue la principal virtud de la MUD en su momento pasó a ser luego su principal defecto. Me explico: si bien es cierto que se hizo un importante esfuerzo en función de organizar una plataforma de partidos y movimientos para participar en las distintas elecciones entre 2007 y 2013 -y ganar estas últimas, según Capriles y la mayoría de la opinión pública, aunque sin cobrar la victoria-, todo ese arduo trabajo sólo se limitó a lo simplemente electoral.
Y esta conducta pasó entonces a ser -insisto- su principal defecto. La MUD ha privilegiado un excesivo electoralismo por sobre otras vías de lucha contra el régimen, entre ellas, la canalización de la cada vez más creciente protesta popular  ante la crisis económica y social que nos aplasta. Al mismo tiempo, desechó también los mecanismos constitucionales que podrían activarse para sustituir el actual régimen, entre ellos, la renuncia de quien ocupa la Presidencia de la República, la convocatoria de un referendo revocatorio o la de una Asamblea Constituyente.
Ninguna de tales opciones fueron siquiera discutidas en su seno. Todas han sido descalificadas con argumentos pueriles, y hasta con reacciones temperamentales de ciertos dirigentes de la MUD que se comportan como si fueran chavistas -es decir, intolerantes, sin respeto por los que no piensan como ellos-, y lo que es peor, asumiendo una función de jefatura vertical que nadie les ha confiado. Agréguese, además, la imperdonable falta de autocrítica que hasta ahora exhibe su cúpula dirigente.
A este respecto no ha faltado tampoco la infeliz actuación de quienes han llegado hasta justificar el secuestro judicial que sufre Leopoldo López, cuando lo imprescindible ahora es ser solidarios con él y luchar por su pronta liberación. Lo mismo ha ocurrido con el inconstitucional despojo de la diputación de María Corina Machado, sin dejar de lado la estupidez de culparlos a ambos por las muertes que ocasionaron los cuerpos represivos del régimen durante las protestas de los últimos meses.
Por paradójico que parezca, la cúpula de la MUD privilegió, en cambio, el supuesto diálogo con el régimen, algo en lo que este último nunca ha creído. Mientras tanto, el diálogo puertas adentro de la frágil unidad opositora aún se hace esperar.
Urge entonces una nueva oposición, así como urge un nuevo gobierno. Urge una nueva conducción en la MUD, y cuando me refiero a ello insisto en la utilización de diversos métodos de lucha (incluyendo la vía electoral, pero abandonando el electoralismo), y no sólo en la sustitución de algunos nombres, aunque esto también resulte necesario.
En todo caso hay que abrir la discusión al respecto, sin tabúes ni dogmas, con amplitud y serenidad. Lo exige así el más alto interés nacional.
  @gehardcartay
LA PRENSA de Barinas - Martes, 22 de julio de 2014.