sábado, 30 de junio de 2012

LA BARINAS POSIBLE

DISCURSO DE ORDEN PRONUNCIADO POR EL DIPUTADO
 GEHARD CARTAY RAMÍREZ
ANTE EL ILUSTRE CONCEJO MUNICIPAL DE BARINAS CON MOTIVO DE LOS 404 AÑOS DE LA FUNDACIÓN DE LA CIUDAD

(Barinas, 25 de mayo de 1981)

Era el año de 1577.
Envuelta entre la bruma y la neblina de la cordillera, aspirando el perfume eterno de los frailejones andinos, una caravana de hombres baja por la montaña verde y fría, entre pedruscos y florecillas moradas.
Adelante, encabezando la legión, viene el capitán Juan Andrés Varela, comisionado por el gobernador Francisco de Cáceres para descubrir, conquistar y poblar los llanos que se extienden a partir del piedemonte. Lo acompañan otros hombres, fascinados por la aventura y la codicia. Allí están el capitán Francisco Graterol, uno de los fundadores de Mérida, combatiente feroz y compañero del capitán Pedro Bravo cuando ambos enfrentaron al Tirano Aguirre. También figuran el capitán Hernando Cerrada o Martín Hernández o Francisco Villalpando, todos venidos de Mérida, audaces y valerosos, tanto o más como su jefe Juan Andrés Varela.
La expedición ha salido de Mérida, un poblado fundado hace apenas unos 19 años al pie de las nieves eternas que se posan a lo alto de las montañas. Han tomado rumbo al este, hacia Mucuchíes y Las Piedras, por el páramo de Santo Domingo, tierra de caquetíos y jirajaras, una ruta tortuosa que más tarde llamarán Los Callejones.
A unas 16 leguas la expedición se detiene, mientras el viento silba a su alrededor, a orillas del brioso río, espumoso y empedrado, que caracolea bajando hacia las llanuras que se miran desde lo alto. Sobre una terraza plana y amiga, entre flores rojas y amarillas, el descanso permite descubrir el sitio cuyo valor estratégico reconoce inmediatamente el capitán Varela. Sabe que ese lugar le ofrece entrada y comunicación con Mérida y Trujillo, y protección y defensa ante la ofensiva de los indios de la región.

“Y luego incontinenti el Dho. Sor. Capitán se apeó del cavallo y estando a pie con su espada desnuda en la Mano y en la otra una rodela, tornó a decir las mismas palabras en alta vos que dicho tenía, y viendo que no había nadie que se lo contradijese dixo que en señal de posesión y por posesión se paseaba por allí y con la espada en la Mano comenzó a cortar de las yervas…”

Quien así escribe es la mano nerviosa de don Juan Pérez de Sotomayor, escribano de la legión, mientras garabatea rápidamente el Acta de Fundación. Acababa de nacer, en ese instante, Altamira de Cáceres, el 25 de mayo de 1577 *.
Pero, aparte del ritual y las formalidades, aquello no es un pueblo, ni siquiera una aldea. Apenas se ha construido una pequeña choza de madera y paja, que más tarde el propio Juan Andrés Varela bautizará como “Iglesia de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza de Santiago”, un nombre probablemente inmodesto para la primitiva y rústica construcción. Más allá se levanta otra choza que será la sede del Cabildo. Y después, como de costumbre, se repartirán las tierras y las encomiendas de indios a los vecinos presentes: Miguel Baltazar de Bedoya, García de Carvajal, Juan Páez, Martín Hernández, Alonso de Velazco.
La nueva población fundada, en verdad, no tendrá mucha suerte. Al poco tiempo, algunos vecinos comienzan a abandonarla, camino de sus familias e intereses, ubicados en Mérida. Hasta el propio Capitán Varela regresará a aquella ciudad, dejando el mando de Altamira de Cáceres en manos de su lugarteniente Martín Hernández.
Medio siglo más tarde, en 1628, la población será mudada a la Mesa de Moromoy, “un sitio muy cómodo y capaz, donde espero ha de tener mucho aumento en lo temporal y espiritual…”, según le escribe al Rey el gobernador Juan Pacheco Maldonado, al darle a conocer la noticia de la fundación de Nueva Trujillo de Barinas, hoy Barinitas.
Pero tampoco en esta meseta hubo suerte. En 1674 el pueblo fue víctima de temblores y terremotos, mientras la pobreza, por otra parte, se extendía entre sus pobladores. Las actividades agrícolas y pecuarias se redujeron alarmantemente y de nuevo la gente empezó a abandonar la población, para establecerse más abajo, en las llanuras del Troncón.
Aquí, en este último sitio, nacerá San Antonio de Los Cerritos, población que por Real Cédula del 4 de diciembre de 1762 llevará el nombre de Barinas, la misma Muy Noble y Muy Leal que hoy crece aceleradamente hacia su progreso. Aquí detuvo su periplo de “ciudad viajera”, como la ha llamado Virgilio Tosta. Bajó de la sierra hasta estas llanuras de sol y calor, siempre cortejada por su inmenso cielo azul y a la diestra de su inseparable compañero de ruta, el río Santo Domingo.
Y hoy, sobre esta tierra generosa, por atenta y cordial invitación de su Ayuntamiento, nos reunimos nuevamente para celebrar los 404 años de su fundación, un largo trecho de nuestra historia que ahora recordamos para seguir haciéndola, con mayor tesón y esfuerzo, en los días que están por venir.


¿Qué podría yo decir en homenaje a nuestra ciudad y de su grandeza, como no sea recordar su historia pasada, ofrecer nuestro concurso actual, el de sus hijos, para su desarrollo futuro y pedir a Dios porque el futuro recompense sus esfuerzos y logros?
Esta Barinas nuestra ha vivido una historia de altibajos y sobresaltos como pocas ciudades venezolanas. Por ser una ciudad progresista de más de 10.000 habitantes a comienzos del siglo 19, su mejor ofrenda a la revolución independentista fue la de entregar su brillo y su esplendor a la causa libertadora. En ella estuvo el general Bolívar en 1813, cuando conducía su Campaña Admirable. Y a ella volvió años después en 1820 y 1821, cuando entonces era “una triste aldea pajiza”, arrasada por la guerra y la violencia. Aquí estableció el Libertador su Cuartel General y por una de esas casualidades de la Historia, en este mismo suelo, donde anunció el armisticio con Morillo, también anunciará un año después la reanudación de la guerra, exigiendo a los patriotas: “Mostraos tan grandes en generosidad como en valor”. Y desde aquí, tal vez en una noche de desaliento e incomprensión, también escribirá su renuncia a la Presidencia, “cansado de mandar ocho años esta república de ingratos”.
Esta Barinas es la misma que, asombrada y sorprendida, presenció la legendaria hazaña del catire José Antonio Páez aquella noche en que recobró su libertad perdida, huyendo de la Cárcel Colonial, hoy convertida en Casa de la Cultura, no sin antes dejar en su vetusto portón la marca de su sable y de su audacia. Frente a esta vieja cárcel, el ejército de las ánimas hizo correr despavoridos las huestes sanguinarias de Puy para facilitar la proeza del Centauro Llanero y la vida de un centenar de prisioneros, “destinados a morir en el silencio de la noche, a manos de los verdugos españoles”.
Esta Barinas es la misma que vio entonces pasar una y otra vez sus “cinco jinetes del apocalipsis”: las guerras civiles, el hambre, las enfermedades, los caudillismos y los malos gobiernos, y cuya larga noche de vicisitudes en el siglo pasado alcanzó a ver, sin embargo, destellos de luz en la política, la cultura y la educación con la creación, en 1851, de una Escuela Normal, la erección del famoso Colegio “Simón Bolívar” en 1852, y la acción civil y civilizadora de Napoleón Sebastián Arteaga y su periódico liberal “La Antorcha Barinesa”, entre 1840 y 1850.
Esta Barinas es la misma que vio luchar al general Ezequiel Zamora en su cruzada guerrera contra los privilegios y la opresión y por la libertad e igualdad de todos, hermosas banderas detrás de las cuales marcharon legiones de desposeídos, hambrientos de justicia social. Por desgracia, durante este dramático episodio de la Guerra Federal, ninguna otra ciudad sufrió tanto como la nuestra, cuyos restos prácticamente desaparecieron otra vez bajo las llamas de la pasión y la violencia políticas.
Esta es la Barinas que soportó estoicamente la soledad, la miseria y el atraso de comienzos de siglo, aquella que hizo escribir a algún poeta estos versos entre tristes y amargos:

Con extremo dolor el alma mía
te ve infeliz, postrada y abatida,
tú, que altanera, levantaste un día
llena de orgullo tu cabeza erguida.

Esta es la Barinas que pugna por sobrevivir años más tarde, cuando sus viejas calles olvidan los nombres altisonantes y fatuos de las montoneras de ocasión para cambiarlos por los apellidos heroicos que hicieron la Patria: Bolívar, Sucre, Páez, Briceño Méndez, Arismendi, Pulido, Plaza, Cedeño, Carvajal, Cruz Paredes.
Esta Barinas es la misma que cobijó durante varios años al eminente médico Rafael Medina Jiménez. La misma que vio nacer al poeta Alberto Arvelo Torrealba, el niño y el hombre apasionados con el río que corría serpenteando por estas llanuras, el hombre de letras y leyendas, cantador de Florentino y el Diablo, barinés como el que más, y a cuya memoria se le rinde homenaje con la próxima inauguración de un Museo que llevará su nombre.
Esta es la Barinas de claras noches azuladas, bañadas de luna y serenata, que conocieron nuestros antepasados recientes. La Barinas donde entonces todos cultivaban el afecto y la hermandad, mucho antes de que se nos hiciera grande y de que las migraciones internas la poblaran tan densamente. La Barinas cordial y humana de antaño, la misma de aquellos hombres y mujeres, sencillos y buenos, afables en el trato y fáciles en la amistad.
Es también la Barinas pequeña y pueblerina, pero acogedora y romántica que nos ha descrito -con tanta dedicación como constancia- don César Acosta, aquel insigne Cronista de la Ciudad, a cuya memoria y amor por esta tierra debemos páginas perdurables que hablan de nuestro pasado más reciente. Es la Barinas que atestiguó el ejemplo magisterial del bachiller Elías Cordero Uzcátegui, cuya obra de maestro de generaciones aún está presente en el corazón de tantos barineses. La Barinas que nos contara en nuestra niñez la prodigiosa historia fabulada de mi tío abuelo paterno, don Domingo Cartay Rodríguez, con su carga de pasión y emoción por Ezequiel Zamora y Joaquín Crespo y sus revoluciones nacidas en los campos polvorientos de estas llanuras.
Es también la Barinas que hoy muestra su rostro de ciudad rejuvenecida gracias a la obra emprendedora de un Luciano Valero, cuya gestión como gobernante está presente en la transformación de esta ciudad de nuestros días. La Barinas que hoy es sede de una Universidad única en su tipo, verdadero ensayo revolucionario en la educación superior venezolana, y en la que habrán de formarse los profesionales del agro que requerimos para convertirnos en la nación capaz de sembrar en su suelo la semilla de la definitiva transformación venezolana.
Pero también es la Barinas que ha ido cambiando apresuradamente en estos últimos años. La que ha dejado de ser un pueblo pequeño para convertirse en una ciudad de propios y extraños. Nos duele, sin embargo, que poco a poco vaya perdiendo mucho de su personalidad de siempre. Tal vez la idea del progreso implique la transformación de muchas de sus tradiciones. Pero nos negamos a aceptar que el desarrollo nos desarraigue de su modo de ser tan nuestro. Queremos, sí, que sea mejor para nuestros hijos. Lo que deseamos es que esas tantas cosas vertidas sobre nuestra textura de pueblo y esa limpia estirpe de espiritualidad que le dan su personalidad a cada una de nuestras poblaciones venezolanas puedan combinarse de tal forma que no se conviertan en obstáculos para el progreso, sino en ingrediente básico para la mejor ciudad de mañana.


Esa ciudad posible es la que nos congrega hoy a todos. Su proyección y diseño tienen que hacerse a partir de su situación actual. En verdad, Barinas ha venido insurgiendo últimamente como un innegable centro de atracción en esta zona del país. A ello han contribuido diversos factores. Destaca, entre otros, su privilegiada posición geográfica. Cada vez más, nuestro estado adquiere mayor relevancia como productor agrícola y pecuario. Esa circunstancia ha convertido a Barinas en la capital agropecuaria por excelencia, sin dejar de ser también un centro potencialmente industrial y de servicios. Nos hemos deslizado, imperceptiblemente, hacia un tipo de ciudad moderna, sin que estuviéramos debidamente preparados para ello.
Hay que enfrentar entonces con decisión el futuro de nuestra ciudad. Debemos adelantar con previsión suficiente todo género de acontecimientos relativos a su crecimiento futuro. Esto significa abandonar toda improvisación y no dejarnos tentar por esa vieja costumbre tan venezolana, según la cual tratamos de resolver los problemas en la medida en que se van presentando.
Esta norma tiene mucha validez en materia de urbanismo. Cualquier diseño o trazado de una avenida, de un conjunto residencial o de un centro administrativo o comercial signa por largos años el desarrollo de la ciudad. De allí que sea fundamental para Barinas formular un ambicioso Plan de Desarrollo Urbano, capaz de modelar y regular su crecimiento por lo menos hasta los próximos cincuenta años. Si lo concibiéramos con criterios modernos y previsivos, le evitaríamos a quienes vienen detrás de nosotros que hereden una ciudad anárquica y desordenada.
Un plan así concebido debe sujetarse al principio fundamental de que la ciudad sirve al hombre, y no -como acontece ahora en muchas partes- este a aquella. Quienes practicamos una filosofía esencialmente humanista pensamos que la persona es objeto de partida y punto final. Así como entendemos que la política, la economía y la cultura existen para la persona, pensamos que la ciudad también existe en virtud de ese propósito altamente humano.
Muchas ciudades se han convertido en verdaderas prisiones del hombre moderno, cuya impotencia frente al monstruo de concreto lo hace sentirse más anónimo e infeliz. Sabemos que Barinas está lejos aún de ser una metrópolis con problemas de conducta social desequilibrada, por efectos de los problemas colectivos. Pero esa realidad no nos puede hacer indiferentes frente al objetivo necesario, sobre todo cuando aún estamos a tiempo de modelar una ciudad verdaderamente humana, que pueda ofrecer a cada uno de sus habitantes la cabal satisfacción de sus necesidades y el estímulo solidario para la realización plena de sus facultades y aptitudes.
Con la ciudad, como es de suponer, han crecido también sus problemas. La Barinas de hoy ya no comienza en la Plaza Zamora ni termina en La Carolina -como hace 30 años- o en el Campo de La Mesa, como acontecía 20 años atrás. Ahora la ciudad se extiende hacia todas partes, llegando muy cerca de Punta Gorda o de Los Guasimitos y hasta de La Vizcaína. Es el proceso normal de toda ciudad en crecimiento el que obliga a unir el centro urbano con las aldeas o poblaciones que la rodean.
Lo que más nos angustia como barineses es que el crecimiento ha aumentado también su secuela de marginalidad social. Cada día más y más hombres y mujeres llegan a Barinas en procura de mejores oportunidades. Vienen del campo, ya sea de Los Andes o de los Llanos, o bien de tierras extrañas. Se establecen en los alrededores de la ciudad. Construyen sus ranchos sin atender requisitos de seguridad y sanidad alguna. Así han ido surgiendo nuevos barrios, sin calles ni cloacas, sin escuelas ni parques. De esa manera, la pobreza también crece junto al progreso y nos obliga a todos a luchar por mejorar las condiciones de quienes soportan miseria y angustia, recostados a las orillas de la Barinas de hoy.
También nos preocupa el desarrollo ordenado de la ciudad. Tenemos que hacer grandes esfuerzos para evitar que Barinas se nos convierta en una ciudad caótica y anarquizada, como tantas otras ciudades venezolanas. Este riesgo lo podemos enfrentar  y vencer con suficiente antelación, pues aún estamos a tiempo. Supone, en consecuencia, un programa integral de zonificación que incluya racionalmente los sectores residenciales, comerciales e industriales, debidamente demarcados y separados. Si se cumple rigurosamente esta separación de áreas urbanas, todos los sectores se beneficiarán y la ciudad será aún un lugar digno y agradable para vivir.
Otras tareas, sobre las cuales se ha venido insistiendo bajo esta administración, son las relativas a la vialidad de la ciudad. Tarde o temprano, deberán ampliarse algunas de sus arterias centrales de mayor importancia, como la Avenida Medina Jiménez o la Marqués del Pumar, a fin de descongestionar el cada vez más intenso tráfico automotor. Y en materia de vialidad rápida debemos agilizar la ampliación y continuación de la Avenida Industrial, hasta unirla con la parte sur y la parte alta de la ciudad, así como la construcción, ya en proyecto, de una vía alterna a la actual Avenida 23 de Enero. Por supuesto que habrá que construir, igualmente, una moderna avenida que sustituya la actual entrada a Barinas por la carretera que nos une con el vecino Estado Táchira.
Del mismo modo, estamos obligados a garantizar áreas verdes y recreacionales a la niñez y a la juventud barinesas. No debemos permitir que el progreso inhumano nos construya una ciudad de cemento. La urbe moderna reclama áreas verdes y recreacionales, no sólo como lugares de esparcimiento, sino como medio eficaz contra la contaminación de cualquier género.
La ciudad será cada vez más exigente con nosotros mismos. Por ello, debemos pensar en soluciones permanentes en materia de servicios públicos y médico-asistenciales, así como en lo relativo a programas de vivienda y equipamiento de barrios. Debe estar muy clara, en este sentido, la idea de que debemos ayudar en primer término a los que menos tienen, a los más débiles, a los más pobres. A ellos, fundamentalmente, deben dirigirse los esfuerzos para dotarlos de viviendas cómodas e higiénicas, de servicios públicos eficaces y de mejores posibilidades de superación personal y colectiva.
Todas estas urgencias conforman el sustrato humano que le es fundamental a toda ciudad y que, gracias a Dios, están presentes en la conciencia de las autoridades municipales y de los gobernantes actuales.
Tenemos derecho a pensar en una Barinas mejor, pero sobre todo en una ciudad que pueda ofrecer dignidad y comodidad a sus habitantes, es decir, mejorar en verdad sus niveles de calidad de vida. La ciudad, hoy en día, debe ser antes que nada una comunidad humana y espiritual. No se trata de una simple agrupación de individuos, como obviamente parece ser concebida por planificadores y tecnócratas irrespetuosos de la dignidad humana. La ciudad debe combinar sus recursos de orden material con las invalorables exigencias espirituales de su gente.
A esta última, sobre todo, deben estar dirigidos los esfuerzos por mejorar nuestra Barinas de hoy. Sus problemas, como ya se ha dicho, son importantes desafíos a nuestra capacidad como dirigentes. No podemos dejar que nos arropen. Debemos demostrar, por el contrario, que podemos superarlos resueltamente y con éxito. De lo que se trata, entre otras cosas, es de ampliar sus servicios públicos, y entre todos estos, fundamentalmente los relativos al transporte, aseo urbano, viviendas, seguridad, cloacas, agua potable abundante, electricidad y mejoramiento de calles y avenidas. Batallar a fondo por la solución de estas necesidades constituirá el mejor aporte al progreso de la Barinas de hoy y de mañana.
La ciudad que queremos no es una simple ilusión, sino un sueño realizable, como todas las grandes ideas de los visionarios y precursores. No será, por supuesto, una tarea fácil. Requerirá constancia y esfuerzo para superar los obstáculos que se presenten en el camino. Pero debemos pasar por encima de todos ellos, aún cuando puedan escasear los recursos, o los planes y proyectos parezcan difíciles de ejecutar.
De la osadía y voluntad que le pongamos al empeño de construir esta Barinas posible, irá surgiendo la ciudad que queremos. Una ciudad que sea reflejo fiel de la cordialidad y la amistad que siempre nos han distinguido a los barineses. Pero, sobre todo, una ciudad que pueda satisfacer las mejores expectativas de los barineses nacidos aquí y de los barineses venidos de otras tierras.

Señores Concejales:
Señoras y señores:
Hoy es un día doblemente significativo.
Estamos conmemorando los 404 años de la fundación de nuestra ciudad y 100 años de haberse declarado al Gloria al Bravo Pueblo como el Himno Nacional de la República de Venezuela. Nuestro Canto Nacional es la mejor invitación para insuflar nuestros espíritus y prepararnos para la siembra del esfuerzo y la mejor cosecha de la esperanza.
Al agradecer esta magnífica oportunidad de hablarle a mi ciudad natal -a la que estamos unidos para siempre-, no puedo menos que expresar mi solidaridad a su Ilustre Concejo Municipal por haberme hecho acreedor a tan inmenso honor. Tengo una especial vinculación con la mayoría de sus miembros, a quienes sé profundamente imbuidos de la mejor vocación de servicio social, y con su Presidente, el doctor Ezequiel Mota, mi hermano de ideales y de compromiso con el futuro.
Barinas nos convoca a todos para seguir adelante, luchando por su desarrollo y bienestar. Esta ciudad de todo nuestro afecto requiere del concurso de todos, por encima de banderías políticas o de intereses de cualquier tipo, para dar lo mejor de nosotros mismos en el cumplimiento del desafío fascinante de su porvenir.
No tardemos en responder a su reclamo.
     Muchas gracias.
   
   
   

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(*) En 1983, dos años después de haber sido pronunciado este discurso, investigaciones de la historiadora barinesa Mercedes Ruíz Tirado en el Archivo de Indias, España, determinaron que la fecha exacta de la fundación de Altamira de Cáceres, de acuerdo con el acta respectiva, fue la del 30 de junio de 1577.  
 

miércoles, 27 de junio de 2012


¿ESTADO COMUNAL… O COMUNISTA?
Gehard Cartay Ramírez
@gehardcartay
gehardcartay.blogspot.com

El actual regimen se encamina hacia una dictadura comunista, a juzgar por el paquete de leyes que acaba de dictar.
La más importante de todas, en función del proyecto dictatorial del actual presidente y su cúpula podrida, es la Ley de Gestión Comunitaria de Competencias, Servicios y otras Atribuciones, con la que se pretende establecer el mal llamado Estado Comunal, cuando, en realidad, es simple y llanamente un Estado Comunista al estilo de la actual dictadura castrista de Cuba.
La verdad verdadera es que a través de la citada ley se persigue eliminar gobernaciones y alcaldías, con el propósito de establecer una relación directa entre el Presidente de la República y los Consejos Comunales que controla su partido, a quienes se les entregarán las competencias que actualmente corresponden a los gobiernos regionales y municipales.
No hay que ser muy perspicaz para darse cuenta de que en un sistema personalista como este, sin instituciones elegidas por el pueblo (gobernadores y alcaldes, en este caso), se liquidaría todo el sistema de contrapesos que por definición es la democracia. Las opciones quedan entonces al descubierto y, en el fondo, vienen a ser una sóla cosa: en una primera etapa, despojar de sus competencias y recursos a los gobiernos regionales y municipales, y luego, ineluctablemente, hacerlos desaparecer.
No es nueva esta pretension de establecer un régimen donde el caudillo tenga una relación directa y vertical con grupúsculos que, a su vez, dicen representar a las comunidades, aunque, en realidad, sólo son comisarios politicos del régimen para controlar todo en función de una perversa ambición vitalicia de poder. 
Se trata del mismo esquema que el teórico neofascista Norberto Ceresole le recomendó al fuhrer sabaneteño cuando lo asesoraba poco antes de llegar al poder, y que resumiera en la ecuación caudillo-ejército-pueblo. En el fondo -por aquello de que fascismo y comunismo son la misma miasma-, se trata del mecanismo de dominación que impera en Cuba para permitir que la dictadura de los hermanos Castro siga imponiendo su yugo a aquel sufrido pueblo.
 Y es también lo mismo que hizo el fallecido dictador libio Mohammar Gadafi, quien acabó con todas las instancias de gobiernos regionales, municipales y locales, y creó una suerte de “consejos comunales”, a los cuales directamente les entregaba dinero, siempre y cuando estuvieran identificados con su dictadura y le profesarán acatamiento y lealtad perruna.
En nuestro caso, la fulana Ley de Gestión Comunitaria de Competencias, Servicios y otras Atribuciones resulta absolutamente inconstitucional e ilegal desde todo punto de vista. En efecto, por una parte, viola la Constitución Nacional en sus capítulos referidos a las competencias exclusivas de los Estados y Municipios. Y por la otra, contradice las leyes especiales que se refieren a las funciones de gobernaciones y alcaldías.
Debo recordar, a estos efectos, que la Constitución Nacional de 1961, al igual que la actual, señalaba muy claramente las competencias y atribuciones del Poder Público en sus respectivos niveles nacional, regional y municipal. En 1989, al aprobarse la elección directa de gobernadores y alcaldes, comenzaron a promulgarse leyes específicas mediante las cuales se precisaba el alcance de las competencias en referencia.
Fue así como en 1990 se discutió y sancionó la Ley de Descentralización, Delimitación y Transferencia de Competencias del Poder Público. En aquellos debates legislativos me correspondió, siendo diputado al Congreso Nacional, actuar como portavoz parlamentario de mi partido al momento de discutirse y aprobarse el referido instrumento legal, que otorgó y transfirió entonces funciones propias y específicas a las gobernaciones y municipios.
La actual Constitución Nacional de 1999 mantuvo ese marco de referencia. Lamentablemente, esta nueva ley obligará a los gobiernos regionales y municipales a entregar sus competencias y recursos presupuestarios propios a las Consejos Comunales, contrariando lo establecido en la Carta Magna. Se trata de otro golpe de Estado perpetrado por los golpistas que, por ahora, ejercen el poder. Un verdadero golpe de Estado contra gobernadores y alcaldes y contra la descentralización, la regionalización y el nuevo federalismo.
Este adefesio jurídico obligará a gobernaciones y alcaldías a entregar algunas de sus competencias exclusivas, como la administración y manejo de centros de salud, deportivos y culturales,  la recolección de desechos sólidos, programas sociales e industriales, construcción de obras, prestación de servicios públicos diversos, etcétera, etc.
    Por esas razones, en el supuesto negado de que el actual regimen ganara las elecciones y con el paquete de leyes dictadas últimamente, sólo los idiotas pueden negar que seremos otra Cuba castrocomunista.
    Queda muy claro entonces que al golpista de 1992 y candidato vitalicio a la reelección hay que derrotarlo y, en su lugar, elegir a Capriles Radonski como nuevo presidente de la República, un hombre que viene de ser alcalde y gobernador y está resteado con la regionalización, la descentralización y el nuevo federalismo.
LA PRENSA de Barinas - Martes, 26 de junio de 2012.

martes, 19 de junio de 2012


Verdades
EL CONTRASTE
Gehard Cartay Ramírez
@gehardcartay

Para desgracia de la candidatura reeleccionista del jefe único del régimen, el candidato de la Unidad Democrática arranca esta campaña electoral en mejores condiciones.
El país entero lo percibe así, y la razón es muy clara: la gran mayoría de los venezolanos están hartos del presente régimen por su incapacidad y corrupción. Y están hartos especialmente del candidato oficialista, quien ya luce alicaído, repetitivo, sin nada nuevo que decir y arrastra tras de sí casi 14 años de pésimo gobierno, a pesar de haber dilapidado billones y billones de bolívares.
El actual presidente vive su peor momento político, electoral y humano. Tiene frente a sí un barranco de grandes profundidades, y no lo digo por sus problemas de salud, sino por sus muy menguadas posibilidades de seguir en el poder después del siete de octubre próximo. A estas alturas, muy pocos dudan ya que lo espera su peor derrota, agotada como está la paciencia de los venezolanos y creciendo como crece entre nosotros el deseo de un cambio de gobierno para bien del país.
El régimen y su apolismado candidato han perdido el rumbo definitivamente. Lucen desconectados del sentimiento popular y de la realidad nacional. Viven en otro mundo, mientras Venezuela se cae a pedazos. Sólo bastaría, a este respecto, escuchar los últimos discursos de führer sabaneteño para comprobar que estamos ante alguien que habla de temas que no le dicen nada sus compatriotas, confundido ya en sus largas telarañas mentales y pensando que sus opiniones aún reflejan las del país, siendo todo lo contrario.
Y frente a él -para empeorar aún más las cosas en el campo oficialista- se viene haciendo patente un contraste profundo cuando se lo compara con Henrique Capriles Radonski, el candidato de Unidad Democrática. Un contraste que afecta todavía más al jefe único del régimen, pues la candidatura juvenil de Capriles Radonski envejece aún más la ya cansona y repetida candidatura del golpista de 1992.
(Si quisiéramos traer a colación alguna comparación al respecto, esta situación se semeja a una contienda donde un boxeador viejo, enfermo, cansado y ya sin reflejos va a enfrentar a uno joven, saludable, descansado y con sus reflejos enteros. Me viene a la mente el combate entre Sonny Liston y Cassius Clay allá por los años sesenta. Y como en aquél histórico combate, en este de octubre próximo también ganará el contendiente que está en mejores condiciones, es decir, Capriles Radonski.)
Así es como el antes llamado Polo Patriótico ha terminado convertido en un Polo Patético, apenas a cuatro meses de las elecciones presidenciales y con nulas posibilidades de revertir una derrota que ya luce indiscutible.
Porque, desde cualquier punto de vista que se le analice, este panorama sombrío para el régimen y su candidato vitalicio no es posible mejorarlo en tan poco tiempo. Todo lo contrario: a medida que pasen los días, las perspectivas seran peores para ellos, por mucho dinero que tengan y a pesar también de su descarada falta de escrúpulos para apelar a cualquier maniobra que les permita seguir en el poder. Sin embargo, ya las cosas no son como antes.
En cambio, lo que está ocurriendo con la candidatura triunfante de Capriles Radonski es un fenómeno que alcanza su pleno desarrollo en los tiempos justos de esta campaña electoral. Y vea usted, amigo lector, qué bien funciona el ritmo que le ha puesto a su candidatura: frente a un candidato encuevado como el oficialista, Capriles Randonski anda recorriendo el país, en medio de un ambiente de triunfo y alegría contagiosos, como se pudo palpar el pasado sábado aquí en Libertad.
La candidatura de Capriles Radonski ya le quitó la calle al candidato del regimen y este no las volverá a tomar así lo carguen en una carroza, como lo hicieron el día de su inscripción en el CNE, ni que lo “empalen”, como a Evita Perón en Argentina, cuando la exhibían ante su gente poco antes de morir de cáncer.
Frente a un candidato que ya no dice nada nuevo, que sólo repite las mismas cosas desde hace 14 años, cansado y enfermo, sin ánimo ni vigor y cuyas promesas refritas ya no entusiasman ni siquiera a su propia gente; la candidatura arrolladora y dinámica de Capriles Radonski, en cambio, marca el paso de la campaña y sus propuestas de cambio y esperanza dictan la agenda electoral.
Los venezolanos, en su mayoría, están tomando la firme decisión de cambiar esta terrible experiencia de gobierno que han resultado el actual régimen y su candidato, y apostar por un futuro mejor, con oportunidades para todos, donde la familia vuelva a reunificarse y el progreso sea lo más importante para construir un país mejor.

LA PRENSA de Barinas - Martes, 19 de junio de 2012.

martes, 12 de junio de 2012

Verdades
DESPRECIO POR LO NUESTRO
Gehard Cartay Ramírez
@gehardcartay

Esta es la característica fundamental del actual régimen.
   Desde hace ya casi 14 años, un profundo desprecio por lo venezolano y un favoritismo estúpido por lo de afuera -lo cubano, lo chino, lo ruso, lo iraní, entre otras cosas- marcan las preferencias del régimen chavista.
Esta criminal actitud tiene una sóla razón de ser, como todo lo que hacen el fuhrer sabaneteño y su banda: disminuir nuestras potencialidades como nación para poder apuntalar su nefasto proyecto personal y político.
Y es que en la medida en que liquiden nuestra estima como nación y nuestras potencialidades de superación, así como lo han hecho con el aparato productivo nacional y la iniciativa personal y privada de cada uno de nosotros, el régimen puede lograr su sueño dorado: convertirnos en un país miserable y postrado, como convirtieron a Cuba los hermanos Castro durante su larga dictadura comunista de 50 años.
Durante estos casi 14 años de desprecio por lo nuestro, el régimen ha demostrado una comprobada eficacia para acabar con las cosas buenas del país. Ojalá esa misma eficacia la hubiera aplicado en la solución de nuestros múltiples problemas.
Así, por ejemplo, con sus políticas de exclusión y totalitarismo ha provocado la fuga de talentos y cerebros más importante que hayamos registrado en nuestra  historia.
Los primeros que quieren irse, desde hace por lo menos diez años, al no constatar horizontes de progreso y desarrollo en el país, son -desgraciadamente- los más jóvenes.
Esa migración de nuestra juventud estudiosa ha sido una peligrosa constante desde entonces. Lo grave es que tal comportamiento demuestra la falta de fe de nuestros muchachos frente al futuro venezolano. Y eso es lo peor que puede ocurrirle a un país: que su generación de relevo renuncie a serlo y que asuma tal actitud en protesta por la existencia de un régimen atrasado, corrupto e ineficiente como el que padecemos desde 1999.
Pero esta ola de pesimismo no se queda allí: el régimen, con su actitud excluyente y antipatriótica también ha empujado al exterior a centenas de miles de venezolanos profesionales y capaces, mientras importa gente chapucera y de menor preparación desde Cuba y China, tan sólo porque le sirven como mercenarios ideológicos. Prefiere que se vayan los nuestros y traen de afuera gente que no tiene ni por asomo la capacidad profesional de los venezolanos que ha obligado a emigrar.
Ha sido así desde el paro petrolero de finales de 2002 y principios de 2003, cuando el jefe único del régimen anunció el despido de 20.000 técnicos, empleados y trabajadores de PDVSA, en lo que constituye la más criminal violación de los derechos humanos y laborales que se haya registrado a nivel mundial, hecho por el que algún día sus autores tendrán que ser juzgados como criminales de lesa patria.
Desde entonces, buena parte de esos calificados profesionales petroleros venezolanos tuvieron que abandonar el país con sus familias, buscando oportunidades de empleo en el exterior. Hoy, más de 5.000 ingenieros petroleros trabajan en grandes empresas en Estados Unidos y Canadá; más de 2.000 están en Colombia y otros miles más en el Medio Oriente.
La verdad es que deberían estar aquí con nosotros, trabajando para engrandecer PDVSA y fomentar nuestro desarrollo. Por desgracia, el actual régimen los declaró parias en su propio país, y hasta los persiguió con saña en el exterior, tan sólo porque tuvieron la valentía de expresar su inconformidad frente al desastre producido por el actual régimen.
Y al igual que esos técnicos petroleros, otros miles de profesionales venezolanos siguen radicándose fuera de nuestras fronteras. Se sabe, por ejemplo, de más de 2.000 médicos que están trabajando en España y otros tantos en diversos países europeos y latinoamericanos.
Estamos, pues, ante una auténtica estampida de valiosos profesionales calificados, y resulta criminal que el régimen los haya empujado a asumir tal actitud, no sólo al perseguirlos -como ocurrió con los ingenieros petroleros-, sino también al suplantarlos por gente de otros países, como ha pasado con los médicos venezolanos, contra quienes, además, adelantó en su momento una campaña de insultos y ofensas.
Y conste que no tengo más espacio para referirme al también desprecio absoluto del régimen por nuestros productores agropecuarios, hoy hostilizados, vejados y arruinados, mientras se les compra carne y productos agrícolas a los todopoderosos ganaderos y agricultores de Centro y Sur América.
¿Habrá que añadir algo más para demostrar el desprecio del régimen por lo nuestro?
¡El cambio va!
La multitudinaria marcha que acompañó el domingo en Caracas a Capriles Radonsky a inscribirse como el candidato presidencial de las fuerzas populares y democráticas debe tener aún temblando al régimen y su alicaído candidato. Para ellos ya comenzó la cuenta regresiva: ¡serán derrotados este siete de octubre!
  

martes, 5 de junio de 2012

Verdades
CORRUPCIÓN, INCAPACIDAD Y CINISMO
Gehard Cartay Ramírez
@gehardcartay

El actual régimen pasará a la historia como el más corrupto, incapaz y cínico que haya visto la historia venezolana de todos los tiempos.
Y observe usted, amigo lector, que unos cuantos de igual calaña han pasado desde los orígenes de lo que hoy es Venezuela. Pero nunca -insisto- uno que los haya superado a todos, como el que encabeza el Gran Hablador.
Porque, ciertamente, en el pasado los hubo ladrones, ineptos y cínicos. Pero ninguno llegó a los extremos del régimen que desde hace ya casi 14 años sufrimos. Con el agravante, para este último, de que ha sido el que ha dilapidado los mayores ingresos de los venezolanos en toda su historia por concepto de la venta de petróleo, a un promedio de 100 dólares por barril, algo nunca visto antes.
Por eso, precisamente, es el régimen más corrupto que hemos padecido. Los anteriores gobiernos resultaron en esta materia unos simples “roba gallinas”, como lo dijo un ex presidente hace algunos años. Hoy, por el contrario, los chavocorruptos han perfeccionado todos los mecanismos de peculado y asalto a los dineros públicos, elevando el monto de lo robado a niveles increíbles, saqueando nuestro país como si fuera su hacienda personal.
Su jefe único, por ejemplo, maneja discrecionalmente -es decir, como le viene en gana- los presupuestos nacionales, uno público (aprobado por la Asamblea Nacional) y dos secretos (PDVSA y Fonden). Y a nadie rinde cuenta. No tiene contralor que lo controle y no hay ninguna institución que lo obligue a ello, a pesar de que la Constitución y las leyes así lo disponen.
Esta conducta irregular es imitada por los demás funcionarios públicos que dependen de él. Así, el presupuesto de todos nosotros los venezolanos -porque no es propiedad privada de la cúpula podrida que manda- se ha convertido en una auténtica caja negra: nadie sabe en que se gastan mil millonarias cantidades de dinero, mientras se convierte al Estado en un instrumento al servicio exclusivo de los proyectos personales y políticos del jefe único del régimen y su banda. Y después se llenan la boca hablando de “inclusión”…
Todo ello explica porque ha surgido la chavoligarquía como nuevo grupo de plutócratas, que viene sustituyendo a los antiguos amos del valle caraqueño en el control de grandes bancos, seguros, empresas y del mundo de las altas finanzas. En estos casi 14 años han logrado tal propósito, sin conseguir a su paso ninguna frontera o límites que lo detengan. Por supuesto que han contado con la protección del régimen, que además les garantiza una criminal impunidad. Y después se llenan la boca hablando de “honestidad revolucionaria”…
Pero no sólo son una manga de ladrones, sino también de incapaces. El actual presidente suma ya tres períodos constitucionales de los anteriores (por ejemplo, los gobiernos de Jaime Lusinchi (1984-1989), Carlos Andrés Pérez (1989-1993), Ramón J. Velásquez (1993-1994) y Rafael Caldera (1994-1999), un largo tiempo que le pudo haber servido para realizar una obra extraordinaria, sin precedentes en el país. Porque muchísimo dinero y mucho tiempo, como los ha tenido el Gran Hablador, no justifican al régimen más inepto e incompetente que hemos conocido en Venezuela.
Algunos de los anteriores presidentes de la era democrática entre 1959 y 1999 -y lo señalo para establecer algún parámetro de comparación histórica- realizaron una acción de gobierno de vastas proporciones en muchísimo menos tiempo. Pueden citarse, entre ellas, las grandes obras en materia de siderurgia, electrificación, vialidad, petróleo, educación, cultura, salud, viviendas, el Metro de Caracas, etc., etcétera. Y ello sin referirnos al caso típico de la dictadura de Pérez Jiménez, que siempre ha sido citada como muestra de “la efectividad y eficacia militar”, algo que debería avergonzar a un régimen como el actual, presidido por un teniente coronel que, además, se hace llamar “Comandante- Presidente”.
Y unido a la corrupción y la incapacidad del régimen, aparece su escandaloso cinismo. Pocas veces antes gobierno alguno exhibió tanto caradurismo y desvergüenza juntos. Siendo -como lo es su cúpula- una cáfila de corruptos e incapaces, siguen, sin embargo, dándose golpes de pecho para fingir una honestidad que no tienen y una capacidad de la que carecen. Cantan loas al Che Guevara, quien -por cierto- no se distinguió como un inocente niño de pecho, pero, al menos, no fue ladrón porque el dinero le importaba un comino, muy al contrario de ellos, todos hoy convertidos en supermillonarios a costa de los dineros del Estado.
   Corrupción, incapacidad y cinismo, las características fundamentales que hoy definen al presente régimen y taras que lo condenarán ante la historia. ¡Si lo sabremos los barineses, que sufrimos desde hace casi 14 años este desastre que los suyos definen como “la cuna de la revolución”!  

LA PRENSA de Barinas - Martes, 05 de junio de 2012.