PALABRAS DEL GOBERNADOR
GEHARD CARTAY RAMÍREZ,
EN OCASIÓN DE INAUGURAR LA “AVENIDA
RAÚL BLONVAL
LÓPEZ’’ EN LA CIUDAD DE BARINAS
(Barinas, 20 de Octubre de 1995)
Amigos y amigas presentes,
Barineses, barinesas:
Con
legítimo orgullo barinés y en mi condición de Gobernador del Estado inauguramos hoy esta moderna avenida, construida en apenas pocos meses en
demostración indiscutible de la eficacia y el dinamismo que caracteriza la
gestión de gobierno que me ha correspondido el honor de dirigir por mandato del
pueblo de Barinas.
Hace
apenas pocos
días pusimos en servicio otra moderna avenida en nuestra
capital, construida también bajo por mi gobierno y a la cual honramos con el
nombre del poeta Alberto Arvelo Torrealba, en ocasión de celebrarse, bajo los
auspicios de la gestión que presido, los 90 años del natalicio de tan ilustre
barinés. Le
pedí entonces al ex presidente Luis Herrera Campíns, amigo del poeta y
arveliano de razón y corazón, que pronunciara el discurso con tal motivo, lo
que, fiel a su costumbre, hizo de manera admirable y enjundiosa.
Hemos decidido que esta nueva avenida que ahora inauguramos lleve el nombre
del doctor Raúl Blonval López, en reconocimiento a este ilustre paisano nuestro
que descolló como hombre público, humanista integral, médico, escritor y
político. Su muerte, acaecida hace pocos meses, causó honda consternación entre
todos los que lo conocimos.
Puedo
decir, sin incurrir en exageración alguna, que Raúl Blonval López representó
con acierto eso que algunos hemos llamado la
barinidad. Cuando por cualquier circunstancia se le entregó alguna
responsabilidad, fuera ésta pública o privada, la cumplió con dignidad, honestidad y decoro.
Blonval
López quiso entrañablemente a esta tierra nuestra. Aquí sembró su distinguida
familia, al lado de su digna esposa Leonor. Aquí ejerció su profesión con
sentido humano y con profunda ética. Aquí descolló como dirigente político y
funcionario público honesto. Aquí tejió amistades y afectos, gracias a su
desbordante simpatía y a su enorme concepto de lo humano. Por eso, al designar con su nombre esta nueva avenida, estamos cumpliendo un deber con quien
fue un barinés estelar, ejemplo, sin duda, para la juventud barinesa.
Con
Blonval López, al igual que con Arvelo Torrealba, estamos ensanchando
justicieramente el reconocimiento a todos aquellos ciudadanos ejemplares que lo
merecen, sin distinciones de ninguna especie.
Permítanme decirles en estas breves palabras
que como gobernador me he empeñado en hacer una
obra que llegue a todos los espacios de la geografía barinesa y que sea de beneficio popular, por modesta que pueda ser.
Aquí
en la ciudad de Barinas también hemos emprendido aquellas obras que reclama la
colectividad.
El
año pasado, por ejemplo, el gobierno nacional y la gobernación a mi cargo
culminamos -luego de varios años de atraso y desidia, que implicaron incluso la
suspensión del máximo evento deportivo nacional- y pusimos en servicio la Ciudad
Deportiva “Sucre, mariscal de juventudes”, la cual sirvió de brillante
escenario de los IX Juegos Nacionales que también me cupo el honor de organizar
como primer mandatario regional, conjuntamente con la sociedad civil barinesa.
Hace
pocos días inauguramos la “Plaza Sucre” y el “Parque Recreacional Sucre”, aquel
en la misma Ciudad Deportiva y este en el sector urbanístico de Alto Barinas
Norte, con motivo de los 200 años del natalicio del Gran Mariscal de Ayacucho.
De igual manera, construimos ahora, habiéndose concluido ya su primera etapa, la avenida que comunicará al sector sur de la ciudad con la avenida “Adonay Parra”, y que, Dios mediante, se enlazará en una segunda etapa con la redoma Industrial de Barinas, a fin de poner en servicio una vía alterna de comunicación entre aquella zona y sector norte de la capital.
De igual manera, construimos ahora, habiéndose concluido ya su primera etapa, la avenida que comunicará al sector sur de la ciudad con la avenida “Adonay Parra”, y que, Dios mediante, se enlazará en una segunda etapa con la redoma Industrial de Barinas, a fin de poner en servicio una vía alterna de comunicación entre aquella zona y sector norte de la capital.
Al
lado de toda esta obra física tan importante, también puedo destacar, sin
falsas modestias, los
programas sociales que ha creado mi gobierno
en materias tan fundamentales como la salud, el transporte, la educación, el
deporte, la cultura, la vivienda y los planes de economía popular.
Me
complace, pues, que
hoy estemos inaugurando la “Avenida
Raúl Blonval López”, con la presencia multitudinaria de todos ustedes y, en particular, de
la familia del homenajeado, cuya presencia realza este acto.
Le he
pedido al doctor Luciano Valero, nuestro ilustre paisano, ex gobernador y ex ministro,
que pronuncie el discurso de orden en esta ceremonia tan significativa. Luciano
fue entrañable amigo de Raúl y juntos compartieron responsabilidades, desvelos
y alegrías. Sé que su discurso nos revelará al doctor Blonval en el más hondo
sentido de su personalidad y de sus ejecutorias.
Con
estas breves palabras, improvisadas por la emoción de quien cumple un deber y
un compromiso con su pueblo, declaro formalmente inaugurada la “Avenida Raúl
Blonval López”.
Muchas
gracias
(Aplausos).
DISCURSO DE ORDEN DEL DOCTOR
LUCIANO VALERO
EN LA INUGURACIÓN
DE LA AVENIDA “RAÚL BLONVAL LOPEZ”
(Barinas, 20 de Octubre de 1995)
Gran acierto del
Gobernador Cartay, ampliar la buena vialidad urbana de esta ciudad, y mejor
todavía, la estupenda decisión de honrar la memoria del Dr. Raúl Blonval López,
un brillante barinés, de los más ilustres intelectuales contemporáneos, quien
se marchó de este mundo temprano, dejando ideas, obra permanente, familia
sólida, prestigio, fama, apellido y nombre, “Tierra y Solar”, como dicen los
españoles.
No podía ser
cualquier calle la tuya, a pesar de que fuiste hombre de vida sencilla,
modesta, pero muy valioso, humano, culto, grato, superior. Por eso, esta
avenida que lleva tu nombre, bien escogida, la que une la “23 de Enero”,
rescatada en buena hora por la democracia, con la “Adonay Parra Jiménez”, justo
homenaje a un gran maestro, rendido oportunamente, por otro gobernante
regional.
***
Conocí al catire Blonval en Barinitas, así lo llamaban
sus compañeros de generación, un joven formal, vestido comúnmente con un paltó bolsa de hielo, músico, telegrafista. Éramos
adolescentes y cada quien mostraba su vocación y tendencias; el “negro Coro”
entre otros, nos sacaba de la cama a las 4 de la mañana, para ocultarnos entre
los matorrales y esperar al santo sacerdote del pueblo, que bajaba a esa hora
en su mula, a un baño público llamado Parangulita, con el propósito de
comprobar si se trataba de un hombre. Por supuesto, no nos quedaban dudas sobre
el particular. El padre Picón, era en lenguaje bariniteño, un hombre completo.
Desapareció el “negro Coro” de Barinitas y supimos de él, años más tarde,
cuando pagaba condena en la cárcel de San Fernando de Apure.
Arnoldo Matheus
Camacho, Madre Mía, se distinguía por
buen hijo, buen estudiante, buen amigo. Bueno en todo, menos en el béisbol, donde
se consolidó como el Rey del ponche.
Manuel Blonval López,
con figura de próspero abogado y radio aficionado con amistades en todo el
continente.
Octavio Gómez, Tabito, prototipo del mediano
empresario, pendiente del destino de cada uno de sus compañeros.
Ernesto Blonval López,
repartiendo telegramas en su flamante bicicleta, con adaptaciones de su propia
cosecha, que anunciaban a un futuro Ingeniero Mecánico.
José Antonio Angulo,
dirigente político, escritor, periodista, destacado orador.
Samuel Darío
Maldonado, médico, dirigente universitario.
Augusto González, Chicharito, pedagogo matemático.
Arévalo Núñez,
dirigente sindical internacional, poeta.
Raúl Blonval López,
médico, músico, periodista, poeta, escritor, humanista.
La primera noticia
que recuerdo como estudiante de primaria, sobre Doña Bárbara, de Rómulo Gallegos, fue una charla de Raúl en la
Sociedad Bolivariana de Barinitas, en la casa de los Arvelo La Riva. Todo un pico de oro, este bariniteño, nacido en
Guanare. Siempre me contaron los Martínez Angulo, guanareños de estirpe, como
los Gómez Álvarez, o como Monseñor Unda, que Raúl, en sus años de estudiante de
bachillerato en el Colegio Federal de Guanare, siempre fue el primero de su
clase. En esa época se hizo famoso en el colegio y en el pueblo, al escribirle
unos bellos versos a una hija del Prefecto de Guanare.
En Mérida, cuando
estudiaba Medicina, un día cualquiera se enteró en aviso publicado en El Vigilante, diario local, de la
existencia de un concurso literario, consistente en la mejor crónica sobre la
Ciudad de los Caballeros. Raúl presentó un trabajo tan original, que el anónimo
estudiante universitario ganó el concurso, publicación en la revista de la
ciudad del artículo y 500 bolívares en efectivo, lo cual era un capital que lo
puso rico en la Mérida de entonces, por unas cuantas semanas. La colonia barinesa,
disfrutó el éxito de su novel escritor, hasta el punto de que las merideñas nos
empezaron a conocer con algún interés. Muchos de nosotros nos graduamos y
dejamos la soltería en Mérida. Menos Raúl y Manuel Blonval López, par de guabinas, que se vinieron con sus
títulos de Doctores, pero con “la cabuya en la pata”.
Concluidos sus
estudios de medicina, llegó a Barinas, donde fue Médico Residente en el
Hospital Luis Razetti, desde donde salió al exterior, con suficientes
credenciales, hasta convertirse en un competente especialista, que trabajó en
Maracay, San Fernando de Apure, Guanare, hasta volver a su tierra barinesa, a
su hospital y a su clínica, donde ejerció como jefe de servicio, hasta
jubilarse poco antes de su enfermedad y muerte.
Nuestro homenajeado,
fue un polifacético en el mejor sentido de ésta palabra. Orador que hizo
carraspear a Jóvito Villalba, a Rafael Caldera, a Luis Herrera Campíns. Periodista,
parlamentario político. No es fácil llenar el vacío dejado por este sobresaliente
llanero, el único Presidente de la Corporación de los Andes, nacido en la
tierra del “Humos” sin gente, como decía con tanta propiedad, nuestro Alberto
Arvelo Torrealba.
Ganadero de postín y
de corraleja, a quien no pudieron sacar del medio los ricos forasteros de
chequeras con varias cifras, para decirlo en el lenguaje del agrado de su
colega y hermano, el escritor barinés, contemporáneo José León Tapia Contreras.
Me viene a la mente,
lo que una vez me pasó en el consultorio médico de Raúl, como su paciente de
muchos años. Me argumentó de manera convincente que debía operarme sin más
demora; por cuanto padecía de un mal crónico, no sujeto a tratamiento en mis enfermizas
amígdalas. Me defendí expresándole si conocía algún político sin agallas. Claro
que sí, fue su rápida respuesta: el Dr. Rafael Caldera. La carcajada de ambos
retumbó en todas las salas de la clínica.
Raúl tenía muchas simpatías
por la política y la ganadería, temas que dominaba a plenitud y como excelente
conversador, los abordaba con mucha frecuencia. Se le metió en la cabeza que la
Escoba Amarilla, era una estupenda leguminosa y me convenció de consultar al
Profesor Corrales, sobre la idea de sembrar esta maleza. Cuando le informé que
al referido científico le parecía una locura su proyecto, me dijo: Qué buena
vaina me echa Corrales, pensaba venderle a un ex-Ministro de Agricultura, unos
cuantos kilos de semilla de la tanta Escoba que tengo en los potreros de “Corraleja”.
Fue un medico
definitivamente culto, como lo demostraba en sus diferentes conferencias y artículos
semanales. Espero que alguien se ocupe de recopilarlos, para su publicación, lo
cual será muy útil a la juventud universitaria barinesa de estos nuevos
tiempos.
En una oportunidad, fui
testigo de una fuerte polémica entre Adolfo y Raúl. Ellos eran hermanos que se
respetaban y se querían mucho. La familia Blonval, entre sus virtudes, ha sido
siempre un equipo con disciplina y jefatura. Al faltar el padre, Don Blom, el
hermano mayor Adolfo, asumió la rectoría del grupo. Adolfo criticaba a Rómulo
Betancourt, Raúl lo ponderaba como líder y jefe político. El debate sube de
tono, los hermanos se pelean y yo trato de conciliarlos. Raúl aprovecha el
corchete para argumentar: -Tú eres mi hermano mayor, estamos en tu casa, me
puedo retirar como lo ordenas, pero Rómulo Betancourt es el político más importante
de estos tiempos. Es el Rey de la Baraja,
así lo demuestra la realidad mayoritaria que lo respalda. Tú eres una minoría, aquí
somos tres, tu voto es muy importante, pero vale uno contra dos. Gobernador
Valero, si este hermano me sigue pataleando arréstelo por conspirador, que yo
me encargo de explicárselo a la familia.
En el momento
estelar de su vida política es designado Secretario General de Gobierno, donde
se convierte en factor de entendimiento entre todos los partidos políticos
regionales. Es útil al gobierno y a la oposición. Se comporta como un gobernante
con sentido cabal de su misión, su tarea, y su trabajo. Cuando entregamos el
gobierno a nuestros sucesores, monta con Arnoldo Sanguinetti, una cervecera
llamada “La Oficina”. Como era de esperarse, Arnoldo se bebió la cerveza, los escritorios,
la oficina y no se bebió a “Corraleja” por la oportuna intervención de sus hermanos
abogados, Adolfo y Manuel Blonval López.
En una oportunidad,
el Ejecutivo Regional se trasladó a Barinitas a un acto oficial. Al concluir la
ceremonia, se retiraban las autoridades del lugar, entre las cuales se
encontraba el doctor Samuel Darío Maldonado, Presidente de la Asamblea
Legislativa, el Doctor Raúl Blonval López, Secretario General de Gobierno y
quien les habla, como Gobernador del Estado. De pronto aparece como por
encanto, el “negro Coro”, quién comenta:
-Estos ilustres bariniteños
ahora no me conocen porque están en el poder. Parlamentó con Raúl y le pidió
que le entregara diez circuitos, cada circuito valía según su contabilidad 500
bolívares “o tumbo el gobierno de Barinas”. Cuenta Raúl, que el Prefecto, que
se mantenía atento a la conversación le pidió autorización para arrestarlo, a
lo cual Raúl respondió: -No se te ocurra, si este negro habla, los tres
quedamos desempleados.
***
Cuando la terrible
enfermedad mina su salud, se preparaba a realizar el sueño de su vida; renunciar
a sus largas horas como médico a tiempo completo, para hacer carrera política y
parlamentaria. El destino le hizo una mala jugada, al dejarlo con la credencial
de Diputado Electo, esperando la instalación de la actual Asamblea Legislativa.
Mucho podía esperar
la Barinidad de quién se preparaba
para participar en la vida pública regional. Deja continuadores con una gran
responsabilidad representados por sus partidarios, su familia y sus amigos. La
sociedad civil de sus afectos, le ha respondido solidariamente, con el mármol,
para que su figura vigilante, nos obligue a todos a una lucha permanente por el
bien común y la justicia social. La Barinas de nuestros días, busca sus rumbos
en medio de dificultades, errores, pero sin olvidar su pasado histórico. Busca
su espacio natural, en el seno de un país, que vive una gran crisis nacional.
Necesitamos
instituciones regionales fuertes, sanas, líderes, conductores, estadistas, que
hagan el milagro de constituir un poder regional adecuado, moderno,
profesional, para recuperar la grandeza barinesa de otros tiempos.
Padecemos deterioros
superables en la medida que nuestros recursos se utilicen en planes de
desarrollo que no toleren el espejismo electorero negativo. Es indispensable
incorporar a los mejores barineses del presente, a la vida pública. No pueden
ser los peores, los dueños de éste estado. Las crisis solicitan a los
auténticos conductores, correr los riesgos que supone cumplir con los deberes
cívicos, para que un liderazgo constructivo salve al gobierno democrático, de
la corrupción y el agotamiento institucional. Una buena selección de concejales,
parlamentarios, gobernantes locales, es indispensable si queremos fortalecer y
darle vigencia, a una provincia autónoma, respetada, fuerte, frente a un
centralismo todopoderoso que maniobra para retener su dominio.
***
Cuando la cruel
enfermedad que se lo llevó lo sorprendió, participaba en una contienda
electoral, dando pruebas irrefutables de rectitud, capacidad, valor. Fue correspondido
por su pueblo al elegirlo, pero la providencia resolvió privarnos de un
brillante legislador, que éste parlamento regional necesitaba. Nos quedó su
ejemplo, que ojalá otros buenos barineses superen.
Raúl fue un notable,
un prócer civil, que bastante falta le hará a la cultura, a la medicina, a la
política, a su familia, a sus amigos y a la comunidad. Ahora lo de los grandes
varones: Un busto, una avenida, una referencia, llamada Raúl Blonval López. Es
la herencia, el testamento, para tratar de consolar a su afligida esposa, a sus
hijos, a sus amigos y a sus paisanos barineses. Cuando se pasa por la vida,
dejando testimonios como los tuyos, bien vale la pena. El homenaje que tú te
mereces, y que hoy te prometemos, es no dejar morir tus ideas, tu obra, tus
prédicas, tus mensajes. No abandonar la lucha que abanderaste, como prócer
civil de la Barinidad. Recordar el
comportamiento que distinguió tu vida profesional, al gran padre de familia, al
ciudadano, que fatalmente hemos perdido. Querer y servir con tu pasión a ésta
ciudad, a la región, a la provincia de la cual sólo te separaste a la hora de
tu muerte y a la cual regresas para no abandonar más nunca, al sembrar tu
nombre, en ésta arteria vial, que en buena hora inaugura y pone en servicio, la
administración Cartay-Febres, apellidos barineses de mucha tradición.
Raúl fue hombre de
grandes amores. Amó a Leonor, su esposa y compañera, quién se identificó tanto
con su marido, que su parecido físico la convirtió en alguien a su imagen y
semejanza. Es que Leonor de Blonval, es una auténtica Pérez Briceño, con ojos y
sonrisa de Blonval López. Amó a sus hijos y a su familia. Amó a su profesión,
la cultura, las bellas artes, a los libros.
Amó a su clínica y a
su Barinas, con gran pasión. Tanto las amó, que no fue capaz de partir, antes
de venir a despedirse de toda su gente, cuando sintió que se marchaba
definitivamente. Gravemente enfermo, regresó para rodeado de los suyos
enfrentar, como enfrentó, su encuentro final con el más allá. Nos dejó una
comunidad que se debate entre ser pueblo y ciudad, con los fenómenos propios de
estos cambios imprevistos.
El Doctor Raúl
Blonval López, forma parte de un grupo de barineses de excepción, que pueden
servirnos de inspiración, a orientar los programáticos modernos, para servir
bien esta histórica provincia venezolana.
Las credenciales con
que viajó Raúl a la otra vida, si arriba hay democracia y hay elecciones, le
sobrarán en todos los campos para aspirar, como en la tierra, a destinos
superiores. A estas alturas ya debes haber sido electo “Alcalde del cielo”.
Ayuda desde ésta posición al Alcalde de Barinas, al Gobernador y a su pueblo, a
lograr un sólido porvenir para ésta tu tierra. No te estamos pidiendo imposibles.
Se trata de que luches en el cielo, por una Barinas grande como fue tu vida.
Nosotros aquí, seguiremos cooperando hasta que la Divina Providencia, nos llame
a reunirnos con los barineses que arriba nos esperan. Entre tanto, tu figura,
tu obra, nos llena de orgullo, de vitalidad, de fe, de confianza. Seguiremos
siendo tus amigos, tus continuadores, tus admiradores, catire Blonval, como te llamábamos.
Luis Herrera Campíns,
un llanero de Acarigua, que como el General José Antonio Páez, ejerció la
Presidencia de la República, reconoce que Barinas será próximamente, la capital
indiscutible de los Llanos Occidentales. El gigantismo que nos espera, conforme
a este pronóstico, en la segunda década del siglo 21, colocará a esta capital
regional, entre las grandes de Venezuela. Surgirán los problemas característicos
de las concentraciones humanas contemporáneas, tales como el urbanismo
exagerado, los servicios públicos chucutos, la inseguridad personal y de los
bienes, el narcotráfico, el terrorismo y las versiones modernas del secuestro,
que hace padecer cruelmente a distinguidas familias barinesas.
Ojalá la Ciudad Marquesa
se aleje de las tentaciones de una fatalidad crónica, que la asaltaron a todo
lo largo del siglo pasado.
A nuestra capital le
conviene mantenerse alerta contra la piromanía de ayer y de hoy, que ha sido su
maldición histórica, hasta el punto de convertirla en ruinas unas cuantas
veces. Debemos tener cuidado, con las aguas del Río Santo Domingo, su hermano
gemelo, para que no se cumpla la célebre sentencia del famoso capuchino, según
la cual sus aguas deben lavar la sangre inocente derramada en el centro, es
decir, en su casco histórico.
Son sus enemigos
también el populismo, la demagogia y la corrupción, enfermedades tropicales,
peores que la económica, el
paludismo, o el dengue tan de moda en nuestros tiempos.
Este año 1995, luce afortunado porque
estamos cumpliendo, aún cuando con retardo, con el poeta Alberto Arvelo
Torrealba y hoy, con Raúl Blonval López, valores eternos de la más pura Barinidad. Estamos comprometidos con Alfredo
y Enriqueta, con Rafael Ángel Insausti, poeta universal, maestro del idioma,
con Luis Fadul Hernández, poeta popular, con el olvidado Monseñor Ramón Ignacio
Méndez, Arzobispo llanero de Caracas, como el actual acarigüeño, que despacha
en los alrededores de la Plaza Bolívar de la capital de la República.
Pienso, que hemos
sido mezquinos con el General Carlos Jordán Falcón, un Presidente de Estado de
la época del General Eleazar López Contreras, que con treinta y cinco mil bolívares
de situado constitucional, reconstruyó el Palacio del Marqués y fue capaz de
construir el viejo Hospital Luis Razetti, sede administrativa de la actual
Alcaldía de la ciudad de Barinas, donde un cirujano español hacía emergencias y
altas cirugías, como un auténtico veterano de la medicina de aquellos tiempos.
Propongo, repitiendo
al Doctor Raúl Blonval López, que el futuro Museo Histórico de la Barinas de
todos los tiempos en que debe convertirse el actual Palacio del Marqués cuando
la Gobernación ocupe los edificios en construcción para sus dependencias administrativas,
sirva como ocasión para un reconocido homenaje a quien fue electo Presidente
del primer Congreso de la República, diputado por la provincia de Barinas, Juan
Antonio Rodríguez Domínguez. Me consta el interés que ha tomado el escritor
barinés José León Tapia por encontrar los perdidos restos del gran bolivariano
Manuel Palacios Fajardo, a quien desde hace muchos años espera el Panteón
Nacional. Raúl Blonval, amigo probado de toda la vida, se lamentaba de que no
me hubiera correspondido el honor de recibir en el Panteón estos restos, cuando
fui Ministro de Relaciones interiores, dada la circunstancia poco conocida que
fue mi padre, Luis Eloy Concha Parra, quién como Senador del Estado Barinas,
propuso el Panteón para tan esclarecido e importante coterráneo.
La colocación de tu
busto, Raúl, en este sitio tan apropiado te convierte en vecino permanente de
la Universidad de los Llanos Ezequiel Zamora, de Rafael Ángel Insausti, de
Alberto Arvelo Torrealba, de Adonay Parra Jiménez. Estás como en tu vida, muy
bien acompañado. Me dá la impresión, de que has sido tú mismo el autor del
milagro, al escoger con tanto acierto tus eternos compañeros. Ahora, como alguna
de tus hijas, tienes solar en la Urbanización Alto Barinas. Desde aquí
contemplarás cómo tu ciudad, en tiempo récord, poblará las sabanas Arveleñas,
el Zancodal, las cabeceras del Barro, las sabanas del Hato Modelo, La Arenosa,
Banco Alegre y los sitios cercanos a nuestra estupenda Ciudad Deportiva,
importante obra de la administración Cartay-Febres, hijos ambos de paisanos con
quienes recorrimos todos estos lugares en excursiones rurales, de las cuales sólo
quedan gratos recuerdos, aplastados por el despegue vigoroso de una gran ciudad
en formación.
Recuerdo que con
mucha propiedad planteabas que Barinas sería el Estado Ganadero por excelencia
de Venezuela. Opinabas que como en los tiempos de Páez, los Pulido o del
General Zamora, se volvería hablar con gran orgullo de la ganadería instalada
en las sabanas de Barinas. Que repetiríamos lo de la Calzada Páez, El Orticero,
La Marqueseña, El Corozo, Santa Inés, Punta Gorda, Caroní.
La Barinas moderna
de tus hijos y nietos, la que gobierna Gehard Cartay Ramírez, el hijo de
Domingo, sobrino de Manuel Antonio, compañero de generación de nuestros hijos,
es hoy la Capital de la Ganadería Cebú de Venezuela. Los testimonios de ésta impresionante
realidad pueden comprobarse con las estupendas muestras que se exhiben en las
subastas del Cebú Brahmán, en el Parque Ferial de la ciudad de Barinas,
instalaciones que fueron donadas por la Gobernación del Estado a la Asociación
de Ganaderos, cuando el Doctor Raúl Blonval López, se desempeñaba como
Secretario General de Gobierno.
Como los llanos
barineses se distinguen por ser tierra de grandes poetas, invoco para concluir mis palabras la
ayuda competente de un gran amigo y contemporáneo, el Cronista de la ciudad de
Barinas, maestro de la poesía y del soneto, Carlos Giusti Vargas, amigo y
hermano del Doctor Raúl Blonval López, quien lleno de tristeza escribió para
despedirlo estos sentidos versos:
Hoy no quiero elogiar tu inteligencia
con la crónica larga y minuciosa;
que me diga tu pluma primorosa
si estoy quedando mal con mi conciencia.
Tu prosa inmersa en aguas de sapiencia
produce la analectas laboriosa,
el discurso de página armoniosa
de culta y luminosa transparencia.
Lirios, Violetas, Dalias, Margaritas
de aquel viejo jardín de Barinitas
perfuman tu fatídico destino.
Y en gesto adusto, venerable y serio,
me cuenta tu Patrón San Eleuterio
que ve tristeza por tu entorno andino.