lunes, 14 de julio de 2014

INAUGURACIÓN DE LA AVENIDA "RAÚL BLONVAL LÓPEZ"



PALABRAS DEL GOBERNADOR
GEHARD CARTAY RAMÍREZ,
EN OCASIÓN DE INAUGURAR LA “AVENIDA RAÚL  BLONVAL LÓPEZ’’ EN LA CIUDAD DE BARINAS

(Barinas, 20 de Octubre de 1995)

Amigos y amigas presentes,
Barineses, barinesas:
Con legítimo orgullo barinés y en mi condición de Gobernador del Estado inauguramos hoy esta moderna avenida, construida en apenas pocos meses en demostración indiscutible de la eficacia y el dinamismo que caracteriza la gestión de gobierno que me ha correspondido el honor de dirigir por mandato del pueblo de Barinas.
Hace apenas pocos días pusimos en servicio otra moderna avenida en nuestra capital, construida también bajo por mi gobierno y a la cual honramos con el nombre del poeta Alberto Arvelo Torrealba, en ocasión de celebrarse, bajo los auspicios de la gestión que presido, los 90 años del natalicio de tan ilustre barinés. Le pedí entonces al ex presidente Luis Herrera Campíns, amigo del poeta y arveliano de razón y corazón, que pronunciara el discurso con tal motivo, lo que, fiel a su costumbre, hizo de manera admirable y enjundiosa.
Hemos decidido que esta nueva avenida que ahora inauguramos lleve el nombre del doctor Raúl Blonval López, en reconocimiento a este ilustre paisano nuestro que descolló como hombre público, humanista integral, médico, escritor y político. Su muerte, acaecida hace pocos meses, causó honda consternación entre todos los que lo conocimos.
Puedo decir, sin incurrir en exageración alguna, que Raúl Blonval López representó con acierto eso que algunos hemos llamado la barinidad. Cuando por cualquier circunstancia se le entregó alguna responsabilidad, fuera ésta pública o privada, la cumplió con dignidad, honestidad y decoro.
Blonval López quiso entrañablemente a esta tierra nuestra. Aquí sembró su distinguida familia, al lado de su digna esposa Leonor. Aquí ejerció su profesión con sentido humano y con profunda ética. Aquí descolló como dirigente político y funcionario público honesto. Aquí tejió amistades y afectos, gracias a su desbordante simpatía y a su enorme concepto de lo humano.  Por eso, al designar con su nombre esta nueva avenida, estamos cumpliendo un deber con quien fue un barinés estelar, ejemplo, sin duda, para la juventud barinesa.
Con Blonval López, al igual que con Arvelo Torrealba, estamos ensanchando justicieramente el reconocimiento a todos aquellos ciudadanos ejemplares que lo merecen, sin distinciones de ninguna especie.
Permítanme decirles en estas breves palabras que como gobernador me he empeñado en hacer una obra que llegue a todos los espacios de la geografía barinesa y que sea de beneficio popular, por modesta que pueda ser.
Aquí en la ciudad de Barinas también hemos emprendido aquellas obras que reclama la colectividad.
El año pasado, por ejemplo, el gobierno nacional y la gobernación a mi cargo culminamos -luego de varios años de atraso y desidia, que implicaron incluso la suspensión del máximo evento deportivo nacional- y pusimos en servicio la Ciudad Deportiva “Sucre, mariscal de juventudes”, la cual sirvió de brillante escenario de los IX Juegos Nacionales que también me cupo el honor de organizar como primer mandatario regional, conjuntamente con la sociedad civil barinesa.
Hace pocos días inauguramos la “Plaza Sucre” y el “Parque Recreacional Sucre”, aquel en la misma Ciudad Deportiva y este en el sector urbanístico de Alto Barinas Norte, con motivo de los 200 años del natalicio del Gran Mariscal de Ayacucho. 
De igual manera, construimos ahora, habiéndose concluido ya su primera etapa, la avenida que comunicará al sector sur de la ciudad con la avenida “Adonay Parra”, y que, Dios mediante, se enlazará en una segunda etapa con la redoma Industrial de Barinas, a fin de poner en servicio una vía alterna de comunicación entre aquella zona y sector norte de la capital.
Al lado de toda esta obra física tan importante, también puedo destacar, sin falsas modestias, los programas sociales que ha creado mi gobierno en materias tan fundamentales como la salud, el transporte, la educación, el deporte, la cultura, la vivienda y los planes de economía popular.
Me complace, pues, que hoy estemos inaugurando la “Avenida Raúl Blonval López”, con la presencia multitudinaria de todos ustedes y, en particular, de la familia del homenajeado, cuya presencia realza este acto.
Le he pedido al doctor Luciano Valero, nuestro ilustre paisano, ex gobernador y ex ministro, que pronuncie el discurso de orden en esta ceremonia tan significativa. Luciano fue entrañable amigo de Raúl y juntos compartieron responsabilidades, desvelos y alegrías. Sé que su discurso nos revelará al doctor Blonval en el más hondo sentido de su personalidad y de sus ejecutorias.
Con estas breves palabras, improvisadas por la emoción de quien cumple un deber y un compromiso con su pueblo, declaro formalmente inaugurada la “Avenida Raúl Blonval López”.
Muchas gracias (Aplausos).









DISCURSO DE ORDEN DEL DOCTOR
 LUCIANO VALERO
 EN LA INUGURACIÓN DE LA AVENIDA “RAÚL BLONVAL LOPEZ”

(Barinas, 20 de Octubre de 1995)


Gran acierto del Gobernador Cartay, ampliar la buena vialidad urbana de esta ciudad, y mejor todavía, la estupenda decisión de honrar la memoria del Dr. Raúl Blonval López, un brillante barinés, de los más ilustres intelectuales contemporáneos, quien se marchó de este mundo temprano, dejando ideas, obra permanente, familia sólida, prestigio, fama, apellido y nombre, “Tierra y Solar”, como dicen los españoles.
No podía ser cualquier calle la tuya, a pesar de que fuiste hombre de vida sencilla, modesta, pero muy valioso, humano, culto, grato, superior. Por eso, esta avenida que lleva tu nombre, bien escogida, la que une la “23 de Enero”, rescatada en buena hora por la democracia, con la “Adonay Parra Jiménez”, justo homenaje a un gran maestro, rendido oportunamente, por otro gobernante regional.

***
Conocí al catire Blonval en Barinitas, así lo llamaban sus compañeros de generación, un joven formal, vestido comúnmente con un paltó bolsa de hielo, músico, telegrafista. Éramos adolescentes y cada quien mostraba su vocación y tendencias; el “negro Coro” entre otros, nos sacaba de la cama a las 4 de la mañana, para ocultarnos entre los matorrales y esperar al santo sacerdote del pueblo, que bajaba a esa hora en su mula, a un baño público llamado Parangulita, con el propósito de comprobar si se trataba de un hombre. Por supuesto, no nos quedaban dudas sobre el particular. El padre Picón, era en lenguaje bariniteño, un hombre completo. Desapareció el “negro Coro” de Barinitas y supimos de él, años más tarde, cuando pagaba condena en la cárcel de San Fernando de Apure.
Arnoldo Matheus Camacho, Madre Mía, se distinguía por buen hijo, buen estudiante, buen amigo. Bueno en todo, menos en el béisbol, donde se consolidó como el Rey del ponche.
Manuel Blonval López, con figura de próspero abogado y radio aficionado con amistades en todo el continente.
Octavio Gómez, Tabito, prototipo del mediano empresario, pendiente del destino de cada uno de sus compañeros.
Ernesto Blonval López, repartiendo telegramas en su flamante bicicleta, con adaptaciones de su propia cosecha, que anunciaban a un futuro Ingeniero Mecánico.
José Antonio Angulo, dirigente político, escritor, periodista, destacado orador.
Samuel Darío Maldonado, médico, dirigente universitario.
Augusto González, Chicharito, pedagogo matemático.
Arévalo Núñez, dirigente sindical internacional, poeta.
Raúl Blonval López, médico, músico, periodista, poeta, escritor, humanista.
La primera noticia que recuerdo como estudiante de primaria, sobre Doña Bárbara, de Rómulo Gallegos, fue una charla de Raúl en la Sociedad Bolivariana de Barinitas, en la casa de los Arvelo La Riva. Todo un pico de oro, este bariniteño, nacido en Guanare. Siempre me contaron los Martínez Angulo, guanareños de estirpe, como los Gómez Álvarez, o como Monseñor Unda, que Raúl, en sus años de estudiante de bachillerato en el Colegio Federal de Guanare, siempre fue el primero de su clase. En esa época se hizo famoso en el colegio y en el pueblo, al escribirle unos bellos versos a una hija del Prefecto de Guanare.
En Mérida, cuando estudiaba Medicina, un día cualquiera se enteró en aviso publicado en El Vigilante, diario local, de la existencia de un concurso literario, consistente en la mejor crónica sobre la Ciudad de los Caballeros. Raúl presentó un trabajo tan original, que el anónimo estudiante universitario ganó el concurso, publicación en la revista de la ciudad del artículo y 500 bolívares en efectivo, lo cual era un capital que lo puso rico en la Mérida de entonces, por unas cuantas semanas. La colonia barinesa, disfrutó el éxito de su novel escritor, hasta el punto de que las merideñas nos empezaron a conocer con algún interés. Muchos de nosotros nos graduamos y dejamos la soltería en Mérida. Menos Raúl y Manuel Blonval López, par de guabinas, que se vinieron con sus títulos de Doctores, pero con “la cabuya en la pata”.
Concluidos sus estudios de medicina, llegó a Barinas, donde fue Médico Residente en el Hospital Luis Razetti, desde donde salió al exterior, con suficientes credenciales, hasta convertirse en un competente especialista, que trabajó en Maracay, San Fernando de Apure, Guanare, hasta volver a su tierra barinesa, a su hospital y a su clínica, donde ejerció como jefe de servicio, hasta jubilarse poco antes de su enfermedad y muerte.
Nuestro homenajeado, fue un polifacético en el mejor sentido de ésta palabra. Orador que hizo carraspear a Jóvito Villalba, a Rafael Caldera, a Luis Herrera Campíns. Periodista, parlamentario político. No es fácil llenar el vacío dejado por este sobresaliente llanero, el único Presidente de la Corporación de los Andes, nacido en la tierra del “Humos” sin gente, como decía con tanta propiedad, nuestro Alberto Arvelo Torrealba.
Ganadero de postín y de corraleja, a quien no pudieron sacar del medio los ricos forasteros de chequeras con varias cifras, para decirlo en el lenguaje del agrado de su colega y hermano, el escritor barinés, contemporáneo José León Tapia Contreras.
Me viene a la mente, lo que una vez me pasó en el consultorio médico de Raúl, como su paciente de muchos años. Me argumentó de manera convincente que debía operarme sin más demora; por cuanto padecía de un mal crónico, no sujeto a tratamiento en mis enfermizas amígdalas. Me defendí expresándole si conocía algún político sin agallas. Claro que sí, fue su rápida respuesta: el Dr. Rafael Caldera. La carcajada de ambos retumbó en todas las salas de la clínica.
Raúl tenía muchas simpatías por la política y la ganadería, temas que dominaba a plenitud y como excelente conversador, los abordaba con mucha frecuencia. Se le metió en la cabeza que la Escoba Amarilla, era una estupenda leguminosa y me convenció de consultar al Profesor Corrales, sobre la idea de sembrar esta maleza. Cuando le informé que al referido científico le parecía una locura su proyecto, me dijo: Qué buena vaina me echa Corrales, pensaba venderle a un ex-Ministro de Agricultura, unos cuantos kilos de semilla de la tanta Escoba que tengo en los potreros de “Corraleja”.
Fue un medico definitivamente culto, como lo demostraba en sus diferentes conferencias y artículos semanales. Espero que alguien se ocupe de recopilarlos, para su publicación, lo cual será muy útil a la juventud universitaria barinesa de estos nuevos tiempos.
En una oportunidad, fui testigo de una fuerte polémica entre Adolfo y Raúl. Ellos eran hermanos que se respetaban y se querían mucho. La familia Blonval, entre sus virtudes, ha sido siempre un equipo con disciplina y jefatura. Al faltar el padre, Don Blom, el hermano mayor Adolfo, asumió la rectoría del grupo. Adolfo criticaba a Rómulo Betancourt, Raúl lo ponderaba como líder y jefe político. El debate sube de tono, los hermanos se pelean y yo trato de conciliarlos. Raúl aprovecha el corchete para argumentar: -Tú eres mi hermano mayor, estamos en tu casa, me puedo retirar como lo ordenas, pero Rómulo Betancourt es el político más importante de estos tiempos. Es el Rey de la Baraja, así lo demuestra la realidad mayoritaria que lo respalda. Tú eres una minoría, aquí somos tres, tu voto es muy importante, pero vale uno contra dos. Gobernador Valero, si este hermano me sigue pataleando arréstelo por conspirador, que yo me encargo de explicárselo a la familia.
En el momento estelar de su vida política es designado Secretario General de Gobierno, donde se convierte en factor de entendimiento entre todos los partidos políticos regionales. Es útil al gobierno y a la oposición. Se comporta como un gobernante con sentido cabal de su misión, su tarea, y su trabajo. Cuando entregamos el gobierno a nuestros sucesores, monta con Arnoldo Sanguinetti, una cervecera llamada “La Oficina”. Como era de esperarse, Arnoldo se bebió la cerveza, los escritorios, la oficina y no se bebió a “Corraleja” por la oportuna intervención de sus hermanos abogados, Adolfo y Manuel Blonval López.
En una oportunidad, el Ejecutivo Regional se trasladó a Barinitas a un acto oficial. Al concluir la ceremonia, se retiraban las autoridades del lugar, entre las cuales se encontraba el doctor Samuel Darío Maldonado, Presidente de la Asamblea Legislativa, el Doctor Raúl Blonval López, Secretario General de Gobierno y quien les habla, como Gobernador del Estado. De pronto aparece como por encanto, el “negro Coro”, quién comenta:
-Estos ilustres bariniteños ahora no me conocen porque están en el poder. Parlamentó con Raúl y le pidió que le entregara diez circuitos, cada circuito valía según su contabilidad 500 bolívares “o tumbo el gobierno de Barinas”. Cuenta Raúl, que el Prefecto, que se mantenía atento a la conversación le pidió autorización para arrestarlo, a lo cual Raúl respondió: -No se te ocurra, si este negro habla, los tres quedamos desempleados.

***
Cuando la terrible enfermedad mina su salud, se preparaba a realizar el sueño de su vida; renunciar a sus largas horas como médico a tiempo completo, para hacer carrera política y parlamentaria. El destino le hizo una mala jugada, al dejarlo con la credencial de Diputado Electo, esperando la instalación de la actual Asamblea Legislativa.  
Mucho podía esperar la Barinidad de quién se preparaba para participar en la vida pública regional. Deja continuadores con una gran responsabilidad representados por sus partidarios, su familia y sus amigos. La sociedad civil de sus afectos, le ha respondido solidariamente, con el mármol, para que su figura vigilante, nos obligue a todos a una lucha permanente por el bien común y la justicia social. La Barinas de nuestros días, busca sus rumbos en medio de dificultades, errores, pero sin olvidar su pasado histórico. Busca su espacio natural, en el seno de un país, que vive una gran crisis nacional.
Necesitamos instituciones regionales fuertes, sanas, líderes, conductores, estadistas, que hagan el milagro de constituir un poder regional adecuado, moderno, profesional, para recuperar la grandeza barinesa de otros tiempos.
Padecemos deterioros superables en la medida que nuestros recursos se utilicen en planes de desarrollo que no toleren el espejismo electorero negativo. Es indispensable incorporar a los mejores barineses del presente, a la vida pública. No pueden ser los peores, los dueños de éste estado. Las crisis solicitan a los auténticos conductores, correr los riesgos que supone cumplir con los deberes cívicos, para que un liderazgo constructivo salve al gobierno democrático, de la corrupción y el agotamiento institucional. Una buena selección de concejales, parlamentarios, gobernantes locales, es indispensable si queremos fortalecer y darle vigencia, a una provincia autónoma, respetada, fuerte, frente a un centralismo todopoderoso que maniobra para retener su dominio.

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Cuando la cruel enfermedad que se lo llevó lo sorprendió, participaba en una contienda electoral, dando pruebas irrefutables de rectitud, capacidad, valor. Fue correspondido por su pueblo al elegirlo, pero la providencia resolvió privarnos de un brillante legislador, que éste parlamento regional necesitaba. Nos quedó su ejemplo, que ojalá otros buenos barineses superen.
Raúl fue un notable, un prócer civil, que bastante falta le hará a la cultura, a la medicina, a la política, a su familia, a sus amigos y a la comunidad. Ahora lo de los grandes varones: Un busto, una avenida, una referencia, llamada Raúl Blonval López. Es la herencia, el testamento, para tratar de consolar a su afligida esposa, a sus hijos, a sus amigos y a sus paisanos barineses. Cuando se pasa por la vida, dejando testimonios como los tuyos, bien vale la pena. El homenaje que tú te mereces, y que hoy te prometemos, es no dejar morir tus ideas, tu obra, tus prédicas, tus mensajes. No abandonar la lucha que abanderaste, como prócer civil de la Barinidad. Recordar el comportamiento que distinguió tu vida profesional, al gran padre de familia, al ciudadano, que fatalmente hemos perdido. Querer y servir con tu pasión a ésta ciudad, a la región, a la provincia de la cual sólo te separaste a la hora de tu muerte y a la cual regresas para no abandonar más nunca, al sembrar tu nombre, en ésta arteria vial, que en buena hora inaugura y pone en servicio, la administración Cartay-Febres, apellidos barineses de mucha tradición.
Raúl fue hombre de grandes amores. Amó a Leonor, su esposa y compañera, quién se identificó tanto con su marido, que su parecido físico la convirtió en alguien a su imagen y semejanza. Es que Leonor de Blonval, es una auténtica Pérez Briceño, con ojos y sonrisa de Blonval López. Amó a sus hijos y a su familia. Amó a su profesión, la cultura, las bellas artes, a los libros.
Amó a su clínica y a su Barinas, con gran pasión. Tanto las amó, que no fue capaz de partir, antes de venir a despedirse de toda su gente, cuando sintió que se marchaba definitivamente. Gravemente enfermo, regresó para rodeado de los suyos enfrentar, como enfrentó, su encuentro final con el más allá. Nos dejó una comunidad que se debate entre ser pueblo y ciudad, con los fenómenos propios de estos cambios imprevistos.
El Doctor Raúl Blonval López, forma parte de un grupo de barineses de excepción, que pueden servirnos de inspiración, a orientar los programáticos modernos, para servir bien esta histórica provincia venezolana.
Las credenciales con que viajó Raúl a la otra vida, si arriba hay democracia y hay elecciones, le sobrarán en todos los campos para aspirar, como en la tierra, a destinos superiores. A estas alturas ya debes haber sido electo “Alcalde del cielo”. Ayuda desde ésta posición al Alcalde de Barinas, al Gobernador y a su pueblo, a lograr un sólido porvenir para ésta tu tierra. No te estamos pidiendo imposibles. Se trata de que luches en el cielo, por una Barinas grande como fue tu vida. Nosotros aquí, seguiremos cooperando hasta que la Divina Providencia, nos llame a reunirnos con los barineses que arriba nos esperan. Entre tanto, tu figura, tu obra, nos llena de orgullo, de vitalidad, de fe, de confianza. Seguiremos siendo tus amigos, tus continuadores, tus admiradores, catire Blonval, como te llamábamos.
Luis Herrera Campíns, un llanero de Acarigua, que como el General José Antonio Páez, ejerció la Presidencia de la República, reconoce que Barinas será próximamente, la capital indiscutible de los Llanos Occidentales. El gigantismo que nos espera, conforme a este pronóstico, en la segunda década del siglo 21, colocará a esta capital regional, entre las grandes de Venezuela. Surgirán los problemas característicos de las concentraciones humanas contemporáneas, tales como el urbanismo exagerado, los servicios públicos chucutos, la inseguridad personal y de los bienes, el narcotráfico, el terrorismo y las versiones modernas del secuestro, que hace padecer cruelmente a distinguidas familias barinesas.
Ojalá la Ciudad Marquesa se aleje de las tentaciones de una fatalidad crónica, que la asaltaron a todo lo largo del siglo pasado.
A nuestra capital le conviene mantenerse alerta contra la piromanía de ayer y de hoy, que ha sido su maldición histórica, hasta el punto de convertirla en ruinas unas cuantas veces. Debemos tener cuidado, con las aguas del Río Santo Domingo, su hermano gemelo, para que no se cumpla la célebre sentencia del famoso capuchino, según la cual sus aguas deben lavar la sangre inocente derramada en el centro, es decir, en su casco histórico.
Son sus enemigos también el populismo, la demagogia y la corrupción, enfermedades tropicales, peores que la económica, el paludismo, o el dengue tan de moda en nuestros tiempos.
Este año 1995, luce afortunado porque estamos cumpliendo, aún cuando con retardo, con el poeta Alberto Arvelo Torrealba y hoy, con Raúl Blonval López, valores eternos de la más pura Barinidad. Estamos comprometidos con Alfredo y Enriqueta, con Rafael Ángel Insausti, poeta universal, maestro del idioma, con Luis Fadul Hernández, poeta popular, con el olvidado Monseñor Ramón Ignacio Méndez, Arzobispo llanero de Caracas, como el actual acarigüeño, que despacha en los alrededores de la Plaza Bolívar de la capital de la República.
Pienso, que hemos sido mezquinos con el General Carlos Jordán Falcón, un Presidente de Estado de la época del General Eleazar López Contreras, que con treinta y cinco mil bolívares de situado constitucional, reconstruyó el Palacio del Marqués y fue capaz de construir el viejo Hospital Luis Razetti, sede administrativa de la actual Alcaldía de la ciudad de Barinas, donde un cirujano español hacía emergencias y altas cirugías, como un auténtico veterano de la medicina de aquellos tiempos.
Propongo, repitiendo al Doctor Raúl Blonval López, que el futuro Museo Histórico de la Barinas de todos los tiempos en que debe convertirse el actual Palacio del Marqués cuando la Gobernación ocupe los edificios en construcción para sus dependencias administrativas, sirva como ocasión para un reconocido homenaje a quien fue electo Presidente del primer Congreso de la República, diputado por la provincia de Barinas, Juan Antonio Rodríguez Domínguez. Me consta el interés que ha tomado el escritor barinés José León Tapia por encontrar los perdidos restos del gran bolivariano Manuel Palacios Fajardo, a quien desde hace muchos años espera el Panteón Nacional. Raúl Blonval, amigo probado de toda la vida, se lamentaba de que no me hubiera correspondido el honor de recibir en el Panteón estos restos, cuando fui Ministro de Relaciones interiores, dada la circunstancia poco conocida que fue mi padre, Luis Eloy Concha Parra, quién como Senador del Estado Barinas, propuso el Panteón para tan esclarecido e importante coterráneo.
La colocación de tu busto, Raúl, en este sitio tan apropiado te convierte en vecino permanente de la Universidad de los Llanos Ezequiel Zamora, de Rafael Ángel Insausti, de Alberto Arvelo Torrealba, de Adonay Parra Jiménez. Estás como en tu vida, muy bien acompañado. Me dá la impresión, de que has sido tú mismo el autor del milagro, al escoger con tanto acierto tus eternos compañeros. Ahora, como alguna de tus hijas, tienes solar en la Urbanización Alto Barinas. Desde aquí contemplarás cómo tu ciudad, en tiempo récord, poblará las sabanas Arveleñas, el Zancodal, las cabeceras del Barro, las sabanas del Hato Modelo, La Arenosa, Banco Alegre y los sitios cercanos a nuestra estupenda Ciudad Deportiva, importante obra de la administración Cartay-Febres, hijos ambos de paisanos con quienes recorrimos todos estos lugares en excursiones rurales, de las cuales sólo quedan gratos recuerdos, aplastados por el despegue vigoroso de una gran ciudad en formación.
Recuerdo que con mucha propiedad planteabas que Barinas sería el Estado Ganadero por excelencia de Venezuela. Opinabas que como en los tiempos de Páez, los Pulido o del General Zamora, se volvería hablar con gran orgullo de la ganadería instalada en las sabanas de Barinas. Que repetiríamos lo de la Calzada Páez, El Orticero, La Marqueseña, El Corozo, Santa Inés, Punta Gorda, Caroní.
La Barinas moderna de tus hijos y nietos, la que gobierna Gehard Cartay Ramírez, el hijo de Domingo, sobrino de Manuel Antonio, compañero de generación de nuestros hijos, es hoy la Capital de la Ganadería Cebú de Venezuela. Los testimonios de ésta impresionante realidad pueden comprobarse con las estupendas muestras que se exhiben en las subastas del Cebú Brahmán, en el Parque Ferial de la ciudad de Barinas, instalaciones que fueron donadas por la Gobernación del Estado a la Asociación de Ganaderos, cuando el Doctor Raúl Blonval López, se desempeñaba como Secretario General de Gobierno.
Como los llanos barineses se distinguen por ser tierra de grandes  poetas, invoco para concluir mis palabras la ayuda competente de un gran amigo y contemporáneo, el Cronista de la ciudad de Barinas, maestro de la poesía y del soneto, Carlos Giusti Vargas, amigo y hermano del Doctor Raúl Blonval López, quien lleno de tristeza escribió para despedirlo estos sentidos versos:

Hoy no quiero elogiar tu inteligencia
con la crónica larga y minuciosa;
que me diga tu pluma primorosa
si estoy quedando mal con mi conciencia.

Tu prosa inmersa en aguas de sapiencia
produce la analectas laboriosa,
el discurso de página armoniosa
de culta y luminosa transparencia.

Lirios, Violetas, Dalias, Margaritas
de aquel viejo jardín de Barinitas
perfuman tu fatídico destino.

Y en gesto adusto, venerable y serio,
me cuenta tu Patrón San Eleuterio
que ve tristeza por tu entorno andino.