EXIGENCIAS DEL FUTURO (III)
Gehard Cartay Ramírez
No será fácil salir de esta mega crisis. Sólo un experimentado
y honesto liderazgo colectivo podría superarla, en varias etapas y sin que pueda
exigírseles milagros en breve plazo.
Tal es la obligada conclusión
con la que finalizo, por ahora, esta serie de artículos que he titulado Exigencias del futuro. Lo que he tratado
de poner de relieve son verdades amargas, que, sin ser pesimistas, son
definitivamente realistas. Porque, definitivamente, no será fácil lo que viene,
insisto. Quienes estén creyendo lo contrario son simples ingenuos que no tienen
los pies sobre la tierra.
Una primera y necesaria medida es la sustitución del
actual régimen. En este sentido, el Referendo Revocatorio (RR) luce como la
opción urgente y constitucional. Por desgracia, el oficialismo hará todo lo
posible por evitarlo, y sólo si los venezolanos lo reclaman en las calles tal
vez podría impedirse esta criminal maniobra.
Pero el revocatorio en sí mismo no es la solución
definitiva. Se trata tan sólo de la puerta que nos abre una etapa para salir de
la crisis. El RR, sin duda, tiene un efecto importantísimo: cambiar ya este
régimen, por vías pacíficas y democráticas, impidiendo que la violencia se
apodere del país y demostrando al mundo que los venezolanos, a pesar de la mega
crisis que nos afecta, podemos ser capaces de resolver nuestros conflictos
democráticamente.
Ahora bien, si se
realiza el RR en 2016 deberá convocarse una nueva elección presidencial dentro
de los 30 días consecutivos siguientes (Art. 233 de la CN), por lo que tendrá
que escogerse con urgencia un candidato presidencial de toda la oposición. Y no
puede ser cualquiera. Debe ser un líder con auctoritas
-es decir, con autoridad moral-, experimentado, hábil, dialogante y respetado. Alguien
capaz de rodearse de las mejores inteligencias y voluntades del país, porque un
solo hombre no podría enfrentar tamaña crisis. No puede ser cualquiera, reitero.
Lo mismo ocurrirá, llegado el momento, con los candidatos a gobernaciones y
alcaldías, porque la crisis es total y sólo un esfuerzo de conjunto de los
mejores podría comenzar la reconstrucción del país.
La debacle que el próximo gobierno heredará exigirá un
esfuerzo extraordinario. Hoy hay más pobreza, miseria, marginalidad y hambre
que en los años anteriores. Tendrán que tomarse medidas duras y difíciles y eso
supone apartar la demagogia y la hipocresía. Ese esfuerzo llevará tiempo,
mientras se corrigen los enormes errores del actual régimen y se realicen los
ajustes imprescindibles.
Ya señalamos anteriormente que las primeras medidas
tendrían que ser políticas y económicas. Hay que regenerar las instituciones,
por una parte, y, por la otra, solicitar financiamiento externo para comprar
alimentos y medicinas urgentemente, vista la tragedia humanitaria que nos
afecta. Luego habrá que reactivar el aparato productivo venezolano, tarea
ciclópea por donde se la analice. Devolver la seguridad a los venezolanos y sus
bienes. Reactivar la industria petrolera y combatir la corrupción. Castigar a
los corruptos de hoy y repatriar las fortunas robadas. Todo ello deberá hacerse
de manera urgente.
Y todo ello en
apenas dos años y medio, cuando se tendrían que convocar nuevas elecciones
presidenciales. Esto quiere decir que quien sea el presidente luego del
revocatorio no podrá seguir corriendo la arruga, por imposible, y lo más seguro
es que algunas medidas despierten rechazos y descontentos. La crisis no se va a
resolver de la noche a la mañana y en unos pocos años.
Porque, no nos caigamos a embustes: todo indica que el
daño hecho al país desde 1999 costará resarcirlo rápidamente. Todo indica que
será en cierto modo irreversible por algún tiempo. Sus consecuencias políticas,
económicas y, sobre todo, sociales y morales tendrán gravísimas repercusiones
en los años por venir. Aquí podría pasar algo parecido a lo que ocurrió en
Argentina, luego de los gobiernos populistas de Perón, y que después de medio
siglo aún refrenan el desarrollo y la estabilidad de aquella nación.
Que nadie se llame a engaños, pues. Sin pesimismo ni
lamentaciones plañideras, pero con realismo y sin caernos a mentiras, hay que
advertir que esa tarea exigirá verdaderos liderazgos, no improvisados ni
mediocres. (A veces angustia la frivolidad con que algunos opositores se toman
los desafíos que vienen, como si no calibraran la trascendencia y la
excepcionalidad de los mismos.)
Se trata de una altísima exigencia, a la cual sólo
podrán responder cabalmente los más capaces y honestos. Los demás ni siquiera
deberían intentarlo.
@gehardcartay
LA PRENSA de BARINAS (Venezuela) - Martes, 26 de julio de 2016.