sábado, 30 de julio de 2016

EXIGENCIAS DEL FUTURO (III)



EXIGENCIAS DEL FUTURO (III)
Gehard Cartay Ramírez
No será fácil salir de esta mega crisis. Sólo un experimentado y honesto liderazgo colectivo podría superarla, en varias etapas y sin que pueda exigírseles milagros en breve plazo.
Tal es la obligada conclusión con la que finalizo, por ahora, esta serie de artículos que he titulado Exigencias del futuro. Lo que he tratado de poner de relieve son verdades amargas, que, sin ser pesimistas, son definitivamente realistas. Porque, definitivamente, no será fácil lo que viene, insisto. Quienes estén creyendo lo contrario son simples ingenuos que no tienen los pies sobre la tierra.
Una primera y necesaria medida es la sustitución del actual régimen. En este sentido, el Referendo Revocatorio (RR) luce como la opción urgente y constitucional. Por desgracia, el oficialismo hará todo lo posible por evitarlo, y sólo si los venezolanos lo reclaman en las calles tal vez podría impedirse esta criminal maniobra.
Pero el revocatorio en sí mismo no es la solución definitiva. Se trata tan sólo de la puerta que nos abre una etapa para salir de la crisis. El RR, sin duda, tiene un efecto importantísimo: cambiar ya este régimen, por vías pacíficas y democráticas, impidiendo que la violencia se apodere del país y demostrando al mundo que los venezolanos, a pesar de la mega crisis que nos afecta, podemos ser capaces de resolver nuestros conflictos democráticamente.
Ahora bien, si se realiza el RR en 2016 deberá convocarse una nueva elección presidencial dentro de los 30 días consecutivos siguientes (Art. 233 de la CN), por lo que tendrá que escogerse con urgencia un candidato presidencial de toda la oposición. Y no puede ser cualquiera. Debe ser un líder con auctoritas -es decir, con autoridad moral-, experimentado, hábil, dialogante y respetado. Alguien capaz de rodearse de las mejores inteligencias y voluntades del país, porque un solo hombre no podría enfrentar tamaña crisis. No puede ser cualquiera, reitero. Lo mismo ocurrirá, llegado el momento, con los candidatos a gobernaciones y alcaldías, porque la crisis es total y sólo un esfuerzo de conjunto de los mejores podría comenzar la reconstrucción del país.
La debacle que el próximo gobierno heredará exigirá un esfuerzo extraordinario. Hoy hay más pobreza, miseria, marginalidad y hambre que en los años anteriores. Tendrán que tomarse medidas duras y difíciles y eso supone apartar la demagogia y la hipocresía. Ese esfuerzo llevará tiempo, mientras se corrigen los enormes errores del actual régimen y se realicen los ajustes imprescindibles.
Ya señalamos anteriormente que las primeras medidas tendrían que ser políticas y económicas. Hay que regenerar las instituciones, por una parte, y, por la otra, solicitar financiamiento externo para comprar alimentos y medicinas urgentemente, vista la tragedia humanitaria que nos afecta. Luego habrá que reactivar el aparato productivo venezolano, tarea ciclópea por donde se la analice. Devolver la seguridad a los venezolanos y sus bienes. Reactivar la industria petrolera y combatir la corrupción. Castigar a los corruptos de hoy y repatriar las fortunas robadas. Todo ello deberá hacerse de manera urgente.
Y todo ello en apenas dos años y medio, cuando se tendrían que convocar nuevas elecciones presidenciales. Esto quiere decir que quien sea el presidente luego del revocatorio no podrá seguir corriendo la arruga, por imposible, y lo más seguro es que algunas medidas despierten rechazos y descontentos. La crisis no se va a resolver de la noche a la mañana y en unos pocos años.
Porque, no nos caigamos a embustes: todo indica que el daño hecho al país desde 1999 costará resarcirlo rápidamente. Todo indica que será en cierto modo irreversible por algún tiempo. Sus consecuencias políticas, económicas y, sobre todo, sociales y morales tendrán gravísimas repercusiones en los años por venir. Aquí podría pasar algo parecido a lo que ocurrió en Argentina, luego de los gobiernos populistas de Perón, y que después de medio siglo aún refrenan el desarrollo y la estabilidad de aquella nación.
Que nadie se llame a engaños, pues. Sin pesimismo ni lamentaciones plañideras, pero con realismo y sin caernos a mentiras, hay que advertir que esa tarea exigirá verdaderos liderazgos, no improvisados ni mediocres. (A veces angustia la frivolidad con que algunos opositores se toman los desafíos que vienen, como si no calibraran la trascendencia y la excepcionalidad de los mismos.)
Se trata de una altísima exigencia, a la cual sólo podrán responder cabalmente los más capaces y honestos. Los demás ni siquiera deberían intentarlo. 

@gehardcartay
LA PRENSA de BARINAS (Venezuela) - Martes, 26 de julio de 2016.